Con este nombre se conoce un documento egipcio de época ptolemaica que contiene un Decreto emitido en
Menfis, en el año 196 a.C., por el sacerdocio egipcio en honor del
faraón Ptolomeo V
Epífanes. Se trata de una piedra de basalto negro compacto que mide
1,20 m de altura por 0,75 m de anchura, si bien sus dimensiones hubieron
de ser algo mayores, ya que se encontró fragmentada. En la actualidad
constituye uno de los tesoros más significativos del Museo Británico, en donde está catalogada con el número de inventario 1.065.
Según se sabe, el descubrimiento de la Piedra Rosetta fue
totalmente casual; se produjo con ocasión de unas obras de carácter
militar que se estaban efectuando en El-Rashid, en el delta del Nilo.
La suerte de dar con ella le cupo al oficial Pierre F. X. Bouchard.
Posteriormente la Piedra fue llevada a Alejandría y pasó a poder del
general Menou. Al tener noticia de tal hallazgo, Napoleón Bonaparte
ordenó que se depositara en el Instituto Nacional que había creado en
El Cairo. Napoleón ordenó seguidamente que se hicieran diferentes copias
de la misma, tarea que fue llevada a cabo in situ por los
litógrafos franceses Marcel y Galland. La piedra sería luego devuelta a
Alejandría, para pasar de nuevo a manos del general Menou.Sin
embargo, los avatares de la guerra que se dirimía en el norte de Egipto
motivaron que el ejército francés tuviese que capitular ante las tropas
turcas y británicas dirigidas por sir Ralph Abercromby y que se firmara
un Tratado de Capitulación. En uno de sus artículos -el XVI- se ordenaba
que todas las antigüedades egipcias reunidas por los franceses durante
su estancia en Egipto pasaran a poder de la Corona británica.
Lógicamente, y a pesar del contencioso que se originó, la Piedra Rosetta
paso a manos inglesas. Fue transportada por mar, sin ninguna dilación, a
Inglaterra; llegó a Portsmouth en febrero de 1802 y pasó a ser
custodiada por la Sociedad de Anticuarios de Londres, cuyo presidente
ordenó hacer cuatro vaciados en escayola que fueron repartidos entre las
Universidades de Oxford, Cambridge, Edimburgo y Dublín. A finales de
dicho año, la Piedra pasó a los fondos del Museo Británico.
La Piedra Rosetta presenta una triple inscripción en tres caracteres escriturarios distintos (jeroglífico, demótico y griego). Enseguida despertó un inusitado interés científico, sobre todo por el enigma que significaban los signos de sus dos primeras franjas (32 líneas en escritura demótica, 54 en escritura griega). El texto griego fue muy pronto traducido y se pudo leer ya en el propio año 1802, como resultado de la labor del erudito Stephen Weston. El texto demótico, gracias a los esfuerzos del francés Sylvester de Sacy, del danés Johan David Akerbald y del inglés Thomas Young, pudo también traducirse y se vio que su contenido coincidía con lo consignado en la franja griega. Por otra parte, fue Thomas Young quien dio un enorme impulso a los estudios del desciframiento de los jeroglíficos, en los que estaba trabajando con anterioridad, al lograr identificar en la Piedra Rosetta los caracteres del nombre de Ptolomeo, presente en cinco cartuchos reales. De los esfuerzos de Thomas Young obtendría notable provecho el orientalista italiano F. P. G. Salvolini, quien también estaba inmerso en el desciframiento de la famosa Piedra. Sin embargo, sería el francés Jean-François Champollion, entonces un joven de 18 años, quien, tras catorce intensos años de estudio, dio con la clave definitiva para el desciframiento de la Piedra Rosetta (que presentaba 1.419 jeroglíficos frente a 486 palabras griegas) y de la totalidad de la escritura jeroglífica egipcia. Hizo descansar su método de estudio y desciframiento en tres intuiciones: a) el copto representaría el último estadio de la lengua egipcia; b) los jeroglíficos tendrían un valor mixto, ideográfico y fonético; y c) los cartuchos deberían contener fonéticamente los nombres de los faraones. De esta manera pudo leer el nombre Ptolmys. Más tarde, en 1821, mientras estudiaba el texto bilingüe de un obelisco de Philae trasladado a la Gran Bretaña, consiguió leer en el mismo el nombre de Cliopatra -que ya conocía por otra fuente-, con lo que obtuvo el valor alfabético de doce signos jeroglíficos. Al extender su método a otros cartuchos, Champollion consiguió obtener nuevos valores jeroglíficos. Con todo ello pudo pergeñar un Alfabeto de los jeroglíficos fonéticos, con sus equivalentes demótico y griego. Presentó este hallazgo ante los estudiosos en 1822, cuando escribió su célebre Lettre à M. Dacier relative à l'Alphabet des Hieroglyphes Phonétiques.
