miércoles, 2 de marzo de 2016

CHARLES CHAPLIN Y LA QUIMERA DEL ORO




Nacido en un suburbio se Londres, en el seno de una familia de actores de teatro y vodevil, desde su nacimiento ya tuvo que sufrir las desavenencias familiares y la desaparición de su padre cuando apenas había cumplido los cinco años. Comenzó a esta edad con pequeñas actuaciones en espectáculos de music-hall, siempre en compañía de su madre, hasta que ésta tuvo que ser ingresada en un hospital, momento en que Chaplin fue recluido también en un orfanato con siete años. Tras salir del centro formó parte de diversos grupos de actores que interpretaron obras por los escenarios más diversos de Londres y alrededores, en donde comenzó a desarrollar escenificaciones centradas en la mímica. A partir de los 11 años ya trabajó con grupos como el de William Gillette y, especialmente, con el de Fred Karno, con quien mantuvo una estrecha colaboración hasta 1912, y con el que viajó por varios países europeos y Estados Unidos (en Nueva York realizó su debut en 1910 con A night in a London Club). Fueron años de gran formación para Chaplin, en los que fue refinando estilo y personajes, moviéndose en el mundo del burlesque y la pantomima, pilares de su éxito.
Tras realizar una segunda gira con la compañía de Karno a Nueva York, decidió quedarse definitivamente en Estados Unidos, debido al contrato que le ofreció Adam Kessel, representante de la productora Keystone, para intervenir en las películas del Estudio. A finales de 1913 marchó a Los Ángeles y pasó a formar parte del grupo de actores de Mack Sennett, interviniendo en numerosas películas cómicas, primero como uno más del montón y después como actor principal. Formó parte de los Keystone Cops., y con apenas un año de trabajo Chaplin demostró que tenía un lugar reservado en el firmamento de las estrellas del cine, al lado de Mabel Normand, Roscoe “Fatty” Arbuckle y otros miembros del Estudio. Intervino, entre otras, en varias películas de Sennett (Charlot y el fuego; Un amor cruel; El romance de Charlot; todas en 1914) y codirigió varias con Mabel Normand (Charlot camarero; Charlot en la vida conyugal). Fue ya en este período cuando definió el personaje de Charlot (sombrero hongo, bastón, bigote, chaqueta estrecha, pantalones anchos y zapatos enormes), que fue afinando en sus últimas películas para el Estudio de Sennett. En sus primeras películas como director fue un conquistador (Charlot y la sonámbula, 1914), un falso dentista, un tramoyista, un enfermero y un portero (Charlot, conserje, 1914), entre otros papeles.
La carrera de Chaplin comenzó con buen pie y en 1915 fue contratado por la Essanay para interpretar y dirigir sus propias historias, en las que tuvo como partenaire a Edna Purviance (Charlot, trasnochador; Charlot en el parque; La fuga de Charlot) y ocasionalmente en el reparto a Gloria Swanson (Charlot cambia de oficio). Fue un año de trabajo en el que su gesticulación comenzó a depurarse, mostrando un grado de sutileza inigualable; se distanció de las creaciones que hacían otros cómicos del momento, en donde la acción dominaba la historia y el sentimiento parecía no existir.
Con una actividad incesante, pasó al año siguiente a la Mutual, viendo incrementar su salario que, poco a poco, se situó entre los más importantes de Hollywood. Continuó trabajando con sus operadores Frank D. Williams y Rollie Totheroh y con Edna Purviance. Sus películas desarrollaron muchas nuevas historias, buscando espacios diferentes para que Charlot pudiese demostrar sus cualidades y desengaños. Comenzó, igualmente, su colaboración con el actor Eric Campbell (Charlot, encargado de bazar; Charlot, músico ambulante; Charlot, tramoyista de cine), formando una pareja singular que dio lugar a todo tipo de situaciones en las que Charlot tenía que evitar el caos irremediable. En cualquier caso, 1916 fue un año excelente, pues todas sus películas mostraron una gran madurez que quedó consagrada con títulos como Charlot vagabundo (quizá la historia más completa), Charlot portero de banco (en la que sueña ser el enamorado de la secretaria) o Charlot prestamista (empleado que corteja a la hija del dueño y acaba siendo un héroe cuando logra evitar un robo). En todas estas películas, al igual que con Charlot, en la calle de la Paz y Charlot en el balneario (las dos de 1917), consiguió integrar a la perfección los objetos y elementos diversos del decorado con la trama dramática que desarrolla cada historia. Son obras de gran madurez sobre las que consolidó su éxito popular y creativo.

