Uno de los actuales libros litúrgicos destinados para usar en el coro litúrgico, y que originalmente se caracterizaba (como implica su nombre) porque en él aparecían principalmente las antífonas usadas en varias partes de la liturgia romana y por tanto, incluía genéricamente los cantos antifonales cantados por el cantor, la congregación, y el coro en la Misa (antiphonarium Missarum o Gradual) y en las horas canónicas (antiphonarium officii).
La palabra antifonario tuvo en la temprana Edad Media un carácter más general con un significado más restringido. En su significado actual ha sido definida como una "Colección de antífonas en la notación de canto llano", y como libro litúrgico que contiene las antífonas "y otros cantos". En su forma actual completa contiene (en la notación de canto llano) la música de todas las partes cantadas del Breviario Romano con los textos, con las indicaciones de cómo cantar las partes que tienen una melodía común (tales como versículos y responsorios, los Salmos, las lecturas, las capítulas). Pero las lecturas de maitines (primer nocturno) en el triduo de Semana Santa, llamadas "Lamentaciones", tienen una melodía propia de ellas, la cual por lo tanto simplemente no se indica, sino que se coloca inmediatamente con los textos de las lecturas.
La edición oficial más reciente (1907) del antifonario romano es el que se conoce generalmente ,fué recomendado su uso en todas las iglesias del mundo católico por el Papa Pío IX y León XIII. Su título es: "Antiphonarium et Psalterium juxta ordinem Breviarii Romani cum cantu sub auspiciis Pii IX et Leonis XIII Pont. Max. reformato. Curb et auctoritate S. Rituum Congregationis digestum Romae". (Antifonario y el salterio de acuerdo con el orden del Breviario Romano, con el canto según reformado bajo los auspicios de los Papas Pío IX y León XIII. Organizado en Roma bajo la supervisión de la Sagrada Congregación de Ritos). El primero de estos volúmenes a ser publicado fue el titulado: "Tomus II. continens Horus Diurnus Breviarii Romani (Vesperale)", y contenía las antífonas, salmos, himnos, y versículos de las horas canónicas llamados Horæ Diurnæ, es decir, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas. Contenía en un volumen lo que en algunas ediciones se había distribuido en varios, tales como el “Antiphonarium”, el “Psalterium”, el ”Hymnarium”, el “Responsoriale”. El oficio de maitines se dividió en los otros dos volúmenes, uno de los cuales contenía los invitatorios, antífonas, himnos, etc, de maitines para el Proprium de Tempore (propio de la temporada), y el otro, para el Commune Sanctorum (oficio común de los santos) y el Proprium Sanctorum(oficio propio de los santos).
Un breve estudio de las divisiones y la disposición de la traducción del Breviario Romano del Marqués de Bute dejará claro el carácter general de un antifonario romano completo. Es conveniente agregar aquí que esta edición de Ratisbona ha perdido su carácter auténtico y oficial en virtud del "Motu proprio" (22 de noviembre de 1903), y el Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos (8 de enero de 1904). Los volúmenes de la edición de Ratisbona se utilizan ampliamente en Alemania, Irlanda y América. Todavía se pueden utilizar, ya que probablemente pasarán algunos años antes de que aparezca la edición completa del Vaticano . Sin embargo, la transición de la edición de Ratisbona a la del Vaticano se hará de forma gradual pero rápida. Mientras que se “recomendó” que se usara la edición anterior, ahora se “ordena” que se use esta última. Este no es el lugar para detallar las diversas razones que tuvo el Pío X para rechazar la edición de Ratisbona y la necesaria sustitución por la edición del Vaticano. Es suficiente y apropiado decir que ambos textos y las melodías deben ser revisados con el fin de ponerlos en conformidad con los resultados de recientes estudios paleográficos en canto gregoriano.
A fin de mostrar tan claramente como sea posible la posición exacta del antifonario entre los libros litúrgicos, es adecuado recordar que el Misal romano contiene todos los textos usados en la Misa; el Breviario Romano contiene todos los textos usados en el Oficio Divino u horas canónicas. Mientras que en el Misal, sin embargo, los introitos, graduales, tractos, secuencias, ofertorios, comuniones, así como los textos de los Kirie, Gloria, credo, Sanctus, Benedictus, Agnus Dei, son leídos por el celebrante y cantados por el coro, no se da su notación; sólo se provee la música (tales como la entonación del Gloria, el credo, los cantos de los varios prefacios, las dos formas del Padre Nuestro, las diversas formas del Ite, o benedicamus, la bendición de la fuente bautismal, etc.) para el accentus, o cantos, del celebrante y el diácono. Los cantos omitidos (llamados concentus), que han de ser cantados por el coro, aparecen en un volumen suplementario llamado el “Graduale” o “Liber Gradualis” (antiguamente el “Gradale”). De la misma forma, el Breviario Romano, todo el cual, prácticamente, está destinado para cantarse in choro, no contiene la música; y el “Antiphonarium” realiza para él un servicio similar al del “Liber Gradualis” para el Misal. Así como el "Liber Gradualis" y el "Antiphonarium" se separan del Misal y el Breviario, respectivamente, así por la misma razón, se han hecho aún más subdivisiones de cada uno. En los del "Gradual" no tenemos que entrar. (vea gradual).
