domingo, 21 de octubre de 2018

LA REINA MARIANA DEL PALATINADO-NEOBRUGO




Mariana de Neoburgo supuso el epílogo de uno de los capítulos más largos de la historia de España. Dos siglos después de la llegada al poder del emperador Carlos V y de la instauración de la dinastía de los Habsburgo en tierras españolas, la Casa de Austria, en su rama ibérica, desaparecía del mapa con el fallecimiento sin descendencia deL monarca Carlos II. Su viuda, la reina Mariana, fue el último recuerdo de un tiempo glorioso que terminó convirtiéndose en decadente. Como su antecesora, María Luisa de Orleans, no pudo darle un heredero a la corona, no porque no pudiera, sino porque su cónyuge, al que todos llamaban "El Hechizado" fue víctima de las múltiples y aberrantes mezclas consanguíneas. Que Mariana no diera descendencia a la corona no fue óbice para que no ansiara gobernar en su nueva casa. No en vano fue conocida como "El primer ministro del rey".
Mariana de Neoburgo (1667-1740) fue Reina de España desde 1689 a 1700, a través de su matrimonio con el rey Carlos II (1661-1700). Éste había quedado viudo de su primera esposa, María Luisa de Orleans (1662-1689), por razones aún hoy en día no del todo claras ( no pocas fuentes apuntan a un posible envenenamiento auspiciado por la Condesa de Soissons ) quien no había podido dar un heredero al Soberano español. Mariana de Neoburgo, alemana de nacimiento, de gran belleza pero de carácter arrogante, se convertiría, por un lado, en una importante figura de la política española de finales del siglo XVII y, por otro, en una Soberana poco querida por el pueblo español por su naturaleza altanera. Esta es su historia.

La futura reina Mariana de España nació el 28 de octubre de 1667 en el Palacio de Benrath de Düsseldorf, parte en aquella época del Condado Palatino del Rin, siendo la duodécima hija de Felipe Guillermo del Palatinado (1615-1690), Duque de Neoburgo, y de Isabel Amalia de Hesse-Darmstadt (1635-1709). Como era habitual en la época entre la nobleza, la joven Mariana, al igual que sus hermanas María Sofía, Dorotea Sofía y Eduvigis fue criada no tanto por sus progenitores sino por su nodriza, Frau von Klau. Pronto Mariana comenzó a destacar por su belleza, habida cuenta su notable altura, su esbelta figura y, especialmente, su característico cabello, intensamente pelirrojo. 

Mientras Mariana en Alemania se convertía, ajena a los lances de la política internacional, en una joven de radiante atractivo, en la corte española se vivían momentos adversos. La reina María, Reina de España desde 1679, fallecía en 1689. Pese a que el matrimonio con Carlos II no había sido un camino de rosas (la presión sobre la pareja para que tuviera descendencia había sido extrema) la Reina falleció rendidamente enamorada de su marido, un sentimiento recíproco por parte de su esposo, quien quedó desolado tras enviudar. 



Sin embargo los consejeros de Palacio se pusieron en marcha de manera urgente en la búsqueda de una nueva Soberana que pudiera dar al reino el tan ansiado Príncipe heredero. Es en ese momento cuando el nombre de Mariana de Neoburgo salió a relucir. No obstante, Mariana no era la única candidata, sino una más entre aproximadamente una decena de pretendientes. El gran atractivo de Mariana era, así lo apuntaban los consiliarios, su estirpe. El hecho de que la madre de Mariana hubiera tenido la friolera de veintitrés hijos parecía ser signo inequívoco de la capacidad para fecundar de la joven noble germana. Finalmente este argumento fue el que decidió la elección de la nueva Reina, pese a que Carlos II hubiera preferido a Ana María Luisa de Médici (1667-1743). 


El matrimonio del Rey de España con Mariana de Neoburgo se celebró por poderes el 28 de agosto de 1689 en la ciudad de Ingolstadt, la joven novia fue escoltada por el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Leopoldo I. No sería hasta el año siguiente cuando la ya Soberana española se mudara a su nuevo país y conociera en persona a su esposo. La boda religiosa, celebrada el 14 de mayo de 1690 en el convento de la Iglesia de San Diego de Valladolid, los unió de forma definitiva.

La reina Mariana se encontró con un rey, conocido popularmente como “el Hechizado”, con todo tipo de problemas físicos e intelectuales y (se dice que Carlos II pasaba el tiempo con el único afán de visitar las cocinas de Palacio para abastecerse de pasteles, su pasión gastronómica ) con una ostentosa dificultad de gobernar. Tanto es así que la nueva Soberana, diligente , decidió tomar las riendas políticas de España. En estas lides la reina Mariana conocería a uno de los consejeros de cabecera de su marido, Juan Tomás Enríquez de Cabrera (1599-1647), Duque de Melgar, con quien comenzaría una relación extramarital. 


Entretanto la corte apremiaba a los Reyes para que engendrarán a un sucesor en el trono. Algunas voces apuntaban a la posible infertilidad de la Reina, quizás incapaces de asumir que era el Rey, de una debilidad física clamorosa, el más que probable origen de la esterilidad de la pareja. La Reina, llevada tal vez por la tensión reinante en Palacio, llegó a fingir once embarazos. Asimismo fue la protagonista de un extraño episodio en la biografía de Carlos II, el exorcismo – se utilizaron pichones muertos y entrañas de cordero y se le mostraron los cadáveres de varios de sus antecesores con la esperanza de deshechizarlo – al que fue sometido con el objeto de ser liberado de una supuesta maldición que le impedía ser padre. En cualquiera de los casos estos estrambóticos tratamientos no solo solucionaron la posible infertilidad del Soberano, sino que por el contrario menoscabaron su salud hasta el punto de conducirle a sus últimos estertores. 


El 1 de noviembre de 1700 el rey Carlos II, a los 38 años, devastado por una retahíla de patologías fallecía en Madrid sin descendencia. Su sucesión, por tanto, la cuestión más capital en la alborada del siglo XVIII en España no se había resuelto. La dinastía de los Austria llegaba a su fin en España, siendo sustituida por la Casa de Borbón, cuyo primer Soberano sería Felipe V (1683-1746). Éste, nada partidario de la reina Mariana, aceptó que la viuda del Rey tuviera una pensión vitalicia, tal y como estipulaba el testamento de Carlos II, pero quiso que desapareciera de la corte con celeridad. Así, sintiéndose humillada por el nuevo Monarca, la reina Mariana se trasladó a vivir al Alcázar de Toledo, donde fue profundamente infeliz y vivió atemorizada por posibles complots en contra de ella.

Finalmente en 1706, tras la invasión de Toledo por el sobrino de la Reina viuda, Carlos de Austria (1685-1740), el rey Felipe V, decidió mandarla al destierro francés. La antigua Reina de España, denostada por la nueva corte y olvidada por el pueblo español, se instaló en Bayona. Allí sería donde la reina Mariana conocería el amor, en la persona del miembro de su séquito Jean de Larrétéguy con el que, si bien en el más estricto de los secretos, finalmente sí tendría descendencia. 



Pasarían más de treinta años hasta que la reina Mariana volviera a España. Sería tras el matrimonio en segundas nupcias del rey Felipe V con Isabel de Farnesio (1692-1766), sobrina de Mariana y favorable al regreso de la antigua Soberana. La reina Mariana,regresó mayor y enferma, se instaló en el Palacio del Infantado de Guadalajara donde apenas residiría un año, tras el cual fallecería. Los restos mortales de la reina Mariana de España descansan en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
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