Tanto
el profeta como el poeta buscan a un público con quien compartir su
palabra. El profeta habla con la voz de Dios para revelar su presencia y
su voluntad. La meta del poeta es crear un lenguaje revelador. Así es
que el nicaragüense Ernesto Cardenal —poeta, sacerdote, marxista—
nos afirma sin conflicto ni contradicción inherentes: “Creo que cada
uno tiene una misión. La mía es la de poeta y la de profeta” .
Cardenal
hace de la poesía y la profecía una sola misión, una manera de
integrar el arte y el evangelio. La trayectoria de tal misión literaria
y religiosa durante los años 1960-1973, período que voy a estudiar en
este trabajo, corresponde al desarrollo de la teología de la liberación
en la América Latina. La poesía de Cardenal llegó, en efecto, a
expresar un mensaje que se hace eco del evangelio de los teólogos de la
liberación en América, como Gustavo Gutiérrez, Leonardo y Clodovis
Boff y Pedro Casaldáliga.
Para
los propósitos de este trabajo me voy a concentrar en cuatro obras
claves de Cardenal: los libros de poesía Gethsemani,
Ky. y Oración por
Marilyn Monroe , y dos poemas extensos, las “Coplas a la
muerte de Merton” y el “Viaje a Nueva York. Al
mismo tiempo, relacionaré las obras con ciertos hitos en la vida de
Cardenal y en el desarrollo de la teología de la liberación.
*
* *
Nacido
en 1925, dentro de la clase privilegiada de Nicaragua, Cardenal fue
primero un poeta del amor humano, autor de la colección Carmen y otros poemas que no quiso publicar y de la cual no tenemos
sino algunos versos sueltos. Entre 1946 y 1952, Cardenal publicó tres
poemas históricos: “Proclamación del conquistador”, “Raleigh”
y “Con Walker en Nicaragua”. Esta época coincide, en parte, con los
estudios de Cardenal en la Columbia University, donde empezó a
ocuparse, sobre todo, con la obra de Ezra Pound, el poeta político por
excelencia de las letras norteamericanas. En aquel entonces parece que
compartía también la política extremada de Pound, ya que en una
estancia en París en 1949 los latinoamericanos lo bautizaron el pequeño
fascista (Simon 39). Con todo, si la poética de Pound no dejó de
influir en la de Cardenal, éste abandonó pronto las tendencias políticas
del norteamericano. Luego de regresar a Nicaragua, se puso a escribir la
secuencia de epigramas que fusiona una amarga conciencia de la dictadura
de Somoza con un amor no correspondido:
Me
contaron que estabas enamorada de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí ese artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.
En
1954 Cardenal participó en la fracasada rebelión contra Somoza, después
de la cual escribió en el exilio el poema documental “La hora 0”.
El texto trata del fracaso político, la explotación económica y la
violencia institucionalizada de Centroamérica:
“Muchas
veces fumando un cigarrillo
he decidido la muerte de un hombre”,
dice Ubico fumando un cigarrillo…
En su palacio como un queque rosado
Ubico está resfriado. Afuera el pueblo
fue dispersado con bombas de fósforo.
Así
cede la primera poesía amorosa a una obra que se centra cada vez más
en la política. Ya en los años 50, encontramos en Cardenal una toma de
conciencia en que se manifiestan diversas corrientes del pensamiento
contemporáneo que conducirán a un discurso de la liberación. Por
ejemplo, cuando escribe sobre el papel de los EEUU contra el héroe
revolucionario Sandino, el poeta invoca la llamada teoría de la
dependencia: las naciones desarrolladas han explotado y siguen
explotando a las demás, manteniéndolas subordinadas para enriquecerse.
