Hay quienes ven en el nombre de Orense un reflejo del oro que
supuestamente brillaba hace 2.000 años en las arenas del Miño y se
imaginan a los romanos bateando junto a la Ponte Vella, un coloso de
piedra de 370 metros, con un arco central de 43, cuyos fundamentos son
de aquella época. Lo más probable, sin embargo, es que no hubiera tanto
oro y que el único gran tesoro que atrajo e hizo asentarse aquí a los
romanos fueran las fuentes termales que manaban, y aún manan, por doquier. Si algo apreciaban los romanos, casi más que el oro, era un baño caliente.
Bien conocidas y aprovechadas por los romanos fueron las
fuentes de As Burgas, que manan vaporosas en el centro mismo de la
población, como si hubiese un volcán debajo. Atónita me quedo
al descubrir, en una plaza ajardinada junto a la Rúa do Progreso, la
principal de la ciudad, el humeante y borboteante manantial donde las
aguas alcalinas, litínicas, fluoradas, carbonatadas, silicatadas y
ligeramente radioactivas afloran a 67 grados de temperatura con un caudal de 300 litros por minuto.
Y más aún, al ver la cantidad de vecinos que vienen a beber, lavarse
los dientes o sumergir en ellas alguna parte de su anatomía, porque
dicen que son buenas para curar las heridas y las afecciones de la piel.
Lo habitual es que el forastero, confiado por lo que ve, meta la mano y
se escalde. Alguno de los presentes le recordará, sin ánimo de ofender,
que eso era lo que hacían aquí antiguamente las aldeanas con los
pollos, escaldarlos, para poder quitarles las plumas más fácilmente.
Está la Burga de Abaixo, que mana a través de dos gruesos
caños y un surtidorcillo en una fuente monumental de mediados del siglo
XIX y que es donde la gente coge agua y hace sus enjuagues y lavatorios.
Y está, en la misma plaza pero a mayor altura, la Burga de Arriba (988
234 202), que fue acondicionada en 2010 como baño termal (de pago), con
gran piscina exterior y sauna húmeda. Ver al personal bañándose en la vía pública,
porque la piscina está en mitad de la calle, a 150 metros de la Plaza
Mayor, es algo que choca bastante, sobre todo en invierno; pero
enseguida se advierte que es un lujo extraordinario que pocas ciudades del mundo ofrecen y menos por tan poco (3,35 euros).
As Burgas son las fuentes termales más céntricas y famosas
de la ciudad, pero hay media docena más a orillas del Miño...
Pozas y termas de
Chavasqueira
Muiño das Veigas
Outariz
Burgas de Canedo
Fuente de Reza
Fuente de Tinteiro
Además de
las fuentes de Tinteiro y de Reza, todas, a excepción de esta última, en
la margen derecha del río. Algunas son instalaciones privadas, spas de
estilo japonés , pero otras son baños públicos acondicionados como áreas
recreativas de país rico, con vestuarios, cuidado césped y piscinas
naturales de granito, donde uno puede pasar el día en remojo
gratuitamente.
Las primeras termas que nos encontramos se halla, a 300 metros del puente, son las de Chavasqueira,
también conocidas como Baños do Bispo, que se llaman así porque fueron
acondicionadas por el obispo, inquisidor general, miembro de las Cortes
de Cádiz y finalmente cardenal Pedro de Quevedo y Quintano (1736-1818)
para mayor comodidad de los enfermos que peregrinaban en demanda de
estas aguas ardientes, que son mano de santo, según dicen, para las
afecciones reumáticas (artrosis, artritis reumatoide y artritis
psoriásica), secuelas postraumáticas o quirúrgicas, la psoriasis y el
acné.
Los siguientes puntos calientes de la ruta son la fuente del Tinteiro,
donde la gente hace cola con sus garrafas para coger unas aguas
recomendadas para los problemas bucodentales y de cicatrización; y, a
tres kilómetros ya del inicio, las pozas de Muiño das Veigas, que son
cuatro, la mayor de 200 metros cuadrados, y cuyas aguas están indicadas
para afecciones reumáticas, como la artrosis, y dermatológicas, como los
eccemas y la dermatitis atópica.
Las Termas
Las termas son recintos
públicos destinados a baños típicos de la civilización romana. En las
antiguas villas romanas los baños se llamaban balnea o balneum y si eran
públicos thermae o therma.
Eran baños públicos con estancias reservadas para actividades gimnásticas y lúdicas. También eran considerados lugares de reunión y a ellos acudía la gente que no podía permitirse tener uno en su casa, como los plebeyos o los esclavos. A veces los emperadores o los patricios concedían baños gratis para el resto de la población.
