viernes, 11 de noviembre de 2022

LA LITERATURA RUSA DEL SIGLO XIX


La literatura rusa del siglo XIX engloba un gran número de escritores, pues no sólo estamos teniendo en cuenta los nacidos en la propia Rusia, sino también e incluyen aquellos que escriben en ruso, pero que al extinguirse la Unión Soviética pasaron a ser hijos de otras patrias. Por esta razón, y muchas otras, la literatura rusa ha dado a luz grandes novelistas, poetas, ensayistas, etc. que permanecen en la mente de la gente, pese al paso de los años.
En 1830 y principalmente en 1840, en la literatura rusa se desarrolla el realismo crítico: corriente que representa personajes humanos en sus vínculos con las circunstancias sociales y se centra en analizar el mundo interior del individuo. Aparece entonces la figura de la “persona pequeña”, es decir, ordinaria e insignificante; se trata de un tipo de personaje de una posición social bastante baja, sin ninguna capacidad destacada ni fuerza de voluntad, que no hace nada malo a nadie, con sus historias dramáticas pero muy cotidianas. Su objetivo principal es presentar “la verdad” de la vida.
El primero en presentar a una “persona pequeña” al lector fue el gran poeta y escritor, creador de la lengua literaria rusa, Alexandr Pushkin. Un romántico en muchos de sus versos, en su serie de obras en prosa Los relatos de Belkin (1830) se convierte en realista y describe tragedias cotidianas de personas corrientes. Pese a que cada uno de los cinco relatos introducía un nuevo tipo de personaje que transgredía todos los cánones existentes de la literatura de aquel entonces, el global de la obra correspondía a un género tradicional de la época: algunos relatos al sentimentalismo y otros al romanticismo.
El fin del siglo XIX es la época de Antón Chéjov en la literatura rusa. Varios críticos denominan a este periodo “realismo sociológico” ya que los temas principales del escritor y dramaturgo son los problemas y los cambios en la sociedad y el destino de los individuos en ella. Fue pionero en emplear el método del “fluir de la conciencia” (un monólogo interno del personaje que reproduce sus impresiones, asociaciones y pensamientos inmediatos en el momento del habla), posteriormente adoptado por los modernistas y por James Joyce en primer lugar.


Rusia no irrumpe en el mapa de la literatura europea hasta el siglo XIX. Las obras de sus grandes escritores reflejan la complejidad de una sociedad sometida al despótico y represor gobierno de los zares y marcada por la miseria de sus campesinos, sometidos como siervos a la nobleza.
Durante el siglo XIX y bajo el influjo del romanticismo primero y del realismo después, Rusia vive un Siglo de Oro que ve nacer a autores de talla mundial. Durante la primera mitad del siglo destaca la poesía con Pushkin, Lermontov, Krylov y Griboyédov. Durante la segunda mitad es el momento de la prosa con Leon Tólstoi, Fiódor Dostoyevksi, Nikolái Leskov, Iván Turgéniev, Iván Goncharov, Maksim Gorki y Antón Chejóv
La peculiar situación de Rusia hizo que la palabra de los escritores fuera considerada la voz del pueblo, puesto que los rusos son tradicionalmente muy amantes de la poesía y de la literatura. La censura zarista les temía, por ello, fueron estrechamente vigilados.


En poesía, una de las primeras figuras de este siglo fue Iván Krylov , cuyas fábulas, de una gracia y sonoridad admirables, le valieron el título de "El La Fontaine ruso". Krilov, que llegó a vender más de setenta y cinco mil ejemplares de sus Fábulas, escribía con el estilo popular y usaba dichos y proverbios coloquiales.
Vasili Zhukovski, precursor de Pushkin, dio a conocer, con sus traducciones, a los románticos alemanes y británicos, y compuso versos en los que aparecen, llenas de lirismo, las imágenes y leyendas tradicionales del país
Alexandr Pushkin fue educado en el Liceo de Tsarskoye Selo, establecimiento donde se respiraba un espíritu liberal. Sus actitudes liberales lo llevaron al destierro y entonces descubrió a Byron, sufrió su fascinación, e incluso aprendió inglés para poder leerlo en su lengua original. Su primer poema largo importante es Ruslán y Ludmila , poema épico-burlesco en que subvertía los recursos tradicionales. Sus primeros poemas eran imitaciones byronianas, como El prisionero del Cáucaso. Su obra, interrumpida en el momento más prometedor al morir el poeta en un duelo, tiene una perfección que desborda cualquier marco de "Escuela". Pushkin, que puede considerarse como el primer escritor de la literatura moderna rusa, unió en su obra las tradiciones de la lengua popular y las técnicas más depuradas del verso. Innovó en todos los géneros, desde la lírica hasta la novela, y con él la literatura rusa tomó conciencia de su originalidad.

