miércoles, 6 de noviembre de 2019

LAS MASCARAS EN LA ANTIGÜEDAD



Casi todos los pueblos del mundo han conocido la costumbre de enmascararse en ciertas épocas del año, ya para celebrar misterios religiosos en honor de sus divinidades ya para cumplir con propósitos que así lo requerian, ó meramente por divertirse ó lazarse. Los egipcios, en tiempos del rey Sesostris, introducian en las ceremonias de su culto hombre enmascarados con cabezas de animales, creyendo obtener mayor prestigio sobre el espíritu supersticioso del pueblo. 

En el culto a Isis es en el que parece se distinguian en gran manera los sacerdotes, cubriendo sus cabezas con máscaras de león, de ibis, de gavilan ú otros animales. Consérvanse todavía monumentos ejipcios que nos ofrecen el carácter de aquellas máscaras, entre ellos la célebre Tabla Isíaca y muchos amuletos custodiados en diversos museos arqueológicos. Otras veces, según refiere Diodoro de Sicilia, los encargados de dar la comida á los animales sagrados, lo hacian siempre poniéndose mascaras que imitasen á los mismos animales, con el fin de evitar los efectos del mal humor de aquellos al ver cerca de sí animales de otra especie.

De los egipcios pasó a los griegos el uso de enmascararse, inventándose además las máscaras para el teatro con el objeto de representar mejor los gestos, las edades y las razas, y también para ahuecar la voz y facilitar su comprensión en los bastos escenarios, casi siempre al aire libre. Sobre quien fuese el inventor de estas mascaras no se hallan de acuerdo los escritores antiguos. Snidas no atribuyó al poeta Phrynico, Ateneo á Cherilo, Horacio á Esquilo, Diomedes á Rosio Gallo, Aristóteles  dice que no puede saberse de cierto.
Diversas fueron las clases como diversos los nombres de semejantes máscaras, que envolvian toda la cabeza; diferenciándose en esto de las usadas hoy generalmente. En las fiestas de Baco, de Cibeles y de Minerva, se usaban tambien las máscaras, coronándose además hombre y mujeres con yedra. En los triunfos y grandes ceremonias públicas se usaron igualmente.
Los romanos, que tantas cosas tomaron de los griegos, hicieron tambien uso de las mascaras, sobre todo en las grandes fiestas Saturnales, en que se formaban cuadrillas de mascaras para recorrer las calles y los campos, cantando coros, paseándose á todas horas del dia, y dando lugar muchas veces á lamentables escesos.

Semejante costumbre, como otras muchas del paganismo, fue tolerada por la cristiandad; pero la civilización, dice un autor, adoptó para las máscaras sus adelantos, y hé aquí porqué Roma de hoy vé recorrer sus plazas y calles por multitud de máscaras como en tiempo de los Césares. El Carnaval no es, pues, otra cosa que un resto del paganismo, y un recuerdo de las bacanales de los antiguos.

A pesar de relegarse el uso de las máscaras únicamente para celebrar estas fiestas populares, ha habido ocasión en que han servido de adorno é indispensable prenda del traje de las damas. En Francia, en tiempo de Catalina de Médicis, rara vez salian de su casa las señoras de distinción, sin cubrirse el rostro con una elegante y diminuta máscara de terciopelo. Este uso se atribuye al deseo de preservar el cutis de los efectos de la atmósfera, pero tambien como medio de promover escenas galantes y comprometidas.

Tal como se conocen hoy las máscaras, despojadas del carácter religioso de los egipcios,relegadas a las diversiones populares del carnaval, ocupan el primer rango en Roma y en Venecia. En esta última ciudad, las fiestas de máscaras principian el dia de Reyes y terminan el primer dia de Cuaresma. En Venecia, durante los dias de carnaval, recorren sus calles acuáticas numerosas góndolas empavesadas, desde donde los jóvenes de todas clases, disfrazados y vestidos de mil colores, se envían unos á otros espresiones llenas de galanteria. De noche se iluminan magníficamente lo mismo la ciudad que los canales, y toma Venecia un aspecto fantástico que recuerda los mejores tiempos de su pasada grandeza. En Alemania, sobre todo en Colonia, Leipsich, Maguncia y Dresde, las máscaras son acogidas con entusiasmo.
París tiene hoy recuerdos de lujo y locura que se desplegaba en las mascaras durante el reinado de Luis XIV: la procesión du boeuf gras y los bailes  de máscaras de los Bulevares, son las diversiones que el Carnaval ofrece á los parisienses.

En España, las ciudades en donde existe mas decidida aficion á las máscaras, son indudablemente Madrid y Barcelona. En esta última ciudad, si bien están en boga las comparsas ó cuadrillas de máscaras nocturnas que recorren los salones y los bailes particulares; en cambio no hay la espansion que reina en el Carnaval de la córte, por lanzarse á las calles y paseos de la coronada Villa militares de máscaras ataviados de mil diversos modos, guardando el mas riguroso incógnito. En los primeros años del régimen constitucional, el furor por las máscaras rayaba casi en delirio. Bien lo demuestra el siguiente anuncio que apareció en el Diario de Avisos de Madrid del dia 29 de enero de 1837.

“Cabalgada enmascarada por las calles.- El señor Paul, director del Circo, agradecido á las pruebas de aprecio que ha recibido de los habitantes de esta muy heróica Villa, ha pensado ofrecerles una diversion gratuita, que por primera vez se ejecutará en España. A imitación de Venecia y París, saldrá del Circo una magnífica cabalgada con carrozas, brillante música y demas anexo, y todos los jinetes enmascarados, que pasearán las principales calles de Madrid el domingo de Carnaval, 5 de febrero. Las personas que gusten acompañar á aquella, tendrán la bondad de pasar por el Circo á inscribirse, siempre que se presenten el citado día á caballo con disfraz, bien y decentemente uno y otro: advirtiendo que no se admitirá á nadie en la cabalgada sin estas condiciones, propias de la córte de una nacion civilizada, y sin que se halle inscripto con anticipacion, para el debido conocimiento del director.”



Según otro anuncio publicado en el mismo Diario de Avisos de Madrid del dia 1º de febrero de 1837, se abrió entonces en la calle del Príncipe un tan vasto almacén de selectos y elegantes trajes para máscaras, que podia afirmarse no tenia rival en Europa.

Los Carnavales empezaron en Madrid en el año 1767, con motivo de no haber diversiones públicas como en otras córtes.- Con el entusiasmo por las máscaras que demuestran aun los madrileños, es de esperar que la antigua conmemoración de las Bacanales, requerirá el transcurso de muchos años para que llegue á estinguirse.
https://www.carnivaland.net/es/mascaras-origenes-historia/
https://viseco.wordpress.com/2015/04/01/las-mascaras-en-la-antiguedad-y-en-nuestros-dias-por-florencio-janer/
https://paginasarabes.com/2011/08/15/mascaras-el-origen/

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