miércoles, 11 de marzo de 2020

LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO Y EL GÉNESIS APÓCRIFO


En sentido amplio, se llaman "Manuscritos del mar Muerto" o "rollos" a un conjunto de documentos judíos antiguos descubiertos en diferentes lugares en las inmediaciones del mar Muerto a mediados del siglo XX. La expresión se aplica corrientemente, en un sentido más restringido, a los más numerosos de ellos, hallados en las cuevas de las inmediaciones de un lugar conocido con el nombre de Qumrán, cuyas ruinas se extendían sobre una meseta un tanto retirada de la orilla noroeste, entre Engadí y Jericó. En este caso se hará referencia a estos últimos al hablar de los textos o de los manuscritos de Qumrán.Los siete primeros manuscritos de Qumrán, copiados en rollos de cuero, se encontraron por casualidad durante el invierno de 1946-1947 en lo que luego se conocerá como la cueva 1 por tres jóvenes beduinos de la tribu ta’amiré. Cuatro de estos manuscritos, confiados a un comerciante de antigüedades de Belén, fueron comprados en julio de 1947 por Atanasio Yeshúe Samuel,quien solicitó la opinión de algunos investigadores de la Escuela Americana de Investigación Oriental, que identificaron tres de ellos y los fotografiaron: un rollo completo del libro de Isaías , un comentario (o pésher) del libro de Habacuc y la regla (en hebreo sérek) de una comunidad . El último manuscrito, demasiado frágil para ser desenrollado con facilidad, resultará ser más tarde un "apócrifo del Génesis". Después de varios intentos, el metropolita Atanasio consiguió vender esos manuscritos en los Estados Unidos en 1954, sin sospechar que en realidad eran adquiridos por un intermediario que trabajaba por cuenta del Gobierno israelí.


Los otros tres manuscritos descubiertos por los beduinos, así como las jarras en las que se encontraban, transitaron por otro anticuario de Belén y fueron rescatados a finales de 1947 por Eleazar L. Sukenik, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se trataba de otro rollo del libro de Isaías , más fragmentario que el primero, un rollo de himnos y una regla relativa a la guerra (en hebreo milhamá) final entre las fuerzas de la luz y las de las tinieblas. Sukenik preparó su publicación, que fue terminada en 1954, poco después de su fallecimiento, por su colega Nahman Avigad. 


En enero de 1949, la cueva 1 fue localizada por un destacamento de la Legión Árabe en un acantilado que caía sobre el mar Muerto, en torno a un kilómetro al norte de un lugar conocido con el nombre de Khirbet (las ruinas de) Qumrán. Un equipo dirigido por G. Lancaster Harding, del Departamento de Antigüedades de Jordania, y Roland de Vaux, de la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén, recogieron allí pedazos de jarras similares a las que habían sido vendidas a Sukenik y alrededor de 600 fragmentos de manuscritos, algunos de los cuales se habían desprendido de los rollos encontrados por los beduinos, confirmando así su procedencia. En febrero de 1952, los beduinos descubrieron una segunda cueva que contenía manuscritos un poco al sur de la primera. Por petición de las autoridades jordanas, la Escuela Americana y la Escuela Bíblica exploraron el acantilado rocoso. 


Se descubrieron vestigios de ocupación en cerca de cuarenta cuevas, entre las cuales 26 contenían cerámica contemporánea de la encontrada en la cueva 1; una tercera cueva con manuscritos, un poco al norte de la primera, ofreció fragmentos de catorce manuscritos y un curioso rollo de cobre. Entre 1952 y 1956, beduinos y arqueólogos encontraron documentos en otras ocho cuevas, cinco de ellas excavadas a unas pocas decenas de metros de las propias ruinas. La más espectacular es la cueva 4, que ofreció miles de fragmentos procedentes de en torno a 600 manuscritos. En total se han retirado fragmentos de cerca de 900 manuscritos de once cuevas. Constituyen el corpus de los textos de Qumrán.