Las termas romanas eran complejos sanitarios, lúdicos y deportivos que representan una de las más sorprendentes y admirables construcciones de la civilización romana. Esta clase de establecimientos fue inaugurada por Agripa, el amigo y colaborador del emperador Augusto, en el últmo cuarto del siglo I a. C. con la construcción de la primera construcción termal en el Campo de Marte. A partir de ahí se multiplicaron por los intereses del Imperio. De alguna manera esto suspuso que no solo las clases altas podían disfrutar del placer de los baños que antes estaba reservado exclusivamente a los propietarios de grandes villas.
La cultura romana rendía culto al cuerpo, y por tanto, a la higiene del mismo. Las termas o baños públicos se convirtieron en lugares de reunión de personas de todas las clases, y su uso era fomentado por las autoridades, que en ocasiones cubrieron sus gastos haciendo el acceso a ellas gratuito para la población. Aunque hombres y mujeres compartían en ocasiones los mismos espacios, las horas de baño eran diferentes para unos y otros: las mujeres acudían por la mañana mientras los hombres lo hacían al atardecer. En aquellas que disponían de secciones separadas para hombres y mujeres, al área destinada a éstas se le daba el nombre de «balnea».
Eran baños públicos con estancias reservadas para actividades gimnásticas y lúdicas. También eran considerados lugares de reunión y a ellos acudía la gente que no podía permitirse tener uno en su casa, como los plebeyos o los esclavos. A veces los emperadores o los patricios concedían baños gratis para el resto de la población.
Las termas romanas eran complejos sanitarios, lúdicos y deportivos que representan una de las más sorprendentes y admirables construcciones de la civilización romana. Esta clase de establecimientos fue inaugurada por Agripa, el amigo y colaborador del emperador Augusto, en el últmo cuarto del siglo I a. C. con la construcción de la primera construcción termal en el Campo de Marte. A partir de ahí se multiplicaron por los intereses del Imperio. De alguna manera esto suspuso que no solo las clases altas podían disfrutar del placer de los baños que antes estaba reservado exclusivamente a los propietarios de grandes villas.
La cultura romana rendía culto al cuerpo, y por tanto, a la higiene del mismo. Las termas o baños públicos se convirtieron en lugares de reunión de personas de todas las clases, y su uso era fomentado por las autoridades, que en ocasiones cubrieron sus gastos haciendo el acceso a ellas gratuito para la población. Aunque hombres y mujeres compartían en ocasiones los mismos espacios, las horas de baño eran diferentes para unos y otros: las mujeres acudían por la mañana mientras los hombres lo hacían al atardecer. En aquellas que disponían de secciones separadas para hombres y mujeres, al área destinada a éstas se le daba el nombre de «balnea».
Rápidamente empezó una competición entre los emperadores para ofrecer a sus ciudadanos unas termas cada vez más grandes. Así, los 3.000 metros cuadrados de las termas de Nerón quedaron rápidamente superados por los 110.000 metros cuadrados de Trajano y éstos, a su vez, lo fueron por los 140.000 de Caracalla. El récord lo marcan los 150.000 metros cuadrados de las termas de Diocleciano, que eran visitados por a 3.000 bañistas al día.
Hacia las cinco de la tarde los romanos, sin importar la clase o el estatus abandonaban aquello que les estuviera ocupando y se dirigían a las termas. Hombres y mujeres por igual, muchas veces entremezclados utilizaban las distintas occiones de ocio que ofrecían las termas. Unos se ejercitaban en la palestra, otros en los juegos de pelota, los menos activos se dedicaban a disfrutar del masaje o de una dolorosa depilación. También se podía disfrutar de la conversación con los amigos o disfrutar de la lectura en algunas salas especiales para tal actividad. Los más atrevidos elegían provocar algún encuentro erótico.
Aunque la asistencia a los baños estaba al alcance de todos hay que señalar que, una vez en el interior, sólo los privilegiados podían disfrutar de determinados servicios (masajes, ungüentos de perfumes y aceites, etc.), bien porque sólo ellos los podían permitir o porque era necesario disponer de esclavos para su disfrute. A veces, incluso el emperador hacía acto de presencia, aclamado por la multitud a la que saludaba acompañado de todo su lujo.
Algunos emperadores intentaron (sin mucho éxito) imponer horarios diferentes para hombres y mujeres ya que se les acusaba a estas últimas de ser una constante provocación erótica. Sólo con el triunfo del cristianismo (sobre el año 320) se consiguió la prohibición definitiva a las mujeres de disfrutar del baño en las termas.
