Este artículo se publicó en la revista El Correo de la Moda, el
16 de septiembre de 1860; el autor siguiendo las pautas de la
publicación, destinada al público femenino, intentaba ilustrar a las
lectoras sobre el difícil y bello arte de La Miniatura;
el texto, no obstante, es un arreglo del francés, es decir una
traducción, algo bastante habitual en la época; nos parece lo
suficientemente interesante como para reproducirlo y que puedan acceder a
él lectores actuales; eso sí manteniendo su ortografía original.
San Juan pintando el primer retrato de la Virgen
No será la primera vez que las lectoras del correo habrán oído hablar de esos bellos dibujos que en los antiguos libros manuscritos ocupaban el lugar de los grabados que hoy adornan las obras que llamamos ilustradas; pero como serán pocas las que hayan podido ver alguna de esas preciosas iluminaciones, que se encuentran únicamente en antiquísimos códices, guardados cuidadosamente en privilegiadas bibliotecas ó en el gabinete de algun curioso bibliófilo, creemos que nos agradecerán les demos algunas noticias acerca de ellas.
Si empezamos diciendo que miniatura es sinónimo de rúbrica, podrá esto a primera vista parecer estraordinario, y, sin embargo, veremos que no es difícil de comprender. Designábanse con la palabra rúbrica las letras encarnadas en los libros, de donde vino despues el dar el mismo nombre de rúbrica á la parte impresa con tinta encarnada, y posteriormente en caractéres itálicos en los misales y otros libros litúrgicos.
Antes de la invencion de la imprenta, números y hábiles calígrafos se ocupaban en copiar libros. Para que fuera mas fácil al lector encontrar el principio de los capítulos ó de los párrafos, empezaban por una letra encarnada, dándole este color con minio, que es un óxido de plomo: con el fin de hacer estas letras todavía mas visibles se las adornaba con arabescos, rasgos y hojas con las que los pámpanos de la viña, concluyendo por decorar los libros con dibujos, que recibieron el nombre de viñetas ó de miniaturas, porque reemplazaban a los adornos de hojas de viña y á las letras pintadas con minio.
Estas pinturas, estas iluminaciones, hechas con mas ó menos talento, segun el gusto del siglo y la capacidad del autor, eran siempre de pequeñas dimensiones y de un trabajo prolijo y minucioso.
Encuéntranse ya miniaturas en manuscritos del siglo V, y el buen gusto que en ellas se observa continúa hasta el siglo X, en que se pierde para no volver á aparecer hasta el XIV, época en que presentan un verdadero mérito artístico.
Las miniaturas dan un gran precio á los manuscritos, porque nos representan los trajes, armas y muebles de la época en que han sido hechas; y aun algunas son copias de figuras mucho mas antiguas, de modo que nos conservan las imágenes de objetos perdidos hace mucho tiempo y que no conoceríamos quizá a no ser por este medio.
Manuscrito de Virgilio. Biblioteca Vaticana
El mas antiguo manuscrito que se conoce con miniaturas es el de Virgilio, que existe en la biblioteca del Vaticano. El manuscrito de Froissard, que se halla en la biblioteca imperial de París, es una fuente inagotable para obtener datos sobre un gran número de puntos de la historia de Francia y de la de Inglaterra.El Libro de los Torneos, publicado por el rey Renato, ofrece tambien muchas curiosidades. No es posible olvidar Las horas de Ana de Bretaña, el mas bello y rico manuscrito de este género que se conoce, verdadero modelo de arte.
Las viñetas del manuscrito del evangelio de San Cuthbert, hechas por San Ethwald, ilustran muchos puntos relativos á la historia de las artes en Inglaterra. La paráfrasis poética del Génesis, escrita por Coedmon en el siglo XI da á conocer los instrumentos y utensilios de que se servían los anglo-sajones. Las miniaturas que acompañan la Historiade Ricardo, contienen los trajes de guerra del principio del siglo XV. En la catedral de Pisa existe un libro de coro en vitela, que se cree debe ser del siglo XII, donde Exulted que se canta el Sábado Santo, esta adornado con miniaturas representando animales y plantas.