La idea de que las potencias económicas impiden el desarrollo a los países
pobres —a lo cual se deben los problemas de la dependencia económica,
política y cultural—, plantea cuestiones a las que se dirigirán
también el Vaticano II y el CELAM en Medellín. Pero en esta época,
Cardenal las considera desde una perspectiva puramente seglar. No es que
le falte indignación moral, sino que la religión no ha entrado todavía
en la interpretación de la injusticia humana. Para Cardenal, esto
empieza en 1956 a través de la conversión religiosa; como la explica:
“Simplemente Dios se me reveló como amor, y la pasión que sentía
antes por el amor humano la sentí por Él. Descubrí su belleza y me
entregué a ese amor”
El
año siguiente Cardenal entró como novicio en el monasterio trapense de
Gethsemani en los EEUU. Al renunciar el mundo, creía dejar atrás hasta
la injusticia social contra la cual había dedicado tanto trabajo. Es
interesante que fuera tan tradicional su primer concepto del amor divino
y del papel de los religiosos verdaderos: el buscar, mediante una vida
contemplativa y solitaria, la unión con Dios. En su busca, el novicio
estaba dispuesto a sacrificar también la poesía.
Cardenal
había escogido la Trapa precisamente por su monje más renombrado, el
escritor Thomas Merton: “Cuando me encontré en esta nueva situación
[de la conversión religiosa], no se me ocurrió sino escribir al
monasterio trapense que figuraba en los libros de Merton y que era el único
que conocía”
Merton servía de maestro de novicios, y con él llegó a establecer
Cardenal una relación íntima y duradera, que se pone de manifiesto a
lo largo de la amplia serie de cartas entre los dos (Daydí-Tolson
“Correspondencia” 394). Pero al principio no se entendieron bien.
Como un hombre de curiosidad insaciable, Merton se interesaba bastante
por las condiciones de Latinoamérica. Al reunirse el maestro y el
novicio, la instrucción constaba más de preguntas sobre Nicaragua que
de consejo espiritual, hasta el punto de que Cardenal la consideró una
pérdida de tiempo (“Merton” 36). Es patente que Cardenal procuraba
por entonces desprenderse todavía de la vida que existía fuera del
monasterio, pero Merton no lo dejó abandonar el mundo. Como el monje
escribiría en 1964:
El
maestro se había dedicado a una misión personal, la de aplicar
socialmente la praxis cristiana cómo la entendía él. Ya en el año
1961, escribía para el periódico The
Catholic Worker y otras publicaciones consideradas como radicales . Con frecuencia sus escritos trataban de asuntos políticos—la
fuerza nuclear, la “guerra justa”, la creciente participación de
los EEUU en la Indochina—que Merton denunciaba desde una perspectiva
cristiana. Su trabajo revela a la vez preocupaciones sociales por la
pobreza del Tercer Mundo, el materialismo occidental y el racismo
estadounidense. Para Merton, el Evangelio abarca mucho más que un
mensaje del más allá.
A
la luz de estas preocupaciones, es posible considerar a Merton uno de
los precursores de la teología de la liberación y, por lo tanto, cabe
decir que Cardenal empezó un proceso de concientización ya en la Trapa
durante los dos años que pasó con Merton . Sensibilizado
por el maestro, Cardenal nunca pudo olvidarse de la sociedad para
dedicarse tan sólo a una vida contemplativa idealizada. Se divisan, por
ello, huellas de la concientización en el libro de poemas Gethsemani,
Ky., escrito después de que había salido Cardenal de la
Trapa. No obstante, se trata también de una obra muy de la época
anterior al Concilio Vaticano II, cuyas preocupaciones son
principalmente las de un místico solitario en busca de Dios.
Aunque
representa la primera obra de Cardenal que centra en su fe religiosa, no
es lícito afirmar que la poesía refleje puramente la actitud del
novicio: Cardenal no la escribió en Kentucky, sino más tarde en México
donde —más maduro— continuaba sus estudios religiosos. El cotejo de
la primera edición con la segunda nos muestra que Cardenal siguió
revisando el texto durante su estancia en Colombia , e
incluso añadió otro poema.Con todo, la poesía de Gethsemani,
Ky. nos da la mejor perspectiva del pensamiento religioso de
Cardenal antes del impacto del Vaticano II.
