En 1904, el arqueólogo Ernesto Schiaparelli descubrió la espléndida
tumba de Nefertiti. Sus
bellas pinturas mostraban las diferentes etapas del viaje de la soberana
hacia el reino de Osiris
En el año 1255 a.C., la reina Nefertari Meritenmut, de la dinastía XIX, abandonó este mundo para
dirigirse hacia los Campos de Iaru. Nefertari fue enterrada en una tumba
de la necrópolis conocida entre los egipcios como Ta-set-neferu, (el
lugar de los más bellos), situada en la montaña junto a la capital
religiosa del Alto Egipto, Tebas, y que nosotros conocemos como el Valle
de las Reinas. Este cementerio empezó a ser utilizado durante la
dinastía XVIII del Imperio Nuevo para construir los pozos funerarios de
personajes privados de clase alta. Pero durante la dinastía XIX, con el
enterramiento de la reina Sat-Re, esposa de Ramsés I, el lugar se
convirtió en el emplazamiento de las tumbas de las reinas que ostentaron
el título de Gran Esposa Real así como de los príncipes.
La elección de este lugar como necrópolis real no fue fortuita. Está situado cerca de la cima de la montaña tebana y era una zona asociada a la diosa vaca Hathor, ya que la gruta que hay allí se asimilaba al útero de la Vaca Celestial. Las tumbas, que son hipogeos, se excavaban en el interior de este útero para facilitar el renacimiento de los difuntos. La necrópolis continuó en activo durante la dinastía XXI, cuando se enterraron allí personajes que no eran de sangre real, hasta el siglo IV d.C., cuando los cristianos egipcios (coptos) profanaron el lugar y destrozaron y quemaron las tumbas y a sus ocupantes, para a continuación santificar el emplazamiento con la construcción del monasterio de Deir el-Rumi.
El lugar quedó olvidado durante 1.500 años hasta que lo redescubrieron los primeros exploradores del siglo XIX. El primero en visitarlo fue Robert Hay en 1826 y sólo dos años después John Gardner Wilkinson realizó la primera clasificación de las tumbas.
Fue entonces cuando Jean-François
Champollion le dio el nombre de Valle de las Reinas. Con todo, las
investigaciones en profundidad sólo darían inicio a principios del siglo
XX, cuando el Museo Egipcio de Turín envió a la antigua Tebas una
misión arqueológica dirigida por Ernesto Schiaparelli. Los trabajos
realizados por el equipo italiano obtuvieron muy buenos resultados. En
1906 Schiaparelli descubrió la tumba inviolada de Kha, el supervisor de
los obreros de Deir el-Medina, y su esposa Meryt.
Pero sin duda el
descubrimiento más espectacular fue el de la tumba de la reina
Nefertari, la mayor y más hermosa del Valle de las Reinas, en 1904. Un
ladrón de tumbas indicó a Schiaparelli el emplazamiento, quien nada más
entrar en ella se dio cuenta de que la sepultura había sido saqueada
pocos años después del entierro. Por eso ordenó construir un portal
arqueado de adobes para proteger la entrada al sepulcro, colocó puertas
de hierro en las otras tumbas del valle y procedió a su numeración.
La estructura de la tumba de Nefertari es la típica de las tumbas de la dinastía XIX. La entrada se efectúa por una escalera de 18 escalones, que conduce al primer nivel del sepulcro, compuesto por una antecámara cuadrangular y un anexo. Desde la antecámara, un segundo tramo de escaleras desciende hasta la cámara funeraria propiamente dicha, que cuenta con tres anexos y en cuyo centro se colocó el sarcófago de la reina, aunque Schiaparelli tan sólo encontró algunos fragmentos de la tapa. En una pared se había excavado un pequeño nicho para depositar la caja canópica que contenía las vísceras momificadas de Nefertari.
Lo
que hace de la tumba de Nefertari la más bella del Valle de las Reinas
es su decoración mural. Realizadas por los obreros encargados de la
decoración del cercano Valle de los Reyes, las pinturas de la casa de
eternidad de la reina presentan un brillante colorido y una calidad
excepcional. En general, la parte inferior de las paredes estaba pintada
con una franja de color negro sobre la que se colocaba otra franja de
color amarillo y rojo. Los techos, en cambio, representan el cielo
nocturno pintado de color azul oscuro cubierto de estrellas doradas de
cinco puntas, con la sola excepción del techo de la puerta de entrada de
la primera cámara.
El programa decorativo de la tumba viene a ser una representación de diversos capítulos del Libro de los muertos, una colección de textos funerarios relacionados con las distintas etapas del viaje del difunto al Más Allá, según las creencias del antiguo Egipto. Las escenas pueden leerse tanto en sentido descendente, siguiendo el camino que realizaba el ataúd el día de su entierro, como en sentido ascendente, dado que se creía que el espíritu de la reina renacía a diario en la cámara sepulcral y remontaba hasta unirse con los dioses en el horizonte oriental, por donde salía el sol; de ahí que en el techo de la puerta de entrada Nefertari aparezca representada como el disco solar, simbolizando el ascenso de Re hacia el horizonte.