El contenido de la Piedra Rosetta, como se ha indicado, recoge un Decreto emitido por los sacerdotes egipcios en honor de Ptolomeo V Epífanes. Con objeto de favorecer su comprensión y estudio, tal Decreto puede estructurarse en tres bloques temáticos perfectamente delimitados. En el primero, y a modo de introducción, se alude a la cronología del propio Decreto (27 de marzo del 196 a.C.) y a la figura del faraón reinante, presentado como instaurador del orden en el país y como un excepcional monarca.
El segundo bloque recoge con muchos detalles todos los beneficios que Ptolomeo V había dispensado a Egipto y a su estamento sacerdotal. Entre ellos, entregas de dinero y grano a los templos, condonación de deudas, reducción de las tasas que se exigían para ser nombrado sacerdote, restauración de los servicios religiosos en los templos, perdón para los rebeldes, envío de tropas contra los enemigos, reducción del impuesto sobre determinados tejidos, obsequios a los toros sagrados Apis y Mnevis y reconstrucción de capillas y templos.
En el tercer bloque se indica el respetuoso agradecimiento de los sacerdotes por todas aquellas medidas. En consecuencia, el estamento sacerdotal ordenó hacer estatuas de Ptolomeo V y colocarlas en cada uno de los templos del país, labrar estatuas de madera del monarca con sus correspondientes nichos dorados para sacarlas en procesión, distinguir el nicho de Ptolomeo V por medio de diez vistosas coronas de oro, declarar días festivos para siempre los aniversarios del nacimiento y coronación del rey, crear un nuevo título sacerdotal, adscrito al monarca y extensible a todos los sacerdotes, autorizar a los súbditos la tenencia de nichos del rey en sus domicilios y tributarle así culto y, finalmente, efectuar copias del Decreto en losas de basalto, que deberían ser expuestas en los templos más importantes, junto a la estatua del rey.
El último acuerdo del Decreto hubo de cumplirse con toda
rapidez, dado que, afortunadamente para la egiptología, han podido
rescatarse otras dos copias, aunque muy incompletas, de la Piedra
Rosetta. Una de ellas, que sólo conserva parte del texto griego, se
halla inscrita en una estela que se adquirió en 1923 en Leontópolis
(hoy conservada en el Museo de Alejandro). La segunda copia, con restos
de los textos en los tres caracteres escriturarios, se halla inscrita
en dos fragmentos de otra estela que fue localizada en la isla
Elefantina en 1908. Esta copia actualmente forma parte de los fondos del
Museo del Louvre. Los fragmentos conservados de estas dos copias repiten idéntico contenido textual
Nadie duda de la importancia que la Piedra Rosetta ha tenido
para la Historia y así lo testimonian los millares de estudios hechos
sobre la misma. Fue este objeto el que ofreció la clave para el
desciframiento de la escritura jeroglífica y, por lo tanto, está
considerada como la piedra angular que facilitaría el conocimiento de la
Historia del antiguo Egipto. Sin embargo, su contenido intrínseco, esto
es, el Decreto sacerdotal, no fue en absoluto original, ya que con
anterioridad a la fecha de su promulgación otros sacerdotes, reunidos en
Canopos el 7 de marzo del año 238 a.C., habían decretado unos acuerdos
muy similares -y con mucha mayor amplitud- en honor del entonces rey Ptolomeo III
Evergetes, cuyo texto también se hizo grabar en jeroglífico, demótico y
griego. Este Decreto, que sirvió de modelo al de la Piedra Rosetta,
puede ser admirado hoy en el Museo de El Cairo, inscrito en una Estela
de 2,02 m de altura, catalogada con el número 22.186.