La
secuencia de poemas tiene una estructura temporal, la del ciclo litúrgico.
Empieza con la Pascua, sigue el ciclo anual a través de las cuatro
estaciones y termina a punto de reanudarse en vísperas de la primavera.
Es la misma palabra la que cierra el primer poema y el último: resurrección.
Cardenal anticipa aquí un motivo de la teología de la liberación, la
Pascua que simboliza la vida liberada hasta de la muerte; enfatiza el
renacimiento en vez del sufrimiento, los dos polos de la fe cristiana.
En
el primer poema surge otro motivo de la obra, el de cantar. Es un oficio
sagrado, tanto de las cigarras como de los trapenses. El poeta observa
que cantan sólo los bichos machos, siendo las hembras mudas y sordas.
De ahí, se pregunta: “¿Para quién cantan los machos? / ¿Y por qué
cantan tanto? ¿Y qué cantan?” Y se contesta:
cantan
como trapenses en el coro
delante de sus Salterios y sus Antifonarios
cantando el Invitatorio de la Resurrección.
Después
de la comparación, Cardenal deja confundidos a los monjes con los
insectos, por el uso de pronombres que se refieren sólo a los que
cantan:
Al
fin del mes el canto se hace triste,
y uno a uno van callando los cantores,
y después sólo se oyen unos cuantos,
y después ni uno. Cantaron la resurrección.
El
uso del pretérito hace de la resurrección —la de Jesucristo, la del
ciclo anual —un hecho consumado. Pero el adjetivo triste
subraya la idea de que la resurrección no es un hecho consumado por una
vez para siempre, sino un acto que continúa, que ha de repetirse,
trabajo de la eternidad.
Cardenal
insinúa que todos los cantores cantan para Dios; las ansias sexuales de
los insectos y los oficios trapenses expresan el mismo amor, en el nivel
que corresponde a cada uno. Ni el ser humano ni la cigarra pueden evitar
cantar, es una parte natural del ritmo universal. La música implica
casi siempre un acto sagrado de amor. En otro poema Cardenal, dirigiéndose
a Dios, escribe sobre la exaltación: “Tú has hecho toda la tierra un
baile de bodas / y todas las cosas son esposos y esposas”
.
La
creación misma es un poema y somos todos elementos del estilo de
nuestro Autor, “colocados como palabras más puras de Dios en medio de
esta creación que es toda ella comunicación”, como escribirá
Cardenal más tarde .
Lo que se comunica con nosotros, o lo que nos comunicamos uno con otro,
es el amor. Nunca cambia el mensaje, y somos sus instrumentos así como
su significado.
En
Gethsemani, Ky son también
“signos universales” las bandadas de patos , las marquesinas de
los cines , el ruido de los trenes y de los aviones , el pito de una fábrica y los letreros
comerciales de “Pepsi-Cola / Palmolive Chrysler Colgate
Chesterfield” . Al hacer del mundo una obra de arte, el poeta
necesita sólo descifrarla para descubrir el mensaje claro e
indiscutible del Autor verdadero. La existencia es una especie de
lenguaje figurado que evoca más de lo que existe “realmente”, un
Algo escrito con mayúscula:
No
sé quién es el que está en la nieve.
Sólo se ve en la nieve su hábito blanco,
y al principio yo no había visto a nadie:
sólo la pura blancura de nieve con sol.
El novicio en la nieve apenas se ve.
Y siento que hay Algo más en esta nieve
que no es ni novicio ni nieve y no se ve.