Ya vagué por las calles bulliciosas…
ya penetre en el templo populoso,
ya me rodeen alocados jóvenes,
en mis ensueños sigo estando absorto.

Me digo: pasarán raudos los años
y por muchos que aquí nos encontremos,
todos iremos a la eterna fosa
y para alguno ya llegó su tiempo.

Cuando contemplo el roble solitario,
este patriarca de los bosques -pienso-
sobrevivió al cruel siglo de mis padres
y sobrevivirá a este siglo nuestro.

Cuando acaricio a una tierna criatura
pienso que es hora ya de despedirme:
te cedo el puesto, florecer te toca,
y para mí ya es hora de pudrirme.

Cada día que pasa, cada hora,
me he acostumbrado a ejercitar la mente,
e intento adivinar cuál de entre ellos
será el aniversario de mi muerte.

Y ¿dónde me enviará la muerte el Hado?
¿En la guerra, en la mar, como viajero?
¿O si acaso será, el valle vecino
el que reciba mis helados restos?

Y aunque para mi cuerpo inanimado
dónde se descomponga igual le sea,
yo, más cercano a mi solar querido,
de ser posible, reposar quisiera.

Y que a la entrada misma de mi tumba
una juvenil vida jugar pueda,
y que Naturaleza indiferente
con su eterna hermosura resplandezca.


Con el comienzo de siglo, la literatura rusa empieza a producir grandes obras en prosa, aunque su penetración en Occidente será escasa hasta la segunda mitad del siglo. Pushkin escribe, en verso, la que se va a considerar la primera novela rusa, Eugenio Oneguín (1833), de clara inspiración byroniana, escrita en un estilo libre, casi descuidado. En la novela, los pasajes descriptivos alternan con impresiones plenamente líricas y meditaciones acerca de la naturaleza. También escribe cuentos y novelas cortas, como El moro de Pedro el Grande , La dama de picas  y La hija del capitán, tensos y equilibrados, con una forma muy clásica que compensa los borrascosos sentimientos que describe. Tanto en La hija del capitán como en su Boris Gudonov el autor muestra su preocupación por el destino de la nación.



Nikolái Gógol (1809-1852) dará el paso definitivo hacia el realismo, aprovechará todas las posibilidades de la prosa y favorecerá la llegada de los grandes autores posteriores. En sus primeras obras, los cuentos entre realistas y fantásticos de las Veladas en un caserío de Dikanka , y su novela histórica Tarás Bulba , recreó la vida y las tierras de Ucrania. Alcanzó la fase de madurez con unos cuentos y novelas cortas (La nariz, El capote, etc.) que contienen una gran riqueza de elementos realistas y una importante dosis de sátira. Es celebre la frase de Dostoievsky, quien afirmó: "Todos hemos salido del 'capote' de Gógol". La primera parte de su novela Almas muertas , llamada poema por el propio autor, le consagró como el mejor escritor ruso del momento. Con Almas muertas, Gógol pretendía hacer una novela picaresca y, sin embargo, en la obra hay una amarga denuncia, donde los personajes, grotescos, hacen reflexionar al lector acerca de la naturaleza humana, de su estupidez y pereza provinciana. Movido por escrúpulos religiosos, Gógol destruyó la segunda parte de su obra antes de que se publicara. Hacia 1847 publicó Pasajes selectos de la correspondencia con mis amigos, ensayos filosóficos y políticos que reflejan su ideología.



Después de Gógol, varios novelistas señalan la transición hacia formas más completas y exigentes. Iván Goncharov (1812-1291) denuncia en Oblómov (1859), obra con una gran carga autobiográfica, lo que él considera uno de los vicios nacionales de su país, la apatía física y moral. El protagonista, un gran propietario, sirve al autor para desenmascarar al hombre superfluo arrastrado por el ocio, la rutina y la pereza. Otras obras destacables suyas son El abismo  y Una historia común.