El antifonario ha sido publicado en forma compendiada "para el gran número de iglesias en que se cantan las horas canónicas del Oficio Divino sólo los domingos y fiestas". Este Antiphonarium Romanum compendiose redactum ex editionibus typicis, etc. incluye, sin embargo, los cantos de las Misas de Navidad, el triduode Semana Santa, y otros oficios deseados, y se emite en un solo volumen. Otro volumen aparte es el “Vesperal”, que contiene también el oficio de completas; y se ha publicado otro compendio del “Vesperal”, titulado "Epítome ex Vesperali Romano". Todos los volúmenes anteriores se encuentran en la edición de Ratisbona. Un tanto asociado en el ámbito con el "Antiphonarium" es el "Directorium Chori", que ha sido descrito como el suministro del plan básico para el antifonario, ya que da o indica toda la música de los cantos (excepto los responsorios después de las lecturas), los tonos de los Salmos, los responsorios breves, el "Venite Exsultemus", el "Te Deum", letanías, etc. El texto de los salmos, la melodía completa de los himnos y las nuevas fiestas se añadieron a la “edición oficial" del “Directorium" en 1888.
Por tanto, la palabra “antifonario” no describe claramente el contenido del volumen o los volúmenes así llamados, en los que se encuentran muchos otros cantos además de las antífonas (técnicamente llamadas), como himnos, responsorios, versículos y respuestas, salmos, el “Te Deum", el "Venite Adoremus", y así sucesivamente. La expresión "canto antifonal", sin embargo, comprende todos estos diferentes tipos de textos y cantos, ya que están construidos para ser cantados alternativamente por las dos divisiones del coro litúrgico; y en este sentido la palabra “antifonario” sería suficientemente inclusiva en su implicación. Por otro lado, el volumen correspondiente a los cantos de la Misa, a saber, el "Gradual", o "Liber Gradualis", incluye muchos otros tipos de textos litúrgicos y cantos, además de los graduales, como introitos, tractos, secuencias, ofertorios, comuniones, así como los textos fijos del "Missae Ordinarium", o "Kyriale". Entonces, se puede decir que estos dos libros reciben los nombres "Antiphonarium" y "Graduale" a partir del nombre técnico de los cantos más importantes incluidos en ellos. Fundamentalmente, todos los cantos, ya sea de la Misao del Oficio Divino, se cantan en forma de antífona, y podría estar contenidos, con propiedad etimológica, en el título musical general de "antifonario".
Las melodías de canto llano que se encuentran en el antifonario romano y en el Gradual han recibido el título general de "canto gregoriano", en honor al Papa San Gregorio I Magno (590-604), a quien una tradición generalizada, muy antigua, y confiable, apoyada por excelente evidencia interna y externa, atribuye el gran trabajo de revisar y recopilar en un todo uniforme los distintos textos y cantos de la liturgia. Sin duda, el antiguo misal sólo contenía los textos que estaban designados para el celebrante, y no incluían los textos que iban a ser cantados por el cantor y el coro, y el "Antiphonarium Missæ" suministraba los textos omitidos para el coro así como los cantos en los que los textos iban a ser cantados. La inmensa importancia del antifonario de San Gregorio se encuentra en el sello perdurable que imprimió en la liturgia romana. Un escritor medieval nos asegura que otros Papas le habían puesto atención a los cantos, y los especifica: San Dámaso, San León, San Gelasio, Símaco, San Juan I, y Bonifacio. Es cierto, también, que los cantos usados en Milán fueron llamados “canto ambrosiano”, en honor a San Ambrosio (llamado el "Padre de la canción eclesiástica").
