Pocas veces alguien de quien sabemos tan poco nos ha legado tanto. En efecto, los datos sobre Homero son escasos y poco fiables. Todo lo relacionado con su vida, obra, y su propia existencia, son motivo de discusión. Lo que nadie duda es la gran importancia de la Ilíada y la Odisea y su repercusión en todas las artes. Los poemas homéricos son el comienzo de la literatura escrita y el final de una tradición oral; por tanto, en menor o mayor medida, toda la literatura posterior va a estar influida por la Ilíada y la Odisea.
Homero no es sólo un poeta, para los griegos llegó a ser un maestro, un filósofo, un guía e incluso sus versos se utilizaron como respuestas de oráculos. La Ilíada y la Odisea no están hechas exclusivamente para el entretenimiento, enseñan, entre otras muchas cosas, valores humanos y divinos, comportamientos sociales, sistemas políticos, costumbres convertidas en leyes o la posición de inferioridad de los humanos frente a los dioses. Los estudiantes griegos memorizaban los más de 27.000 versos, que suman las dos obras, de los que aprendían historia, cultura y comportamientos morales. Todo esto hace que nos demos cuenta de la importancia que tenía Homero para sus compatriotas griegos.
A pesar de su importancia, ya en época clásica se discutía sobre su ciudad natal, su nombre y su existencia. Aún en nuestros días no se sabe con certeza nada de esto. Son muchas las ciudades que se disputan la patria de Homero: Quíos, Esmirna, Colofón, Atenas, Rodas, Salamina o Argos son alguna de ellas. Los últimos estudios vienen concluyendo que tuvo que ser originario de alguna zona de Asia Menor, más concretamente, de la zona de Quíos. Se debe, sobre todo, al gran conocimiento geográfico que de esta zona demuestra en la Ilíada; y a la lengua de los poemas épicos cuya base es jonia con rasgos eolios.
Su propio nombre es también tema de discusión. Normalmente se admite que Homero procede del griego "ὃμηρος". Esta palabra que significa rehén, es el nombre que se daba a los esclavos procedentes de Asia Menor. Por tanto si tomamos por válida esta teoría, nos valdría como argumento a favor para la cuestión de su origen. Otra hipótesis, menos ratificada, mantiene que su nombre viene de un juego de palabras que significa “el que no ve”. Recordemos que, como antiguamente se decía, Homero era ciego, aunque esto no deja de ser una visión romántica del poeta. Otros nombres por los que es llamado son Meón o Meles.
No se sabe con exactitud el año en que nació Homero. Se ha encontrado un vaso de cerámica en Isquia, datado hacia el 755 a.C., en el que se menciona la Copa de Néstor (Il. XI 632 ss.). La datación de la Etiópide de Arctino de Mileto, que narra los hechos sucedidos inmediatamente después de la Ilíada, es entorno al 700 a.C. Así pues, la Ilíada tuvo que estar compuesta antes de mediados del siglo VIII a.C., por lo que nuestro poeta tuvo que florecer en la primera mitad del siglo VIII a.C.
Es muy discutible la cuestión sobre si Homero es el único autor de la Ilíada y la Odisea, fue ayudado o simplemente no tuvo ningún tipo de participación en éstas. La inconclusión de ciertos temas en la Ilíada, las diferencias de lengua entre ambos poemas o algunos cantos incluidos dentro de las obras que podrían ser omitidos sin ningún tipo de repercusión, hace pensar que no son obra de un mismo autor.
Así pues, por lo general se admite que existió un poeta llamado Homero entorno al 750 a. C. y que compuso, al menos, gran parte de la Ilíada y la Odisea. Fue un rapsodo, (literalmente un cosedor de versos). Los rapsodos iban de ciudad en ciudad recitando poemas y se ayudaban de un bastón con el que golpeaban el suelo para marcar el ritmo.
La lengua con la que están escritas la Ilíada y la Odisea es la llamada lengua homérica. No existió realmente, sino que se trata de una lengua artificial que mezcla varios dialectos. La base es jonio con una gran cantidad de rasgos eolios y hay mezclas de palabras de distintas épocas; en el mismo poema puede aparecer una forma antigua y otra moderna de la misma palabra.
La lengua homérica no solo se reduce a la gramática, responde a unas reglas sintácticas, métricas y de contenido. A pesar de ser artificial tiene unas reglas métricas fijas con todo tipo de licencias, cuando el autor las necesite, para adaptar la palabra al verso. Así encontramos alargamientos artificiales de vocales breves, abreviación de vocal ante vocal o la creación de nuevas palabras que se ajusten mejor a la métrica.