Bien cimentada su fama y cuando sus películas eran un auténtico éxito en todo el mundo, Chaplin comenzó a mostrar una vida personal que no agradó a un sector conservador de la industria y la sociedad estadounidense, que se unió en un frente que intentó boicotear su carrera (a lo que ayudó el hecho que de fue declarado inútil para intervenir en la Primera Guerra Mundial). Sin embargo, ya fuera de la Mutual consiguió un gran contrato con la First National para realizar durante cinco años una serie de películas que acrecentaron aún más su fama. La maestría de Chaplin quedó confirmada con Vida de perro y Armas al hombro! (ambas de 1918), El chico (1920) y Día de paga (1922), entre otras, en las que contó con la innegable ayuda de su inseparable director de fotografía Rollie Totheroh. La sensibilidad, la crítica y denuncia afloró en cada una de estas historias, a las que cada vez dedicó más tiempo para perfeccionar al máximo cada instante, cada mirada y gesto, atrapando al espectador en una emoción contenida.


Aunque en 1919 fundó con Douglas Fairbanks, Mary Pickford y David Wark Griffith la United Artists, no pudo producir para la firma su primera película hasta 1923 (Una mujer de París), debido a su contrato con la First National. Sorprendió que Chaplin no apareciera como actor, trabajo que dejó en manos de Edna Purviance y Adolphe Menjou. No obstante, la película, que fue muy bien recibida en su estreno y atacada inmediata y ferozmente por diversos grupos de presión estadounidenses (prohibida su exhibición en quince estados), demostró que el director aprendió mucho durante su trabajo anterior pues construyó una historia aplicando con gran efectividad sugerentes y nuevos recursos narrativos espacio-temporales, progresando en los temas socialmente más complejos (un melodrama en torno a una mujer pecadora a la que se defiende del puritanismo social) y abriendo un nuevo camino para su obra posterior.
La miseria, tristeza, abandono y tragedia interior que puede vivir el personaje de Charlot quedaron plasmadas en otras obras maestras que le adentraron en el cine sonoro con más solidez y eficacia. La quimera del oro (1925) es una genial historia en donde elaborados gags (secuencia magistral como la del banquete que se da con su bota) resumen a la perfección la ironía y acidez de su mensaje. En la misma línea, más emotiva y sensible se encontró Luces de la ciudad (1930), en donde trascendió su tragedia y la mísera existencia de sus personajes, volcándose en la ciega que encuentra en la calle a la que hace soñar con un apuesto millonario que, tras la operación, resultó ser un vagabundo. Fueron años en los que recibió un Oscar especial por su trabajo como productor, director, guionista y actor en El circo (1927).
Chaplin se adentró en el sonoro con la habilidad del gesto propia del cine mudo, aprovechando el sonido para complementar la idea y el momento, además de la metáfora para redondear la imagen. Si con anterioridad ya mostró su postura frente al mundo, a los acontecimientos que se suceden sin descanso, con Tiempos modernos (1935) alcanzó la cumbre de su crítica contra la inclusión de la máquina en la sociedad, herramienta que acaba con la pocas virtudes que quedaban en la convivencia de los hombres, sometiéndolos a la tiranía del esfuerzo encadenado a la productividad. Continuó hostigando las mentes bien pensantes con El gran dictador (1940), una crítica al totalitarismo representado por Hitler y Mussolini, que todavía le encumbró más en su carrera (la Academia le concedió cinco nominaciones al Oscar). Chaplin demostró su genialidad en una de las películas más recordadas de la historia del cine, un auténtico monumento a la creatividad basada en la riqueza del gag visual. Los parlamentos que ya se escucharon en estas películas tendieron más a reforzar el trabajo de imagen que a señalar la eficacia de un diálogo que, en muchos momentos, pasó desapercibido.
En la recta final de su carrera (entre 1946 y 1951), Chaplin se enfrentó a los conservadores estadounidenses, al Comité de Actividades Antiamericanas, se deshizo de su personaje emblemático, Charlot, en Monsieur Verdoux (1946, nominado al Oscar como Mejor guion) y decidió que debía cambiar de aires. Después de vender su parte de la distribuidora y productora United Artists, marchó a Europa tras estrenar Candilejas (1952), película que estuvo prohibida en Estados Unidos pero que recibió en 1972 un Oscar por la música original, y fue la última colaboración con su inseparable Totheroh. Criticó a su país de adopción desde Un rey en Nueva York (1956), sobre todo al Comité que en su momento intentó incriminarle por anticomunista; a John E. Rankin, miembro de la Cámara de Representantes que pretendió que se aprobara su expulsión del país y que se prohibiera la exhibición de todas su películas; y al por aquel entonces fiscal general de los Estados Unidos, James MacGranery, por decir, cuando ya se encontraba en Europa, que se había iniciado una investigación sobre el pasado político de Chaplin.
Ante todo este cúmulo de acontecimientos, Chaplin decidió quedarse definitivamente en Europa, residiendo en Vevey (Suiza). Comenzó a recibir todo tipo de homenajes y reconocimientos. Le fue concedida la Legión de Honor en Francia; fue nombrado ‘Sir’ por la reina Isabel II; le entregaron el Premio Internacional de la Paz y, dos años antes de su muerte, Hollywood le concedió el Oscar honorífico por el conjunto de su carrera.
Sus romances y matrimonios fueron muy comentados y provocaron todo tipo de reacciones en su momento. Se casó con las jóvenes actrices Mildred Harris  y Lita Grey , vivió un romance que también acabaría en matrimonio con Paulette Goddard  y con Joan Barry (quien consiguió que asumiera la paternidad de su hijo). Logró la estabilidad emocional y familiar cuando se casó con Oona O’Neill en 1943, con la que estuvo unido hasta su muerte. Escribió varios libros, entre ellos Charlie Chaplin’s own story , My wonderful visit , My autobiography  y My life in pictures
Sin duda, Charles Chaplin se encuentra entre los más grandes actores que ha dado la historia del cine, y elevó a éste hasta la categoría de arte a partir de unas cualidades dramáticas que nadie ha podido igualar. Como otros muchos actores de su época construyó un personaje, Charlot, que fue el paradigma del ser más humano que ha dado el cine, del icono que traspasó fronteras y, todavía con los años, ha permanecido en la mente de cualquier espectador independiente del lugar del mundo del que se hable. La universalidad de su modelo se basa en la pureza del gesto, la sencillez de la mirada y, sobre todo, en la carga de humanidad que encerró siempre en cada historia, en una dilatada trayectoria que fue perfilando agudeza e ironía, crítica y reflexión y un compromiso sin igual con el mundo que le ha tocado vivir. Para siempre quedó en el espectador la imagen del hombrecillo que, después de reflejar en su rostro la amarga tristeza, se aleja por la carretera asumiendo una vez más su soledad.




