Ocurrió un 6 de febrero de 1481. Los reos salieron del Castillo de San Jorge, donde tenía su sede el Santo Oficio. En la víspera habían partido dos procesiones, la de la Cruz Verde, símbolo de la Inquisición, que iba cubierta por un velo negro representando el luto por la pérdida de hijos de la Iglesia, y la de la Cruz Blanca. Esta última se dirigía a las afueras, al Prado de San Sebastián donde se encontraba el quemadero.
Fue el primer auto de fe de la Inquisición en España y Sevilla tuvo el dudoso honor de ser el escenario donde se estrena esta liturgia del horror.
Precisamente este en el mismo Castillo de San Jorge, que ahora
acoge el Museo de la Tolerancia que recuerda la historia del edificio,
tendrá lugar un acto que tiene mucho de recordatorio y advertencia de
aquella memoria de la infamia.
Será la presentación del último número de la revista Andalucía en la Historia,
que edita el Centro de Estudios Andaluces, y que dedica su dossier al
Santo Oficio aprovechando el bicentenario de la aprobación del Decreto
de Abolición de la Inquisición por las Cortes de Cádiz en febrero de
1813. Otra vez febrero....
El acto será a las 20 horas, cuando las sombras quedan suspendidas en un monumento que no puede evitar el recuerdo del horror allí sucedido.
La presentación correrá a cargo de Mercedes de Pablos, directora del
Centro de Estudios Andaluces; Manuel Peña, director de la revista y
profesor de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba, y Doris
Moreno, profesora de Historia Moderna de la Autónoma de Barcelona y
colaboradora en este número.
Son muchos los temas que se abordan en este número especial, desde la
construcción del mito de la Inquisición hasta los simbólicos
sambenitos, y en el que colaboran Doris Moreno, Iván Jurado Revaliente,
Manuel Peña Díaz, Rocío Alamillos Álvarez y Antonio José García Sánchez.
Sambenitos
Uno de los aspectos más curiosos es el estudio de los sambenitos,
las túnicas que llevaban los reos y en las que se solía dibujar el tipo
de muerte de la condena. Los sambenitos, capotillos y corozas que
componían el resto de la macabra indumentaria de los condenados no se
limitaba a la iconografía del auto de fe.
Manuel Peña Díaz se adentra en la historia de estos hábitos cuando el
Santo Oficio decide no usarlos sólo en el auto de fe sino que ordena que esas túnicas se cuelguen en la iglesia parroquial donde residiese el condenado o, eventualmente, en la catedral.
Se intentaba así mantener la sospecha sobre el apellido. Eran las célebres mantetas y de ahí viene la frase de "tirar de la manta", o sea, la amenaza de desvelar secretos ocultos de alguien.
Había que imaginar la visión terrible de aquellas mantetas colgadas
en las iglesias, un espectáculo que incluso provocó que los inquisidores
de Sevilla decidieran en 1567 trasladar el lugar donde se exponían
tradicionalmente los sambenitos en la capilla del Sagrario, que era
demasiado estrecho, al cuerpo central de la Catedral. Según señala
Manuel Peña Díaz, en este lugar se pusieron los hábitos de los
condenados desde 1559. El año de la durísima represión contra la herejía
protestante descubierta en el Monasterio de San Isidoro del Campo y la
comunidad secreta que incluía a personajes principales de Sevilla como
Constantino Ponce de la Fuente, canónigo magistral de la Catedral y
capellán de Carlos V.
Hubo muchas quejas porque "no quedaba ya donde poner sambenitos sino los altares",
tan herética parecía ser la ciudad. Incluso una nueva propuesta de
traslado a la capilla del Sagrario o al claustro (Patio de los Naranjos)
"por el gran concurso que allí pasea").
Sin embargo, esta posibilidad no gustó a los inquisidores. Tal vez
porque allí estaban los sambenitos de Constantino y también de su
predecesor, Juan Gil, el famoso doctor Egidio.
La costumbre del sambenito fue desapareciendo. En 1788, según un informe de la Suprema, quedaban muy pocos y el 9 de julio de 1789 se ordenaba que no se colgaran en las iglesias.
A fin de cuentas era el mismo mes en el que en Francia estallaba la
Revolución Francesa y muchas cosas cambiarían, aunque en España esa
transformación tardaría mucho más en llegar...
LA INQUISION GENERALMENTE CONDENABA AL ACUSADO A SER AZOTADO
DESFILANDO POR LAS CALLES
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/13/andalucia_sevilla/1360788933.html
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