Cabe
decir, por estos aspectos, que la poesía inspirada en la Trapa refleja
mayormente un misticismo personal y tradicional, el que se concentra en
el individuo en busca de la unión divina. Encontramos también cierto
desapego mediante el cual se ve la existencia humana como “latas de
cerveza vacías y colillas / de cigarrillos apagados” . Al mismo
tiempo, Cardenal en su afán global está queriendo abrazar lo más feo,
lo más comercial de la sociedad como alabanzas de Dios. Muy lejos de
recrear la mística del siglo XVI, el poeta nos presenta imágenes al
corriente: trenes, aviones, fábricas, latas de cerveza. Es una búsqueda
de Dios en contacto con nuestros tiempos.
De
todos modos, el antiguo Cardenal no está borrado por completo. Ha
llevado a Somoza al monasterio. Cuando llega la primavera “con su olor
a Nicaragua”, el poeta se pregunta:
¿O
es el olor del amor? Pero ese amor no es el tuyo.
Amor a la patria era el del dictador —el dictador
gordo, con su traje sport y su sombrero tejano—
él fue quien amó la tierra y la robó y la poseyó.
Y en esa tierra está ahora el dictador embalsamado
mientras que a ti el amor te ha llevado al destierro.
Viene
directamente de “La hora 0” el epíteto del traje sport y el
sombrero tejano. No obstante, la pura codicia del Somoza de “La hora
0” se convierte aquí en un amor falso o corrompido, perversión de la
verdadera búsqueda de lo divino, y como tal nos da una nueva faceta de
Cardenal: el poeta comienza a mediar una perspectiva religiosa que
procura explicarlo todo en términos del amor.
Somoza
vuelve a figurar una vez más, en el poema que trata del Oficio
Nocturno, donde sigue a Caifás en el desfile fantasma:
Es la hora en que brillan las luces de los burdelesy las cantinas. La casa de Caifás está llena de gente.
Las luces del palacio de Somoza están prendidas.
Es la hora en que se reúnen los Consejos de Guerra
y los técnicos en torturas bajan a las prisiones.
La hora de los policías secretos y de los espías,
cuando los ladrones y los adúlteros rondan las casas
y se ocultan los cadáveres.—Un cuerpo cae al agua.
Por
primera y última vez en el libro oímos la gran voz denunciadora de
Cardenal, que encadena en versículos rítmicos asombrosas imágenes de
la opresión y la violencia vigentes en la sociedad moderna. Es la voz
la que resonará en los Salmos.
La
alusión a Caifás no es un mero préstamo del historicismo de Pound,
sino que sirve para relacionar la pasión y la muerte de Jesucristo con
las víctimas de la guerra, de la tortura, de la “seguridad
nacional”, del delito. Es Jesucristo crucificado con el pueblo hoy en
día; la imagen prefigura un motivo principal de las obras posteriores.
En
definitiva, aunque este libro lírico se centra en torno al individuo y
su búsqueda mística, revela a la vez algún rasgo de la teología de
la liberación que está a punto de formularse: una visión que engloba
a todo el mundo dentro del plan divino; el énfasis en la comunicación
y la comunión; la voz profética; y la identificación de Jesucristo
con las víctimas de la sociedad. Se evidencia así el germen de la misión
de Cardenal: Si la Creación es obra de arte, el que la canta —el
poeta— es también el que profetiza.
La
segunda edición de Gethsemani,
Ky. coincide con la publicación de otro libro, Oración por Marilyn Monroe, de carácter muy distinto a la poesía
lírica y mística. El año 1965 es también la fecha de la ordenación
de Cardenal. Innegable es la importancia de la ordenación para
autorizar la misión literaria-profética, como indica Napoleón Choc.
Otra
señal de un nuevo compromiso es la fundación en Nicaragua, al año
siguiente, de su propia comunidad contemplativa, Nuestra Señora de
Solentiname. Contemplativa en el sentido de concientizadora, una fusión
idiosincrásica de ideología y dogma; así la caracteriza Ana María
Porrúa.