No hay que olvidar que lo que Homero hace con la Ilíada y la Odisea, es recoger en dos obras inmensas la trayectoria de una épica oral. Las fórmulas son un rasgo característico de la épica oral. Son expresiones fijas que ocupan un lugar determinado, sirven para adaptar la métrica al verso; para poder memorizar, de una forma más sencilla, el poema; para dar un respiro al aedo mientras canta y para la creación de nuevos versos. Pueden ir al principio o al final del verso según el metro lo requiera y pueden ocupar desde una simple palabra hasta varios versos contiguos. Éstas pueden aparecer en forma de epíteto caracterizando a un personaje como ποδάρκης δῖος Ἀχιλλεύς o βοὴν ἀγαθὸς Διομήδης. Cada héroe, dios o mortal tiene al menos un epíteto. Pero las fórmulas no solo tienen la función de calificar a los personajes de la Ilíada y la Odisea, se utilizan también como formas fijas para dar respuesta; o para referirse a sucesos tan comunes como la puesta del sol.
La cuestión homérica;aunque ya se había debatido antes sobre este tema, fue en el siglo XVIII d.C. cuando Friedrich August Wolf, en su prolegomena ad homerum, inauguró “oficialmente” la cuestión homérica. En la antigüedad se pensaba que la Ilíada y la Odisea eran obras de un solo autor del que no se dudaba su existencia. En el siglo XVII d.C. François Hédelin, abate de Aubignac, concibió la idea de que las omisiones, partes inconclusas, referencias de personajes a sucesos que deberían de haber ocurrido, pero no aparecen por ningún lado, se deben a que las obras son la compilación de varios poemas.
Es F.A. Wolf quien, en la obra citada, inicia la línea de investigación analítica. A partir de ese momento, los defensores de que la Ilíada y la Odisea son de un único autor serán los Unitarios, mientras que del otro lado estarán los Analistas. Los Analistas defienden que los poemas no son obra de un mismo autor, sino de varios; ya sea una conglomeración de poemas menores o un poema central al que se le han ido añadiendo otros, como sucedería con el último canto de la Odisea. Según éstos hay defectos de composición en las obras como ocurre en los primeros cantos de la Ilíada, a saber: Tetis suplica a Zeus que vengue a su hijo por lo sucedido con Briseida, durante los cantos 2 a 8 no se sabe nada de este tema, finalmente en el canto 11 es cuando se lleva a cabo el plan.
Enfrentados a los Analistas se encuentran los Unitarios quienes defienden, con Wolfgang Schadewaldt a la cabeza, que la Ilíada y la Odisea son obra del mismo autor. Respecto al argumento dado por los Analistas de la súplica de Tetis, éstos defienden que se trata del recurso de anticipación/preparación: anticipa sucesos cuyo desenlace retrasa para mantener al lector atento y en suspense.
En cuanto a su repercusión y tradición;la Ilíada y la Odisea son las primeras obras de la literatura occidental, por este motivo, en menor o mayor medida, ya sea para bien o para mal, toda obra literaria está influida por estos poemas. No hay que avanzar muchos años para ver la influencia de Homero. Ya Arquíloco (S.VII a.C.) y otros poetas líricos utilizan para muchos de sus poemas motivos épicos e incluso la misma métrica. En el siglo III a.C. Livio Andrónico, esclavo en Roma de origen griego, hizo una traducción de la Odisea al latín. Virgilio y su gran Eneida beben directamente de los poemas de Homero. Si damos un gran salto en el tiempo, encontramos a Dictis (S.IV d.C.) y Dares (S.VI d.C.) quienes tachan de mentiroso a Homero. Dan una visión novedosa de la guerra de Troya, ya que dicen, de sí mismos, haber estado presentes en la batalla y que Homero al no haber asistido a la toma de la ciudad, no sabe a ciencia cierta lo que realmente sucedió. Durante toda la Edad Media aparecen numerosas obras en las que se asedian ciudades, en este caso cristianas, o relatan el regreso de héroes a su patria. Entre la infinidad de obras con rasgos homéricos, no hay que obviar tales como el Ulysses de James Joyce (1882-1941) o, más modernamente y cercano, El mar en ruinas de David Torres (1966).
No solo las dos obras de Homero han dejado huella con la pluma, la Ilíada y la Odisea han llenado cuantas variedades tiene el arte. Pintura, escultura, teatro o cine han tomado en algún momento los tópicos épicos. J. W. Waterhouse (1849-1917) ha plasmado sobre el lienzo, entre otras muchas obras de corte mitológico, el episodio de Odiseo y las sirenas. En la gran pantalla encontramos también ejemplos de la influencia de la Ilíada y la Odisea. Así, con mayor o menor suerte, hemos podido ver películas como Troya que, aunque no fiel, recoge el tema de la cólera de Aquiles; o La Odisea, ganadora de un premio Emmy, de Andréi Konchalovski.
Nuestra era, la de las nuevas tecnologías, no es menos a la hora de recoger el testigo dejado por Homero. Los juegos, tanto los llamados de mesa, como videojuegos, nos hacen sentirnos en la piel de un troyano como sucede en Warriors: Legend of Troy. Incluso podemos encontrar la versión en cómic de la Ilíada y la Odisea. Homero se ha sabido reinventar con el paso de los siglos, no solo no está muerto, sino que ahora, gracias a las herramientas informáticas, está más vivo que nunca.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/homero.htm
https://portalclasico.com/homero-poeta-de-poetas
https://letrasgrecolatinas.tumblr.com/post/180578646873/homero-poeta-de-poetas-poeta-griego-al-que-se
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