El bodegón o naturaleza muerta es una obra de arte y por extensión un género artístico, generalmente pictórico, que representa objetos inanimados, tanto naturales (animales, frutas, flores, comida, plantas, rocas o conchas) como elementos extraídos de la vida cotidiana y hechos por el hombre (alimentos, utensilios de cocina, de mesa o de casa, antigüedades, libros, joyas, monedas, pipas, etc.). Algunos autores incluyen como un subgénero la representación de flores o floreros, pero la mayoría lo considera un género independiente.
Generalmente se asocia a la pintura, pero también podemos encontrarlo en el relieve escultórico, el mosaico, la fotografía (sobre todo la corriente pictorialista del siglo XIX) y el collage.
Puede ser el tema único de la obra o ser el principal o secundario de una obra mixta, comúnmente junto a temas religiosos o retratos. Puede ser alegórico si representa valores (o símbolos), o naturalista si representa únicamente la realidad natural. Puede ser masculino (objetos bélicos) o femenino (objetos de tocador). Hay objetos que suelen aparecer: cuchillos o armas, que a menudo están semiocultos bajo una tela y que simbolizan la amenaza de la muerte, cajones abiertos o cerrados, calaveras humanas o de animales, o flores en su mejor floración pero por eso mismo a punto de marchitarse.
Los objetos se representan inmóviles en un espacio determinado y detenidos en el tiempo, como si la apariencia estática de la escena (su aparente permanencia en el tiempo) se transmitiera como una ausencia de tiempo.
El bodegón frecuentemente pretende producir un efecto de serenidad, bienestar y armonía, para lo que se sirve del diseño o composición, el cromatismo y la iluminación.
Los bodegones, particularmente antes de 1700, a menudo contenían un simbolismo religioso y alegórico en relación con los objetos que representaban
El bodegón da al artista más libertad que otros géneros pictóricos como el paisaje o los retratos, por lo que es usual que sea un género muy utilizado durante las etapas de formación de los artistas. Las técnicas usadas han evolucionado y diversificado, y hoy se emplean técnicas mixtas tridimensionales y se usan objetos encontrados, fotografías, gráficas generadas por ordenador o sonido y vídeo.
En el idioma español se usa el término bodegón, que se extendió durante el siglo XVII en España debido a la gran demanda de cuadros que representaran escenas de cocinas o “bodegas”. Ya se registra como “pintura de bodegón” en la testamentaría del pintor Pantoja de la Cruz en 1599, lo que denota que ya era una palabra popular, y en el Diccionario de Covarrubias de 1611 aparecen los términos “bodegón” y “bodegonero” en relación tanto a la “bodega” (tienda de vinos) como a la más doméstica “despensa”.
En cambio, en francés se utiliza el término Nature morte (naturaleza muerta o sin vida, al igual que el catalán natura morta), que durante el siglo XVIII sustituyó al anterior Vie coite (vida tranquila). En inglés se usa el término Still Life y en alemán Stilleben con un sentido algo diferente al anterior, de “naturaleza inmóvil” o “inmovilizada”, pero aún no muerta.
Su origen se remonta a la Antigüedad, alcanzando una primera cima en el mundo clásico grecorromano, extinguiéndose luego para reaparecer en los siglos XV-XVI, cuando volvió a alcanzar gran difusión gracias al éxito de la pintura flamenca y, más tarde, después de la Reforma protestante y su opuesta Contrarreforma, se hizo muy popular en los países protestantes y los católicos, sobre todo el tipo vanitas, una colección de objetos simbólicos que tienen por fin recordar al espectador lo efímero de la vida.
Hay consenso en que caben dos interpretaciones sobre el origen del bodegón.
