viernes, 10 de enero de 2020

SALOME Y EL ARTE



“Herodes quería matar a Juan, pero temía a la gente, porque todos tenían a Juan por profeta. En el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías salió a bailar delante de los invitados, y gustó tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle cualquier cosa que pidiera. Ella entonces, aconsejada por su madre, le dijo: "Dame en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.” (Mateo 14.5)
Esta cita del Evangelio de San Mateo y otra similar del de San Marcos nos presentan en  los textos evangélicos el personaje de Salomé; en ellos, ni siquiera aparece su nombre, se la presenta como la hija de Herodías y, sin embargo, la imaginación de los artistas hará evolucionar el personaje, hasta que adquiera entidad individualizada, dotándole de unas características negativas que fueron acentuándose con el paso del tiempo, particularmente desde el Romanticismo y los movimientos artísticos posteriores, sobre todo a partir del Simbolismo, pues son artistas plásticos y escritores vinculados a él los que conseguirán con sus obras que alcance la categoría de mito, convirtiéndola en una mujer con tal poder de seducción y perversidad que después de subyugar a su padrastro Herodes Antipas conseguirá que éste acceda a matar a Juan el Bautista y le sirva su cabeza en una bandeja. 


Conocemos el nombre de Salomé gracias al historiador romano Flavio Josefo quien lo cita en su obra "Las Antigüedades Judías" al mencionar la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes Antipas; citándose además otras fuente como narraciones de Cicerón, Plutarco y Séneca, relatos que al parecer pueden ser interpretadas como prefiguraciones de historia de Salomé.


La historia es bastante simple: Hedores Antipas incumple las leyes judías al enamorarse de su cuñada Herodías, a la que aparta de su hermanastro Herodes Filipo y, tras repudiar a su primera esposa, se unirá a ella.
Juan el Bautista siguiendo la tradición judía consideraba, igual que el resto del pueblo, esta situación incestuosa y así se lo hizo saber al Tetrarca de Galilea y a su nueva esposa; despertando su odio y haciendo que desearan su muerte; pero el pueblo amaba al Bautista por lo que no se atrevieron a satisfacer sus deseos; aunque Herodes, para castigarlo, ordenó que lo encarcelaran en la fortaleza de Maqueronte. Sin embargo, sus deseos no tardaron en cumplirse gracias a la intervención de Salomé, la hija adolescente de Herodías y Herodes Filipo, que aconsejada por su madre, fue inocentemente la ejecutora del profeta y precursor de Cristo.


Gilabertus, La danza de Salomé (1120-1140), Musée des Agustines, Toulouse

Existen ejemplos medievales que nos permiten apreciar la popularidad y el interés que en la época suscitaba el baile de Salomé. La presentación difiere según el soporte, aunque existe una tendencia a representar las diferentes escenas por separado, a modo de relato; aunque a veces el soporte obliga a condensarlas en el mismo espacio artístico; con posterioridad los artistas elegirán una de las escenas e intentarán condensar en ella todo el sentido dramático y sensual de la historia.

Vidriera de la Sainte-Chapelle Paris s.XII

La danza de Salomé ante su padrastro es en cierto modo una escena con cierta irrealidad, teniendo en cuenta que aunque los padres de la Iglesia admitían el baile como una manifestación colectiva e incluso como sistema para celebrar ciertos ritos, como la Pascua, el baile individual como el realizado por Salomé no estaba bien visto en una joven virgen adolescente; ya que usualmente este tipo de bailes era realizado por bailarinas profesionales que en muchas ocasiones ejercían a la vez de prostitutas. Por ello es raro que los Evangelistas presenten en sus textos la escena tal como ya hemos indicado; siendo esto una cuestión no aclarada por los expertos.




Baile de Salomé con la cabeza de Juan Bautista en una bandeja. Mosaico de la basílica de San Marcos, Venecia (Italia), siglo XII

Los artistas medievales influidos por la realidad cotidiana de las danzas que realizaban las mujeres juglares representaron a una Salomé contorsionista que realizaba una serie de equilibrios mientras mantenía su cuerpo arqueado. Así podemos verla en las representaciones que del Festín de Herodes aparecen en la miniatura perteneciente al Evangelio de Bruy, fechado a principios del s. XII, conservada en Cambridge y atribuida a Bruy St. Edmunds, o el salterio londinense, de autor anónimo, datado en el s. XIII. La misma característica del baile de Salomé la vemos también en otros soportes, como en algunos capiteles románicos como los del claustro de la Catedral de Saint-Étienne conservados en el Museo des Augustins de Toulouse, o los del claustro de los monasterios benedictinos de Sant Pere de Galligan en Gerona o el de Sat Cugat del Vallés y también en las vidrieras de la Sainte Chapelle parisina del siglo XIII.