Pero no se sabe si se había hecho alguna colección de cantos antes de la de San Gregorio, sobre la cual su biógrafo del siglo IX, Juan el Diácono, escribió: Antiphonarium centonem… compilavit. Todavía no se ha encontrado el antifonario auténtico mencionado por el biógrafo. ¿En qué consistía? ¿Qué quiere decir centón (cento)? En el siglo en que Juan el Diácono escribió su vida del santo, un centón significaba la hazaña literaria de construir un poema coherente a partir de fragmentos dispersos de un autor antiguo, de tal manera, por ejemplo, cómo hacer que los versos de Virgilio cantasen el misterio de la Epifanía. Entonces, la obra de San Gregorio fue un "centón musical", una recopilación (centonem... compilavit) de material preexistente en un todo coherente y bien ordenado. Esto no implica necesariamente que el hacer un centón musical de las melodías fue obra especial y original del santo, puesto que la práctica de construir nuevas melodías a partir de porciones separadas de otras más viejas ya había estado en boga dos o tres siglos anteriores a su época.
Pero, ¿está claro que el centón era de melodías así como de textos? En respuesta ciertamente podría decirse que en la primera época de la Iglesia los cantos deben haber sido tan simples en forma que fácilmente podían ser aprendidos de memoria, y que la mayoría de las melodías antifonales desarrolladas posteriormente podían reducirse a un número mucho menor de tipos, o melodías típicas, y por lo tanto también podían ser memorizadas. Y sin embargo, es poco creíble que las melodías desarrolladas del tiempo de San Gregorio nunca poseyesen una notación musical y nunca se pusiesen por escrito. Lo que hizo su antifonario tan útil para los cantores (como lo consideró Juan el Diácono) fue probablemente su cuidadosa presentación de un texto revisado con una melodía revisada, escrita en los caracteres utilizados por los autores antiguos .
Sabemos que San Agustín, enviado a Inglaterra por el Papa, llevaba consigo una copia del precioso antifonario, y fundó en Canterbury una floreciente escuela de canto. Sabemos que este antifonario contenía música a partir del decreto del Segundo Concilio de Cloveshoo (747), el cual disponía que las fiestas de Nuestro Señor, respecto al bautismo, Misas y música, debían seguir el método del libro "que hemos recibido de la Iglesia Romana". Que ese libro fue el antifonario gregoriano se desprende de los testimonios de Egberto, obispo de York (732 a 766), quien en su "De Institutione Catholicâ" habla del "Antiphonarium" y "Missale" que el "bendito Gregorio... nos envió con nuestro maestro, bendito San Agustín".
Seria imposible trazar aquí el progreso del antifonario gregoriano en toda Europa, lo que resulta finalmente es el hecho de que la liturgia de la Europa occidental,(con muy pocas excepciones), se encuentra basada fundamentalmente en la obra de San Gregorio, cuya obra abarcó no sólo el sacramentario, y el "Antiphonarium Missæ", sino que se extendió también al Oficio Divino. En resumen, se puede decir que el siguiente paso muy importante en la historia del antifonario fue su introducción en algunas diócesis de Francia, donde la liturgia había sido galicana, con ceremonias relacionadas con las de Milán y con cantos desarrollados por melodías mas actualizadas . A partir del año 754 puede datarse el cambio a favor de la liturgia romana. San Crodegango, obispo de Metz, a su regreso de una embajada a Roma, introdujo la liturgia romana en su diócesis y fundó la Escuela de Canto de Metz.
Posteriormente, bajo Carlomagno, los monjes franceses se fueron a Roma a estudiar la tradición gregoriana allí, y algunos profesores romanos visitaron Francia. La interesante historia de Ekkehard sobre Petro y Romano no está acreditada ahora, pero un cierto Petro, según Notker, fue enviado a Roma por Carlomagno, y, por último, en San Gall, les enseñó a los monjes el estilo romano. Además de la de Metz y San Gall, se fundaron otras importantes escuelas de canto en Ruán y Soissons. En el transcurso del tiempo se agregaron nuevas melodías, que al principio se caracterizaban por la sencillez de la más antigua tradición, pero que gradualmente se volvía más libre en intervalos prolongados. Respecto a los manuscritos alemanes, los primeros se encuentran en un estilo de notación neumática diferente al de San Gall, mientras que los manuscritos de San Gall no se derivan directamente del italiano, sino de los irlandeses-anglosajones. Es probable que antes de los siglos X y XI (período en el que la notación de San Gall empezó a triunfar en las iglesias alemanas) los misioneros irlandeses e ingleses trajeran con ellos la notación del antifonario inglés.