Iván Turguénev (1818-1883) fue el primer autor ruso que se dio a conocer ampliamente en los ambientes literarios occidentales. Recorrió Europa y vivió durante años en Francia, Alemania, y Gran Bretaña. Fue amigo de escritores como Flaubert, los Goncourt (Edmon y Jules), Maupassant y Henry James. Es quizá el menos característicamente ruso de estos autores, y tal vez por este motivo sus obras (entre las que sobresalen Memorias de un cazador , Nido de nobles , Humo ), tuvieron una buena acogida fuera de su patria. Frente a Gógol, Turguénevcultivó un lenguaje selecto y una narración cuidada que dejaba paso a la alusión poética. El tacto y la agudeza psicología no son ajenas a su prosa; sin embargo, su obra ha quedado perjudicada por el hecho inevitable que se le comparase con Dostoievsky y Tolstói. Otras obras suyas son Padres e hijos -su mejor novela en cuanto a argumento, personajes y estructura-, Tierras vírgenes, En vísperas de la guerra y Senilia (conjunto de poemas en prosa).




Fiodor Mijailovich Dostoyevski y Tolstói son los nombres por antonomasia de la novela rusa, figuras sólo comparables a Cervantes y Balzac. Ambos son rigurosamente coetáneos, pero también muy distintos. Ambos dan sus grandes obras de madurez por los mismos años, entre 1860 y 1880. Posteriormente Dostoievsky muere, y Tolstói, aunque continúa escribiendo durante más de veinte años, se ha convertido en un símbolo y reniega de casi toda su producción anterior.


Dostoievsky (1821-1881), ya desde sus primeras obras, se consagra a la penetración psicológica, al análisis de unos personajes llenos de misterio y de contradicciones. En su primera novela, Pobres gentes , es notable la influencia de Gógol. En los últimos veinte años de su vida esta orientación psicológica se acentúa, lo que arroja un buen número de obras geniales, que van desde Crimen y castigo (1866), El idiota (1868), Los endemoniados,  y El adolescente , hasta Los hermanos Karamázov (1879-1880). Casi cuarenta años separan Pobres gentes de Los hermanos Karamázov, primera y última obra de Dostoievsky, pero en toda su larga producción será una constante su preocupación por ahondar en la psicología del hombre a través de sus personajes: descubre las emociones y los sentimientos humanos, explora en la psique, revela los impulsos reprimidos, etc.



León Tolstói (1883-1945) disfrutó de una vida mucho más fácil. Desde sus primeros libros se le saludó como un gran maestro de la prosa, y su evolución literaria fue un perfeccionamiento constante que culminaría en "Guerra y paz" (1865-1868). Se puede afirmar que Dostoievsky supera a Tolstói en profundidad psicológica, pero nunca escribió una novela tan perfecta como Guerra y paz, considerada por los críticos como la gran obra del s. XIX. En ella se describe un período crucial para Rusia, el que corresponde a las guerras napoleónicas. En la novela, la técnica narrativa de Tolstói le permite combinar multitud de historias dentro de un conjunto coherente. Aparecen los elementos más dispares, magníficas descripciones de batallas y de movimientos de tropas, análisis de la situación política, consideraciones sobre la filosofía de la historia, minuciosos e irónicos cuadros de la vida mundana en Moscú y San Petersburgo, multitud de retratos psicológicos, debates morales, etc. Ana Karénina (1875-1877), su novela siguiente no está al mismo nivel. A partir de la crisis espiritual que comienza hacia 1880, su producción se sitúa en otro plano: un cristianismo radical impregna las páginas de su tercera novela, Resurrección (1899)



Antón Chéjov (1860-1904) completa con sus numerosos cuentos (La sala número seisElmonje negroUna historia triste, La cigarraLas grosellas, etc) este gran período de la narrativa rusa. Chéjov es un observador lúcido e irónico en la caracterización de los "hombres taciturnos": plasma en sus relatos, con suaves pinceladas, su visión de una Rusia mezquina y resignada. Su objetividad y la sobriedad de su estilo no excluyen un tono poético y un sutil humorismo que prestan un encanto a estas narraciones.