En el momento de la excavación de la cueva 1, en 1949, de Vaux y Harding habían procedido a un rápido examen de las ruinas vecinas sin encontrar indicios que permitieran establecer una relación entre ambas. Después de nuevos sondeos (1951), a instancias de sus respectivas instituciones y del Museo Arqueológico de Palestina, se entregaron a una excavación en profundidad del lugar (de 1953 a 1956); de Vaux excavó igualmente el lugar de Ain Feshkha, a unos 3 km al sur (1958). En Qumrán, en un perímetro de 100 x 80 m, él y su equipo identificaron algunas construcciones pertenecientes a un período de ocupación de la época israelita y otras tres de la época helenística y romana. Los más antiguos vestigios se atribuyeron a un puesto militar de época israelita (siglos VIII-VII a. C.). Incluía una edificación rectangular dotada de un gran patio y de habitaciones a lo largo del muro este, una cisterna redonda alimentada por las aguas de superficie y protegida por un cercado. De Vaux sugirió que eso podía ser uno de los fortines erigidos en el reinado de Ozías. Estos elementos habrían sido reutilizados en la época helenística por un grupo que se habría instalado en Qumrán hacia el tercer cuarto del siglo II a. C. En un primer momento se habría restaurado el edificio.Se encontraron más de mil vasos de diferentes tipos, de ahí la hipótesis de que esta sala servía para las comidas comunitarias, de las que dan testimonio los depósitos de huesos de animales, enterrados en las inmediaciones.Al final de esta fase, un terremoto habría originado un incendio, dislocando la torre y provocando un hundimiento del suelo; de Vaux lo asoció al seísmo del 31 a. C.descrito por Flavio Josefo.



Tras un abandono de una treintena de años, los lugares habrían sido reocupados. Limpiaron las partes aún utilizables,rellenaron las que estaban demasiado hundidas y se reacondicionó el conjunto, los arqueólogos reconstruyeron una gran mesa estrecha y baja, asociada a una banqueta; en las proximidades encontraron igualmente tres tinteros, de ahí que se concluyera que se trataba de una sala de escritura (scriptorium) que habría servido para producir una parte de los manuscritos encontrados en las cuevas. Al coincidir la fecha de las monedas más recientes de este estrato y el testimonio de Flavio Josefo, de Vaux consideró como altamente probable que soldados de la décima legión tomaran el establecimiento por la fuerza en junio del 68. Habrían dejado una pequeña guarnición que habría ocupado parcialmente el lugar hasta la caída de Masada . El sitio habría sido muy frecuentado ocasionalmente por insurrectos de la segunda revuelta (132-135) y por viajeros de paso. 


Cerca de las ruinas de Qumrán, aproximadamente a 50 metros al este de las edificaciones, sobre la explanada, se encontraba un amplio cementerio. Incluye aproximadamente mil cien tumbas dispuestas en filas y delimitadas por óvalos de guijarros orientadas norte-sur. Algunas tumbas adicionales, cuya disposición es menos regular, están localizadas en el límite oriental, en las colinas bajas y en dos cementerios secundarios en el norte y en el sur de las ruinas. Cuarenta y tres fueron excavadas por de Vaux y su equipo. Las del gran cementerio aparentemente no contenían más que restos de hombres, excepto una de orientación y de tipo diferentes; las otras contenían esqueletos de algunos hombres, mujeres y niños. Incluso aunque la mayor parte de estas tumbas son contemporáneas a la ocupación comunitaria de Qumrán, de Vaux consideró que los datos recogidos eran insuficientes para servir de base para la extrapolación de una estadística de conjunto. 


De Vaux falleció a comienzos de los años 1970 sin haber publicado la relación final de las excavaciones de Qumrán y de Feshkha. Este trabajo está actualmente en curso, bajo la dirección de Jean-Baptiste Humbert y varios colaboradores, mientras diversas excavaciones puntuales han permitido explorar nuevamente y a veces reinterpretar radicalmente los vestigios de Qumrán.
De Vaux interpretó los descubrimientos arqueológicos de los períodos I y II de Qumrán poniéndolos en relación con los textos descubiertos en las cuevas y con los testimonios de autores grecorromanos. En su opinión, la relación no presentaba ninguna duda, puesto que los manuscritos se dispusieron en las cuevas en la época helenística o romana; estas están cerca de las ruinas y contenían cerámica idéntica. Además, el lugar y el gran cementerio sugieren una ocupación comunitaria; algunos manuscritos describen precisamente la vida de un grupo cuyos miembros se retiraron al desierto para vivir allí una vida conforme a la Ley de Moisés. Varios manuscritos hacen referencia al jefe espiritual de la comunidad, un Maestro de justicia al que se opone un "Sacerdote impío" de Jerusalén, al que se identifica con un sumo sacerdote asmoneo del siglo II a. C. (Jonatán o Simón Macabeo). Las creencias, prácticas y modos de vida de esta comunidad se parecen estrechamente a los de los esenios, uno de los grupos religiosos descritos por Flavio Josefo, Filón de Alejandría y Plinio el Viejo, cuyos orígenes se remontan a cerca de la segunda mitad del siglo I a. C. Miembros de este grupo serían los que se establecieron en Qumrán.

