Rey de Gran Bretaña e Irlanda y de Hannover . En 1760 sucedió a su abuelo, Jorge II como rey de Gran Bretaña e Irlanda y como elector del Estado alemán de Hannover, que daba nombre a la familia. El joven e inexperto rey orientó su política hacia el reforzamiento de las prerrogativas de la Corona, aprovechando las divisiones en el seno del partido Whig y empleando la corrupción, el patronazgo y el fraude electoral para hacerse con un grupo de partidarios que controlaran el Parlamento y gobernar personalmente.
Así, se deshizo de una personalidad política de peso, como era el viejo Pitt, para poner en su lugar a personajes de su confianza y más manejables, como Bute, primero, y Lord North, después. No obstante, la desaparición del control parlamentario fue suplida por activas campañas de prensa de la oposición, en las que se criticaron los errores y abusos del monarca; de hecho sólo fue un rey popular en provincias, en donde se apreciaban su sencillez y sus aficiones agrícolas, mientras que era despreciado por la alta sociedad londinense y odiado por las clases populares urbanas.
Jorge III empezó su política exterior firmando apresuradamente la paz con Francia en la Guerra de los Siete Años , sin contar con el parecer de su aliada Prusia; la oposición le acusó en aquella ocasión de no haber sacado el partido suficiente de la victoria. Más tarde hubo de enfrentarse al descontento de los colonos norteamericanos, asunto que llevó torpemente, haciendo aumentar la presión fiscal a despecho de las libertades tradicionales de las Trece Colonias. Su obstinación condujo a la Declaración de Independencia, justificada según los rebeldes por la tiranía del rey . Tras una larga guerra hubo de reconocer la independencia de los Estados Unidos de América por el Tratado de Versalles (1783).
Este último tropiezo pareció poner fin al gobierno personal de Jorge III, que en adelante dejó los asuntos en manos de Pitt el Joven, que fue quien se encargó de dirigir la política británica durante la difícil época de las guerras contra la Francia de la Revolución y de Napoleón. En 1801 recuperó parcialmente el protagonismo político, deponiendo a Pitt cuando éste se empeñó en que el rey sancionara la emancipación legal de los católicos.
Afectado por una enfermedad mental que ya le había trastornado en 1765 y en 1788-89, el rey quedó completamente enajenado en 1810. Desde 1811 hasta su muerte vivió retirado en el castillo de Windsor, mientras ejercía la regencia su hijo y heredero, el futuro Jorge IV. Durante las guerras napoleónicas perdió sus estados alemanes, que recuperó tras la derrota francesa en 1814, pero ya con el título de rey de Hannover y no meramente de elector.
Así, se deshizo de una personalidad política de peso, como era el viejo Pitt, para poner en su lugar a personajes de su confianza y más manejables, como Bute, primero, y Lord North, después. No obstante, la desaparición del control parlamentario fue suplida por activas campañas de prensa de la oposición, en las que se criticaron los errores y abusos del monarca; de hecho sólo fue un rey popular en provincias, en donde se apreciaban su sencillez y sus aficiones agrícolas, mientras que era despreciado por la alta sociedad londinense y odiado por las clases populares urbanas.
Jorge III empezó su política exterior firmando apresuradamente la paz con Francia en la Guerra de los Siete Años , sin contar con el parecer de su aliada Prusia; la oposición le acusó en aquella ocasión de no haber sacado el partido suficiente de la victoria. Más tarde hubo de enfrentarse al descontento de los colonos norteamericanos, asunto que llevó torpemente, haciendo aumentar la presión fiscal a despecho de las libertades tradicionales de las Trece Colonias. Su obstinación condujo a la Declaración de Independencia, justificada según los rebeldes por la tiranía del rey . Tras una larga guerra hubo de reconocer la independencia de los Estados Unidos de América por el Tratado de Versalles (1783).
