Fue, al decir del historiador Manuel Fernández Álvarez, "lo mejor que quiso ser nuestro siglo XVIII". Juan Luis Cebrián,lo considera el mejor y más representativo miembro de nuestra Ilustración.Ese hombre fue Gaspar Melchor de Jovellanos, un español eminente que merece una reivindicación necesaria porque pese a haber concitado la admiración de tirios y troyanos, tal vez no tiene la presencia que se merece en nuestra memoria histórica."Durante generaciones, aparte de algunos estudiosos, Jovellanos no ha tenido lectores y, como escritor, no ha estado vivo.
Gaspar Melchor de Jovellanos fue uno de los más ilustres representantes de la Ilustración española, como hombre de letras, escritor y poeta, así como político de ideas avanzadas. Nacido en Gijón en 1744, se doctoró en Derecho en Salamanca. Interesado en el arte, fue admirador de Goya desde fecha temprana, habiéndose hecho retratar por el artista en los años en que acababa de ser nombrado miembro de la Real Academia de San Fernando.
Buena parte de los escritos de nuestro autor pertenecen a dictámenes, censuras y
representaciones de carácter jurídico solicitadas por el Supremo Consejo de Castilla.
Jurisconsulto y magistrado de profesión, Jovellanos era experto en derecho civil y canónico y
figura en las corrientes del regalismo ilustrado. Mantiene continuo contacto con el pensamiento
jurídico innovador de Inglaterra, Italia y Francia.
Literato, su excelencia en el cultivo de la lengua y la literatura españolas ha constituido,
hasta ahora, la faceta más reconocida de la personalidad de Jovellanos. Autor de algunas de las
mejores poesías del siglo, cultivador de diferentes géneros, entre los que sobresalen la lírica y la
sátira, su creación literaria, bajo el seudónimo de “Jovino”, así como el estilo de su prosa, le han conquistado un espacio importante en la historia de la literatura
española.
Político reformador, pertenece al círculo enciclopedista de Pablo de Olavide, el
promotor de la primera reforma universitaria moderna en España, y se relaciona estrechamente
con algunos de los principales autores de las reformas llevadas a cabo bajo Carlos III. Durante la Guerra de la Independencia (1808-1813) es miembro de la
Junta Central Suprema y las Cortes de Cádiz le declaran Padre de la Patria.
Estudioso de economía civil, fundador y miembro activo de la Sociedad Económica
Matritense de Amigos del País y correspondiente de otras muchas sociedades económicas,
trabaja activamente en el fomento del comercio, la explotación minera y las vías de
comunicación. Consagra una de sus obras principales, Informe sobre el expediente de la Ley
Agraria, a los problemas políticos del suelo. En él expone un pensamiento independiente e
informado de las doctrinas económicas del siglo. Toma partido por las reformas agrarias que la
nación necesita.
Jovellanos es, en realidad, un polígrafo por su cultivo de la historia, la geografía, el arte,
y su interés por los usos y costumbres de los grupos humanos, que hacen de él un precursor de
varias ramas de ciencias desarrolladas con posterioridad.
Jovellanos hace de la educación el objeto privilegiado de sus preocupaciones. El vasto campo
de sus intereses acaba siempre centrándose en la cuestión capital de la formación humana. Las
publicaciones que sobre educación le debemos abarcan casi tres decenios de su vida. Entre ellas se cuenta el primer tratado sistemático sobre el tema. Una perspectiva
histórica de la educación ha de reconocer en Jovellanos una figura emblemática de la pedagogía
de la Ilustración. La condición social del hombre constituye el punto
de partida de las reflexiones pedagógicas jovellanistas. Este carácter societario se abrirá
progresivamente a los valores personales y acabará caracterizando su pedagogía como
igualmente atenta a ambos polos de la relación, el individuo y la sociedad.
Su Diario de 1796 revela la densidad humana del hombre que, pasada la cincuentena,
hace balance de lo que en su vida hizo y de lo que quiso hacer, toma el futuro en sus manos y lo
concentra en una decisión: “Resuelvo en mi ánimo una obrita sobre instrucción pública para lo
cual tengo hechos algunos apuntamientos y observaciones” .
Las investigaciones sobre Jovellanos que, desde diversos campos, se han llevado a cabo
han abierto respectivas vías de acceso a sus diferentes producciones. En su contribución
especializada, son rigurosamente insustituibles.Se trata aqui y ahora de un eje de su obra que,
sin ser único, es principal porque tiene capacidad integradora para conferir sentido a
sus principales obras en prosa y a algunas de sus creaciones poéticas: la dominante pedagógica
de su reformismo. La preocupación por la regeneración económica de la nación y la creencia de que la instrucción es el origen de todo progreso social y personal, constituyen el
impulso inicial de la pedagogía de Jovellanos.
El pensamiento y la acción reformadora de Jovellanos se configuran en el contexto de su
crítica institucional contra la universidad, los colegios mayores universitarios, la magistratura,
los gremios de los oficios, la Inquisición; en el contexto de su crítica social contra la riqueza
vinculada (mayorazgos y “manos muertas”), la mala educación de la clase aristocrática, la falta
de educación del pueblo, la pseudoeducación de la mujer impuesta por prejuicios sociales que
deben superarse; la pobreza de origen político estructural; la desestima del trabajo y las
desviaciones supersticiosas y milagreras de la religiosidad.
