jueves, 4 de julio de 2019

ANTONIO DE NEBRIJA Y LA PRIMERA GRAMÁTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA


Humanista y polígrafo español, de nombre real Antonio Martínez de Cala y Jarava, nacido en Lebrija (Sevilla) en 1444 y muerto el 2 de julio de 1522 en Alcalá de Henares (Madrid). Fue autor, entre otras muchas obras, de la primera gramática de la lengua castellana.
Son muchos los datos que sobre su propia vida nos legó Nebrija, recogidos en los prólogos y en las cartas preliminares de algunas de sus obras. Así, en la carta dedicatoria con que se abre el Vocabulario español-latino (1495), que dirige a Juan de Zúñiga (maestre de la orden de Alcántara, al mismo tiempo que protector y amigo), el humanista traza una breve semblanza de su persona. En ella evoca su niñez, transcurrida en tierras de Lebrija, a la vez que recuerda su adolescencia, que dedicó por completo al estudio: primero, en Salamanca; después, en Italia. De este modo, nos consta que nació en el año 1444, aunque quepan ciertas dudas a este respecto, pues existen documentos que llevan la fecha de su nacimiento a 1441. Sin embargo, de atender a su testimonio, no cabe duda sobre la primera datación:



"Mas aunque se me allega ya el año cincuenta y uno de mi edad porque nací un año antes que en el tiempo del rey Don Juan el Segundo fue la próspera batalla de Olmedo (que tuvo logar en 1445)". Vocabulario español-latino.



Su niñez se dibuja con trazos más emotivos y delicados en las poesías que compuso en honor de su tierra y de sus padres a su regreso de Italia. Son su Antonii Nebrissensis salutatio ad patriam multis ante annis non visa et memorata infantia sua, y la intitulada De patria antiquitate fertilitateque eius et parentibus auctoris, donde recuerda su casa, sus primeros pasos e incluso las canciones de su madre. Gracias a estas composiciones panegíricas de notable brevedad, conocemos algo acerca de sus hermanos y hermanas (muertos muy jóvenes) y de sus padres, de quienes dice eran de mediana condición.


De ese modo, se sabe que Antonio Martínez de Cala y Jarava aprendió los primeros rudimentos de las letras latinas en su pueblo natal. Este recuerdo permanece en la carta que escribió al Rey Católico con motivo de su nombramiento como historiador regio en 1509:



"Aunque no he aprendido latín en el Lacio ni siquiera en Sarmacia, sino en la Bética, la que, como dice Estrabón, fue la primera de entre todos los pueblos hispanos que se convirtió a las costumbres y a la lengua romanas".

Con posterioridad, y de acuerdo con otras noticias que el propio Nebrija da de sí mismo, sabemos que completó su curriculum studiorum por medio de viajes dentro y fuera de España, al igual que otros muchos eruditos de la época:

"Así que en edad de diez y nueve años yo fui a Italia, no por causa que otros van, o para ganar rentas de iglesia o para traer fórmulas de Derecho civil y canónico, mas para que, por la ley de la tornada, después de luengo tiempo restituyese en la posesión de su tierra perdida los autores del latín, que estaban ya muchos siglos había desterrados de España". Vocabulario español-latino.