Filippo Lippi - El banquete de Herodes,Catedral de Prato en Toscana

Benozzo Gozzoli,1461

La llegada del Renacimiento modificó esta interpretación y así Pietro Lorenzetti en los frescos realizados en Siena en la Iglesia de  Santa Maria dei Servi, Filippo Lippi en sus trabajos realizados en la Catedral de Prato (1452-65), tras el altar mayor y Benozzo Gozzoli en su tabla de la National Gallery de Washington, representan una Salomé más acorde con el relato; así vemos a una joven rubia, adolescente y virgen, que se mueve de una manera mucho más natural, dejando, apenas, vislumbrar sus piernas a través del movimiento de su recatada túnica; mientras Herodes Antipas la observa fijamente,  sentado y con la mano en el pecho, como subyugado. La escena contiene también la llegada de algún criado portando, en una bandeja, la cabeza del Bautista. Pudiendo aparecer también, en algún espacio arquitectónico aledaño, la degollación del profeta. A veces la escena incluye a Salomé entregándole a su madre Herodías la cabeza de Juan en la bandeja.


Maestro di Ulmer, Bancquete de Herodes, 1405 


Botticelli 1440



Lucas Cranach: Salomé, 1530



Juan de Flandes 

Los nuevos movimientos Manierista y Barroco exigirán mayor dramatismo a la escena por lo que la danza de Salomé perderá importancia para centrarse en la muerte del Bautista. Salomé pasara a segundo plano mientras sujeta la bandeja en la que una anónima mano deposita en ella la cabeza del Bautista, la escena tiene variantes ya que pueden aparece más personajes aunque su climax se centra en el profeta degollado.


Caravaggio

Tiziano Vecellio

Así tenemos los ejemplos de Solario, Luini, Ticiano, Caravaggio, Battista Caracciolo, Strozi,Cranach etc. En un paralelismo interesante y una vez conocida la historia nos explicamos que aquí los artistas también aprovechen para representar a Herodías con la cabeza del profeta, ya que es ella y no Salomé, la causante de su muerte, siendo difícil distinguirlas, ya que sus representaciones adquieren cierto paralelismo, esto es lo que sucede en el óleo anónimo de la Escuela genovesa, o las obra de F. del Cairo.



 Bernardo Strozzi 


Andrea Solario - 1507

No obstante, el personaje de Salomé  mantuvo bastante fielmente los rasgos de la historia bíblica hasta la época moderna; en la que sobre todo artistas pertenecientes  al movimiento romántico y sus derivados,especialmente los simbolistas imbuidos por el espíritu decadente y misógino del siglo trasmutaron su esencia convirtiendo a la joven Salomé en una mujer fatal; en la que, dada su naturaleza femenina, se concentraban todos los males de humanidad.
Además en esta época no solo son los artistas plásticos los que se interesan por el personaje, sino que interesará también a escritores y músicos adquiriendo gran auge.

Gustave Moureau

Erika Bornay en su obra Las hijas de Lilith, explica el concepto de mujer fatal e indica que fue J. K. Huysmans, quien en su novela A rebours (1884) configura los rasgos de este tipo de mujer, tanto visuales como psicológicos, y que será precisamente el personaje de Salomé, en la representación que de él hace Gustav Moreau, el que aglutinará mejor todos ellos, recibiendo el apelativo de fatal; hablando de sus condiciones de danzarina comenta:

No era ya solamente la bailarina que con una torsión corrompida de sus riñones arranca a un anciano el grito de deseo, que rompe la energía y disuelve la voluntad de un rey con meneos de senos y sacudidas de vientre; en cierto modo se volvía la deidad simbólica de la indestructible Lujuria, la diosa de la inmortal Histeria, la Belleza maldita elegida entre todas por la catalepsia que la envaró las carnes y la endureció los muslos, La Bestia monstruosa, indiferente, irresponsable, insensible, que envenena, lo mismo que la Helena antigua, cuando se aproxima a ella, cuando la ve, cuando ella toca.”

Gustave Moureau

Como podemos ver la descripción ha tergiversado completamente la historia y Salomé, por su sola condición de mujer, ha pasado de ser una joven y adolescente virgen a una depravada y lujuriosa mujer fatal. ¡Es ella la provocadora!, no su padrastro el libidinoso, ¡es ella la asesina!, no su madre, verdadera instigadora, del asesinato del Bautista.da
En este sentido incide también la obra de Oscar Wilde que presentará a una Salomé bailando la danza de los siete velos, enamorada y rechaza del Bautista, que perversa y vengativa desea que le sirvan su cabeza en bandeja. Otros se centran en Herodías como Mallarme o Gustav Flaubert, quien recrea la historia que bajo el título de Herodías incluye en su obra Tres cuentos, publicada en 1877, en la que sin alejarse del espíritu del siglo realiza una subjetiva representación de Salomé algo más ecuánime y fiel al texto bíblico; describiendo su danza en estos términos:

“Sus pies pasaban uno delante del otro, al ritmo de la flauta y de untar de crótalos. Sus brazos arqueados llamaban a alguien que siempre huía. Le perseguía más ligera que una mariposa, como una Psiquis curiosa, como un alma vagabunda, pareciendo dispuesta a echarse a volar. El abatimiento había sucedido a la esperanza. Sus actitudes expresaban suspiros, y toda su persona tal languidez que ya no se sabía si lloraba a un dios o se moría en su caricia. Con los párpados medio cerrados, torcía la cintura, balanceaba el vientre con ondulaciones de ola,su rostro permanecía inmóvil y sus pies no se detenían. Bailó como las sacerdotisas de la India, como las nubias de las cataratas, como las bacantes de Lidia. Se volvía a todos lados como una flor agitada por la tempestad.”