He aquí reproducido el texto griego de la Piedra Rosetta.
"Bajo
el reinado del joven que recibió la soberanía de su padre, Señor de las
Insignias reales, cubierto de gloria, el instaurador del orden en
Egipto, piadoso hacia los dioses, superior a sus enemigos, que ha
restablecido la vida de los hombres, Señor de la Fiesta de los Treinta
Años, igual a Hefaistos el Grande, un rey como el Sol, Gran rey sobre el
Alto y el Bajo país, descendiente de los dioses Filopáteres, a quien
Hefaistos ha dado su aprobación, a quien el Sol ha dado la victoria, la
imagen viva de Zeus, hijo del Sol, Ptolomeo, viviendo por siempre, amado
de Ptah.
En el año noveno, cuando Aetos, hijo de Aetos, era sacerdote de Alejandro y de los dioses Sóteres, y de los dioses Adelfos, y de los dioses Evergetes, y de los dioses Filopáteres, y del dios Epífanes Eucharistos, siendo Pyrrha, hija de Filinos, athlófora de Berenice Everegetes; siendo Aria, hija de Diógenes, canéfora de Arsínoe Filadelfo; siendo Irene, hija de Ptolomeo, sacerdotisa de Arsínoe Filópator, en el (día) cuarto del mes Xandikos -o el 18 de Mekhir de los egipcios-,
En el año noveno, cuando Aetos, hijo de Aetos, era sacerdote de Alejandro y de los dioses Sóteres, y de los dioses Adelfos, y de los dioses Evergetes, y de los dioses Filopáteres, y del dios Epífanes Eucharistos, siendo Pyrrha, hija de Filinos, athlófora de Berenice Everegetes; siendo Aria, hija de Diógenes, canéfora de Arsínoe Filadelfo; siendo Irene, hija de Ptolomeo, sacerdotisa de Arsínoe Filópator, en el (día) cuarto del mes Xandikos -o el 18 de Mekhir de los egipcios-,
Decreto:
Los sumos sacerdotes y profetas y los
que entran en lo más sagrado del templo para vestir a los dioses, y los
pteróforos y los hierográmatas y todos los demás sacerdotes que,
saliendo de todos los templos del país, fueron a Menfis para la Fiesta
de la asunción de Ptolomeo, que vive eternamente, el amado de Ptah, dios
Epífanes Eucharistos, que toma aquella corona para sustituir a su
padre; todos los cuales, habiéndose reunido en el templo de Menfis,
declaran en este día:
Puesto que el rey Ptolomeo, por siempre vivo, amado de Ptah, dios Epífanes Eucharistos, hijo del rey Ptolomeo y de la reina Arsínoe, dioses Filopáteres, ha llenado de beneficios no sólo a los templos, sino también a los que habitan en ellos y, asimismo, a los que son sus súbditos, siendo un dios nacido de un dios y de una diosa como Horus, el hijo de Isis y Osiris, que vengó a su padre Osiris, y habiéndose mostrado bienhechor hacia los dioses, ha dedicado a los templos beneficios de plata y grano y ha hecho numerosas dispensas para conducir a Egipto a la prosperidad y al establecimiento del orden en todo lo concerniente al culto, y puesto que con todas sus fuerzas ha dado pruebas de humanidad y de las rentas e impuestos recaudados en Egipto ha suprimido algunos y aligerado otros a fin de que el pueblo y todos los demás pueblos puedan vivir en la abundancia durante su reinado.
Y, porque ha perdonado las deudas a la Corona, siendo muchas las que los habitantes de Egipto y del resto del reino adeudaban; y porque ha liberado de los cargos en su contra a los que estaban en prisión y a los que estaban bajo acusación desde hacía tiempo; y porque ha dictaminado que los dioses deban continuar disfrutando de las rentas de los templos y de las subvenciones anuales que se les da, ambas de grano y plata, de idéntico modo también en las rentas, asignadas a los dioses y tomadas de las tierras de viñedos, de los jardines y de otras propiedades que habían pertenecido a los dioses en tiempos de su padre.
