A lo largo de la historia hemos escuchado y leído historias sobre grandes hombres que han logrado realizar hazañas increíbles; pero recordemos que ahí se queda corto. Las mujeres han formado un gran papel detrás del éxito de estos hombres, tomando la típica (y muy verdadera frase): Detrás de cada hombre hay una gran mujer.
Por lo cual aquí dejo 3 historias sobre grandes hombres y sus musas: su más grande inspiración y la causa de su éxito.
Beatriz Portinari – Dante Alighieri
El amor imposible de Dante fue Beatriz Portinari a quien inmortalizó en su obra: La Divina Comedia y en sus sonetos de la Vita Nuova. Dante nos descubrió una nueva forma de amar, sin egoísmo, sin correspondencia, sin esperanza. Una amor idealizado que le permite seguir viviendo con Beatriz como musa de su obra.
Dante y Beatriz se conocieron, según algunos, desde la niñez y, según otros, en la adolescencia; como quiera que fuera, Dante se prendó de “la gloriosa señora de sus pensamientos”, de quien hizo la razón de su existir. Beatriz contrajo nupcias con un rico banquero y Dante buscó consuelo en el maravilloso mundo de la poesía, dando rienda suelta a su imaginación, produciendo nuevas rimas, todas ellas reflejando el amor que sentía por su dama.
Poco tiempo después Beatriz cayó enferma, contagiada de la peste negra o bubónica, y en 1290, la muerte hizo acto de presencia y el fiel enamorado sólo pudo seguir de lejos el cortejo, acercándose a la tumba de la amada cuando todos se habían retirado. Dante, hundido, trocó su vida en un constante disfrute de placeres, prodigándose múltiples amantes.
Tres años más tarde, contrajo matrimonio con Gemma Donati, la joven que su padre le había escogido para esposa, a la cual no amaba, lo que no impedía que ella le brindara su ternura y admiración, comprendiendo que su esposo no era como los demás hombres. Gemma hizo posible que Dante gozara de un breve tiempo de paz y tranquilidad, tiempo que aprovechó para terminar “La Vida Nueva”, mitad en verso y mitad en prosa, poemas en los que, una vez más, ofrendaba su amor a Beatriz.
En “La Divina Comedia” pide a Beatriz que le conduzca a su lado:
—Beatriz, guíame hacia el paraíso, ya que Virgilio ya cumplió su misión. Nuestro amor no es terrenal, porque este sentimiento es tan inmenso que no lo supera el amor de Dios por la humanidad.
Tan honesta parece y tan hermosa
mi casta Beatriz cuando saluda,
que la lengua temblando queda muda
y la vista mirarla apenas osa.
Ella se va benigna y humillosa
y oyéndose loar, rostro no muda
y quien la mira enajenado duda
si es visión o mujer maravillosa.
Muéstrase tan amable a quien la mira
que al alma infunde una dulzura nueva
que solo aquél que la sintió la sabe.
Simonetta Vespucci – Sandro Botticelli
“El Nacimiento de Venus” pintado por Sandro Botticelli entre los años 1482 y 1484, este cuadro constituye su más famosa obra y también una secreta declaración de amor hacia la bella modelo que interpreta a la diosa Venus llegando a la costa: Simonetta Vespucci.
La joven era hija de un noble genovés apellidado Cattaneo. Con tan solo 16 años se casó con el florentino Marco Vespucci, vecino y amigo de Botticelli. Cuando el pintor conoció a la joven, se enamoró instantáneamente de ella y la convirtió en su musa y modelo de multitud de sus cuadros
.
La belleza de Simonetta pronto se extendió por toda Florencia e incluso los hermanos Giuliano y Lorenzo de Médici, mecenas de Botticelli, intentaron conquistarla en numerosas ocasiones. En 1475, durante la celebración de un torneo de justas, fue proclamada “Reina de la belleza”, lo que hizo que su fama como la mujer más hermosa de Florencia se extendiera por toda Europa.