Manuscrito. Grandes Horas de Ana de Bretaña. Biblioteca Nacional de Francia
En España tenemos varios códices manuscritos con miniaturas, especialmente en la biblioteca nacional de Madrid y en la del Escorial, entre los que citaremos el célebre Códice Vigilano, que contiene todos los Concilios, desde el primero de Nicea hasta el décimo séptimo de Toledo, ademas de varias cartas pontificias, etc., remontándose su antigüedad al año 976, y estando escrito con hermosa letra gótica y adornado con miniaturas iluminadas; el Códice Emilianense escrito el año 994; el Códice arábigoescrito en el siglo XI; La Biblia manuscrita, con viñetas, del siglo XII, que regaló á la catedral de Toledo San Luis rey de Francia; y el precioso libro de coro con iluminaciones de Juan y José de Salazar, que se conserva en la biblioteca de la misma iglesia.
Pagina inicio sermón San Agustín o San Cesáreo de Arlés. Códice Emilianense
En todas las naciones de Europa se encuentran generalmente miniaturas; pero en Francia y en Flandes es donde hizo este arte mayores progresos y donde mas llegó a generalizarse.
Siguiendo las diferentes épocas históricas y á medida que las tinieblas de los siglos de la edad media se disipaban ante los primeros destellos del renacimiento de las artes, los miniaturistas fueron perfeccionándose así en la composición como en el colorido. La época en que en Francia alcanzaron mayor grado de perfeccionamiento, fue el reinado de Carlos V, cuyo hermano el duque de Berri era muy aficionado á los manuscritos adornados de este modo.
Página del Libro Las Muy Ricas Horas del Duque de Berry
A pesar del gran número de miniaturas que existen muy pocas llevan los nombres de sus autores, monjes la mayor parte de ellos. Entre los que han llegado a nosotros, podemos citar á Oderico de Gubio, canónigo de Siena, que vivia en 1233, citado por Dante, Guido de Siena y Simon Menemi, que vivian en la misma época; Francisco de Bolonia, discípulo de Oderico; Cibo, monje del siglo XIV; fray Bernardo, que vivia en 1450 y que recibió el nombre del Bountalenti; Gerardo, muerto en 1470; Bartolomé Della Gatta, abad de San Clemente en 1490; Agosto Decio, milanés; J. B. Stefaneschi, religioso; Pedro Casarei, de Perusa, que adornó con miniaturas varios manuscritos que se conservan en la catedral de Siena; el padre Silvestre, religioso de Florencia; el padre Piaggi, teatino; Fonquet, miniaturista de Luis XI; Antonio de Compaigne, enterrado en París en la iglesia de San Severino; Julio Clovio, muerto en 1578, del que se conserva un misal adornado con viñetas del mejor gusto y excelentes dibujos; Gerónimo Ficino, que vivia en 1550; Jacobo Argenta de Ferrara, en 1561; Ana Seghers, en 1550; Juan Miclich, en 1572; y los ya espresados Juan y José de Salazar, naturales de Toledo, que vivian á fines del siglo XVI y principios del siguiente.
Retrato de Giulio Clovio. Autor: El Greco
Despues del descubrimiento de la imprenta los miniaturistas se ocuparon en adornar las iniciales de los libros ó en pintar viñetas al principio y al fin de los capítulos, especialmente en los misales y libros de horas; pero bien pronto los libros se multiplicaron tanto que hubiera sido difícil continuar iluminándolos de este modo. Estas pinturas han sido sustituidas mas modernamente con grabados llamados también viñetas, aunque ya no ofrezcan semejanza ninguna con los pámpanos de la viña.
Miniatura: Retrato de Ninon de Lenclos
Bote decorado con Miniatura, s. XVIII
Tabaquera. Miniatura de Pegaso en un paisaje, s. XVII
Pulsera articulada con miniaturas que representan a la familia imperial de Napoleón III y Eugenia de Montijo; obra del miniaturista suizo Philippe Prochet (1825-1890)
Los miniaturistas é iluminadores tuvieron, pues, que abandonar los libros y dedicarse á pintar otras cosas, especialmente retratos, que por su pequeñez conservaron el nombre de miniaturas. Adornábanse con estos retratos cajas de tabaco, brazaletes y hasta abanicos; y nuestros padres se retrataban en miniatura en las solemnes ocasiones de un casamiento, ó de una ausencia, etc. Ahora no habrá muchas de mis bellas lectoras que no posesa cien tarjetas-retratos en cartera, amén de otras ciento en circulación. El daguerrotipo y la fotografia han matado los retratos en miniatura, como la imprenta mató las miniaturas en los manuscritos.
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