Una visión religiosa, siempre predominante entre los historiadores de arte, defiende que aunque el bodegón ha podido utilizarse para el fin anterior, en todo caso tiene un origen fundamentalmente sagrado, y esto significa que se relaciona con nuestro miedo a la muerte. Según esta tesis, aparece en el Antiguo Egipto, cuando se representan en las paredes de las tumbas en las mastabas los primeros relieves y las primeras pinturas ofreciendo a los difuntos y los dioses los presentes del fértil Nilo para asegurar una vida confortable en el más allá, sustituyendo la representación plásticas a los objetos mismos, desafortunadamente perecederos, esos que aún llenan la tumba de Tutankamón. O tal vez fue en China, cuando en similares tumbas se representa el mismo proceso de ofrenda.
Una visión laica, sostenida por algunos historiadores marxistas, como el primer Arnold Hauser o Frederick Antal, y en general los partidarios de la historia social del arte, sostiene que es el resultado de una demanda de representación de la riqueza propia de las clases dominantes, como símbolo de su elevada posición en la jerarquía social, lo que nos retrotraería a las primeras tablillas mesopotámicas, que a menudo representaban el patrimonio de objetos poseídos. Esta apetencia explicaría el triunfo del bodegón entre la burguesía holandesa del siglo XVII o de Fantin-Latour entre la burguesía francesa de finales del siglo XIX.
En todo caso, ambas interpretaciones a menudo se funden, por ejemplo cuando el propietario ansía representar su riqueza como símbolo de su status social y a la vez como prueba de su creencia religiosa en una vida ultraterrena.
Bodegon egipcio
Los bodegones ya adornaban el interior de las tumbas del Antiguo Egipto. Se creía que los objetos relacionados con la comida y la vida doméstica se harían reales en el más allá, dispuestos para que los muertos los usaran. Las pinturas sobre jarras de la Antigua Grecia también demuestran gran habilidad al representar objetos cotidianos y animales. Bodegones parecidos, más simples decorativamente, pero con perspectiva realista, se han encontrado en pinturas murales de la Antigua Roma y en mosaicos en Pompeya, Herculano y la Villa Boscoreale, incluyendo el motivo posteriormente tan familiar de un bol de cristal con frutas.
Bodegón de fresco romano.
Los mosaicos decorativos llamados emblema, que se han encontrado en casas de romanos ricos, demuestran la variedad de comida de la que disfrutaban las clases superiores, y también funcionaban como signos de hospitalidad y como celebraciones de las estaciones y de la vida. En el siglo XVI, la comida y las flores reaparecerán como símbolos de las estaciones y de los cinco sentidos. También desde la época romana existe la tradición del uso de cráneos en las pinturas como símbolo de mortalidad y de fugacidad, a menudo acompañada por la frase Omnia mors aequat (La muerte iguala a todos). Este motivo de la vanidad de las cosas (Vanitas), cobrará un gran auge en la pintura barroca posteriormente, en especial con los pintores holandeses de alrededor del año 1600.
La apreciación popular del realismo en el bodegón se relaciona con la leyenda griega antigua de Zeuxis y Parrasio, de quienes se dice que compitieron por crear los objetos más parecidos a la realidad, siendo éstas las descripciones más antiguas de la historia de pintura de trampantojo. Como Plinio el Viejo relataba en los tiempos romanos, los artistas griegos de siglos antes ya eran muy diestros en el retrato y el bodegón. Distinguió a Peiraikos (¿siglo I aC?), "cuya maestría muy pocos sobrepasan..." Pintó tenderetes de zapateros y barberías, asnos, plantas y cosas semejantes, y por esa razón le llamaron el "pintor de los objetos vulgares"; aun así estas obras eran en conjunto deliciosas, y se vendían a precios más altos que las más grandes (pinturas) de muchos otros artistas".
A partir del Trecento, comenzando por Giotto y sus seguidores italianos, la pintura de bodegón revivió en las pinturas de tema religioso en forma de objetos de la vida cotidiana que acompañaban a las figuras protagonistas.
