En la segunda mitad del siglo XIX, el
criterio científico objetivo se consolidaba cada vez más, en espacial en
la medicina alemana. Robert Koch, un joven y modesto médico, casi
autodidacta en sus proyectos de investigación, logró descifrar la causa
de la tuberculosis, la enfermedad que causaba mayores estragos en esa
época. También hizo investigaciones sobre al ántrax, el cólera y formuló
los postulados que fueron base para la futura investigación
bacteriológica y epidemiológica. Su legado es inmenso; inclusive, muchos
de sus colaboradores hicieron grandes descubrimientos de los que aun
nos beneficiamos.
En 1862, fue a la Universidad de Göttingen a estudiar Medicina. Allí
tuvo como profesor a Henle, quien en 1840 había publicado que las
infecciones eran causadas por organismos parasíticos vivos. Ya graduado,
fue a Berlín por un semestre a las clases de Rudolph Virchow, que era
la gran figura de la medicina mundial. Después, trabajó en el Hospital
de Hamburgo y sirvió como voluntario en la guerra franco-prusiana.
Finalizada la guerra, fue designado médico sanitario del distrito de
Wollstein. Al cumplir 28 años, su esposa le regaló un microscopio, que
fue la pieza más importante del “laboratorio” que armó en su casa. Allí
empezó a hacer investigaciones, solo y como autodidacta, para estudiar a
los agentes patogénicos. Se dice que él soñaba con ser explorador y que
ese microscopio le abrió un nuevo mundo.
Investigador autodidacta... el carbunco.
En
aquella época, el carbunco era un problema epidémico, matando a los
animales o rebaños muy rápido y sin explicación. Koch encontró en la
sangre de estos animales unos bastoncitos que no estaban en la sangre de
los animales sanos. Al inocular a ratones sanos, vio que enfermaban y
morían. Pero hizo algo más importante: cultivó las bacterias en un suero
que mantenía en una incubadora rudimentaria, con una lámpara de aceite.
Así, pudo observar el ciclo de vida completo de estas bacterias y
cuando inyectó algunas que correspondían a generaciones posteriores, vio
el mismo efecto: los ratones enfermaban y morían. Esos estudios le
tomaron unos seis años. Pero tenía la prueba de que los microbios
causaban la enfermedad.
Escribió a la Universidad de Breslau. Lo recibieron los profesores
Cohn y Cohnhein, al inicio incrédulos y, luego, fascinados y
sorprendidos. Por tres días y sus noches hizo demostraciones aceleradas
del proceso. Él hacía todo con una pericia inigualable y sorprendente,
más aún por ser autodidacta. Mostró una gota de sangre de un animal
infectado y mencionó que si uno de los microbios que veían se dividía en
veinte minutos, en un día tendría cerca de 20 millones de gérmenes y la
sangre estaría completamente invadida y el animal moriría.
Koch les había presentado al bacillus anthracis. Era la
primera vez que se descubría la causa bacteriana de una enfermedad de
los animales y del hombre. Hasta ese momento, se creía que la variedad
de gérmenes se debía al polimormismo o sea, la transformación de uno en
otro. Su trabajo se publicó en 1876 y Koch se volvió famoso
inmediatamente. Pero, durante los siguientes cuatro años, Koch siguió
investigando en su casa, haciendo fijaciones y fotografiando bacterias.
Traslado a Berlín
Los
trabajos de Koch no pasaron desapercibidos para las autoridades
alemanas. Así, en 1880 fue designado Director del Laboratorio de
Bacteriología del Departamento Imperial de Higiene en Berlín. De esa
manera, pudo dedicarse por completo a las investigaciones, en especial
sobre tuberculosis y cólera. Desde entonces y hasta 1892, se desplegó
todo su genio.
Un buen día vio al microscopio unos bastoncitos coloreados de azul
que presentaban una ligera curvatura. Les siguió la pista hasta
convencerse de que se hallaban en todos los tuberculosos.
En marzo de 1882, anunció el aislamiento y cultivo del bacilo de la tuberculosis, que era la causa de una de cada siete muertes y la primera
razón de muerte por infección en niños en Europa. El trabajo de Koch
consistió en aislar el microorganismo causante de esta enfermedad y
hacerlo crecer en un cultivo puro. Con el cultivo puro pudo inducir la
enfermedad en animales de laboratorio, aislando de nuevo el germen de
los animales enfermos para verificar su identidad, comparándolo con el
germen original.
Postulados de Koch
Probablemente tan importante como su trabajo en la tuberculosis son
los llamados Postulados de Koch que establecen las condiciones para que
un organismo sea considerado la causa de una enfermedad.