Y porque él ha determinado también, en relación a los sacerdotes, que no deban pagar más como impuesto de admisión al sacerdocio que lo que fue fijado a ellos durante el reinado de su padre y hasta el primer año de su propio reinado; y ha aliviado a los miembros de las órdenes sacerdotales del descenso anual por el río a Alejandría; y porque ha determinado que no se efectúe más el requisamiento para la flota y ha perdonado dos tercios del impuesto sobre los tejidos de byssus, pagados por los templos a la Corona, y ha restituido a su condición propia cualquier cosa que hubiese sido olvidada en tiempos pretéritos, teniendo cuidado en cómo las tradicionales obligaciones deben ser adecuadamente pagadas a los dioses; y de la misma manera ha impartido justicia a todos, como Hermes, el Grande y Grande, y ha ordenado también que puedan recuperar -tan pronto como regresen del exilio- la posesión de sus (antiguos) bienes los que habían formado parte de la clase militar y aquellos otros que estaban desfavorablemente dispuestos en los días de los disturbios; y porque ha vigilado en lo referente a las fuerzas de caballería, infantería y marina para enviarlas contra los que habían atacado a Egipto por mar y por tierra, disponiendo al efecto grandes sumas de plata y de grano para que los templos y todos quienes están en el país pudieran estar seguros; y habiendo ido a Licópolis en el nomo busirita, villa que había sido ocupada y fortificada contra los asedios con abundantes almacenamientos de armas y de toda clase de vituallas, viendo que el espíritu de revuelta llevaba ahora bastante tiempo instalado entre los impíos, reunidos dentro de ella, los cuales habían hecho mucho daño a los templos y a todos los egipcios, y habiendo acampado frente a esta plaza, la rodeó con montículos y trincheras y construyó sólidas fortificaciones. Gracias a ello, cuando el Nilo tuvo una gran crecida en el octavo año (de su reinado), e inundó como acostumbraba las llanuras, él la previno embalsando en muchos sitios (el agua de) las salidas de los canales, gastando en ello una suma de dinero en no poca cantidad, y disponiendo la caballería y la infantería para custodiarla.
En poco tiempo tomó la ciudad a viva fuerza y destruyó a todos los hombres impíos que había en ella, igual a Hermes y Horus, el hijo de Isis y Osiris, que anteriormente se habían convertido en señores de gentes revoltosas en el mismo distrito; y en cuanto a aquellos que habían dirigido a los rebeldes en tiempos de su padre, y que habían devastado el país y violado los templos, llegado a Menfis para defender a su padre y a su propio trono, los castigó a todos como se merecían, en la época en la que fue allí a realizar las ceremonias debidas para la asunción de la Corona; y, dado que ha perdonado lo que era debido a la Corona por los templos hasta su octavo año, no siendo poca la cantidad de grano y plata y que, parejamente, ha perdonado las multas por el tejido de byssus no enviado a la Corona, y de aquél enviado, las muchas tasas por su verificación por el mismo período. Asimismo, porque ha liberado a los templos del impuesto del artabe, fijado por cada arura de tierra sagrada y de igual modo (los liberó) del keramion por cada arura de tierra de viña; y puesto que ha otorgado muchos obsequios a Apis y a Mnevis y a los otros animales sagrados de Egipto, tomando mucho más cuidado que los reyes anteriores a él en todo aquello que les convenía en toda circunstancia, dando para sus funerales lo que era adecuado de modo suntuoso y espléndido, así como las sumas pagadas para su culto particular, con los sacrificios, los festivales y las demás ceremonias prescritas.
Y porque (asimismo) ha mantenido en su sitio los privilegios de los templos y de Egipto de acuerdo con las leyes y ha adornado el templo de Apis con magníficas obras, cubriéndolo con oro, plata y piedras preciosas en abundante cantidad; y, dado que ha fundado templos, capillas y altares, y ha reparado aquéllos que lo requerían, teniendo el celo de un dios benéfico en las cosas pertenecientes a la divinidad; y, dado que ha estado reparando como convenía los más honorables templos durante su reinado, luego de habérselo pedido. En compensación de tales cosas los dioses le han dado salud, victoria y poder y todas las demás cosas buenas; y él y sus hijos retendrán la propiedad de la Corona para siempre jamás.