El descubrimiento de la novela rusa en la segunda mitad del s. XIX sacudió la narrativa occidental. La novela europea se encontraba en una situación asfixiante, con un (cada vez más rígido) criterio de captar la realidad exterior por medio de la observación fiel y minuciosa. El Naturalismo llevó a los escritores a la declamación y el apriorismo. La mayor parte de las novelas de la época, en la actualidad, parecen estrechas de miras, farragosas e ingenuamente didácticas. Los rusos eran otro mundo lleno de exaltación y apasionamiento, trágico y grotesco a la vez, con explosiones irracionales que abrían nuevas perspectivas y una visión más realista que no estaba sujeta a unas normas, y que era capaz de llegar al subconsciente de los personajes. Eran la libertad del escritor y la grandiosidad de la literatura, una nueva medida del hombre que enlazaba con los grandes románticos de la primera mitad del XIX.


La edad de oro de la novela rusa no tiene un equivalente en la dramaturgia, porque el teatro no alcanzó la talla de la prosa. Algunos de los grandes novelistas cultivaron el teatro, pero de una forma esporádica y con aciertos relativos; así Iván Turguénev escribió una comedia de sutil psicología, Un mes en el campo, pero es su única obra teatral notable y tardó más de veinte años en representarse. Alexandr Griboyedov estrenó ¡Qué desgracia el ingenio!, brillante comedia en verso que presenta a Chatski, un joven noble que vuelve a Moscú y encuentra a su amada imbuida en una sociedad murmuradora y anticuada.
El mejor teatro ruso de la época lo escribió, sin duda, un autor conocido por sus cuentos, Chéjov. Sus comienzos fueron voluntariamente modestos, farsas en un acto que revelaron sus posibilidades en este campo. Su primera obra larga, Ivanov (1887), pasó inadvertida. En 1896, el estreno de La Gaviota constituyó un tremendo fracaso; sin embargo, en 1898, la misma obra, potenciada por un gran director escénico, Stanislavski, fue un triunfo en Moscú. El éxito alcanzado hizo que siguiera escribiendo para el teatro. Antes de que su vida se truncara, a causa de la tuberculosis, estrenó sus obras dramáticas más importantes: Tío Vania , Las tres hermanas y El jardín de los cerezos.
Los dramas de Chéjov suponen un cambio radical en la composición del teatro, casi no hay argumentos en sus piezas, e incluso los incidentes más notables son considerados clímax psicológicos, y no clímax dramáticos. Dando importancia a la sugerencia poética, coloca fuera de escena los acontecimientos más importantes en la vida de sus personajes; su blanco preferido es la nobleza y los camaradas intelectuales. Chéjov es sin duda el gran dramaturgo de los años finales del siglo. El conjunto de su teatro no ha perdido vigencia y en el s. XX ha seguido representándose ininterrumpidamente.
Este es un pequeño resumen de una etapa que no puede pasar desapercibida en la historia de la literatura universal,de cuyos héroes de las letras ,se iran desgranado su vida y su obra paulatinamente...

https://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_rusa
https://elpais.com/diario/2006/02/11/babelia/1139618358_850215.html
https://www.espectaculosbcn.com/escritores-rusos-mas-famosos/

viernes, 30 de septiembre de 2022

EL SALTERIO DE LUTRELL



El salterio (libro de salmos) de Luttrell es uno de los tesoros de la Biblioteca Británica (MS 42130). Se realizó por encargo de Sir Geoffrey Luttrell de Irnham, un rico terrateniente de Lincolnshire, entre 1325-35 en la diócesis de Lincoln. 
En su elaboración participaron el escribano y hasta cinco artistas diferentes. La profusa iluminación de los márgenes y pies de página hacen de este salterio una valiosa fuente documental de la vida cotidana en la Inglaterra medieval del siglo XIV.
Es posible que la vida cotidiana en el condado de Lincolnshire no haya sido tan perfecta como la que aparece en el Salterio de Luttrell. 

En este manuscrito apoteósico en la decoración marginal e inclasificable en los seres imaginarios que trazaron el escriba y los cinco artistas que dieron forma al encargo de Sir Geoffrey Luttrell de Irnham, en este manuscrito -quería decir- la vida parece tan sencilla que dan ganas de retroceder al siglo XIV y dedicar la jornada al arado, los bueyes, las ovejas y la cocina. 

Sin embargo, hay quienes consideran que sus dibujos son una crítica mordaz de lo cotidiano antes que un retrato de la apacible vida medieval en el este británico.