Este tipo de representación pictórica fue considerado menor hasta el Renacimiento, por cuanto aparecía generalmente subordinada a otros géneros, como la pintura religiosa o los retratos, conllevando a menudo un significado religioso o alegórico. Esto era particularmente patente en la obra de los artistas del norte de Europa, cuya fascinación por el simbolismo y el realismo óptico muy detallado les llevó a prodigar gran atención en el mensaje general de sus pinturas. Pintores como el flamenco Jan Van Eyck, a menudo usaron elementos de bodegón como parte de su programa iconográfico tan detallista, como vemos en los objetos de la pintura El matrimonio Arnolfini.
El desarrollo de la técnica de pintura al óleo por los hermanos Van Eyck y otros artistas del norte de Europa permitió pintar objetos cotidianos en un estilo hiperrealista, debido a su secado más lento, y la posibilidad de mezclar y trabajar por capas los colores al óleo
San Elías en su estudio (1449), título sagrado de lo que en realidad es el retrato que hizo Petrus Chistus de un novio y una novia visitando a un orfebre es un ejemplo típico de un bodegón de transición que representaba tanto un contenido religioso como secular. Aunque su mensaje es principalmente alegórico, las figuras de la pareja son realistas y los objetos que se muestran, como monedas o vasijas.
Este tipo de representación pictórica fue considerado menor hasta el Renacimiento, por cuanto aparecía generalmente subordinada a otros géneros, como la pintura religiosa o los retratos, conllevando a menudo un significado religioso o alegórico. Esto era particularmente patente en la obra de los artistas del norte de Europa, cuya fascinación por el simbolismo y el realismo óptico muy detallado les llevó a prodigar gran atención en el mensaje general de sus pinturas. Pintores como el flamenco Jan Van Eyck, a menudo usaron elementos de bodegón como parte de su programa iconográfico tan detallista, como vemos en los objetos de la pintura El matrimonio Arnolfini.
El desarrollo de la técnica de pintura al óleo por los hermanos Van Eyck y otros artistas del norte de Europa permitió pintar objetos cotidianos en un estilo hiperrealista, debido a su secado más lento, y la posibilidad de mezclar y trabajar por capas los colores al óleo
San Elías en su estudio (1449), título sagrado de lo que en realidad es el retrato que hizo Petrus Chistus de un novio y una novia visitando a un orfebre es un ejemplo típico de un bodegón de transición que representaba tanto un contenido religioso como secular. Aunque su mensaje es principalmente alegórico, las figuras de la pareja son realistas y los objetos que se muestran, como monedas o vasijas.
Entre los primeros en liberarse del significado religioso del bodegón estuvieron Leonardo, quien creó estudios a la acuarela de fruta (alrededor de 1495) como parte de su incansable examen de la naturaleza, y Durero , quien también hizo dibujos detallados de la flora y la fauna.
Jacopo de Barbari dio un paso más allá con su Bodegón con perdiz, guanteletes y flechas de ballesta (1504), uno de los primeros bodegones trampantojo firmados y datados, con un contenido religioso reducido al mínimo.