Fue precisamente esa estancia en Bolonia, como becario del colegio español de San Clemente, la que hubo de marcar sus pasos posteriores. De hecho, ese periplo italiano determinó que, en España, Nebrija fuese el principal valedor de muchos de los fundamentos del Humanismo, al que Petrarca había insuflado no pocas energías en el siglo XIV. Nicolás Antonio, en la biografía de Nebrija inserta en su Biblioteca Hispana Nova, arroja luz sobre algunos aspectos más de esta etapa de formación. Nos recuerda que visitó numerosos centros de estudio y que pudo traer consigo "los excelentes frutos de las lenguas latina, griega y helena y los de la erudición de todas las artes liberales". Todo ello fue posible gracias a profesores de la talla del gramático Martino Galeoto. Del mismo modo, Nicolás Antonio recuerda que penetró en los secretos de la Teología, de los dos Derechos (utriusque iuris) y del arte de la Medicina.
El deseo de Nebrija de dedicarse de lleno a sus propias investigaciones, lejos de las aulas, se vio satisfecho gracias a la ayuda de Juan de Zúñiga, quien le brindó el apoyo económico necesario para abandonar la Universidad. Fue una etapa de febril actividad, en la que publicó el Diccionario latino-español , el Vocabulario español-latino o la Gramática de la lengua castellana, defendida también ante la reina por fray Hernando de Talavera, quien reconocía la utilidad de este instrumento para difundir la lengua castellana por las nuevas tierras del Imperio
 Detengámonos unos instantes para calibrar la importancia extrema de esta obra que ya ha cumplido cinco siglos. Es bien sabido que una de las reivindicaciones básicas del humanismo italiano había sido la depuración del latín: ahora bien, tampoco olvidemos que otro frente igualmente importante se abrió en favor de la lengua vernácula: se trataba de dignificar el español como se venía haciendo con el italiano, lengua ésta que Petrarca identificaba con el latín. Antonio de Nebrija fue el primero en recoger el testigo y en elaborar la primera gramática moderna de una lengua vernácula (lejos quedaban los densos apuntes gramaticales de las artes de poesía occitanas y experimentos de parecida índole en otras zonas de la Romania). Faltaban treinta y siete años para que apareciera la primera gramática italiana de Trissino, cincuenta y ocho para que viese la luz la francesa de Louis Miegret y cerca de cincuenta para la portuguesa de Fernando de Oliveira 


A pesar de su extraordinaria importancia, la Gramática no volvió a editarse en vida del autor; de hecho, hubo que esperar hasta el siglo XVIII para ver una segunda edición de manos de Francisco Miguel Goyoneche, conde de Saceda.
Para retomar el hilo de las obras de este período, compuestas junto al maestre de Alcántara, cabe señalar su Muestra de Antigüedades de España (1499), que constituye un claro ejemplo del interés humanístico que despertaban los restos arqueológicos, en los que se buscaba testimonio de un pasado cultural glorioso; en el fondo de esta preocupación por los vestigios de la Antigüedad latía un claro sentimiento nacionalista que Nebrija no había dudado en manifestar en alguna que otra ocasión, como en el prólogo a su Gramática ("Y porque mi pensamiento y gana siempre fue engrandecer las cosas de nuestra nación").
Otras muestras del interés de este humanista por las ruinas son varios poemillas dedicados a determinados monumentos romanos, que compuso por esas mismas fechas: el De Emerita restituta, su De Traiani Caesaris ponte y el De statua Amaltheae, incluidos todos en la edición de su poemario de 1491. Por último, hay que recordar una nueva obra dedicada a Zúñiga: su Isagoge Cosmographiae, que, como han recordado algunos críticos, responde al interés suscitado por la materia geográfica y astronómica en una época marcada por los grandes viajes y descubrimientos.
A esta época pertenece también la tercera edición de las Introductiones, también conocida como Recognitio, en la que el texto gramatical iba acompañado por una extensa glosa; a partir de ese momento, hubo dos formas distintas de imprimir la obra: una extensa, compuesta del texto y el comentario, en tamaño folio, y una más breve, en tamaño de cuarto.



