Nacido en un suburbio se Londres, en el seno de una familia de actores de teatro y vodevil, desde su nacimiento ya tuvo que sufrir las desavenencias familiares y la desaparición de su padre cuando apenas había cumplido los cinco años. Comenzó a esta edad con pequeñas actuaciones en espectáculos de music-hall, siempre en compañía de su madre, hasta que ésta tuvo que ser ingresada en un hospital, momento en que Chaplin fue recluido también en un orfanato con siete años. Tras salir del centro formó parte de diversos grupos de actores que interpretaron obras por los escenarios más diversos de Londres y alrededores, en donde comenzó a desarrollar escenificaciones centradas en la mímica. A partir de los 11 años ya trabajó con grupos como el de William Gillette y, especialmente, con el de Fred Karno, con quien mantuvo una estrecha colaboración hasta 1912, y con el que viajó por varios países europeos y Estados Unidos (en Nueva York realizó su debut en 1910 con A night in a London Club). Fueron años de gran formación para Chaplin, en los que fue refinando estilo y personajes, moviéndose en el mundo del burlesque y la pantomima, pilares de su éxito.
Tras
realizar una segunda gira con la compañía de Karno a Nueva York,
decidió quedarse definitivamente en Estados Unidos, debido al contrato
que le ofreció Adam Kessel, representante de la productora Keystone,
para intervenir en las películas del Estudio. A finales de 1913 marchó a
Los Ángeles y pasó a formar parte del grupo de actores de Mack Sennett,
interviniendo en numerosas películas cómicas, primero como uno más del
montón y después como actor principal. Formó parte de los Keystone
Cops., y con apenas un año de trabajo Chaplin demostró que tenía un
lugar reservado en el firmamento de las estrellas del cine, al lado de
Mabel Normand, Roscoe “Fatty” Arbuckle y otros miembros del Estudio.
Intervino, entre otras, en varias películas de Sennett (Charlot y el fuego; Un amor cruel; El romance de Charlot; todas en 1914) y codirigió varias con Mabel Normand (Charlot camarero; Charlot en la vida conyugal).
Fue ya en este período cuando definió el personaje de Charlot (sombrero
hongo, bastón, bigote, chaqueta estrecha, pantalones anchos y zapatos
enormes), que fue afinando en sus últimas películas para el Estudio de
Sennett. En sus primeras películas como director fue un conquistador (Charlot y la sonámbula, 1914), un falso dentista, un tramoyista, un enfermero y un portero (Charlot, conserje, 1914), entre otros papeles.
La
carrera de Chaplin comenzó con buen pie y en 1915 fue contratado por la
Essanay para interpretar y dirigir sus propias historias, en las que
tuvo como partenaire a Edna Purviance (Charlot, trasnochador; Charlot en el parque; La fuga de Charlot) y ocasionalmente en el reparto a Gloria Swanson (Charlot cambia de oficio).
Fue un año de trabajo en el que su gesticulación comenzó a depurarse,
mostrando un grado de sutileza inigualable; se distanció de las
creaciones que hacían otros cómicos del momento, en donde la acción
dominaba la historia y el sentimiento parecía no existir.
Con una
actividad incesante, pasó al año siguiente a la Mutual, viendo
incrementar su salario que, poco a poco, se situó entre los más
importantes de Hollywood. Continuó trabajando con sus operadores Frank
D. Williams y Rollie Totheroh y con Edna Purviance. Sus películas
desarrollaron muchas nuevas historias, buscando espacios diferentes para
que Charlot pudiese demostrar sus cualidades y desengaños. Comenzó,
igualmente, su colaboración con el actor Eric Campbell (Charlot, encargado de bazar; Charlot, músico ambulante; Charlot, tramoyista de cine),
formando una pareja singular que dio lugar a todo tipo de situaciones
en las que Charlot tenía que evitar el caos irremediable. En cualquier
caso, 1916 fue un año excelente, pues todas sus películas mostraron una
gran madurez que quedó consagrada con títulos como Charlot vagabundo (quizá la historia más completa), Charlot portero de banco (en la que sueña ser el enamorado de la secretaria) o Charlot prestamista
(empleado que corteja a la hija del dueño y acaba siendo un héroe
cuando logra evitar un robo). En todas estas películas, al igual que con
Charlot, en la calle de la Paz y Charlot en el balneario
(las dos de 1917), consiguió integrar a la perfección los objetos y
elementos diversos del decorado con la trama dramática que desarrolla
cada historia. Son obras de gran madurez sobre las que consolidó su éxito popular y creativo.