Varios investigadores siguen sosteniendo la interpretación global propuesta por de Vaux, aunque aportan algunos matices. Siguiendo a Magen Broshi y Jodi Magness, hoy se considera que la primera ocupación comunitaria del sitio tuvo lugar en la primera mitad del siglo I a. C. Broshi cree igualmente que, después del terremoto del 31 a. C., el lugar fue abandonado durante cinco años a lo sumo. Magness piensa más bien en una reconstrucción inmediata; en su opinión, el período I continuó sin interrupción hasta la época del cambio deera; después de una destrucción violenta y un breve abandono, el lugar fue vuelto a ocupar por el mismo grupo. Jean-Baptiste Humbert ha establecido recientemente la hipótesis de que el sitio fue ocupado en primer lugar por una villa asmonea privada, destruida a lo más tardar por el terremoto; después, una comunidad habría establecido allí un centro cultual y habría vivido allí sin interrupción hasta su destrucción por el ejército romano. La mayor parte de las propuestas alternativas proceden de arqueólogos que se atienen exclusivamente al examen de los vestigios de Qumrán y los disocian de los manuscritos y de noticias antiguas. Se ha sugerido que el lugar habría sido la villa rural de una familia rica, una casa fortificada o una fortaleza militar, un centro de producción industrial o una especie de depósito comercial en la encrucijada de importantes rutas, un lugar de purificación de enfermos, etc. Pero ninguna de estas propuestas ha suscitado la adhesión mayoritaria hasta ahora. A pesar de que siga siendo indemostrable, la hipótesis más verosímil sigue siendo que el lugar de Qumrán fue ocupado por una comunidad de tipo esenio y que los manuscritos constituían su patrimonio literario, rico y diversificado.


Fuera del lugar de Qumrán, el desierto de Judá ha entregado una serie de tesoros arqueológicos inestimables que nos informan de forma bastante precisa sobre la vida económica, social, política y religiosa desde finales de la época persa (siglo IV a. C.) hasta los primeros siglos d. C. Junto a una cantidad impresionante de objetos de toda clase (cerámica, cestería, monedas, etc.), numerosos materiales literarios se descubrieron en diferentes lugares: la fortaleza de Masada, las cuevas de Wadi Murabba’at, de Nahal Héver, de Khirbet Mird, de Wadi Daliyé y algunos otros lugares de menor importancia. Los fragmentos de documentos exhumados están escritos generalmente en hebreo, en arameo y en griego ; otros escritos, más tardíos la mayor parte de ellos, están redactados en nabateo, en siríaco, en cristo-palestinense, en latín e incluso en árabe. Entre estos documentos copiados en papiro y en pergamino se encuentran algunos textos bíblicos o parabíblicos, inscripciones religiosas y amuletos; pero la mayor parte son de naturaleza económica o administrativa: listas diversas, actas de venta, préstamos, decisiones judiciales, contratos de matrimonio, correspondencia, sellos inscritos, etc. 

Algunos, como los papiros de Wadi Daliyé (al norte de Jericó), iluminan de forma significativa la historia política de Samaría a finales de la época persa. Otros, como las cartas de Bar Kokbá, ofrecen una documentación de primera mano sobre la segunda revuelta judía contra los romanos (132-135 d. C.). El lugar fortificado de Masada, acondicionado principalmente por Herodes el Grande (40-4 a. C.), sirvió de refugio para toda clase de insurgentes judíos de la primera revuelta (66-70 d. C.), que dejaron huella de su paso mediante inscripciones y manuscritos descubiertos en la proximidad de una pequeña sinagoga. Se encontraron fragmentos del Génesis, del Levítico, del Deuteronomio y de Ezequiel, así como Salmos. 