Este último tropiezo pareció poner fin al gobierno personal de Jorge III, que en adelante dejó los asuntos en manos de Pitt el Joven, que fue quien se encargó de dirigir la política británica durante la difícil época de las guerras contra la Francia de la Revolución y de Napoleón. En 1801 recuperó parcialmente el protagonismo político, deponiendo a Pitt cuando éste se empeñó en que el rey sancionara la emancipación legal de los católicos.
Afectado por una enfermedad mental que ya le había trastornado en 1765 y en 1788-89, el rey quedó completamente enajenado en 1810. Desde 1811 hasta su muerte vivió retirado en el castillo de Windsor, mientras ejercía la regencia su hijo y heredero, el futuro Jorge IV. Durante las guerras napoleónicas perdió sus estados alemanes, que recuperó tras la derrota francesa en 1814, pero ya con el título de rey de Hannover y no meramente de elector.
Jorge III.
Recorriendo mas lentamente su historia...Jorge III nació prematuramente el 4 de junio de 1738, era el segundo de
los hijos de los Príncipes de Gales, y fue el primer monarca de la
casa Hannover que nació en Gran Bretaña y también el primero en utilizar
el inglés como lengua materna.
Cuando contaba trece años murió su padre, pasando a convertirse en
Príncipe de Gales. Su madre, que no tenía unas buenas relaciones con el
Rey Jorge II, procuró mantenerlo separado de su abuelo y cercano al
conde de Bute, quien fue el que ejerció una mayor influencia durante la
adolescencia del Príncipe.
En 1760 muere su abuelo y Jorge pasa a convertirse en el Rey Jorge III.
Se considera, por tanto, que ha llegado el momento de buscarle esposa y
como es lógico pensar, se busco candidata en toda Europa. Finalmente, la
elegida fue Carlota de Mecklemburgo-Strelitz. Jorge la conoció el mismo
día de su boda y parece ser que quedó desagradablemente sorprendido por
los pocos atributos físicos de la novia. A pesar de ello, su
comportamiento fue ejemplar, no se le conocieron amantes y la pareja
tuvo nada menos que quince hijos. Carlota se tomó muy en serio su papel
de paridora de futuros herederos. Era además una mujer culta y con un
gran amor por las artes y especialmente por la música, afición que
compartía con el Rey, por lo que es posible que al final Jorge incluso
llegara a amar a su esposa.
La Reina Carlota.
En el inicio de su extenso reinado, Jorge III no manifestó síntomas de
debilidad mental, aunque si parecía tener un temperamento muy nervioso.
Los primeros años de su reinado se presentaron convulsos: cambios de
primer ministro, guerra de la independencia con Estados Unidos, pérdida
final de las colonias y posteriormente la guerra con España y Francia.
Quizá por esta razón los primeros síntomas, taquicardia, insomnio y
fatiga, que aparecieron en 1765 fueran considerados más propios de su
temperamento y de la situación política que de una incipiente
enfermedad.
Wilhen Treule señala, por el contrario, que Jorge III mostró desde su
niñez una escasa capacidad intelectual que suplía con una gran fuerza de
voluntad, una gran actividad y energía y un gran sentido de la
moralidad y de la estética.
Jorge III fue un rey popular que logró el arraigo en su país que no
consiguieron los dos
Jorges que le precedieron considerados "reyes extranjeros y grotescos”. Jorge, era “todo un ingles” en su aspecto, en sus modales y en su lenguaje y fue amado por su pueblo.
En 1788 Jorge sufre su primer ataque severo. Se describe que a las
alteraciones en su piel se unía un color amarillo en sus ojos, dolor
abdominal y coloración oscura de la orina además de piernas hinchadas,
convulsiones e intensa verborragia, sudaba copiosamente y el estado de
su mente mostraba alternativas extremas pero sin volver nunca a la
normalidad. Muchos fueron los médicos que trataron al real paciente:
Francis Willis, George Baker, Lucas Pepys y W. Heberden. La terapia
seguida fue muy estricta y variada, chalecos de fuerza, sillas
giratorias, además de distintas drogas. A los quince días Jorge empezó a
mostrar mejoría y tras unos baños de mar su salud se restableció, por
lo que sus médicos ganaron en consideración
En 1804 el Rey tras un resfriado sufre un nuevo ataque. De nuevo
apareció el pulso rápido,la fiebre y el delirio.