El mecenas Sir Geoffrey era un señor de gustos refinados y de una suficiente fortuna personal como para no tener que escatimar en los placeres mundanos. En torno al 1325 encargó un libro extenso y repleto de iluminaciones en los márgenes y a los pies de las páginas, como los salterios que estaban haciendo furor entonces entre la monarquía y la nobleza. 
Su retrato aparece en una de las imágenes más conocidas del manuscrito, la que presenta de fondo, como en un escenario teatral, el tapiz azul decorado con los pájaros de plata de las armas familiares. Es aquella escena en la que la propia composición del dibujo indica la raya que divide el mundo, ese mundo al menos, entre los señores y los vasallos. Una mesa a la que se sientan el señor de Luttrell en medio, que es el único que bebe en copa, junto a su esposa, dos dominicos y otros familiares, que beben en cuencos quizá de madera. 
La mesa es servida por varios criados, encabezados por un barbilampiño con una toalla al cuello, que hace una reverencia a su señor feudal. Quizá era el mapparius, el siervo encargado de limpiar las manos a los comensales que cogían los alimentos con las manos antes de que se extendiera en Europa el uso del tenedor que trajo Theodora Dukaina desde la corte bizantina. 
Tras él, varios siervos traen en bandejas la comida desde la cocina. Allí bullen las ollas al fuego, en invierno y en verano; allí las tablas de madera conservan aún los restos del desguace de la pieza de carne que se asará para los señores. Los dibujos no recogen el sudor, ni el cansancio de los matarifes, la madrugada ni el esfuerzo.


 Hasta aquella cocina llegaron los huevos frescos que el joven moreno guardó con celo para no romper ninguno mientras espantaba a pedradas a los pájaros que picaban las semillas del huerto.

La vida en el condado de Lincolnshire no consistía sólo en trabajar. No para los señores, que dedicaban su tiempo fundamentalmente a montar a caballo, a jugar en los jardines y a viajar en carros lujosos tirados por largas hileras de equinos. Así contó el salterio de Luttrell la vida en el condado inglés, como sigue siendo en algunos lugares, cómoda para algunos y agotadora para otros. 




Para fortuna de los soñadores, el manuscrito de Luttrell contiene un mundo imaginario de bestias más dulces que crueles, de híbridos y mestizos, de sueños apacibles y pesadillas de ojos inquietos. Pero esa, como bien saben, será otra historia.


Detalle de tiro con caballo del Salterio de Lutrell. Realizado 1325-1340.
Es un salterio decorado con muchas criaturas fantásticas y con sátiras de la vida mundana. La marginalia han dejado atrás su tamaño de miniatura y en este salterio se han agigantado y ocupado todo el margen. En los márgenes vegetales de izquierda y derecha suelen surgir un gran ser hibrido que salen del borde de la página o un montón de seres extraños que emergen del margen. La miniatura ha perdido su característica de detalle y ahora se ha transformado en grandes figuras, algunas ocupando todo un margen por su gran magnitud.


La representación de la marginalia es más explícita que en los otros salterios. Aquí directamente se ha representado las acciones diarias de los señores nobles contra puestas las del campesinado, haciendo una crítica directa de la sociedad. El iluminador parece no tener que esconder el significado de las cosas en metáforas del "mundo al revés" ni en extraños híbridos como hacían en los otros dos salterios anteriores. En lo que respecta a la composición la marginalia se ha hecho la dueña del salterio, se representan en muchas páginas temas enteros de narrativa con marginalia, aunque también sobreviven los híbridos, pero parecen ser más bien un capricho del iluminador o quizás del promotor. Utiliza mucha variedad de gama cromática pero no vuelve a tener la intensidad del salterio de Rutland. Las formas siguen siendo alargadas, pero ya no se llevan al extremo en lo que concierne a las humanas, ya que en los monstruos de los márgenes sí sigue habiéndolo. 