Su crítica de la educación contemporánea denuncia los métodos docentes puramente
especulativos (deductivos, dice él), los estatutos anacrónicos que rigen todavía los
establecimientos de enseñanza, el régimen semieclesiástico de las universidades, el abuso de los
argumentos de autoridad, el desconocimiento o poco recurso a las fuentes (bíblicas,
humanísticas, jurídicas, médicas), la ignorancia y menosprecio de las ciencias modernas, el
descuido de las lenguas vivas, la falta de formación actualizada de las clases trabajadoras y de
los oficios técnicos .
Ante la imposibilidad de llevar acabo las ingentes reformas que considera urgentes, opta
por reformar cuando puede establecimientos docentes antiguos. Pero pone más énfasis en crear
espacios nuevos, instituciones “otras”, capaces de encarnar su ideal.
Las gestiones y publicaciones de las distintas etapas de su vida así lo acreditan. Cuando
las Sociedades Económicas de Amigos del País estaban aún en su auge, él se dirige a la de
Asturias sobre los medios de promover el bienestar de aquella región , y la necesidad de
cultivar en ella el estudio de las ciencias naturales. Uno de sus Discursos introduce el
ejercicio de la libertad en la formación de los artesanos. Aboga por la presencia de
señoras en la Sociedad Económica Matritense como sujetos activos con todos sus derechos . Una parte significativa de su pensamiento pedagógico lo expone en el Elogio de Carlos
III . Siendo Ministro de las Órdenes Militares, compone un plan de estudios para el
Colegio de Calatrava en Salamanca, que es su principal aportación a la formación
universitaria y pedagógicamente muy importante.
Durante los años de su destierro en Gijón (1790-1797), bajo pretexto de
supervisar operaciones mineras, se ocupa especialmente en dar forma al establecimiento por él
fundado, el Instituto de Náutica y Mineralogía. En el trabajo sobre la Ley Agraria dedica largas
páginas a la educación de agricultores, propietarios y políticos. Según la crítica reciente,
el Plan de educación de la nobleza sería una obra no redactada por él pero, sin duda, bajo su
directa inspiración, hay que situarla en el tiempo de su efímero mandato como Ministro de
Gracia y Justicia . En su destierro de Mallorca, compone finalmente, sin libros de
consulta ni citas de referencia, el primer tratado sistemático sobre educación de la Ilustración
española.
Justificar el universo moral es la cuestión clave de la ética de la Ilustración. Para Jovellanos, la
virtud y el valor deben contarse entre los elementos más destacados de la prosperidad social. El
medio privilegiado para alcanzarlos será también aquí la instrucción, pues la ignorancia es el
origen de todos los males que corrompen la sociedad. La ignorancia moral, sin embargo, es
pésima, porque no expresa un defecto del entendimiento, sino del corazón .
Jovellanos ve con claridad las relaciones, en modo alguno obvias, entre instrucción y
virtud. En primer término, analiza el origen o primera fuente de la moral. Así lo habían hecho
Platón, Aristóteles y, entre los modernos, Hume y Adam Smith, por considerarlo parte obligada
de la filosofía moral. Jovellanos lo considera indispensable para la educación moral.Tampoco admite Jovellanos el interés como fundamento
de la moral. Coincide con quienes colocan la felicidad en el ejercicio de la virtud,
pero disiente de quienes, como Cicerón, uno de sus autores más leídos, no llegan a derivarla de
su verdadero origen .
La tensión fundamental entre individuo y sociedad, que aumenta a lo largo del siglo,
interesa sobremanera a nuestro autor que define sus profundas convicciones ético-políticas
como fundamento obligado de toda educación. Se opone en parte a las corrientes
contemporáneas, rechazando la “invención” del individuo abstracto que considera arbitraria
porque “digan lo que quieran los poetas y los pseudofilósofos, la historia y la experiencia jamás
nos presentan (al hombre) sino reunido en alguna asociación más o menos imperfecta”.Acepta las obligaciones y derechos naturales, afirmando al mismo tiempo que
están modificados por el carácter social del hombre. Modificación que considera esencial. Concluye paladinamente reconociendo que a toda sociedad política le es esencial
tender siempre a esa perfección. En el contexto de este pasaje aparecen expresados en
apretado haz puntos de vista que definen a Jovellanos como ilustrado ávido de reformas, pero,
desde luego, antirrevolucionario. Jovellanos, por su parte, es explícito. La primera fuente de la moral reside en el autor de
todas las cosas. Para encontrar esta afirmación no es preciso esperar al Tratado teórico-práctico
de enseñanza. La desarrolló ampliamente en la Introducción al estudio de la Economía civil. La
norma moral ha de tener “un origen sublime y un carácter esencialmente bueno". De este origen se deducen los deberes, las obligaciones
naturales que conciernen al hombre en cuanto hombre, y las obligaciones civiles del hombre en
sociedad.