El siglo XVI vio una explosión de interés en el mundo natural y la creación de lujosas enciclopedias botánicas que documentaban los descubrimientos del Nuevo Mundo. También impulsó el comienzo de la ilustración científica y la clasificación de las especies. Los objetos naturales comenzaron a apreciarse como elementos de estudio individuales aparte de cualquier asociación mitológica o religiosa. La temprana ciencia de los remedios a base de hierbas comenzó igualmente en esta época, una extensión práctica de este nuevo conocimiento. Además, los patronos ricos comenzaron a financiar la colección de especies animales y minerales, creando amplios «gabinetes de curiosidades». Estos ejemplares sirvieron como modelo para los pintores que buscaban realismo y novedad. Empezaron a coleccionarse y comercializarse conchas, insectos, frutas exóticas y flores, y la llegada de plantas nuevas, como el tulipán (importado a Europa desde Turquía), se plasmaban fielmente en los bodegones. La explosión de la horticultura despertó amplio interés por toda Europa, tendencia que los artistas capitalizaron produciendo miles de bodegones. Algunas regiones y cortes tenían intereses particulares. La representación de cítricos, por ejemplo, era una pasión particular de la corte de los Médicis en Florencia. Esta gran difusión de los ejemplares naturales y el creciente interés en la ilustración natural por toda Europa, dio como resultado la creación prácticamente simultánea de bodegones modernos alrededor del año 1600.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI había evolucionado el bodegón autónomo. Gradualmente, el contenido religioso disminuyó en tamaño y lugar en estas pinturas, aunque las lecciones morales siguieron estando implícitas. Un ejemplo es La carnicería de Joachim Beuckelaer (1568), con su representación realista de carnes crudas dominando el primer plano, mientras que la escena del fondo transmite los peligros de la ebriedad y la lascivia. El tratamiento de Annibale Carracci del mismo tema en 1583 comienza a eliminar los mensajes morales, como hicieron otras pinturas de bodegón de "cocina y mercado" de este período.
Aunque la pintura de bodegón italiana iba ganando en popularidad, permaneció históricamente menos respetada que la pintura de "gran estilo" de temas históricos, religiosos y míticos. Destacados académicos de principios del siglo XVII, como Andrea Sacchi, sentían que la escena de género y el bodegón no portaban la gravitas que hace que la pintura sea considerada grande. Por otro lado, exitosos artistas de bodegón italianos encontraron amplio mecenazgo en su tiempo. Más aún, las pintoras, siendo pocas, normalmente elegían o se veían constreñidas a pintar temas como el bodegón, como ocurría, por ejemplo con Giovanna Garzoni, Laura Bernasconi y Fede Galizia.
Muchos artistas italianos destacados en otros géneros, también produjeron algunos cuadros de bodegones. En particular, Caravaggio (1573-1619) fue uno de los primeros artistas que representó naturalezas muertas con conciencia de obra pictórica. Aplicó su influyente forma de naturalismo al bodegón. Su Cesto con frutas (1595-1600) es uno de los primeros ejemplos de bodegón puro, presentado con precisión y ubicado a la altura del ojo. Aunque no abiertamente simbólica, esta pintura era propiedad del cardenal Borromeo y pudo haber sido apreciada tanto por razones estéticas como religiosas.
Jan Brueghel pintó su Gran buqué milanés (1606) también para el cardenal Borromeo, señalando que la pintura era "fatta tutti del natturel" (hecha entera del natural) y aumentó el precio por el esfuerzo extra. Eran unos bodegones más en la colección del cardenal, junto con su amplia colección de curiosidades. Entre otros bodegones italianos, La cocinera, de Bernardo Strozzi, es una "escena de cocina" a la manera holandesa, que es por un lado un detallado retrato de una cocinera, y por otro, la representación de las aves de caza que está preparando. En una manera semejante, uno de los escasos bodegones de Rembrandt, Muchacha con pavos reales muertos combina de igual manera un simpático retrato femenino con imágenes de aves de caza.
Este género fue muy cultivado en la pintura holandesa del siglo XVII, como puede verse, por ejemplo, en el Bodegón de Willem Heda (1637). El bodegón se independizó en el nuevo clima artístico de Holanda, con el nombre de stilleven (naturaleza tranquila), mientras que en las lenguas romances, y en ruso, se prefieren términos relacionados con la (naturaleza muerta). Mientras los artistas encontraban oportunidad limitada para producir la iconografía religiosa que durante mucho tiempo había sido su principal industria, ya que las imágenes de temas religiosos estaban prohibidas en la iglesia protestante reformada holandesa, la tradición septentrional de realismo detallado y símbolos ocultos atraían a las crecientes clases medias holandesas, que estaban reemplazando a la iglesia y el estado como los principales mecenas del arte en los Países Bajos.