Puesto que el rey Ptolomeo, por siempre vivo, amado de Ptah, dios Epífanes Eucharistos, hijo del rey Ptolomeo y de la reina Arsínoe, dioses Filopáteres, ha llenado de beneficios no sólo a los templos, sino también a los que habitan en ellos y, asimismo, a los que son sus súbditos, siendo un dios nacido de un dios y de una diosa como Horus, el hijo de Isis y Osiris, que vengó a su padre Osiris, y habiéndose mostrado bienhechor hacia los dioses, ha dedicado a los templos beneficios de plata y grano y ha hecho numerosas dispensas para conducir a Egipto a la prosperidad y al establecimiento del orden en todo lo concerniente al culto, y puesto que con todas sus fuerzas ha dado pruebas de humanidad y de las rentas e impuestos recaudados en Egipto ha suprimido algunos y aligerado otros a fin de que el pueblo y todos los demás pueblos puedan vivir en la abundancia durante su reinado.
Y, porque ha perdonado las deudas a la Corona, siendo muchas las que los habitantes de Egipto y del resto del reino adeudaban; y porque ha liberado de los cargos en su contra a los que estaban en prisión y a los que estaban bajo acusación desde hacía tiempo; y porque ha dictaminado que los dioses deban continuar disfrutando de las rentas de los templos y de las subvenciones anuales que se les da, ambas de grano y plata, de idéntico modo también en las rentas, asignadas a los dioses y tomadas de las tierras de viñedos, de los jardines y de otras propiedades que habían pertenecido a los dioses en tiempos de su padre.
Y porque él ha determinado también, en relación a los sacerdotes, que no deban pagar más como impuesto de admisión al sacerdocio que lo que fue fijado a ellos durante el reinado de su padre y hasta el primer año de su propio reinado; y ha aliviado a los miembros de las órdenes sacerdotales del descenso anual por el río a Alejandría; y porque ha determinado que no se efectúe más el requisamiento para la flota y ha perdonado dos tercios del impuesto sobre los tejidos de byssus, pagados por los templos a la Corona, y ha restituido a su condición propia cualquier cosa que hubiese sido olvidada en tiempos pretéritos, teniendo cuidado en cómo las tradicionales obligaciones deben ser adecuadamente pagadas a los dioses; y de la misma manera ha impartido justicia a todos, como Hermes, el Grande y Grande, y ha ordenado también que puedan recuperar -tan pronto como regresen del exilio- la posesión de sus (antiguos) bienes los que habían formado parte de la clase militar y aquellos otros que estaban desfavorablemente dispuestos en los días de los disturbios; y porque ha vigilado en lo referente a las fuerzas de caballería, infantería y marina para enviarlas contra los que habían atacado a Egipto por mar y por tierra, disponiendo al efecto grandes sumas de plata y de grano para que los templos y todos quienes están en el país pudieran estar seguros; y habiendo ido a Licópolis en el nomo busirita, villa que había sido ocupada y fortificada contra los asedios con abundantes almacenamientos de armas y de toda clase de vituallas, viendo que el espíritu de revuelta llevaba ahora bastante tiempo instalado entre los impíos, reunidos dentro de ella, los cuales habían hecho mucho daño a los templos y a todos los egipcios, y habiendo acampado frente a esta plaza, la rodeó con montículos y trincheras y construyó sólidas fortificaciones. Gracias a ello, cuando el Nilo tuvo una gran crecida en el octavo año (de su reinado), e inundó como acostumbraba las llanuras, él la previno embalsando en muchos sitios (el agua de) las salidas de los canales, gastando en ello una suma de dinero en no poca cantidad, y disponiendo la caballería y la infantería para custodiarla.
