Palacio de Pena
Sobre una colina, a 500 metros de altura, y a unos 4 km. de la preciosa localidad de Sintra,
un singular palacio se eleva como una visión de ensueño: es el Palacio
da Pena, el más notable ejemplo de arquitectura de estilo romántico de
Portugal, rodeado de un exuberante parque de más de 200 ha. donde se
mezclan cientos de especies locales y exóticas.
Historia del palacio
El Palacio da Pena, o "palacio de la peña", por su situación en lo alto de la colina, fue la realización del sueño de Fernando de Sajonia Coburgo-Gotha, príncipe alemán que contrajo enlace con la reina María II,
convirtiéndose entonces en rey consorte de Portugal. Conocido como el
"rey artista", era un gran amante de las artes y la naturaleza. Desde
que vio por primera vez la Sierra de Sintra, al igual que tantos otros
nobles y artistas Fernando se enamoró del paisaje y decidió adquirir los
terrenos de la colina y circundantes para construir allí el más bello
palacio, al estilo de los palacios de Baviera. Las posesiones adquiridas
incluían las ruinas del Castillo de los Moros, de cuya restauración también se ocupó.
Antiguamente, había sido erigida en la colina una capilla dedicada a Nossa Senhora da Pena y posteriormente se añadió un pequeño monasterio jerónimo, que el terremoto de 1755 redujo a ruinas; sólo perduraron la capilla y los claustros, que el rey integró en el proyecto.
Antiguamente, había sido erigida en la colina una capilla dedicada a Nossa Senhora da Pena y posteriormente se añadió un pequeño monasterio jerónimo, que el terremoto de 1755 redujo a ruinas; sólo perduraron la capilla y los claustros, que el rey integró en el proyecto.
Para el diseño, Fernando contrató al arquitecto alemán Wilhelm Ludwig von Eschwege
y entre los años 1842 y 1854 los trabajos avanzaron rápidamente, aunque
la totalidad de las obras, incluyendo el parque, se prolongaron 47
años.
El matrimonio real se ocupó personalmente de los detalles decorativos,
donde abunda el uso del estilo manuelino, los elementos medievales y
árabes. Importantes puertas, azulejos por doquier, figuras mitológicas
cargadas de simbología, galerías de arcos y la utilización del rosa y el
amarillodieron forma a un verdadero palacio de cuento de hadas que los
reyes utilizaroncomo residencia de verano.
La reina María falleció en 1853 y en 1869 el rey contrajo enlace con
quien fuera su amante, Elise Hensler, una cantante de ópera nombrada
condesa de Edla, que por aquellos tiempos cantaba en el Teatro San
Carlos, en el Chiado.
Ella heredó el palacio al morir el rey en 1885, lo que levantó grandes
controversias en la opinión pública. Finalmente el rey Luis adquirió el
palacio y la condesa conservó para sí el Chale da Condessa, una residencia en el parque del palacio que Fernando II había construido para ella.
La familia real utilizó el palacio hasta 1910; cuando estalló la
revolución, la reina Doña Amelia permaneció allí para ver cómo se
desarrollaban los acontecimientos, antes de partir al exilio. Desde
entonces fue denominado Palacio Nacional da Pena y convertido en
museo. De visita en Portugal en 1945, la reina Amelia visitó Sintra y
pidió estar un momento a solas en el que fuera su palacio favorito.
En la estructura del palacio pueden notarse el basamento y las murallas
circundantes, que siguen los desniveles del terreno, y dos importantes
puertas de entrada.
El palacio consiste de 26 dependencias. De todos los palacios
portugueses, éste es el único que conserva casi intactos los muebles y
objetos tales como los dejaran sus últimos ocupantes reales.
Pasada la segunda puerta, sorprende el llamado Arco del Tritón, una extraña criatura medio hombre medio pez, una alegoría de la creación del mundo. Este pórtico lleva al Patio dos Arcos,
cuya galería de arcos moriscos ofrece hermosas vistas de la sierra;
desde aquí se ingresa a la capilla, que tiene un precioso retablo de
mármol, y a los claustros del antiguo monasterio restaurado, cubierto de
azulejos polícromos, y donde destaca la torre con reloj. En esta zona
merece una visita el Salón Arabe, de decoración oriental, cuyo
techo pintado con trampantojos es uno de los más bellos del palacio.
También destaca el que fuera el refectorio del convento, convertido por
el rey D. Carlos en su taller de trabajo. Gran pintor naturalista, la
sala exhibe pinturas inacabadas de su autoría en las paredes.