Un subgénero, dentro del bodegón, es el bodegón floral, que representa floreros y guirnaldas, género que contó también con especialistas, como Mario Nuzzi o Margarita Caffi en Italia, y en España Pedro de Camprobín, Gabriel de la Corte, Juan de Arellano y su yerno Bartolomé Peréz de la Dehesa, entre otros. En Holanda se produjo una obsesión por la horticultura, particularmente el tulipán. Considerar las flores, a un tiempo, como objeto estético y símbolo religioso, llevó al surgimiento de un gran mercado para este tipo de bodegón. El bodegón, como la mayor parte de las obras de arte holandesas, se vendía generalmente en mercados abiertos o por marchantes, o por los artistas en sus estudios, y raramente eran encargos; Por lo tanto, los artistas normalmente elegían el tema y la disposición. Tan popular era este tipo de pintura de bodegón, que gran parte de la técnica de la pintura de flores holandesa fue codificada en el tratado de 1740 Groot Schilderboeck por Gerard de Lairesse, que daba amplios consejos sobre color, arreglo, pinceladas, preparación de los ejemplares, armonía, composición o perspectiva.
En líneas generales, en la Europa meridional se prefirió el naturalismo de Caravaggio y se puso menos énfasis en el minucioso detallismo propio del norte de Europa. En Francia, los pintores de bodegones se vieron influidos tanto por la escuela septentrional como por la meridional, tomando prestado de la pintura de vanitas de los Países Bajos y de los arreglos libres de España.
https://www.thelightingmind.com/historia-del-bodegon/#:~:text=El%20bodeg%C3%B3n%2C%20tambi%C3%A9n%20llamado%20naturaleza,de%20composiciones%20de%20otras%20tem%C3%A1ticas.&text=Dado%20el%20%C3%A9xito%20experimentado%2C%20el,de%20all%C3%AD%20pas%C3%B3%20a%20Espa%C3%B1a.
Jacopo de Barbari dio un paso más allá con su Bodegón con perdiz, guanteletes y flechas de ballesta (1504), uno de los primeros bodegones trampantojo firmados y datados, con un contenido religioso reducido al mínimo.
El siglo XVI vio una explosión de interés en el mundo natural y la creación de lujosas enciclopedias botánicas que documentaban los descubrimientos del Nuevo Mundo. También impulsó el comienzo de la ilustración científica y la clasificación de las especies. Los objetos naturales comenzaron a apreciarse como elementos de estudio individuales aparte de cualquier asociación mitológica o religiosa. La temprana ciencia de los remedios a base de hierbas comenzó igualmente en esta época, una extensión práctica de este nuevo conocimiento. Además, los patronos ricos comenzaron a financiar la colección de especies animales y minerales, creando amplios «gabinetes de curiosidades». Estos ejemplares sirvieron como modelo para los pintores que buscaban realismo y novedad. Empezaron a coleccionarse y comercializarse conchas, insectos, frutas exóticas y flores, y la llegada de plantas nuevas, como el tulipán (importado a Europa desde Turquía), se plasmaban fielmente en los bodegones. La explosión de la horticultura despertó amplio interés por toda Europa, tendencia que los artistas capitalizaron produciendo miles de bodegones. Algunas regiones y cortes tenían intereses particulares. La representación de cítricos, por ejemplo, era una pasión particular de la corte de los Médicis en Florencia. Esta gran difusión de los ejemplares naturales y el creciente interés en la ilustración natural por toda Europa, dio como resultado la creación prácticamente simultánea de bodegones modernos alrededor del año 1600.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI había evolucionado el bodegón autónomo. Gradualmente, el contenido religioso disminuyó en tamaño y lugar en estas pinturas, aunque las lecciones morales siguieron estando implícitas. Un ejemplo es La carnicería de Joachim Beuckelaer (1568), con su representación realista de carnes crudas dominando el primer plano, mientras que la escena del fondo transmite los peligros de la ebriedad y la lascivia. El tratamiento de Annibale Carracci del mismo tema en 1583 comienza a eliminar los mensajes morales, como hicieron otras pinturas de bodegón de "cocina y mercado" de este período.