La terma romana tiene una estructura definida por su función. El «apodyterium» era, además de la entrada a la terma, la zona de vestuario de la misma. Después se pasaba a otra sala llamada «tepidarium», que consistía en una sala templada que a su vez daba paso al «frigidarium» o al «caldearium», salas de agua fría o caliente respectivamente. La sala caldearium se orientaba al sur para recibir de este modo la mayor cantidad posible de luz solar. Bajo el suelo de esta sala se hacía pasar una serie de tuberías por donde circulaba agua caliente. El frigidarium, sin embargo, solía ser una piscina abierta de agua fría.
En general, las termas se rodeaban de jardines y otros edificios con servicios para los visitantes como gimnasios, bibliotecas u otros lugares de reunión («laconium»), todo esto con el propósito de proporcionar a los clientes un ambiente agradable. Estas termas disponían de gran cantidad de personal para su funcionamiento, sobre todo teniendo en cuenta la necesidad de grandes cantidades de agua caliente y para atender adecuadamente a los clientes.
Las actividades posteriores, eran muy numerosas, tanto dentro como fuera de las termas a cuyo alrededor se encontraba todo tipo de personajes que vendían al mejor postor sus productos y habilidades: desde vendedores de perfumes, salchichas o pastelillos hasta quienes alquilaban toallas o sandalias, pasando por muchos adivinadores, astrólogos, filósofos o comediantes. Un mundo en miniatura donde Roma reflejaba la imagen ideal del esplendor y el lujo.
Los baños
Los baños, tanto públicos como privados, han estado presentes en muchas de las civilizaciones a lo largo de la historia. Son numerosas las prácticas, religiosas y sociales, que desde la antigüedad se han venido teniendo como acto principal el baño, asociado este a la limpieza, tanto del cuerpo como del alma o espíritu, a la purificación.
Hoy día hay religiones que mantienen las prácticas de la purificación mediante el baño o la limpieza de una parte del cuerpo. La religión musulmana tiene una serie de ritos llamados abluciones, que exigen de los fieles unas pautas de limpieza concretas en ciertas circunstancias especiales. De la misma manera los creyentes hindúes tienen prácticas similares.
La función social y medicinal, de los baños y termas se ha mantenido durante toda la historia hasta nuestros días. En la civilización romana el servicio de los baños, las termas, era fundamental en los servicios que los ciudadanos debían tener. Las termas públicas romanas tenían una función social y política. Eran lugares ideales para la conversación relajada, el recreo y la relación social, con todo lo que ello significaba. Se cuidaba el ambiente con una delicada decoración en donde no se privaban de medios, llenando las estancias de maravillosos frescos, mosaicos y estatuas.
Los baños, tanto públicos como privados, han estado presentes en muchas de las civilizaciones a lo largo de la historia. Son numerosas las prácticas, religiosas y sociales, que desde la antigüedad se han venido teniendo como acto principal el baño, asociado este a la limpieza, tanto del cuerpo como del alma o espíritu, a la purificación.
Hoy día hay religiones que mantienen las prácticas de la purificación mediante el baño o la limpieza de una parte del cuerpo. La religión musulmana tiene una serie de ritos llamados abluciones, que exigen de los fieles unas pautas de limpieza concretas en ciertas circunstancias especiales. De la misma manera los creyentes hindúes tienen prácticas similares.
La función social y medicinal, de los baños y termas se ha mantenido durante toda la historia hasta nuestros días. En la civilización romana el servicio de los baños, las termas, era fundamental en los servicios que los ciudadanos debían tener. Las termas públicas romanas tenían una función social y política. Eran lugares ideales para la conversación relajada, el recreo y la relación social, con todo lo que ello significaba. Se cuidaba el ambiente con una delicada decoración en donde no se privaban de medios, llenando las estancias de maravillosos frescos, mosaicos y estatuas.
Las termas romanas
A finales del siglo V a.C. las antiguas estancias de baño se perfeccionaron y crecieron, convirtiéndose en lugares independientes destinadas sólo al baño. Estas estancias ofrecían baños de vapor y piscinas frías, templadas y calientes.
En Roma, siguiendo el ejemplo griego, se construyeron estancias similares que pronto fueron del gusto de la ciudadanía. Ya no solo se realizaban los actos de limpieza y relajación, así como aquellos medicinales cuando las aguas tenían propiedades curativas, sino que se añadía un cuidado del cuerpo que incluía prácticas deportivas y un ritual de masajes con diferentes sustancias como esencias y aceites especiales.
El nombre de termas se aplica por primera vez a unos baño construidos por Agripina en el año 25 dC. Nerón construyó unas termas en el campo de Marte: Termas de Nerón, las cuales se encuentran prácticamante desaparecidas. Las primeras termas de carácter monumental son las que inició Domiciano e inauguró Trajano:Termas de Trajano fueron ampliamente superadas por las de Caracalla, cuya inauguración tuvo lugar el año 216:Termas de Caracalla.