En poco tiempo tomó la ciudad a viva fuerza y destruyó a todos los hombres impíos que había en ella, igual a Hermes y Horus, el hijo de Isis y Osiris, que anteriormente se habían convertido en señores de gentes revoltosas en el mismo distrito; y en cuanto a aquellos que habían dirigido a los rebeldes en tiempos de su padre, y que habían devastado el país y violado los templos, llegado a Menfis para defender a su padre y a su propio trono, los castigó a todos como se merecían, en la época en la que fue allí a realizar las ceremonias debidas para la asunción de la Corona; y, dado que ha perdonado lo que era debido a la Corona por los templos hasta su octavo año, no siendo poca la cantidad de grano y plata y que, parejamente, ha perdonado las multas por el tejido de byssus no enviado a la Corona, y de aquél enviado, las muchas tasas por su verificación por el mismo período. Asimismo, porque ha liberado a los templos del impuesto del artabe, fijado por cada arura de tierra sagrada y de igual modo (los liberó) del keramion por cada arura de tierra de viña; y puesto que ha otorgado muchos obsequios a Apis y a Mnevis y a los otros animales sagrados de Egipto, tomando mucho más cuidado que los reyes anteriores a él en todo aquello que les convenía en toda circunstancia, dando para sus funerales lo que era adecuado de modo suntuoso y espléndido, así como las sumas pagadas para su culto particular, con los sacrificios, los festivales y las demás ceremonias prescritas.
Y porque (asimismo) ha mantenido en su sitio los privilegios de los templos y de Egipto de acuerdo con las leyes y ha adornado el templo de Apis con magníficas obras, cubriéndolo con oro, plata y piedras preciosas en abundante cantidad; y, dado que ha fundado templos, capillas y altares, y ha reparado aquéllos que lo requerían, teniendo el celo de un dios benéfico en las cosas pertenecientes a la divinidad; y, dado que ha estado reparando como convenía los más honorables templos durante su reinado, luego de habérselo pedido. En compensación de tales cosas los dioses le han dado salud, victoria y poder y todas las demás cosas buenas; y él y sus hijos retendrán la propiedad de la Corona para siempre jamás.
A la buena Fortuna:
Se
determinó por los sacerdotes de todos los templos del país incrementar
en grado sumo todos los honores debidos al rey Ptolomeo, por siempre
vivo, amado de Ptah, dios Epífanes Eucharistos, a semejanza de aquellos
sus padres, los dioses Filopátores, y de sus ancestros, los dioses
Everegetes, y los dioses Adelfos y los dioses Sóteres. Y erigir en el
lugar más destacado de cada templo una imagen del siempre vivo rey
Ptolomeo, (amado de Ptah), el dios Epífanes Eucharistos, imagen que
tendrá por nombre Ptolomeo, el defensor de Egipto, junto a la que
se situará el dios principal del templo presentándole el arma de la
victoria. Los sacerdotes deberán efectuar el servicio religioso junto a
las imágenes tres veces al día, poniendo sobre ellas sagradas
vestiduras, y realizar las demás ceremonias que se acostumbran a dar a
los restantes dioses en las fiestas y en los festivales. Y levantarle al
rey Ptolomeo, dios Epífanes Eucharistos, nacido del rey Ptolomeo y de
la reina Arsínoe, dioses Filopáteres, una estatua de madera y un nicho
dorado en cada uno de los templos y colocarlos en el santo de los
santos, junto a los demás nichos, y en los grandes festivales en que los
nichos son sacados y llevados en procesión, el dios Epífanes
Eucharistos deberá ser llevado en procesión con ellos, al mismo tiempo.
Y para que su nicho pueda ser fácilmente distinguido ahora y en el transcurso de los tiempos, deberán ser situadas sobre este nicho las diez coronas de oro del rey, delante de las cuales se colocará un áspid, como en todas las coronas en forma de áspid que se encuentran sobre otros nichos; y en medio de estas coronas deberá estar la corona llamada Pschent, que él se puso cuando fue al templo de Menfis para cumplir allí las ceremonias prescritas de la asunción de la soberanía; y deberán ser colocadas sobre el tetrágono que soporta las coronas, junto a la corona real antes mencionada, placas de oro (en número de ocho), que harán saber que éste es el nicho del rey que ha vuelto ilustres al País Alto y al País Bajo.