Salomé Danzante - Gustave Moreau,1886

Este párrafo de la obra de Flaubert enlaza con las diversas interpretaciones que el simbolista Gustav Moreau hace del personaje de Salomé, que puede considerarse casi una obsesión para él; ya que en sus trabajos sobre el estudio de los primitivos convierte a Salomé en el personaje central de su obra, presentándola en las diversas culturas asumiendo en todas ellas la personificación de la belleza satánica; como si se tratara de estudios arqueológicos va apareciendo inmersa en la cultura indú, la egipcia, la griega, la islámica, etc. Su obra Salomé danzante podemos verla, ante el tetrarca sentado en un trono de tipo oriental, concentrada para iniciar la danza, apenas cubierta por una túnica que permite ver su cuerpo tatuado; quizas por ellos M. Callu la definió como una prostituta mística. El tatuaje era algo habitual en las mujeres orientales y muy frecuente en las prostitutas de la época.
La aparición,Gustave Moureau 

Es famosa también su obra La aparición, en la que la vemos señalando, con espanto, una resplandeciente cabeza del Baustisque que se encuentra suspendida en el centro de la imagen;  a juicio de Reversaeau Moreau encontró su inspiración para esta obra en Salambó, la novela de Flaubert.

Aubrey Beardley

Aubrey Beardley ilustró la obra de Oscar Wilde publicada en 1894; adscrito al movimiento Art Nouveau, el arabesco de sus estilizadas y expresivas figuras en blanco y negro confieren a Salomé un carácter perversamente erudito dotando al personaje de una fina y sutil ironía. Beardley ilustra la obra con las escenas más significativas entre las que destaca la conocida como El climax o el beso de Salome al Bautista, La danza de Salomé o la representación de Herodías.

Lucien Lévy-Dhurmer

Son muchos los artistas de fines del XIX y principios del XX a los que interesa, interpretándola en sus obras; quedando claro en ellas el marcado sentido erótico que la figura de Salomé ha adquirido ya en esta época. Así Lévy-Dhurmer realizó en 1896, año en que se estrenó en el teatro L’Oeuvre de París, un pastel en el que podemos ver una Salomé inclinada sobre la cabeza de Juan el Bautista, rodeándola con sus brazos mientras deposita en sus labios un beso.

Eduard Munch

Franz von Bayros, la reproduce en 1906, bailando desnuda de cintura para arriba, con una especie de falda de paja bastante próxima a los bailes del África negra, Emile Fabry representa su busto desnudo e introduce sutilmente uno de sus pechos en la boca del Bautista; el noruego Eduard Munch en su litografía de 1903 une sus cabezas mediente el arabesco del pelo y la túnica de Salomé.

Lovis Corinth 1900

Lovis Corinth, realizó una Salomé recogiendo la cabeza del Bautista, en la que puede verse al verdugo de espaldas que todavía sostiene el acero en la mano, mientras  Salomé se inclina con los pechos desnudos a recoger la bandeja. 
 Es evidente que podríamos seguir citando artistas de todas la épocas a los que les ha interesado este personaje y han realizado su interpretación sobre él o sobre su madre, que en muchos casos, sobre todo cuando sostiene la cabeza del Bautista en la bandeja, son imágenes muy similares que difícilmente se distinguen si el autor no ha dado nombre a su obra.
En otras artes como la música o el cine también existen versiones de Salomé. 
Hedwig Lachmann tradujo a la lengua alemana la obra de Wilde con gran éxito, ya que en 1901 Max Reinhardt la estrenó en el Keines Theater de Berlin donde se sabe tuvo 200 representaciones. El músico Richard Strauss, que conocía la obra a través del poeta austriaco Lindner se propuso llevar el tema a la ópera; y tras asistir a su representación a finales de 1902 fascinado por la interpretación de Gertrud Eysolt, decidió llevar a cabo la tarea, estrenándose en Dresde el 9 de diciembre de 1905 corriendo a cargo de Marie Wittich el papel de Salomé, Karl Perron como Juan el Bautista y Carl Burrian como Herodes.
El séptimo arte se interesó pronto por el personaje y en 1908 fue llevada al cine bajo la dirección de Stuar Blackton y protagonizada por Florende Lawrence y Maurice Costello; existiendo varias versiones, entre las que destacan la de 1918 en la que Theda Bara interpretaba a Salomé.

https://www.academia.edu/37867447/Salom%C3%A9_en_las_artes_pdf
https://alenarterevista.wordpress.com/2009/03/07/salome-de-innombrada-y-virgen-a-mujer-fatal-por-virginia-segui/
https://es.wikipedia.org/wiki/Salom%C3%A9_(princesa)

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