El uso de las termas se generalizó en el mundo romano a partir del siglo I adC, cuando se descubrió un sistema que permitía calentar y distribuir el aire caliente gracias al ingeniero Sergio Orata. Su uso se difundió por el Imperio romano a toda Europa.
A finales del siglo V a.C. las antiguas estancias de baño se perfeccionaron y crecieron, convirtiéndose en lugares independientes destinadas sólo al baño. Estas estancias ofrecían baños de vapor y piscinas frías, templadas y calientes.
En Roma, siguiendo el ejemplo griego, se construyeron estancias similares que pronto fueron del gusto de la ciudadanía. Ya no solo se realizaban los actos de limpieza y relajación, así como aquellos medicinales cuando las aguas tenían propiedades curativas, sino que se añadía un cuidado del cuerpo que incluía prácticas deportivas y un ritual de masajes con diferentes sustancias como esencias y aceites especiales.
El nombre de termas se aplica por primera vez a unos baño construidos por Agripina en el año 25 dC. Nerón construyó unas termas en el campo de Marte: Termas de Nerón, las cuales se encuentran prácticamante desaparecidas. Las primeras termas de carácter monumental son las que inició Domiciano e inauguró Trajano:Termas de Trajano fueron ampliamente superadas por las de Caracalla, cuya inauguración tuvo lugar el año 216:Termas de Caracalla.
El uso de las termas se generalizó en el mundo romano a partir del siglo I adC, cuando se descubrió un sistema que permitía calentar y distribuir el aire caliente gracias al ingeniero Sergio Orata. Su uso se difundió por el Imperio romano a toda Europa.
Las actuales ruinas de las termas romanas de Caracalla dan idea del gran tamaño del complejo termario que se extendía con servicios como biblioteca o tiendas. Estas instalaciones, construidas alrededor del año 217, tenían un aforo de 1.600 usuarios. Las termas de Diocleciano, otras de la importantes instalaciones de este tipo de la capital del Imperio, fueron remodeladas por Miguel Ángel que convirtió su tepidarium en la iglesia de Santa María de los Ángeles.
Los restos termales romanos más antiguos de los que hay noticia son las termas de Pompeya datadas en el siglo II adC.
Los baños romanos abrían al mediodía y cerraban al ponerse el Sol. En los lugares destinados al baño había departamentos separados para hombres y mujeres; si no había espacios separados, el establecimiento abría unas horas al día para mujeres y otras para hombres. En algunas ocasiones, durante el Imperio, se permitió el baño conjunto a hombres y mujeres.
Las estancias termales eran, dentro de la diversidad, similares en todo el Imperio. Normalmente constaban de las siguientes estancias:
Palestra: Patio central al que se abrían todas la demás estancias y se podía práctica ejercicios físicos.
Tabernae: Tiendas adosadas a las salas de baños donde se vendían bebidas y comida, que los vendedores pregonaban a grandes voces entre los bañistas.
Frigidarium:
Era la sala destinada a los baños de agua fría. En las grandes termas
el frigidarium estaba descubierto e incluía entre sus instalaciones una
gran piscina donde poder practicar la natación.
Tepidarium: Habitación de temperatura tibia que preparaba al bañista para la de agua caliente.
Apodyterium: Vestuarios. Habitación próxima al pórtico de la entrada donde los bañistas dejaban sus ropas. Había un banco corrido y en la pared unas hornacinas sin puertas, donde se depositaban las ropas y los objetos personales, que quedaban vigilados por un esclavo.
Laconicum: Baño de vapor.
Los recursos hidráulicos eran traídos mediante la red de acueductos aún cuando el punto de captación del agua estuviera lejos del núcleo urbano,
El interior de las estancias y las piscinas de agua caliente se realizaba mediante el sistema de hypocaustum.
El sistema está basado en la
distribución mediante túneles y tubos de agua caliente y vapor que se
extendía por debajo de los suelos de las estancias y piscinas y era
alimentado por una serie de hornos que se hallaban en los sótanos.
Reminicencia de este tipo de calefacción es la gloria castellana.
http://img.absolutviajes.com/wp-content/uploads/2012/10/banos-romanos.jpg
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http://www.abc.es/viajar/guia-repsol/20131212/abci-ruta-termas-orense-201312111133.html
http://www.barcelonaesmoltmes.cat/documents/18771743/36276901/Termes+romanes+de+Caldes+de+Montbui/018a393a-0780-40a6-9384-35a5a5b63bb1?t=1429702092748
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