La quimera del oro

 

Charles Chaplin, Charlot, es un buscador de oro que parte a las montañas de Alaska en busca de un filón. Una larga fila de hombres van también a buscar oro. Nuestro hombre se encuentra con Big Jim, que dice haber descubierto una montaña maciza de oro. Pero el perverso Larsen quiere quedarse con el oro, y ataca y roba a Big Jim los documentos necesarios para encontrar el filón. Una avalancha mata a Larsen, pero Big Jim sufre de amnesia a causa del ataque. Charlot seguirá con él la búsqueda.Señalada por varios autores como una de las 10 mejores películas de la historia del cine, es sin duda, una de las mejores de Chaplin. Como él mismo diría, hizo la película realmente tal y como él deseaba hacerla (Kobal). Para rodarla hicieron falta grandes esfuerzos, ya que se reconstruyeron las montañas de Alaska en los estudios de la United Artists. Algunas de las escenas más recordadas del genial cómico son precisamente de esta película: el baile de los panecillos, cuando pincha dos tenedores en sendos panecillos y empieza a 'bailar' con ellos; o la secuencia en que, hambrientos durante la búsqueda, han de comerse entre él y Jim una bota: los preparativos de tan suculento manjar, cómo parte la bota, los cordones, y la parte claveteada, con maneras del más exquisito de los 'gourmets'; o la parte en que se convierte en pollo, con un efecto visual realmente ingenioso. En la película se abordan temas que ya han aparecido y que seguirán preocupando a Chaplin: la amistad, la ternura, la inocencia de los desfavorecidos, o la respuesta del hombre ante situaciones adversas.

 

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