Bien cimentada su fama y cuando sus
películas eran un auténtico éxito en todo el mundo, Chaplin comenzó a
mostrar una vida personal que no agradó a un sector conservador de la
industria y la sociedad estadounidense, que se unió en un frente que
intentó boicotear su carrera (a lo que ayudó el hecho que de fue
declarado inútil para intervenir en la Primera Guerra Mundial).
Sin embargo, ya fuera de la Mutual consiguió un gran contrato con la
First National para realizar durante cinco años una serie de películas
que acrecentaron aún más su fama. La maestría de Chaplin quedó
confirmada con Vida de perro y Armas al hombro! (ambas de 1918), El chico (1920) y Día de paga (1922),
entre otras, en las que contó con la innegable ayuda de su inseparable
director de fotografía Rollie Totheroh. La sensibilidad, la crítica y
denuncia afloró en cada una de estas historias, a las que cada vez
dedicó más tiempo para perfeccionar al máximo cada instante, cada mirada
y gesto, atrapando al espectador en una emoción contenida.
Aunque en 1919 fundó con Douglas Fairbanks, Mary Pickford y David Wark Griffith la United Artists, no pudo producir para la firma su primera película hasta 1923 (Una mujer de París),
debido a su contrato con la First National. Sorprendió que Chaplin no
apareciera como actor, trabajo que dejó en manos de Edna Purviance y Adolphe Menjou.
No obstante, la película, que fue muy bien recibida en su estreno y
atacada inmediata y ferozmente por diversos grupos de presión
estadounidenses (prohibida su exhibición en quince estados), demostró
que el director aprendió mucho durante su trabajo anterior pues
construyó una historia aplicando con gran efectividad sugerentes y
nuevos recursos narrativos espacio-temporales, progresando en los temas
socialmente más complejos (un melodrama en torno a una mujer pecadora a
la que se defiende del puritanismo social) y abriendo un nuevo camino
para su obra posterior.
La miseria, tristeza, abandono y tragedia
interior que puede vivir el personaje de Charlot quedaron plasmadas en
otras obras maestras que le adentraron en el cine sonoro con más solidez
y eficacia. La quimera del oro (1925) es una genial historia en donde elaborados gags
(secuencia magistral como la del banquete que se da con su bota)
resumen a la perfección la ironía y acidez de su mensaje. En la misma
línea, más emotiva y sensible se encontró Luces de la ciudad (1930),
en donde trascendió su tragedia y la mísera existencia de sus
personajes, volcándose en la ciega que encuentra en la calle a la que
hace soñar con un apuesto millonario que, tras la operación, resultó ser
un vagabundo. Fueron años en los que recibió un Oscar especial por su trabajo como productor, director, guionista y actor en El circo (1927).