Sir Geoffrey Luttrell, representado en el salterio de su nombre

https://hmong.es/wiki/Luttrell_Psalter
https://www.facebook.com/watch/?v=331982520211212
https://zaguan.unizar.es/record/32425/files/TAZ-TFG-2015-1851.pdf





miércoles, 7 de septiembre de 2022

RESTOS DE SAN PELAYO


Nacido en Albeos (Crecente, Pontevedra), en el año 911 o 912, Pelayo era sobrino del Obispo de Tui, Hermoigio. Cuentan los hagiógrafos que en la escuela de la catedral aprendió gramática y se inició en la Liturgia, actuando como monaguillo.
España sentía sobre sí el peso de la dominación musulmana. El que se proclamaría, en 929, primer califa de Córdoba, Abderramán III, unificador del al-Andalus, venció en el 920 a los leoneses y navarros en la batalla de Valdejunquera.
Un éxito militar que repercutió directamente en la vida del joven Pelayo. Su tío, el obispo, fue apresado y llevado a Córdoba. Pelayo era su rescate. En un principio, se trataba de un rescate provisional: el niño, como rehén, ocuparía la plaza del anciano, mientras éste conseguiría el oro necesario para, a su vez, liberarlo. Pero esta liberación no tuvo lugar, ya que el obispo, enfermo, murió antes de lograr su propósito.
En Córdoba, a Pelayo le tocó compartir, desde 921, el destino de otros cautivos: la prisión y los trabajos en aquella ciudad enorme. Dicen que en la prisión fue tratado con relativa benevolencia, e incluso aprovechó el tiempo dejándose instruir por clérigos reclusos.
Debía gozar de cierta reputación, por su inteligencia y hasta por su prestancia física. El caso es que fue llevado ante Abderramán III, quien se sintió atraído por el muchacho. Todo el poder de un califa frente a la debilidad de un adolescente. La pretensión del soberano era doble: Comprar el alma y el cuerpo de Pelayo, pero éste, libre pese a la cautividad, no quiso venderse, ni en un sentido ni en otro.
Abderramán no se anduvo con contemplaciones y Pelayo pagó su entereza con la muerte, el 26 de junio de 925. Dicen algunos que una catapulta de guerra lo lanzó desde un patio del alcázar hasta la otra orilla del Guadalquivir; casi muerto, fue degollado por un guardia.
Pero, en algún retablo, como en el mismo “Martirologio”, se alude a otro modo de martirio: siendo desgarrada su carne con tenazas.
El cuerpo del joven santo fue trasladado a León y, más tarde, a Oviedo, donde es venerado en un monasterio de benedictinas. San Pelayo es el patrono del Seminario Menor de Tui.

http://www.preguntasantoral.es/wp-content/uploads/2010/09/Urna-de-San-Pelayo-en-Oviedo.jpg

sábado, 22 de enero de 2022

EL LIBRO DE PERICOPAS


El Libro de Perícopas de Henry II es un manuscrito iluminado medieval creada para el emperador Enrique II alrededor de 1002 a 1012. Se mantiene en Munich en la Biblioteca Estatal de Baviera.
Este manuscrito del Evangelio, probablemente la obra más impresionante de la escuela de iluminación de Reichenau, fue encargado por Enrique II (973-1024) para la catedral de Bamberg, que fundó en 1007 y consagró en 1012. Una dedicatoria en forma de poema y una miniatura a toda página, en la que Enrique y su esposa Cunegunda son coronados por Cristo, conmemoran al donante real, que fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano en 1014 y que más tarde fue canonizado. 



El manuscrito, de generosas proporciones y amplios márgenes, combina un gran cuidado en la ejecución con una energía artística extraordinaria. Las figuras audazmente expresivas, de gestos imperiosos, invisten de sublimidad a la iluminación de Reichenau. El emperador, a quien se nombra nuevamente en una inscripción, proveyó los materiales preciosos para la encuadernación. Es posible que la Crucifixión en marfil, de la época de Carlos el Calvo, provenga de la contratapa del Codex aureus, un Evangelio del siglo IX escrito para Carlos el Calvo que se conserva en el monasterio de San Emerano. Los esmaltes bizantinos de Cristo y los Apóstoles son piezas de una corona votiva o de una mujer, que bien pueden haber venido de la herencia del emperador del Sacro Imperio Romano Otón III (980-1002), como fue el caso de muchos códices preciosos. Los delicados esmaltes cloisonné (alveolados) con los símbolos de los evangelistas que están en las esquinas fueron, al igual que el resto del trabajo en oro, hechos específicamente para la portada. Esta portada se produjo en Ratisbona o en Bamberg, pero no en Reichenau. En 2003, el manuscrito se inscribió en el registro de Memoria del Mundo de la UNESCO.