Y puesto que el 30 de Mesore, día en que se celebra el nacimiento del rey, y de igual modo el 17 de Paofi, día en que él recibió la corona de su padre, han sido reconocidos como epónimos, y han marcado el comienzo de numerosos bienes para todos, (fue decretado) que se celebrasen aquellos días en los templos de Egipto, todos los meses, en los que se deberán hacer sacrificios, libaciones y las demás ceremonias prescritas, como las realizadas en los otros festivales. Y que se hagan las ofrendas habituales y que las víctimas preparadas para el sacrificio sean repartidas entre aquellos que se encuentran en los templos. Y deberá celebrarse una fiesta y un festival en honor del rey, por siempre vivo, amado de Ptah, Ptolomeo, dios Epífanes Eucharistos, anualmente, en los templos de la totalidad del país, desde el primero de Thot, durante cinco días, en los que deberán usar guirnaldas y realizar sacrificios y libaciones y todo lo que convenga. Y los sacerdotes (en cada templo) deberán ser proclamados también sacerdotes del dios Epífanes Eucharistos, (añadiéndose) a los demás nombres de los dioses de los que son sacerdotes; y este nombre deberá consignarse en todos los documentos formales y grabado sobre los anillos que ellos usen por este sacerdocio. Y deberá permitirse a los individuos particulares celebrar los festivales y erigir el ya mencionado nicho y tenerlo en sus casas, realizando las ceremonias prescritas en las fiestas mensuales y anuales, de manera que pueda ser sabido (por todos) que los habitantes de Egipto magnifican los honores debidos al dios Epífanes Eucharistos, su rey, de acuerdo con lo prescrito por la ley.
Que este Decreto sea inscrito sobre estelas de piedra dura, en caracteres sagrados, indígenas y griegos, y que se coloquen en cada uno de los templos de primero, segundo y tercer rango, al lado de la imagen del rey, siempre vivo".
Y para que su nicho pueda ser fácilmente distinguido ahora y en el transcurso de los tiempos, deberán ser situadas sobre este nicho las diez coronas de oro del rey, delante de las cuales se colocará un áspid, como en todas las coronas en forma de áspid que se encuentran sobre otros nichos; y en medio de estas coronas deberá estar la corona llamada Pschent, que él se puso cuando fue al templo de Menfis para cumplir allí las ceremonias prescritas de la asunción de la soberanía; y deberán ser colocadas sobre el tetrágono que soporta las coronas, junto a la corona real antes mencionada, placas de oro (en número de ocho), que harán saber que éste es el nicho del rey que ha vuelto ilustres al País Alto y al País Bajo.
Y puesto que el 30 de Mesore, día en que se celebra el nacimiento del rey, y de igual modo el 17 de Paofi, día en que él recibió la corona de su padre, han sido reconocidos como epónimos, y han marcado el comienzo de numerosos bienes para todos, (fue decretado) que se celebrasen aquellos días en los templos de Egipto, todos los meses, en los que se deberán hacer sacrificios, libaciones y las demás ceremonias prescritas, como las realizadas en los otros festivales. Y que se hagan las ofrendas habituales y que las víctimas preparadas para el sacrificio sean repartidas entre aquellos que se encuentran en los templos. Y deberá celebrarse una fiesta y un festival en honor del rey, por siempre vivo, amado de Ptah, Ptolomeo, dios Epífanes Eucharistos, anualmente, en los templos de la totalidad del país, desde el primero de Thot, durante cinco días, en los que deberán usar guirnaldas y realizar sacrificios y libaciones y todo lo que convenga. Y los sacerdotes (en cada templo) deberán ser proclamados también sacerdotes del dios Epífanes Eucharistos, (añadiéndose) a los demás nombres de los dioses de los que son sacerdotes; y este nombre deberá consignarse en todos los documentos formales y grabado sobre los anillos que ellos usen por este sacerdocio. Y deberá permitirse a los individuos particulares celebrar los festivales y erigir el ya mencionado nicho y tenerlo en sus casas, realizando las ceremonias prescritas en las fiestas mensuales y anuales, de manera que pueda ser sabido (por todos) que los habitantes de Egipto magnifican los honores debidos al dios Epífanes Eucharistos, su rey, de acuerdo con lo prescrito por la ley.
Que este Decreto sea inscrito sobre estelas de piedra dura, en caracteres sagrados, indígenas y griegos, y que se coloquen en cada uno de los templos de primero, segundo y tercer rango, al lado de la imagen del rey, siempre vivo".
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