Chaplin
se adentró en el sonoro con la habilidad del gesto propia del cine
mudo, aprovechando el sonido para complementar la idea y el momento,
además de la metáfora para redondear la imagen. Si con anterioridad ya
mostró su postura frente al mundo, a los acontecimientos que se suceden
sin descanso, con Tiempos modernos (1935) alcanzó la cumbre de su
crítica contra la inclusión de la máquina en la sociedad, herramienta
que acaba con la pocas virtudes que quedaban en la convivencia de los
hombres, sometiéndolos a la tiranía del esfuerzo encadenado a la
productividad. Continuó hostigando las mentes bien pensantes con El gran dictador (1940), una crítica al totalitarismo representado por Hitler y Mussolini,
que todavía le encumbró más en su carrera (la Academia le concedió
cinco nominaciones al Oscar). Chaplin demostró su genialidad en una de
las películas más recordadas de la historia del cine, un auténtico
monumento a la creatividad basada en la riqueza del gag visual. Los
parlamentos que ya se escucharon en estas películas tendieron más a
reforzar el trabajo de imagen que a señalar la eficacia de un diálogo
que, en muchos momentos, pasó desapercibido.
En la recta final de su carrera (entre 1946 y 1951), Chaplin se enfrentó a los conservadores estadounidenses, al Comité de Actividades Antiamericanas, se deshizo de su personaje emblemático, Charlot, en Monsieur Verdoux
(1946, nominado al Oscar como Mejor guion) y decidió que debía cambiar
de aires. Después de vender su parte de la distribuidora y productora
United Artists, marchó a Europa tras estrenar Candilejas (1952),
película que estuvo prohibida en Estados Unidos pero que recibió en 1972
un Oscar por la música original, y fue la última colaboración con su
inseparable Totheroh. Criticó a su país de adopción desde Un rey en Nueva York (1956),
sobre todo al Comité que en su momento intentó incriminarle por
anticomunista; a John E. Rankin, miembro de la Cámara de Representantes
que pretendió que se aprobara su expulsión del país y que se prohibiera
la exhibición de todas su películas; y al por aquel entonces fiscal
general de los Estados Unidos, James MacGranery, por decir, cuando ya se
encontraba en Europa, que se había iniciado una investigación sobre el
pasado político de Chaplin.
Ante todo este cúmulo de
acontecimientos, Chaplin decidió quedarse definitivamente en Europa,
residiendo en Vevey (Suiza). Comenzó a recibir todo tipo de homenajes y
reconocimientos. Le fue concedida la Legión de Honor en Francia; fue nombrado ‘Sir’ por la reina Isabel II;
le entregaron el Premio Internacional de la Paz y, dos años antes de su
muerte, Hollywood le concedió el Oscar honorífico por el conjunto de su
carrera.
Sus romances y matrimonios fueron muy comentados y
provocaron todo tipo de reacciones en su momento. Se casó con las
jóvenes actrices Mildred Harris y Lita Grey , vivió
un romance que también acabaría en matrimonio con Paulette Goddard y con Joan Barry (quien consiguió que asumiera la paternidad
de su hijo). Logró la estabilidad emocional y familiar cuando se casó
con Oona O’Neill en 1943, con la que estuvo unido hasta su muerte.
Escribió varios libros, entre ellos Charlie Chaplin’s own story , My wonderful visit , My autobiography y My life in pictures
Sin
duda, Charles Chaplin se encuentra entre los más grandes actores que ha
dado la historia del cine, y elevó a éste hasta la categoría de arte a
partir de unas cualidades dramáticas que nadie ha podido igualar. Como
otros muchos actores de su época construyó un personaje, Charlot, que
fue el paradigma del ser más humano que ha dado el cine, del icono que
traspasó fronteras y, todavía con los años, ha permanecido en la mente
de cualquier espectador independiente del lugar del mundo del que se
hable. La universalidad de su modelo se basa en la pureza del gesto, la
sencillez de la mirada y, sobre todo, en la carga de humanidad que
encerró siempre en cada historia, en una dilatada trayectoria que fue
perfilando agudeza e ironía, crítica y reflexión y un compromiso sin
igual con el mundo que le ha tocado vivir. Para siempre quedó en el
espectador la imagen del hombrecillo que, después de reflejar en su
rostro la amarga tristeza, se aleja por la carretera asumiendo una vez
más su soledad.
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