Dos semanas después la sintomatología se agravó y entró en coma
alternándose después los episodios de mejoría y agravamiento. Se le
mantenía prácticamente incomunicado y se le llegaron a aplicar
sanguijuelas en la espalda y la cabeza, así como ventosas.
Poco a poco la normalidad fue apareciendo y el Rey volvió a ocuparse de
los asuntos del Estado. Fue la época de la guerra con Francia, del
ministerio de Pitt el joven, de la coalición con Austria, Rusia y
Suecia, de Nelson y de la victoria en la batalla de Trafalgar
.
Jorge III. W. Beechey. National Portrait Gallery
En 1810, Jorge sufre una nueva recaída, reaparecen los estados febriles,
la agitación, las alucinaciones y la logorrea. El equipo médico vuelve a
administrarle tártaro emético y se le sangra en diversas ocasiones
además de aplicarle las terapias con las que habitualmente se le había
tratado El Parlamento solicita a sus médicos un pronostico de la
enfermedad. El equipo médico emite sus conclusiones: “el Rey esta loco”. El Parlamento nombra regente al Príncipe de Gales. Jorge III queda apartado definitivamente de las labores de Estado.
El Rey fue perdiendo progresivamente la vista y el oído. La pérdida de
apetito lo condujo a un estado de desnutrición. En la navidad de 1819 y
tras un nuevo "ataque" - parece ser que estuvo hablando durante 58
horas seguidas- Jorge entró en coma y en este estado terminó sus días el
29 de enero de 1820, mientras era asistido por el eminente Dr.
Baillie.
Los historiadores médicos Ida Macalpine y Richard Hunter en su libro
“Jorge III y la locura” llegan a la conclusión de que la enfermedad del
Rey era una Porfiria neurovisceral aguda intermitente, alteración
metabólica cuya sintomatología se corresponde con los trastornos
descritos por los médicos que atendieron a su majestad.
En un estudio retrospectivo realizado por estos autores, se afirma que
hay evidencia de que la Porfiria se inició en María Estuardo y que es
ella quien la trasmite a sus descendientes.
La revista médica británica The Lancet ha publicado un artículo en el
que señala que el análisis químico de un mechón de cabello del monarca,
que se conserva en el Instituto de la Ciencia de Londres ha puesto de
relieve la existencia de altas concentraciones de arsénico en el mismo.
El profesor Martín Warren de la Universidad de Kent, sostiene que aunque
hay varias fuentes posibles de la procedencia del arsénico, tales como
las pelucas, los polvos de las mismas e incluso las cremas faciales, lo
más probable es que fuera el tártaro emético que contiene antimonio y
que le fue administrado por sus médicos la fuente de contaminación.
Según Warren, estos hallazgos ayudarían a explicar porque los “ataques”
del Rey eran tan severos y prolongados. Este profesor considera, al
igual que Macalpine y Hunter , que tras haberle sido diagnosticado
porfiria, en 1968, a un miembro de la familia real, existen evidencias
suficientes para asegurar que Jorge III padecía esta enfermedad.
Sin embargo el Dr. Anderson, profesor de medicina preventiva de la
Universidad de Texas y miembro de la junta de asesores médicos de la
American Porphyria Foundation, manifiesta su escepticismo ante estas
conclusiones y considera que las investigaciones realizadas sólo ponen
de manifiesto que la enfermedad de Jorge III podría deberse a un
envenenamiento por arsénico y concluye diciendo que los informes de que
algunos miembros de la familia real padecían porfiria no han sido
documentados.
Así que seguiremos a la espera de lo que nos digan los investigadores.
El Rey Jorge III fue enterrado en Windsor en la Capilla de San Jorge.
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