Al
fundar esta comunidad de base, Cardenal opta por un papel más social y
políticamente activo, incluso subversivo. Como la vida misma de
Cardenal, la poesía de 1965 es también de transiciones.
Entre
los libros Gethsemani, Ky. y Oración
por Marilyn Monroe se había celebrado el Concilio Vaticano II , ímpetu hacia una nueva relación entre la iglesia católica
y el mundo. El Concilio trató diversos asuntos, pero el documento tal
vez más importante para el desarrollo de la teología de la liberación,
Gaudium et Spes, insiste en
que tenga la iglesia católica un papel activo en la sociedad, una misión
humanizadora y libertadora, para cultivar en la tierra la dignidad
humana, la hermandad y la libertad . Este documento sostiene
que el progreso humano es evidencia del trabajo divino dentro de la
historia. De ello resulta que la falta de progreso, la injusticia y la
deshumanización vigentes en muchas sociedades —fenómenos a menudo
institucionalizados— obstaculizan la voluntad de Dios, y el deber
cristiano es superarlos . Una y otra vez Gaudium
et Spes afirma que el cristiano necesita una conciencia social y el
compromiso de actuar desde ella. El fallo en cumplir con los deberes
sociales significa que el cristiano ha pecado . Además del deber
cristiano del individuo, el documento hace algunas observaciones de
implicación colectiva sobre la división del mundo entre países ricos
y países pobres, una situación intolerable desde la perspectiva del
Concilio (303). Sugiere que la opresión es, en parte, la causa de la
miseria en el Tercer Mundo, lo que recuerda claramente la teoría de la
dependencia.
En
el año 1963, Cardenal había publicado ya seis de sus famosos Salmos y un número de poemas que se incluirían en el poemario Oración
por Marilyn Monroe: “Murder, Inc.”, “Managua, 6:30 PM” y
“...‘Las riquezas injustas’ (Lucas 16,9)”. Si los salmos
constituyen la primera manifestación inconfundible de la voz profética
de Cardenal, como afirma Jorge Valdés , hay que admitir al mismo
tiempo, con Pedro Xavier Solís, que “la versión adaptada por
Cardenal desuniversaliza los salmos bíblicos” debido a una temática
tan contextualizada en las circunstancias del poeta
Por otra parte, habían aparecido unos fragmentos de El estrecho dudoso, un tipo de Canto
a la manera de Pound —basándose en documentos históricos sobre la
exploración y la conquista de Centroamérica— que se presenta
desprovisto de aspecto religioso. Toda esta poesía tiene su dimensión
política, o implícita (El
estrecho dudoso) o explícita (los Salmos),
pero el tema puede existir independiente de una base religiosa
(“Murder, Inc.”).
La
poesía de la época revela un proceso de concientización, pero no están
bien integradas siempre las dos facetas de la misión de poeta y
profeta, ni siempre resulta clara la relación entre la denuncia y la
liberación. Por ejemplo, en un salmo vemos la distancia artística del
antiguo epigramista:
Y
si he de dar un testimonio sobre mi época
es éste: Fue bárbara y primitiva
pero poética.
De
modo que el poeta, al divorciarse del profeta, puede aprovecharse de lo
brutal para componer buenos versos y olvidarse del Evangelio. Pero es
posible también que el profeta no haga caso del poeta, lo que sucede en
“...‘Las riquezas injustas’
:
Y
en cuanto a las riquezas, pues, justas o injustas
los
bienes bien o mal adquiridos:
Toda
riqueza es injusta.
Todo
bien,
mal
adquirido.
Si
no por ti, por otros.
Tú
puedes tener la escritura correcta. Pero
¿compraste
la hacienda a su legítimo dueño?
¿Y
él la compró a su dueño? ¿Y el otro...? Etc., etc.
Podrías
remontar tu título hasta un título real
pero
¿fue
del Rey alguna vez?
¿No
se despojó alguna vez a alguno?