El Arco del Tritón
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Otro fastuoso espacio que destaca del conjunto es el llamado Salão Nobre
(Salón Noble); las ventanas cubiertas por vitrales alemanes, las
exóticas estatuas de madera que sostienen candelabros, la impresionante
lámpara de bronce y los jarrones de porcelana china hacen de la sala un
conjunto refinado y majestuoso.
En la torre cilíndrica hay una habitación pintada de rojo con techos
estucados que fuera el dormitorio del último rey de Portugal, Manuel II.
En la cocina aún se conservan los utensilios de cobre de fabricación
francesa que se utilizaban en la época. La vajilla tiene grabado el
escudo de armas del rey Fernando II.
Envolviendo el palacio, un inmenso jardín acorde a su majestuosidad y
romanticismo. El rey Fernando hizo traer especies de todos los
continentes, aprovechando la bondad del clima de la sierra, y se encargó
él mismo de arreglar el parque. Recorrerlo en una sola visita es
imposible, puesto que hay alrededor de 72 km. de senderos, en cuyo
recorrido aparecen lagos, ejemplares raros y decenas de rincones
especiales... La variedad de la flora hace que el jardín ofrezca un
espectáculo diferente en cada estación del año.
Enclavada en lo más alto de la sierra sobre un peñasco de granito, la Estatua do Guerreiro
parece mirar a lo lejos. Este guardián de bronce posiblemente
represente al mismísimo rey que contempla y protege su maravillosa obra.
Palacio da Regaleira
La Quinta da Regaleira, tal como la conocemos ahora, data de principios del XX, cuando el terreno fue adquirido por Antonio Carvalho Monteiro, un noble portugués, millonario y filántropo, que con la ayuda del arquitecto Luigi Manini construyó este espacio que incluye un palacio, un pequeño lago, un invernadero, varios torreones, una preciosa capilla y un impresionante pozo de iniciación.
A la hora de realizar el diseño arquitectónico del
conjunto, Carvalho Monteiro encargó a Manini que viajase por Portugal y
Europa y tomase nota de todos los estilos y corrientes estéticas que
viera, para plasmar estas ideas en el diseño de la Quinta da Regaleira.
En el interior del palacio, que también se puede
visitar , aún se conservan los bocetos y apuntes
que Manini fue tomando en sus viajes para darles vida después en la
arquitectura y disposición de cada elemento de la quinta.
Además, podremos recorrer las estancias de este palacete reconvertido
en museo y lleno de lugares interesantes, como la biblioteca, las
habitaciones de Carvalho Monteiro o la torre octogonal.
Un templo para los masones
Por todo el complejo encontraremos referencias a la masonería y a los templarios,
como la cruz de la Orden del Temple esculpida en el pozo iniciático. Al
parecer, Carvalho Monteiro era uno de los miembros de esta secta en
Portugal, además de aficionado a la astrología, el esoterismo y las
ciencias ocultas, y quiso dejar constancia de ello en cada rincón de la
finca.
Y es que la Quinta da Regaleira fue concebida como un enorme templo masónico, pero para apreciarlo hay que ir dispuesto a mirar con detalle y descubrir todas estas alusiones a la masonería.
En la capilla también podréis encontrar algunos elementos relacionados con los masones, como la gran Cruz de la Orden de Cristo del suelo.
Los jardines de la Quinta de la Regaleira, llenos de especies exóticas de árboles y plantas, sorprenden por sus túneles secretos, sus cascadas escondidas y sus bellísimas fuentes, como la famosa Fuente de la Abundancia.
Nuestro consejo es que os dejéis llevar y los exploréis sin prisas, preparados para encontrar todo tipo de sorpresas: como
podéis comprobar en las fotos, unas oscuras grutas, un panel de
azulejos de estilo manuelino o un paseo de esculturas son solo algunas
de ellas.
El pozo iniciático de la Quinta da Regaleira (también conocido como “torre invertida”) es una de las atracciones más apasionantes de sus jardines. Se trata de un profundo pozo de piedra en forma de espiral, con nueve pisos conectados entre sí por varios tramos de escaleras.
Se cuenta que estos nueve giros simbolizan el infierno de la Divina Comedia de Dante: los masones
debían ascender por él siguiendo un rito de iniciación que representaba
el renacer, hasta llegar a a la entrada superior, custodiada por dos
dragones que se enroscan en torno a la llamada Fuente de los Dragones.
Tal era la importancia de este pozo iniciático que estaba conectado por grutas y túneles subterráneos tanto a la capilla como a la casa.
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