Por estos años, brilló también con especial fulgor el Nebrija polígrafo, entregado a materias científicas como la astronomía; de hecho, su aportación fue decisiva para la recuperación de la figura y la obra de Ptolomeo, con la indicación exacta de las latitudes y longitudes para cada lugar del orbe. Al respecto, Nebrija ofreció el epítome In Cosmographiae libros introductorium (1499), obra en la que el punto de partida se halla en el signo de aries en la esfera celeste y en la isla de Hierro en la terrestre. En esta obra se alude a los descubrimientos en el Nuevo Mundo, lo que le confiere un valor añadido.
A comienzos del siglo XVI, el cardenal Cisneros acometió la creación de la nueva Universidad de Alcalá de Henares, que nacería con un espíritu totalmente acorde con los nuevos tiempos. En el seno de esta novísima academia, con un selecto plantel de eruditos de las lenguas hebraica, griega y latina, se emprendió la labor de editar la Biblia, para lo que se adoptaron algunos de los métodos de la nueva filología humanística. Como cabía sospechar, Nebrija había seguido muy de cerca la actividad del cardenal. Desde mucho antes, se había sentido atraído por el estudio de las Sagradas Escrituras. De 1501 era suHymnorum recognitio cum aurea illorum expositione, que no era más que una edición de una colección de himnos muy célebres en ese momento. Algunos de sus trabajos sobre filología bíblica le llevaron incluso a enfrentarse con el Inquisidor General, Fray Diego de Deza, con motivo de su primera Quinquagena, un tratadito en el que se explicaban cincuenta lugares de la Sagrada Escritura. Para defenderse, Nebrija compuso su Apologia, donde indica que ha elegido como juez en el proceso al propio Cisneros. Finalmente ese trabajo de Nebrija pudo ver la luz en una tercera versión, la Tertia Quinquagena (1516), una vez que Cisneros fue nombrado Inquisidor General en 1507. Así, es posible comprobar que la amistad entre Nebrija y Cisneros venía de muy atrás.
Cuando Nebrija hubo de abandonar la Universidad de Salamanca , se dirigió hacia Alcalá de Henares para pedir asilo junto al gran cardenal. Éste, según su biógrafo Alvar Gómez de Castro, le acogió de buen grado. De esta manera se iniciaba la última etapa de su vida, en que quedó ligado de una manera muy flexible a la universidad, pues, el propio Cisneros le había dado permiso para que "leyese lo que él quisiese y, si no quisiese leer, que no leyese". De todos modos, frente a los deseos primeros del Cardenal de que Nebrija formase parte del equipo encargado de editar la Biblia, pronto surgieron las disensiones. Cisneros, en realidad, no pretendía preparar una nueva edición de la Biblia sino más bien una buena edición de la Vulgata; por dicho motivo, el Cardenal no tuvo reparos en alterar los textos en griego o en hebreo con el fin de acomodarlos a la tradición latina. Por contra, Nebrija, partidario de cambiar el texto latino conforme a los testimonios más antiguos de las obras lenguas bíblicas (el hebreo, el caldeo o el griego), no se sentía a gusto con el método. Por esta causa abandonó finalmente el proyecto y expuso al cardenal sus motivos en una carta:
"Cuando vine de Salamanca, yo dejé allí publicado que venía a Alcalá para entender en la enmendación del latín, que está comúnmente corrompido en todas las Biblias latinas, cotejándolo con el hebraico, caldaico y griego. Y que ahora, si alguna cosa o falta en ello se hallase, que todos cargarían en mí la culpa y dirían que aquella ignorancia era mía pues que daba tan mala cuenta del cargo que me era mandado. Entonces V. S. me dijo que hiciese aquello mismo que a los otros había mandado, que no hiciese mudanza alguna de lo que comúnmente se halla en los Libros antiguos".