Y
el dinero que recibes legítimamente ahora
de
tu cliente, del Banco, del Tesoro Nacional
o
del Tesoro de USA
¿no
fue alguna vez mal adquirido? Pero
no
creáis tampoco que en el Estado Comunista Perfecto
las
parábolas de Cristo ya estarán anticuadas
y
Lucas 16,9 ya no tendrá validez
y
ya no serán injustas las
riquezas
y
ya no tendréis la obligación de repartir las riquezas!
El
polisíndeton es un rasgo de la estilística de Cardenal, pero aquí la
repetición de conjunciones —sobre todo, las tres pero
aisladas— intensifica la impresión de que escuchamos un sermón
cortado en versos. Se destaca la ausencia de poesía en el poema. Se
empleará en prosa el mismo versículo bíblico para la concientización
de los campesinos en la comunidad de Solentiname.
La
poesía debe ser política, como nota el propio Cardenal: “Aunque no propaganda
política, sino poesía política” . El mal poema es una especie de panfletismo. Cardenal se ha
dado una misión difícil, la de integrar la poesía y la profecía, y
son irregulares los resultados de esta época.
La
obligación de repartir las riquezas recuerda el tono y el lenguaje del
Concilio Vaticano II. Asimismo, se ve la manera de criticar igualmente
el sistema capitalista y el comunista, no para ser imparcial, sino para
hacer hincapié en la superioridad de la perspectiva espiritual. En
otros poemas Cardenal extiende el pecado y la salvación hacia un
sentido colectivo o social. Por ejemplo, en “Murder, Inc.” el poeta
echa la culpa al lector, aunque éste es “una persona decente / un
hombre honrado” ; y en los Salmos
el yo poético —portavoz de Dios— se une con las víctimas mediante
el insistente empleo de la primera persona plural: “En la noche no
duermen haciendo planes / planeando cómo aplastarnos más” . El espíritu del Concilio respira a través de estas
obras.
Sin
embargo, no se expresa todavía una teología de la liberación. Los
primeros Salmos esperan,
lloran por una liberación desde fuera, y en el poema “Apocalipsis”
el poeta describe “una nueva Evolución” que seguirá al fuego
nuclear, junto con el nacimiento de “una especie no compuesta de
individuos”:
sino
que era un solo organismo
compuesto
de hombres en vez de células
y
todos los biólogos estaban asombrados
Pero
los hombres eran libres y esa unión de hombres
era
una Persona.
No
cabe duda de que tal Persona prefigura al Hombre Nuevo de la teología
de la liberación. Lo que impide una identificación cabal reside en el
origen milagroso de la Persona, y en los pasos escatológicos que la
preceden: la aniquilación nuclear efectúa cierta mutación genética y
social. O sea, no nos vemos cambiados por la gracia, sino por la radiación.
Según el Cardenal posterior, desde luego, tanto el Hombre Nuevo como la
sociedad justa son factibles ahora mismo si los queremos: “Somos los
hombres que formamos el Hombre o formaremos” . Asimismo, la teología de la liberación propondrá una revolución
social y espiritual en vez de un apocalipsis.
Pero
hay un poema en que se fusionan el arte y la nueva profecía, una teología
de la liberación antes de que tenga este nombre. Me refiero al poema
“Oración por Marilyn Monroe”
Señor
recibe
a esta muchacha conocida en toda la tierra con el nombre de Marilyn
Monroe
aunque
ése no era su verdadero nombre
(pero
Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y
la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y
que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin
su Agente de Prensa
sin
fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Por
supuesto, la forma de una oración disfraza la intención de Cardenal.
El yo poético se está dirigiendo a nosotros, nos pone en múltiples
situaciones a la vez: somos Dios, actriz, mediador y, al fin y al cabo,
nosotros mismos como lector. Es un contexto en el que no podemos evitar
la conciencia religiosa: cualquiera que sea la nuestra, Cardenal la toca
directamente.