Se necesitaría mucho espacio para registrar aquí la multiplicación de antifonarios y su progresivo deterioro, tanto en texto como en el canto, de la norma romana. La escuela de Metz inició el proceso temprano. Comisionado por Luis el Piadoso para compilar un "Gradual" y antifonario, Amalario, un sacerdote de Metz, encontró una copia del antifonario romano en el monasterio de Corbie, y colocó en su propia compilación una M cuando siguió el antifonario de Metz; una R cuando seguía el romano, y una I C (pidiendo indulgencia y caridad) cuando seguía sus propias ideas. Hizo pocos cambios al "Gradual" y muchos al antifonario. Parte de la revisión que, junto con Elisagaro, que hizo en los responsorios, como contrarios al método romano, fueron adoptados finalmente en el antifonario romano. La comisión establecida en el siglo XII por San Bernardo para revisar los antifonarios de Cîteaux criticó con excesiva severidad la labor de Amalario y Elisagaro y además produjo un antifonario defectuoso para los cistercienses.
La multiplicación de antifonarios, las diferencias en el estilo de la notación, las variaciones en la melodía y, a veces en el texto, no pueden por qué ser descritos aquí. En Francia, sobre todo, la multiplicación de las liturgias posteriormente pasó a ser tan grande, que cuando Dom Guéranger, a mediados del siglo XIX, comenzó la labor de introducir la liturgia romana en ese país, sesenta de las ochenta diócesis tenían sus breviarios locales propios. No es necesario hablar en detalle del recurso a los manuscritos medievales, la reproducción de diversos antifonarios y graduales por el P. Louis Lambillotte, por la "Sociedad de Música en Canto Llano y Medieval", y sobre todo por Dom Mocquereau en el "Paléograhie Musicale", fundada a final del siglo XIX [que ya ha dado reproducciones fototípicas de los antifonarios de Einsiedeln, de San Gall, de Hartker, de Montpellier, del antifonario monástico del siglo XII encontrado en la biblioteca del capítulo de Lucca, el cual, ahora en curso de publicación, ilustra la notación de Guido de Arezzo que en todas partes, excepto en la escuela de San Gall, sustituyó el ambiguo método de escribir los neumas in campo aperto, así como la propuesta publicación en facsímil por los benedictinos de Stanbrook, del antifonario de Worcester del siglo XIII (Antiphonale Monasticum Wigarniense)]. Esta apelación a la antigua tradición ha dado lugar a la acción de Pío X, que retiró su sanción oficial de la edición de Ratisbona. El Gradual de Ratisbona, fundado en el de Médicis (que dio los cantos como abreviados y modificados por Anerio y Suriano), y el "Antiphonarium" (que se basaba en el antifonal de Venecia de 1585, con los responsorios de maitines basados en la edición de Amberes de 1611), serán reemplazado por los cantos que se encuentran en los códices más antiguos.
Que la palabra antiphonarium es, o era, muy elástica en su aplicación se demuestra por la interesante observación de Amalario en su "Liber de ordine Antiphonarii", escrito en la primera mitad del siglo IX. La obra que en Metz se llamaba "Antiphonarius", en Roma se dividía en tres partes: "A lo que llamamos `Graduale’ ellos lo llaman ‘Cantatorius'; y esto, de acuerdo con su antigua costumbre, está todavía encuadernado en un solo volumen en algunos de sus iglesias. Dividen el resto en dos partes: la que contiene los responsorios se llama 'Responsoriale'; mientras que la otra, que contiene las antífonas, se llama `Antiphonarius". He seguido nuestra costumbre, y he puesto juntos (mixtim) los responsorios y las antífonas de acuerdo al orden de las temporadas en las que se celebran nuestras [[fiestas eclesiásticas | fiestas” (P. L., CV, 1245). La palabra "cantatorio" se explica como un volumen que contiene los cantos; también se le llamaba "Graduale", ya que el chantre se paraba en un escalón (gradus) del ambón o púlpito, mientras cantaba la respuesta después de la epístola. Otros nombres antiguos para el antifonario parecen haber sido "Liber officialis" (Libro del Oficio) y "Capitulare" (un término usado a veces para el libro que contiene las Epístolas y Evangelios). Los cambios en el antifonario resultantes de la reforma del Breviario ordenada por el Concilio de Trento y llevada a cabo bajo Pío V se trata adecuadamente en el artículo breviario. Por último, cabe señalar que el término antiphonarium, impreso como título de muchos volúmenes, se hace para cubrir una selección muy variada del antifonario completo. A veces significa prácticamente un "Vesperale" (a veces con tercia añadida, a veces con varios cantos procesionales y bendiciones tomadas del "Processionale" y " Rituale"). Estos volúmenes cumplen con los usos locales en algunas diócesis respecto a los servicios de la Iglesia, y ofrecen un manual práctico para el creyente, con exclusión de partes del Oficio Divino que no se cantan en el coro en algunos lugares, e incluyendo aquellas partes que se cantan. (Vea también antifonario gregoriano, Antifonario de Bangor)
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