La mayoría de las bacterias que afectan a los humanos se ajustan a estos postulados, salvo excepciones como el Mycobacterium leprae, que no cumple con el tercero de los enunciados.
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Berlín... reacción de Virchow
Fue el 24 de marzo de 1882 en que se reunieron los más ilustres
médicos y científicos de Alemania para escuchar a Koch. Muchos
consideran que esa fue una de las conferencias más importantes de la
Medicina. Se dice que fue una presentación sencilla y perfecta, pero
sobre todo innovadora e inspiradora. Entre los muchos presentes estaba
Paul Ehrlich, pionero de la inmunología moderna y premio Nobel 1908,
quien mencionó que esa noche constituyó para él la experiencia más
importante de su vida científica.
El más ilustre en el auditorio era el venerado Rudolph Virchow, quien
con un simple gesto podía arruinar cualquier idea novedosa y quien ya
se había burlado de Koch y “sus bacilos patógenos” tiempo atrás. Luego
de la presentación de Koch, quien sin grandes inflexiones, con voz casi
temblorosa y con una modestia admirable había expuesto la sencilla
historia del descubrimiento del microbio que mataba poblaciones enteras,
se esperaba un debate, pero finalizada esta exposición sólo hubo un
gran silencio. Todos se voltearon hacia el gran Virchow. Este
simplemente se levantó, se puso el sombrero y salió del auditorio. No
tenía nada que decir.
El mundo entero se revolucionó. Científicos de todo el mundo viajaron
a Berlín para aprender de él. El modesto Koch solo respondía: “Este
descubrimiento,
después de todo, no tiene demasiada importancia”.
Desarrollo de la tuberculina
En 1890 anunció el descubrimiento de la tuberculina, un preparado de
proteínas del micobacterio, que en un inicio dio lugar a controversia
pues se pensó que sería un remedio para la tuberculosis. Al menos, se
desarrolló una buena opción para el diagnóstico.
Reconocimientos
En 1885, fue nombrado profesor de la Universidad de Berlín y, en
1891, Profesor Honorario y director del Instituto Prusiano de
Enfermedades Infecciosas (denominado desde 1912: “Instituto Robert
Koch”), posición a la que renunció en 1904. Su sucesor fue su asistente
de muchos años, Georg Gaffky.
Recibió muchos reconocimientos, distinciones y doctorados honorarios y
en 1905 se le honró con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.
Por el mundo: Cólera,fiebre bobina, malaria
En 1883 fue enviado a Egipto y la India, como líder de la comisión alemana de cólera. Describió el vibrio y formuló las bases de los métodos para su control, las que se utilizan aún hoy en día.
En 1896 viajó a Sudáfrica a estudiar la fiebre bovina logrando
limitar el brote de la enfermedad. Luego viajó a la India y al África a
estudiar los problemas de malaria y su control con quinina, haciendo
publicaciones en 1898. En 1901, postuló que el bacilo que causa las
tuberculosis, tanto la humana como la bovina, no es el mismo, lo que
creó controversia. Hoy, sabemos que Koch tenía razón.
En 1906, luego de recibir el Premio Nobel, viajó al África Central
para ayudar a resolver la epidemia de tripanosomiasis o enfermedad del
sueño que estaba diezmando a la población local.
El gran mérito de Koch fue demostrar que los microbios causan determinadas enfermedades y haber desarrollado un método para demostrarlo, el cual se usa hoy con leves variaciones. Hasta entonces la medicina había tenido mucho de curanderismo para enfrentar a las enfermedades infecciosas. A partir de Koch, la medicina tuvo grandes elementos para luchar contra esas enfermedades.
Además de eso, fue un ejemplo de persistencia, de trabajo y de
sencillez, lo que hizo que fuera querido y admirado por cientos o miles
de alumnos y médicos de todas partes del mundo. Pasó muchos años, días y
noches, en su laboratorio, pero con seguridad su curiosidad y su
espíritu explorador disfrutaba allí tanto como en las expediciones que
hizo posteriormente a los lejanos lugares de Egipto, la India y él
África.
Murió en 1910 con la certeza de que en el siglo XX, con personas
preparadas e inteligentes, se vencería a la tuberculosis. Soñaba que así
ya no habría miseria ni guerras. Él creía que esa sería la base para un
mundo mejor.
Su legado...
Koch creó el Instituto científico más avanzado de su época. Allí,
empleando sus métodos, sus colaboradores y alumnos descubrieron los
organismos responsables de la difteria, el tifus, la neumonía, la
gonorrea, la meningitis cerebroespinal, la lepra, la peste pulmonar, el
tétanos y la sífilis, entre otros.
http://www.galenusrevista.com/Robert-Koch-1843-1910.html
VIDEO...ROBERT KOCH
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