No
tenemos la responsabilidad por Marilyn Monroe —estrella de cine, rubia
diosa erótica, pecadora atrevida, corruptora del beisbolista Joe
Dimaggio y, a través de él, de la juventud, divorciada promiscua,
drogata, suicida—, sino por una “huerfanita” y “empleadita”
solita, y devorada por la inmensa noche espacial de la muerte. Cardenal
manipula el ritmo y el lenguaje para hacernos sentir y pensar y
compadecer; nos hace juzgarla y, con ella, nuestro propio concepto del
pecado. Nos hace ver, en fin, nuestro deber con todas las huerfanitas
del mundo:
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos—El de nuestras propias vidas— Y era un script absurdo.Perdónala Señor y perdónanos a nosotrospor nuestra 20th Centurypor esta Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
El
juego de palabras “20th Century” alude tanto al siglo del lector
como al nombre de un estudio cinematográfico de Hollywood. Es decir,
todos somos los opresores de las huerfanitas y las empleaditas de
tienda, de los pobres, los indefensos, los marginados; no existe nadie
que sea capaz de oprimir a solas, es un trabajo cabalmente colectivo. El
texto sigue recordándonos mediante el empleo de la primera persona
plural: “Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes”, para dar un ejemplo. (El subrayado es
mío.) Los pecados de la mujer, incluso el capital del suicidio, son más
pequeños que los colectivos nuestros:
Señoren este mundo contaminado de pecados y radioactividadTú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda.
En
su entrevista a Christ, Cardenal explica que Marilyn Monroe fue víctima
de la comercialización, sinónima de la falsificación del mundo real,
o sea la Creación que ha realizado Dios . La empleadita de tienda
que “soñó ser estrella de cine” no se hizo diosa, sino un objeto
sexual. Es decir, se deshumanizó. Se le perdió el verdadero nombre, y
con el nombre su propia humanidad.
En
el poema Cardenal niega el proceso de cosificación. La mujer no se
acerca a Dios como Marilyn Monroe, una monstruosa fantasía encarnada,
sino como ella misma. La persona falsa nos pertenece a nosotros los
consumidores, y la verdadera llega a Dios desnuda, despojada,
purificada… y quizá perdonada.
Al
final del poema la imagen del teléfono representa la vida de Marilyn
Monroe en busca del amor —comunicación, contacto— como una serie de
números equivocados: “wrong
number” escrito todo con mayúscula . En realidad, la huerfanita toda su vida quiso marcar correctamente
el número del Señor, y murió con el teléfono todavía en la mano.
Por eso escribe Cardenal:
Señor
quienquiera
que haya sido el que ella iba a llamar
y
no llamó (y tal vez no era nadie
o
era Alguien cuyo número no está en el Directorio de Los Angeles)
contesta
Tú el teléfono!
Y
desde nuestra posición como este “Tú”, nos pide lo mismo en este
mundo que hemos contaminado metafórica y literalmente.
El
poema es un ejemplo de esa “espiritualidad de la liberación” que
ensalza Gustavo Gutiérrez en su obra clave, Teología
de la liberación: “Es necesaria una actitud vital: global y sintética,
que informe la totalidad y el detalle de nuestra vida” (254). Marilyn
Monroe, o Norma Jean Baker —la huerfanita y empleadita de tienda— es
uno de los detalles “de nuestra vida”, un caso concreto que Cardenal
utiliza para examinar nuestra sociedad, nuestro mundo. Es su papel como
profeta; al emplear sus habilidades como poeta, Cardenal nos despierta,
y volvemos a considerar nuestro propio papel en “esta Colosal
Super-Producción” en que participamos diariamente.