Apenas un año después, el 26 de abril de 1476, Simonetta Vespucci falleció a causa de la tuberculosis. Apenas contaba con 23 años. El pintor no pudo soportar la pérdida de su amada, y vivió el resto de su vida obsesionado con su belleza, retratándola en muchas de sus obras. Entre ellas destaca el cuadro “Venus y Marte”, en el que los dioses son representados (según especulaciones, claro) por Simonetta y el propio Botticelli.
Casi nueve años después de su muerte, Botticelli finalizó “El nacimiento de Venus”, su mayor homenaje a Simonetta y cuadro que, con el paso de los siglos se convertiría en su obra más representativa.
El pintor, que nunca se casó, falleció en 1510 y fue enterrado a los pies de la tumba de Simonetta, en la Iglesia de Ognissanti, tal y como había expresado en su última voluntad. Quizá fue la única forma que encontró para poder pasar la eternidad junto a la mujer más bella del Renacimiento. Un amor prohibido que marcó la carrera de uno de los grandes pintores del Quatrocentto Italiano.
Mileva Maric – Albert Einstein
La historia la cita como la primera esposa de Albert Einstein, una mujer brillante de ciencia , la primera mujer que cursó la carrera de matemáticas inscrita en el Instituto Politécnico Federal de Zurich, Suiza, donde conoció a Einstein
Mileva Maric nació en Titel Vojvodina, Serbia, el 19 de diciembre de 1875, en una familia de terratenientes del imperio Astro-Húngaro y por los favores que los suizos le debían a su padre que era militar de carrera, Mileva pudo cursar la secundaria en Austria e ingresar al Instituto Politécnico Federal de Zurich.
No obstante, como cualquier estudiante, Mileva Maric tuvo que demostrar su capacidad intelectual en la prestigiada escuela, donde fue vigilada en forma más estricta por ser la única mujer.
Antes de presentar el examen de ingresó a la carrera de matemáticas, estudió medicina en la Escuela Federalde Berna Suiza. En 1903, ya como estudiante del Instituto Politécnico Federal, conoció a quien habría de ser su esposo Albert Einstein, ambos inician una relación académica de intercambio intelectual.
Mileva apoya a Albert en el desarrollo de sus investigaciones científicas, al aportar la parte de los cálculos matemáticos que tenían que demostrar.
Einstein y Maric tuvieron una hija antes de casarse, de nombre Lieserl, la cual se cree que fue dada en adopción, aunque su verdadero destino es incierto. Más tarde, tras contraer matrimonio Mileva abandona la escuela para atender a la familia y continuar apoyando a Albert que trabajaba en la oficina de patentes de Suiza y en su tesis.
En 1904, nació el primer hijo de la pareja y Mileva atiende las labores del hogar y procura ingresos para la familia con la renta de cuartos a estudiantes porque el sueldo de Albert no alcanza para sufragar los gastos. Seis años más tarde, con el nacimiento de su segundo hijo con problemas de salud mental, Mileva le dedica más tiempo a su cuidado. La pareja empieza a distanciarse.
En público, continúan como una pareja modelo, el divorcio ocurrió en 1919. Mileva recibió el monto del Premio Nóbel y regresó a vivir a Zurich en forma modesta con sus hijos.
Algunos historiadores señalan que Einstein le entregó el monto del premio porque fue ella en realidad quien planteó las bases de la Teoría de la Relatividad y que Albert las desarrolló.
Dicha teoría se basa en la correspondencia que mantuvieron como novios y también en las declaraciones hechas por Mileva a una amiga acerca de que acababan de terminar la Teoría que haría famoso a su marido.
Tras su separación, Mileva se dedicó por entero a cuidar a su hijos y el mayor concluyó los estudios de ingeniería en la misma escuela donde se conocieron sus padres.
Mileva nunca más hizo ciencia, murió el 4 de agosto de 1948 en Zurich, Suiza en la pobreza y fue sepultada en el cementerio de Northeim Friedhof en Zurich, Suiza de donde quitaron su lápida por no pagar los impuestos respectivos.
¡Felicidades mujer! Porque ahora ya no sólo eres fuente de inspiración; sino que ahora tu puedes inspirarte y crear también. Has luchado contra los mitos sociales y has sabido sobresalir. Ahora puedes ser profesional y construir tus sueños. Sin ti el éxito no existiría…
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