La instrucción moral es necesaria aun cuando se considere que la ley moral es natural al
hombre y sus preceptos se desarrollan con él.
La educación general concebida por Jovellanos ha de ser pública, universal, cívica, humanista y
estética. Jovellanos reivindica la educación pública como primera fuente de la prosperidad
nacional. Premisa que sustenta lo siguiente: la concepción de educación pública determinará la
instrucción que mejor corresponde a ella, esto es, la que habilite a los súbditos del Estado, de
cualquier clase y profesión que sean, para procurar su felicidad personal y contribuir en el
mayor grado posible al bien y prosperidad de la nación. Su fin se orientará al
perfeccionamiento de las facultades físicas intelectuales y morales. La concepción que inspira las bases para un Plan general de
Instrucción Pública representa un paso importante en la secularización de la enseñanza. Un
jalón situado entre la política educativa del despotismo ilustrado y la liberal, que se promulgará
en las mismas Constituyentes de Cádiz.
La universalización de la enseñanza se convierte en tema recurrente bajo la pluma de
Jovellanos. La educación que se considera primaria se conoce en su época como Primeras
Letras: generalizarla es la principal obligación del Estado. Se debe impartir a todos los
ciudadanos.Que no haya individuo, por pobre que sea, que no pueda recibir fácil y
gratuitamente esta instrucción. Ni que, por apartada que esté, exista aldea sin escuela .
La educación escolar que el autor desea obligatoria para el gobierno y para los
ciudadanos comprende “las primeras letras y las primeras verdades”.Aunque no entra a desarrollarlos, entiende
que habría que revisar los métodos de enseñanza de la lectoescritura.
Introduce Jovellanos el término de educación cívica. Dimensión siempre
necesaria para todo miembro de la sociedad, sujeto de derechos y deberes para con ella, pero
reclamada por él con énfasis, por la crisis del Antiguo Régimen y la conciencia lúcida de la
crisis política que se está viviendo.
Esta dimensión del proceso educativo que ha de introducir en las distintas obligaciones
del ciudadano, se orientará ante todo a la matriz de todas las virtudes cívicas, que Jovellanos
denomina “amor público”. En él descansa la unidad civil, él tutela los derechos y deberes del
ciudadano, y obtiene del interés particular los sacrificios que pide el interés común.
La imaginación tiene un espacio privilegiado, bien puede decirse decisivo, en la educación
jovellanista. Para iniciarse en el lenguaje de las bellas artes y de las letras, propio del ideal de
una personalidad armónica, es indispensable el cultivo de la imaginación. El buen gusto es
educable y su educación es un objetivo explícito de la educación jovellanista. El proceso que
hace posible la comunión gozosa con las creaciones artísticas se actualiza en el contacto con los
que, por sus calidades humanas y sus dotes expresivas, se han llamado con razón “maestros de
humanidad”.
En el clima de preilustración y de ilustración ocupan un lugar destacado los intentos de una
preparación más eficiente de los artesanos y una formación técnica más actualizada en algunas
profesiones. La política de Campomanes representa un capítulo
importante de este movimiento que conjuga intereses laborales y educativos. Jovellanos, sin
coincidir siempre con la ideología en el poder, contribuyó activamente desde las Sociedades
Económicas de Amigos del País y con distintas gestiones y publicaciones.
El Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía fundado por Jovellanos en Gijón
(1794) constituye una realización modélica.La biblioteca se inicia con
abundante literatura, con fuerte presencia de autores extranjeros principalmente sobre
matemáticas, física y química.
Puede considerarse el Instituto como precedente de las escuelas técnicas superiores que
se desarrollarían más tarde extramuros de la universidad.La vida del Instituto fue corta
debido a las graves dificultades en que se vio envuelto su fundador y a los avatares de la Guerra
de la Independencia.
Jovellanos (discutido en su tiempo y polémico para la posteridad) formuló las bases y asumió la tarea de fundamentar
racionalmente la educación. En ambos casos realiza un esfuerzo emblemático. Cosmopolita e
internacional, por elección, cultura y carácter, él es el mejor exponente de la crisis española de
la conciencia contemporánea. Vive lúcidamente el drama personal e ideológico de quien se deja
interpelar por la vertiente que mira a la Ilustración y, simultáneamente, percibe las nuevas
instancias que son ya propiamente liberales. Ladera ésta, justo es decirlo, percibida por él sólo
en parte.Resumiendo Jovellanos inauguraba la historia de la educación en España tal como iba
a desarrollarse en los dos siglos siguientes.
https://www.elmundo.es/cultura/2017/04/23/58fb89f1268e3efd2d8b4588.html
https://www.culturaydeporte.gob.es/dam/jcr:39b74623-6b0f-41b9-a1c4-ec00b6ddc9ed/guialector15.pdf
http://www.cervantesvirtual.com/portales/gaspar_melchor_de_jovellanos/autor_biografia/
https://www.eltiempo.es/gaspar-melchor-de-jovellanos-instituto-en-fuenlabrada.html?v=detallada
http://www.filosofia.org/enc/ece/e30776.htm
http://dbe.rah.es/biografias/13430/gaspar-melchor-de-jovellanos-y-ramirez
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