Aparte
de la faceta literaria de su misión, Cardenal hace un papel muy activo,
desde 1966 en adelante, en su “comunidad contemplativa”,
Solentiname. Como se daba a entender anteriormente, la contemplación en
el,es sinónima de la concientización. Como explica el propio Cardenal:
“La única labor un poco efectiva que hemos hecho aquí es la de
concientización de un grupo de campesinos, preparándolos para la
revolución, haciéndoles ver que la única solución para sus problemas
es la revolución”
Cardenal más y más aboga por la revolución, especialmente después de
su llamada “segunda conversión” durante un viaje a Cuba en 1970. Conviene notar que la encíclica Populorum
Progresso de 1967, aunque critica el sistema económico
internacional, denuncia la revolución como origen de nuevas injusticias
y de nuevos desastres . El documento deja implícitamente
la responsabilidad de liberación, y las acciones necesarias para
conseguir la liberación, en las manos de los opresores, una posición
absolutamente contraria a la que propugna Cardenal, entre otros muchos.
En
1968, al reunirse en Medellín, Colombia, los obispos latinoamericanos
dan un gran paso adelante declarando que los cristianos, como
cristianos, tendrán que participar en la transformación de la
sociedad, un trabajo religioso que libere a todos los pueblos de la
dependencia y de todas las esclavitudes: a saber, “el pecado, la
ignorancia, el hambre, la miseria y la opresión; en una palabra, la
injusticia y el odio, que tienen su origen en el egoísmo humano” . Otros documentos tratan específicamente de la
concientización necesaria, de la violencia institucionalizada y de la
pobreza como producto de la opresión. El objetivo es crear al hombre
nuevo en una sociedad renovada.
Aunque
los documentos de Medellín enfocan la liberación y la transformación,
no apoyan la revolución. En el mismo año el Papa Pablo VI, durante su
visita a Colombia, vuelve a condenar la revolución: “Os exhortamos a
no poner vuestra confianza en la violencia ni en la revolución; tal
actitud es contraria al espíritu cristiano y puede retardar y no
favorecer la elevación social a la cual aspiráis legítimamente”
Cardenal
rechaza la condenación. Tanto en la religión como en la política, o
es la revolución o nada. Como declara a los estudiantes en Venezuela:
“No habrá más Iglesia que la revolucionaria” . De ahí que una posición “moderada” sirve al diablo por no
oponérselo . Y después de su viaje a Cuba, con
revolución Cardenal quiere decir la revolución marxista: “También
Jesucristo fue comunista; la Virgen María fue comunista. Lean ‘El
Magnificat’, un canto a la lucha de clases” . Este lenguaje aparentemente ideológico y extra-histórico, que
quiere empujarnos a una toma de conciencia, corresponde a conceptos íntegros
(y tal vez expresados de modo menos provocador) de la teología de la
liberación. “Monseñor, somos subversivos”, escribirá Cardenal:
“seguidores del proletario mal vestido y visionario, agitador /
profesional, ejecutado por conspirar contra el Sistema.
Pilatos puso el letrero en 4 idiomas: subversivo” . Lo esencial aquí no reside en el “marxismo”
de Jesucristo, sino en su identificación con los pobres y en su oposición
a un sistema injusto y opresor. Por lo tanto, es el Jesucristo de la
teología de la liberación, “una teología de la clase oprimida”
Curiosamente,
durante los mismos años de Solentiname, la encíclica Populorum Progresso y la conferencia de Medellín —años de cada
vez más interés por los pobres—, Cardenal experimenta con una poesía
cada vez más culta. La obra completada El
estrecho dudoso se publicó en 1966; el Homenaje
a los indios americanos ; y tal vez el poema más complejo y ambicioso, “Coplas a la
muerte de Merton” en 1970 La técnica se parece a la
de Ezra Pound en los Cantos:
yuxtaposiciones violentas, alusiones recónditas, frases macarrónicas,
incongruencias gramaticales, puntuación y distribución arbitrarias y
perspectiva historicista.
http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/TL/literatura/derusha.htm
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