Muchos artistas italianos destacados en otros géneros, también produjeron algunos cuadros de bodegones. En particular, Caravaggio (1573-1619) fue uno de los primeros artistas que representó naturalezas muertas con conciencia de obra pictórica. Aplicó su influyente forma de naturalismo al bodegón. Su Cesto con frutas (1595-1600) es uno de los primeros ejemplos de bodegón puro, presentado con precisión y ubicado a la altura del ojo. Aunque no abiertamente simbólica, esta pintura era propiedad del cardenal Borromeo y pudo haber sido apreciada tanto por razones estéticas como religiosas.
Jan Brueghel pintó su Gran buqué milanés (1606) también para el cardenal Borromeo, señalando que la pintura era "fatta tutti del natturel" (hecha entera del natural) y aumentó el precio por el esfuerzo extra. Eran unos bodegones más en la colección del cardenal, junto con su amplia colección de curiosidades. Entre otros bodegones italianos, La cocinera, de Bernardo Strozzi, es una "escena de cocina" a la manera holandesa, que es por un lado un detallado retrato de una cocinera, y por otro, la representación de las aves de caza que está preparando. En una manera semejante, uno de los escasos bodegones de Rembrandt, Muchacha con pavos reales muertos combina de igual manera un simpático retrato femenino con imágenes de aves de caza.
Este género fue muy cultivado en la pintura holandesa del siglo XVII, como puede verse, por ejemplo, en el Bodegón de Willem Heda (1637). El bodegón se independizó en el nuevo clima artístico de Holanda, con el nombre de stilleven (naturaleza tranquila), mientras que en las lenguas romances, y en ruso, se prefieren términos relacionados con la (naturaleza muerta). Mientras los artistas encontraban oportunidad limitada para producir la iconografía religiosa que durante mucho tiempo había sido su principal industria, ya que las imágenes de temas religiosos estaban prohibidas en la iglesia protestante reformada holandesa, la tradición septentrional de realismo detallado y símbolos ocultos atraían a las crecientes clases medias holandesas, que estaban reemplazando a la iglesia y el estado como los principales mecenas del arte en los Países Bajos.
Un subgénero, dentro del bodegón, es el bodegón floral, que representa floreros y guirnaldas, género que contó también con especialistas, como Mario Nuzzi o Margarita Caffi en Italia, y en España Pedro de Camprobín, Gabriel de la Corte, Juan de Arellano y su yerno Bartolomé Peréz de la Dehesa, entre otros. En Holanda se produjo una obsesión por la horticultura, particularmente el tulipán. Considerar las flores, a un tiempo, como objeto estético y símbolo religioso, llevó al surgimiento de un gran mercado para este tipo de bodegón. El bodegón, como la mayor parte de las obras de arte holandesas, se vendía generalmente en mercados abiertos o por marchantes, o por los artistas en sus estudios, y raramente eran encargos; Por lo tanto, los artistas normalmente elegían el tema y la disposición. Tan popular era este tipo de pintura de bodegón, que gran parte de la técnica de la pintura de flores holandesa fue codificada en el tratado de 1740 Groot Schilderboeck por Gerard de Lairesse, que daba amplios consejos sobre color, arreglo, pinceladas, preparación de los ejemplares, armonía, composición o perspectiva.
En líneas generales, en la Europa meridional se prefirió el naturalismo de Caravaggio y se puso menos énfasis en el minucioso detallismo propio del norte de Europa. En Francia, los pintores de bodegones se vieron influidos tanto por la escuela septentrional como por la meridional, tomando prestado de la pintura de vanitas de los Países Bajos y de los arreglos libres de España.
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https://mymodernmet.com/es/definicion-naturaleza-muerta/
https://www.siamgodh.com/blog-de-arte/el-bodegon/
https://www.ecured.cu/Bodeg%C3%B3n
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