De todos modos, Nebrija permaneció en Alcalá de Henares y siguió manteniendo una buena relación con el Cardenal. Juan Huarte de San Juan, al recordar la figura de Nebrija, dice que en los últimos tiempos había perdido la memoria, por lo que precisaba llevar las lecciones por escrito para saber lo que tenía que contar. Valga una última curiosidad. Por lo que respecta al aspecto físico del maestro andaluz, contamos con la descripción que de él nos dejó Nicolás Antonio, que, de acuerdo con numerosos testimonios, apunta que era "de estatura mediana, pero compacta, y con un rostro que reflejaba majestad y dejaba entrever un hombre dedicado al estudio; de voz agradable, piernas delgadas y de ojos pequeños, semejantes a los de Aristóteles (de acuerdo con lo que cuenta Laercio)". Hagamos o no caso a la interpretación que de las características corporales hacían los tratados de fisonomía, esas fueron las trazas de uno de los personajes más importantes en la historia cultural de España: un debelador de la barbarie, como él mismo gustaba llamarse, con el que se inauguró una nueva época en la historia de nuestras letras que culminó con los frutos de nuestro esplendoroso Siglo de Oro.


Algunas de las obras de este último período en la vida de Nebrija son la Tabla de la diversidad de los días y de las horas , donde incluyó unos cuadros por los que se podían averiguar las horas y partes de hora en las ciudades de España y del resto de Europa. Inédita quedaría su De ratione calendarii, obra cuyo punto de partida era una consulta que el papa León X había hecho a la Universidad de Salamanca en ; además, sobre esta materia dio a la luz veintiséis axiomas, que tituló Carmina ex diversis aucthoribus in calendarii rationem collecta. Sobre la cronología trata también la Tabla de la diversidad de los días y horas y partes de hora en las ciudades, villas y lugares de España y otros de Europa, que les responden por sus paralelos , basada en el célebre Almanach o Almanaque de Abraham Zacut. Discípulo suyo fue Juan Ginés de Sepúlveda, cuyo De correctione anni et mensium romanorum, escrito hacia 1535, gozó de un largo éxito editorial.
También en  aparecieron sus Reglas de Orthographía en la lengua castellana, en su último intento por dar una cierta normativa al castellano tras el estrepitoso fracaso de su Gramáticaa este respecto. Ya enfermo, según nos narra el Brocense en el prólogo de su Minerva, había dado ciertos retoques e incorporado algunos materiales a sus Introductiones, aunque se quejaba de que su debilidad no le permitiría dejarlas concluidas. Dicha edición revisada fue ya póstuma: se publicó en Alcalá en , cuando sabemos que Nebrija había muerto el 2 de julio de 1522.
Al lado de estas obras, que podemos llamar de creación, hubo algunas más que fueron inspiradas por su labor docente; nos referimos a su tarea como editor de textos latinos, en especial poéticos. Hemos de citar sus ediciones con comentarios más o menos amplios de Persio, Sedulio, Prudencio; de forma póstuma, apareció su comentario a Virgilio. Junto a estos textos, cuyo talante es claramente escolar, hay otros como su Artis Rhetoricae compendiosa coaptatio ex Aristotele que, escrita por encargo de Cisneros, poseía también un fin propedéutico, y un breve tratado sobre la educación de los hijos, De liberis educandis, compuesto para Miguel de Almazán.



Pero él nunca había olvidado su pueblo; el excesivo trabajo y el buen trato recibido le hicieron desistir en varias ocasiones de sus propósitos de regresar al mismo. El amor a su pueblo natal lo manifiesta en una de sus mejores composiciones poéticas:

"No te enojes conmigo,
pensando que no tengo
amor a mis padres
ni a mi patria,
porque he tardado tanto

en volver al suelo natal.

Mas si la muerte

no me corta antes de tiempo,

el hilo de la vida;

si logro sustraerme
a la ley del año climatérico;
si las musas me conceden
una tranquila vejez
y no se da prisa Laquesis
a sacarme de este mundo,
la tierra que me engendró
y crió con tanto regalo
recibirá en su seno
mis cenizas."
Y como último apunte otro fragmento: 

"Mucho debo a mi patria,
pero más me debe ella a mí.
Ella me dio esta vida;
yo la he hecho a ella
inmortal con mis estudios.

Gracias a mis letras

viviremos los dos

muchos siglos

en la memoria de los hombres."

http://www.enciclonet.com/articulo/humanismo/

https://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A1quesis

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