Yeltsin, el obrero travieso que disolvió la URSS
Una Rusia floreciente en el final del siglo XX, ése era el sueño de
Boris Yeltsin, el primer presidente ruso que será recordado por su desbordado instinto por el poder y ese carácter travieso que en muchas ocasiones desentonaba con los cargos que ostentó.
Boris Nikolayevich Yeltsin nació el 1 de febrero de 1931 en el
poblado de Butka, cerca de Sverdlovsk (República de Rusia), ciudad que
fue Ekaterimburg hasta 1924, y en la que fue fusilado el zar Nicolás II y
toda su familia en 1918.
Hijo y nieto de campesinos expropiados por el comunismo (kulag), tuvo
que trasladarse con su familia a los suburbios de Sverdlovsk, trabajó
algún tiempo como obrero de la construcción y, posteriormente, ingresó
en el Instituto Politécnico de la Construcción. Fue allí donde conoció a
su futura esposa.
Tras obtener Boris y Anastasia la licenciatura de Ingeniería en 1955 y
hasta finales de los años 60 Yeltsin trabajó en el ramo de la
construcción. Antes, en 1961, se había afiliado al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS)
y en 1968 se incorporaba al aparato del PC en Sverdlovsk. Años más
tade, en 1981, era designado miembro de pleno derecho del Politburó.
Cuando Gorbachov llegó al Kremlin, llamó a su lado a este desconocido
político de provincia y pronto lo hizo jefe local del partido en Moscú,
pero fue a partir de 1985 cuando la personalidad política de Yeltsin
comenzó a adquirir gran popularidad entre los moscovitas, por sus
críticas contra sus antecesores, algunos de ellos implicados en asuntos
de corrupción.
Fue a raíz de entonces, en 1987, cuando el sistema comunista le dio la espalda y fue hundido en el ostracismo.
Luego vino la aparatosa caída en las heladas aguas del río Moscova que él denunció como un intento de asesinato de los servicios secretos. Las malas lenguas dicen que el chapuzón fue obra de una buena borrachera o incluso de un marido despechado por un lío de faldas.
En 1989 entró por la puerta grande en el Congreso de los Diputados
del Pueblo, respaldado por el 89% de los votos, y pronto se convirtió en
una de las figuras más conocidas del campo reformista extrapartidario.
Poco después fue elegido diputado del Congreso de los Diputados del
Pueblo de la Federación Rusa, que lo eligió presidente del cuerpo en
mayo de 1990. Al poco tiempo, Yeltsin abandonó el Partido Comunista
.
En agosto de 1991, un golpe militar, encabezado por
Guenadi Yánayev, pretendió derribar a Gorbachov. Yeltsin se convirtió en
el principal baluarte de la resistencia al exigir la presencia de
Gorbachov y llamar a la huelga general y a la desobediencia civil.
En diciembre de 1991, junto con los presidentes de Ucrania y de Bielorrusia, Yeltsin declaró disuelta la Unión Soviética.
A continuación dejó manos libres a su entonces jefe de gobierno, Yegor
Gaidar, para que acometiera una auténtica "reforma de choque" de la
economía. En octubre de 1993, los comunistas, que dominaban el
Parlamento ruso, intentaron un nuevo golpe de Estado: Yeltsin los expulsó del edificio a cañonazos.
Desde entonces empleó toda su energía en aguantar firme el timón para
mantener en lo posible el rumbo que él mismo se había marcado.
La guerra de Chechenia, que inició el propio Yeltsin en diciembre de
1994 para poner fin "manu militari" al secesionismo de la rebelde
república caucásica, le costó muy cara: muchos de sus compañeros
reformistas le volvieron la espalda. Pero regresaron a su lado después
de que el conflicto llegara a su fin, y lo apoyaron con vehemencia en
1996, cuando logró su reelección.
Finalmente su fracaso en Chechenia, el estrepitoso escándalo de corrupción
durante su presidencia ('Kremlingate') y su debilitada salud le
obligaron a dimitir en 1999. Un desconocido Putin tomó el testigo del
gobierno nacional.
Sobre Yeltsin siempre planeó la teoría de que era en realidad un
producto de las influencias más o menos contradictorias de su camarilla
de ayudantes y consejeros que luchaban entre sí por sus intereses o los
de los grupos que representan. El carácter de Boris Yeltsin fue siempre
demasiado travieso y a veces no concordaba con la seriedad de los cargos
que ocupó. Desde pequeño disfrutaba haciendo gamberradas; prueba de
ello es que perdió el pulgar y el índice de la mano izquierda al
explosionarle una granada de mano abandonada.
Un enfermo difícil
Yeltsin recibe un beso de su mujer, Naina, en el Central Clinical Hospital de Moscú, el 1 de febrero de 2001. (Foto: EFE)
La salud de Yeltsin
siempre levantó rumores por sus hospitalizaciones, desapariciones
repentinas, desmentidos, aclaraciones... La salud del 'zar' era uno de
los secretos mejor guardados de Rusia.
Sufría problemas de hipertensión que unidos a la falta de ejercicio,
al estrés y a su enorme afición a las comidas y al alcohol, le
provocaron importantes complicaciones de salud. Varios infartos y otras
tantas crisis cardiacas dan buena cuenta del delicado estado de un
enfermo difícil e indisciplinado con los cuidados y tratamientos que
requería.
Cuando era estudiante, dormía cuatro horas y se pasaba el día jugando
al voleibol. En la cancha sufrió el primer ataque al corazón, después
de empeñarse en jugar a pesar de tener gripe. Se levantó inmediatamente y
continuó el partido hasta el final.
Hay quien piensa que en algunas ocasiones utilizó su enfermedad como
tapadera y que sus ausencias selectivas en momentos de crisis política
eran una estrategia para afianzarse en el poder.
Desde su retirada llevó una vida relajada de la política en su residencia de Barvija, a las fueras de Moscú.
http://www.elmundo.es/elmundo/2007/04/23/obituarios/1177344527.html
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