Este manuscrito fué hecho por un famoso scriptorium de la abadía de Reichenau y contiene los evangelios para ser leídos por el celebrante durante todo el año litúrgico y no todos los evangelios que a su vez se combinan en un Evangelio.
Cuenta con oro adornando y marfil vinculante,contiene cuarenta y ocho iniciales historiadas y veintiocho página completa en miniatura. El registro más bajo de las miniaturas muestran alegorías de Roma, Galia y Germania. Otras miniaturas son los evangelistas y veintitrés escenas del Nuevo Testamento. Están representados por miniaturas de pantalla completa, con la excepción de dos escenas que se muestran en doble página. Estos son la Adoración de los Reyes Magos y las mujeres santas en la tumba.
La visita de las santas mujeres en la tumba muestra en la playa de espalda tres mujeres llevando sus jarrones con ungüentos, y en el frente de la tumba abierta con el ángel vestido con una túnica blanca y un manto de oro sentado en la tapa del sarcófago verde. Bendijo a mujeres con emoción la visita de sus ropas de colores en el viento. El dramatismo de la escena se ve reforzada por la miniatura fondos de pan de oro aislar los personajes.

http://ayudamosconocer.com/significados/letra-p/pericopas-de-enrique-ii.php
https://www.wdl.org/es/item/14712/
https://content.wdl.org/14712/service/thumbnail/1430184574/1024x1024/1/1.jpg
https://alenarterevista.files.wordpress.com/2008/07/fig15-libropericopasenriqueiicunegunda.jpg



miércoles, 19 de enero de 2022

ARQUETA DE LOS MARFILES DE SAN ISIDORO


El Arca de los Marfiles (también llamada arqueta de San Isidoro de León), es la pieza más antigua que se conserva obtenida del taller de marfiles de León. Fue un encargo de los reyes leoneses Fernando I y Sancha,que entregarían como obsequio a la Colegiata de San Isidoro de León, para guardar dentro la mandíbula de San Juan Bautista (una de tantas repartidas por el mundo cristiano) y el cuerpo del niño mártir Pelayo. El arca llegó intacta hasta el siglo XIX en que las tropas napoleónicas desprendieron y robaron las partes de orfebrería, que en definitiva era lo de más valor material. Actualmente se guarda en el museo de esta colegiata.
La obra data de 1059. Es una caja rectangular de madera cuya tapa es una cubierta a cuatro aguas con la parte superior plana. Tiene la misma forma que las arquetas de marfil de los talleres de Cuenca. Mide 47 cm de largo por 26 de ancho. Está cubierta por 24 placas de marfil (la parte artística no desaparecida) distribuidas por los costados y por la tapa.
En los costados se reparten los 12 Apóstoles cuyas figuras se representan de pie, bajo arcos de herradura y de medio punto que se apoyan en columnas cuyos capiteles son de tema vegetal muy estilizado. Los personajes están de frente pero sus cabezas y sus manos adoptan distintas posiciones, dando así la impresión de movimiento. Sus vestiduras están perfectamente labradas con los pliegues bien dispuestos.
Sobre la parte llana de la cubierta, en el centro, hay otra placa representando la escena apocalíptica del Cordero, con tres patas sobre el libro de los siete sellos y la cuarta sujetando una cruz patada de tradición visigoda. A su alrededor y en cada ángulo están representados los símbolos del Tetramorfos. Los cuatro símbolos son seres alados. Estas alas están cinceladas con líneas paralelas en lugar de escamas, siendo las escamas una fórmula utilizada en el arte occidental europeo.
En los extremos de la tapa las placas tienen forma de triángulo en los que se representa la simbología de los cuatro ríos del Paraíso. Los personajes simbólicos van vestidos con clámide y en su mano llevan un cántaro por el que se derrama el agua. En las restantes placas están representados ángeles y arcángeles, todos con sus alas dibujadas como en el Tetramorfos.
Según el testimonio de Ambrosio de Morales que tuvo acceso al arca, la caja de madera estaba revestida de una chapa de oro con trabajo de filigrana y en ella se incrustaban las placas de marfil. La chapa de oro estaba adornada con piedras preciosas. Hoy pueden verse las huellas de los arquitos y líneas dejadas en la madera por aquella placa de oro .

http://apuntes.santanderlasalle.es/arte/romanico/escultura/marfil/arca_de_los_marfiles.jpg
https://es.wikipedia.org/wiki/Arca_de_los_Marfiles_(San_Isidoro_de_León)