La caricatura (como tipo de representación exagerada de personajes o hechos con el fin de poder trasmitir una idea, la mayoría de veces sarcástica, sobre una cuestión determinada) se ha dirigido también al mundo de la apariencia. Aunque la caricatura tiene su origen en la antigüedad, la relacionada con la vestimenta tiene su momento de esplendor cuando, precisamente, las formas del traje adquieren un carácter fácilmente “caricaturizable”.
Gracias a las caricaturas y también a la pintura satírica, han quedado referencias -poco recogidas en otra documentación visual- de cada época. Los retratos, asumidos con la seriedad requerida como legados propagandísticos de castas y poderes políticos o económicos, al no alterar lo ‘políticamente correcto’, entraban en ‘normas’ uniformadas en cuanto a: posturas, actitudes y vestimenta, según los estilos artísticos generales y la personalidad creativa de cada pintor. La codificación de los aspectos que rodeaban a los retratos, impiden conocer detalles no comunes de la apariencia por lo riguroso del cumplimiento del artista de esa obra por encargo. Algo similar sucede con otra de las fuentes visuales de épocas pasadas: los figurines de las revistas. Igualmente sometidos a los códigos establecidos, no debían excederse en diseños imaginativos, sino mantenerse dentro del estilo ya ‘normado’ de la moda ‘aceptada’. Es por ello que, antes de surgir la fotografía, gracias a los grabados de corte satírico o las caricaturas, han llegado a nosotros aspectos poco reflejados en las citadas fuentes como: vestimenta popular, ropa interior, o detalles de prendas o comportamiento de los grupos o situaciones a través de los personajes ‘criticados’.
Gracias a las caricaturas y también a la pintura satírica, han quedado referencias -poco recogidas en otra documentación visual- de cada época. Los retratos, asumidos con la seriedad requerida como legados propagandísticos de castas y poderes políticos o económicos, al no alterar lo ‘políticamente correcto’, entraban en ‘normas’ uniformadas en cuanto a: posturas, actitudes y vestimenta, según los estilos artísticos generales y la personalidad creativa de cada pintor. La codificación de los aspectos que rodeaban a los retratos, impiden conocer detalles no comunes de la apariencia por lo riguroso del cumplimiento del artista de esa obra por encargo. Algo similar sucede con otra de las fuentes visuales de épocas pasadas: los figurines de las revistas. Igualmente sometidos a los códigos establecidos, no debían excederse en diseños imaginativos, sino mantenerse dentro del estilo ya ‘normado’ de la moda ‘aceptada’. Es por ello que, antes de surgir la fotografía, gracias a los grabados de corte satírico o las caricaturas, han llegado a nosotros aspectos poco reflejados en las citadas fuentes como: vestimenta popular, ropa interior, o detalles de prendas o comportamiento de los grupos o situaciones a través de los personajes ‘criticados’.
Thomas Tegg,era hijo de un tendero, nacido en Wimbledon, Surrey, suburbio en el sudoeste de Londres. El padre murió cuando tenía 5 años y la madre cuando cumplió los 9. Al quedar huérfano, fue internado en Escocia y en 1785 comenzó como aprendiz del librero Alexander Meggett. Pronto se escapó del taller y comenzó a vender folletos por su cuenta y estando en Newcastle, conoce al grabador Thomas Bewick . Luego en Sheffield obtuvo empleo con el periodista y publicista Joseph Gales, y después de pasar algunas temporadas en Irlanda, Gales y Norfolk, regresó a Londres en 1796.
En Londres se unió al impresor y editor William Lane, titular de la “Biblioteca Minerva” y posteriormente trabajó para John y Arthur Arch, libreros instalados en Gracechurch Street, donde se mantuvo hasta crear su propio establecimiento. En colaboración con Joseph Dalton Dewick, Tegg abrió su tienda en Aldersgate, pero quebró al confiar sus finanzas a un amigo. Abandonó Londres a buscar fortuna en el interior de Inglaterra y logró recuperar algo de su fortuna comprando y revendiendo folletos políticos, libros y otras publicaciones, con su esposa como secretaria.
En 1805 volvió a Londres y abrió su tienda en Cheapside, zona moderna y financiera de la ciudad. Comenzó vendiendo compendios de obras literarias populares, con lo que alcanzó éxito, ya que, generalmente, no pagaba derechos de autor y los precios de ventas eran muy bajos. Pero también editó obras nuevas, como fueron las dedicadas a la famosa Batalla de Trafalgar o a Napoleón Bonaparte. Su negocio prosperó y lo dejó en herencia de sus hijos. Murió en 1845 y fue enterrado en Wimbledon.
Como parte de su trabajo como impresor y vendedor, Thomas Tegg publicó varias series de caricaturas y pinturas satíricas, entre 1807 y 1820 Una de las más comentadas en la época fue la compilación de caricaturas seriadas con el nombre de “The Caricatura Magazine or Hudibrastic Mirror” con grabados de Thomas Rowlandson, considerado el más importante maestro de la tradición satírica después de William Hogarth. Se trataba de una revista de siete volúmenes con historietas que relataban variedad de temas, con enfoque satírico: los irlandeses, los impuestos, el boxeo, la vida urbana, la vida en el campo, la religión, el matrimonio.
También a Tegg se le debe la publicación de varias series dedicadas a criticar a los dandies y sus seguidores, en pleno furor en los primeros años de 1800’s. Entre 1819 y 1819 los excesos de estos petimetres salieron a la luz gracias a Tegg, con ilustraciones de los destacados artistas: los hermanos Isaac y George Cruikshank, William Heath, Robert Dighton, Charles Williams entre otros.
En las caricaturas publicadas por Thomas Tegg se refleja la moda de la primera década del siglo XIX: desde los ligeros vestidos según a la moda ‘a la antigüedad clásica’ hasta la definición del estilo imperio, más estructurado y decorado. En muchas de ellas se pueden advertir detalles del vestir poco vistos ni en la pintura y, mucho menos en los grabados de modas: prendas interiores, los corsés masculinos, los pantalones excesivamente ajustados o demasiado anchos, incomodidades de los complementos o peinados (como las pelucas masculinas, las cuales en algunos de los grabados aparecen cayéndose de las cabezas de sus portadores)…como parte de esa visión crítica y burlesca hacia las modas de su época.
La figura de Tegg ha sido motivo de polémica entre la intelectualidad tanto de la época como a lo largo de la historia. Sus métodos -no muy ortodoxos en el oficio como editor y librero- produjeron la crítica de sus contemporáneos por reproducir textos al por mayor y a muy bajos precios. Pero su negocio fue en aumento y, ante todo, gracias a su empresa, podemos imaginar la visión crítica que parte de la sociedad poseía sobre las costumbres y…la moda.
https://vestuarioescenico.wordpress.com/2016/03/10/thomas-tegg-caricaturas-a-bajo-coste/
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