Así pues, las pinturas del primer nivel de la tumba muestran la momificación del cuerpo de Nefertari y cómo la reina es acogida por las diferentes divinidades. Por ejemplo, en la pared sur de la antecámara, la reina aparece representada en tres escenas distintas, correspondientes al capítulo 17 del Libro de los Muertos. La primera de ellas nos muestra a Nefertari sentada en una silla con respaldo alto dentro de una especie de cabaña fabricada con cañas. Ante ella aparece una mesa con un tablero del juego del senet, en el que la reina participa, ya que con su mano izquierda adelantada parece que está a punto de mover una ficha ante un contrincante imaginario. Toda la escena se completa con jeroglíficos en los que aparecen el nombre y los títulos de la soberana. Relacionada con esta escena se muestra la siguiente representación de Nefertari, como el pájaro-ba con cabeza humana sobre una pequeña capilla. En el contexto funerario, el juego del senet simboliza la posibilidad de que el espíritu de Nefertari viaje durante el día fuera de la tumba y vuelva durante la noche a la morada de eternidad. La decoración finaliza con una imagen de la reina adorando la representación del dios Aker, que simboliza el horizonte, situado en un extremo de la pared oeste. Este muro se complementa con la imagen de la momia de Nefertari sobre una cama funeraria con cabeza de león, flanqueada por las plañideras divinas Isis y Neftis, representadas aquí como dos milanos.
Ya en la
cámara funeraria, la decoración de las paredes muestra a los guardianes
de las puertas del reino de Osiris y a los protectores de los portales
del inframundo, imágenes que van acompañadas por las invocaciones
rituales que el difunto debe hacer al atravesar cada una de esas puertas
y portales en su viaje al Más Allá, según los capítulos 144 y 146 del Libro de los muertos.
Así, junto a la imagen de la «segunda puerta» se lee la identificación
que hace Nefertari del guardián, demostrando su poder sobre los enemigos
y el triunfo sobre la muerte: «El nombre de su portero es “el que abre
la marcha”. El nombre de su guardián es “cara de circunstancias”. El
nombre de su heraldo es “aserrador”». A lo que sigue una invocación que
hace la misma Nefertari: «Osiris, Gran Esposa Real, señora de las dos
tierras, Nefertari, justificada ante Osiris, rica en ofrendas, en el
momento de emprender su camino con una llama, que derrota a los enemigos
[…] he emprendido el camino, deja que pase, que me salve y que
contemple como Re lo recorre».
Desgraciadamente, las soberbias pinturas de la tumba de Nefertari empezaron a mostrar signos preocupantes de deterioro desde su descubrimiento. Una restauración en la década de 1980 les devolvió su vivo colorido y la nitidez de los contornos,pero pocos años después la tumba fue clausurada definitivamente, dejando al espíritu de la reina vagar libremente por su morada de eternidad.
CARTA DE AMENOFIS IV (AKENATÓN) A SU ESPOSA NEFERTITI
(Traducción del Poema dedicado a Nefertiti, encontrado en Egipto en el año 1830, encontrado en la antitesis de la Piedra Roseta, grabado en marmol, escrito por Akenatón y es su declaración de amor)
"Reina de las arenas
que a tus pies
se desborda el Nilo.
Amárrame a tus cadenas
que la vida es como es
pero vivo pendiente del hilo
que me alarga las esperas.
Que todo mi reino daría
por esas caderas
y por ese cuello
que es la romería
de mi boca desbocada.
Y deshojaré el velo
que esconde tu mirada
bajo el clamor
de tu cabello al viento
para entre Karnac y Luxor
peregrinar por el amor
y el perfume de tu aliento.
Mi reina, yo te daría
la fuerza de los dioses
el compás de una letanía,
un imán entre la distancia
y los roces,
un perfume en la fragancia
de esta calma enloquecida.
Y por ti perdería la vida
naufragando en tu belleza
y tu calor.
Y tal vez no tenerte sería
mendigar con riquezas
carentes de valor.
Nefertiti, desliz
de una sábana en celo,
corazón de un final feliz
y reina de los mares del cielo.
El edén y el infierno trepanan memorias
desempolvan antiguas quimeras
como la decepción y la gloria
y ese carruaje que ojalá no volviera..."
https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-02-24/nefertiti-tumba-camara-secreta-tutankhamon-egipto_2467412/
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/tumba-reina-nefertari_9678#:~:text=En%201904%2C%20el%20arque%C3%B3logo%20Ernesto,hacia%20el%20reino%20de%20Osiris
https://elpais.com/internacional/2018/05/07/mundo_global/1525694971_410456.html
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