El Museo de Israel exhibe por primera vez el Génesis apócrifo, uno de los rollos del Mar Muerto que hasta ahora había permanecido guardado en la cámara climatizada construida expresamente para albergar los delicados manuscritos encontrados en las cuevas del Qumrán, de más de 2000 años de antigüedad, y a la que sólo acceden los conservadores del museo.
El pergamino ahora expuesto es uno de los textos más misteriosos de los siete primeros rollos del Mar Muerto encontrados 1947 en una cueva en el desierto de Judea. “Era con diferencia el documento en peor estado, por eso hasta ahora ha sido imposible mostrarlo”,
Datado en el siglo I antes de Cristo y escrito en arameo, recoge del capítulo 5 del Génesis al 15. Una parte de la Biblia en la que se habla de Abraham y de Noé pero contada con diferencias significativas, de ahí que se le considere un texto apócrifo. Su contenido no hace temblar los cimientos del Vaticano —que considera los manuscritos del Mar Muerto de interés universal— pero se presta a ser objeto de nuevas teorías de la conspiración para poner en duda el texto Bíblico. “Es sin duda una copia muy antigua de un texto original. Los trazos de la escritura están hechos con mucho esmero, sin errores y eso en esa época solo era posible si se tenía delante el documento a copiar”, dice Roitman. En el pergamino, que se puede ver estos días en Jerusalén, se narra el pasaje del fin del diluvio universal.

A diferencia del Génesis (que recoge que Noé sale del arca con su familia y lo primero que hace es erigir un altar y hacer un sacrificio para Dios) el manuscrito conservado en la Ciudad Santa cuenta cómo Noé hace el sacrificio dentro del arca. “Desde un punto de vista histórico también tendría sentido porque si estamos hablando de la destrucción que arrasó la tierra, el sacrificio lo habría hecho para asegurarse de purificar el exterior”, cuenta Roitman junto a la vitrina que contiene el texto. Además, estos fragmentos del Génesis apócrifo no están narrados en tercera persona, sino que es el mismo Noé quien cuenta la historia.
Su enorme deterioro ha traído de cabeza a los especialistas durante décadas. Por eso ni siquiera se ha podido digitalizar para ser consultado online. De las 22 columnas que lo componen, las mejor conservadas son las últimas, de la 18 a la 22. “Tiene su lógica porque al permanecer enrollado, los caracteres del final del rollo son los que menos expuestos han estado a la luz y a la humedad”, explica Roitman. Son los únicos fragmentos de este pergamino que se mostraron fugazmente en 1955, en el edificio Terra Sancta en Jerusalén, cuando el entonces primer ministro de Israel, Moshe Sharett, anunció que el Estado israelí había comprado los cuatro rollos perdidos que faltaban de los siete que se encontraron en la llamada Cueva 1 del Qumrán.
Los expertos han estado años lidiando con la descomposición aparentemente imparable de este texto. A diferencia de otros rollos encontrados en la misma cueva, este manuscrito es un pergamino, no un papiro, y su tinta parece ser lo que le hace tan frágil. “Está compuesta por una aleación de carbón y resinas, como la tinta de los otros rollos, pero la del Génesis apócrifo contiene además cobre lo que hace que sea especialmente sensible a la luz. Tenemos fotografías en las que se aprecia ese deterioro al comparar el estado actual, con el estado en el que se encontraba el 1955, cuando el Profesor James Bieberkraut trabajó en él por primera vez”, cuenta el conservador.
Bieberkraut fue el primer experto en Israel que se encargó de la conservación de los rollos. Pero entonces se desconocía que este pergamino es especialmente sensible a la luz. Tanto que ni siquiera resistiría ser expuesto en el Santuario del Libro, en las mismas condiciones del resto de documentos del Qumrán. Por eso, para esta muestra los expertos han acondicionado una urna especial cubierta con un cristal inteligente. El cristal está compuesto por dos capas que permiten el paso de un haz de luz entre ellas de manera que, cuando se pulsa un botón, el pergamino se hace visible sólo durante 30 segundos, pero nunca es iluminado directamente. La vitrina contiene un microchip que registra constantemente las condiciones ambientales.
“Los otros manuscritos se exhiben por partes. Cada tres meses muestran una sección de ellos diferente, así aseguran su preservación. Pero con el Génesis apócrifo,segun sus conservadores no se puede hacer eso porque se desintegraría.Los fragmentos se exponen hasta junio y después, volverán a dormir en la cámara donde han estado más de 50 años.

https://bibliotecahistoricausal.wordpress.com/2019/01/08/el-genesis-apocrifo-uno-de-los-rollos-del-mar-muerto/
https://www.elmundo.es/cronica/2018/04/02/5ac1218022601d98188b45f0.html
https://elpais.com/cultura/2018/03/26/actualidad/1522088525_381854.html
https://www.elperiodico.com/es/extra/20180327/texto-desmiente-biblia-sobre-noe-diluvio-6719140

  


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