En ciencias naturales pensamos que no inventamos las reglas de la
Naturaleza sino que las descubrimos. Para la gente de ciencia el mundo
está “allá afuera”, no en nuestra mente, siendo percibido a través de
sentidos y analizado usando la razón. ¿Hay dudas respecto a esto? Sí. Al
menos tan antigua como Hume es la objeción de que no
podemos tener certeza de que el mundo realmente existe “allá afuera”,
pues podría ser una ilusión. Cuando escribo este artículo, ¿cómo
descartar que mi cerebro esté conectado a cables alimentándole
información equivalente a la que tendría si pudiera percibir
el mundo, pero habiendo “allá afuera” algo completamente distinto? ¿Qué
tal si mis recuerdos, la gente que conozco, lo que he leído, las
noticias de la prensa, en fin, todo no es más que un elaborado
espejismo, pero no hay en el mundo nada más que mi mente? Cuando Hume
plantea esto, lo hace en términos de su mente. Yo podría decir que mi
propia existencia (mi noción de mí mismo) es evidencia contra su
planteamiento, pero Hume también puede ser alguien que yo imagino y que
no estuvo “allá afuera” hace tres siglos. Ustedes, al leer esto, pueden
plantearse lo mismo. Yo podría ser no más que un fantasma dentro de
vuestra cabeza, no una entidad intelectual distinta de ustedes
reflexionando sobre filosofía y ciencia. O también, como Descartes temía podría ser que yo esté soñando. O ustedes lo estén.
No hay respuesta al dilema, pero es posible complicar aún más las
cosas: Con el post-modernismo ha ganado popularidad un análisis
filosófico de tipo social. Según éste, habría base para pensar que mucho
del mundo (en una variante más radical, todo en el mundo) sólo existe
en el contexto de una sociedad determinada, no habiendo una naturaleza
común “allá afuera” sino un enorme muestrario de “aquí entre nosotros”.
En este artículo acepto la concepción científica del mundo. ¿Es un
acto de fe? Lo veo más como una hipótesis de trabajo. Aún si el mundo es
una ilusión, parece que la ciencia ayuda a encontrar un cierto orden en
esta ilusión. Quizás si pudiéramos salirnos de la ilusión veríamos que
la ciencia sería tan ficticia como los deportes, el esoterismo o la
comida, pero estamos admitiendo que no podemos salir de la ilusión. Ante
esto sólo queda optar, sin tener certidumbres y sin olvidar la humildad
que esta opción implica.
Diremos, entonces, que descubrimos las reglas de la Naturaleza
mediante un proceso que combina el uso de la razón con la
experimentación. A este proceso lo llamamos ciencia o hacer ciencia. El
resultado neto de tal proceso es la producción de teorías científicas,
las que resumen afirmaciones científicas acerca del mundo. Decir “si no
te vas ahora llegarás tarde a la reunión” es una afirmación; “hoy es
seguro que llega mi cheque” es otra; “si aceleramos las partículas lo
suficiente, detectaremos nuevas subpartículas” también lo es. En nuestra
experiencia cotidiana nos enfrentamos a muchísimas afirmaciones, pero
no todas son producidas científicamente ni sirven para hacer ciencia. En
los ejemplos de este párrafo las dos primeras afirmaciones son
científicas; la tercera no. ¿Cómo reconocerlas? ¿Tiene alguna
consecuencia para nosotros no diferenciar claramente las afirmaciones
científicas de las no científicas?
Verificacionismo
Hasta el siglo XIX se pensaba que la ciencia debía basarse en
afirmaciones verificables. Esto quiere decir que entrarían a formar
parte del conocimiento científico aquellas afirmaciones que, por medio
de un experimento, pudiéramos probar que eran verdaderas. Por ejemplo se
podría formular la teoría “si lanzo esta piedra hacia arriba, tras unos
instantes caerá”. Es claramente posible llevar a cabo el experimento y
confirmar que la teoría es cierta. En ciencias, sin embargo, importa
poco saber qué pasará con una piedra específica en un determinado
momento; mucho más importante es tratar de hallar una generalización que
nos diga qué pasará con cualquier piedra en cualquier momento. ¿Es
posible verificar una afirmación de tal calibre? Hace su entrada el
induccionismo. Si lanzo una piedra hacia arriba, después de unos
instantes cae; si repito este experimento cien veces, la piedra cae las
cien veces. Inducir significa que acepto como cierta, para el futuro, la
generalización de una gran cantidad de experiencias pasadas. No me
molesto en lanzar la piedra la vez cientouno para decir que en esa
ocasión volverá a caer.
Aunque hasta cierto punto funciona, la alianza entre verificacionismo
e induccionismo tiene sus límites. Para empezar no hay una buena
justificación del induccionismo más que el induccionismo mismo (sabemos
que el induccionismo ha funcionado hasta ahora y entonces suponemos, por
inducción, que seguirá funcionando), lo cual no es ninguna
justificación. Pero además penan otras dudas; por ejemplo, ¿cuánto es
una “gran cantidad” de observaciones? ¿10? ¿100? ¿1000? ¿Cómo saber si
todas las observaciones juntas de la historia de la ciencia no son
representativas más que de una pequeñísima parte de la escala temporal
de los problemas en estudio? ¿En qué momento, entonces, podemos trazar
la línea y comenzar a usar la ciencia para hacer predicciones pues
habremos observado suficiente?
Además subsiste la duda sobre lo que constituye prueba de una
afirmación. Para casos triviales, como la piedra que sube y baja, la
prueba es obvia, pero ¿qué pasa en el caso de afirmaciones hechas
respecto a asuntos como la historia de los seres humanos?,por ejemplo en el Manifiesto
Comunista (Karl Marx, 1818-1883) ¿Se pueden verificar las afirmaciones expuestas en él sobre la lucha de clases? Ciertamente. Basta definir
claramente lo que entendemos por lucha de clases, y hacer una
investigación histórica de cada una de las sociedades humanas que han
poblado el planeta (suponiendo que esto sea posible). No sé si alguien
ha intentado esta tarea ni si, de haberlo hecho, ha logrado ponerse de
acuerdo con otros historiadores en sus conclusiones. Pero del marxismo
surgieron también otras afirmaciones, esta vez no hacia el pasado sino
hacia el futuro, que resultaron claramente incorrectas a pocas décadas
plazo. Los marxistas de la época, en lugar de reconocer el error de las
predicciones, matizaron o interpretaron algunos aspectos de ellas una
vez que el evento ya había tenido lugar, en un intento por mostrar que,
bajo alguna luz, el pronóstico había sido correcto, y por tanto el
marxismo no se había equivocado. ¿Por qué este empeño? Política, claro,
pero además por una noción que apela a nuestro sentido común: si la
teoría explica más, es más valiosa. Una teoría que explique el 90% de
los casos es buena, pero una teoría que explique el 99% de los casos es
mejor todavía. ¿Cierto? No tanto. Según Popper, ambas son material para
el papelero.
Falsacionismo.
Para el filósofo vienés Karl Popper , la clave no estaba en
lo que una teoría es capaz de explicar sino en aquello que no puede
explicar. Una teoría diseñada de tal modo que rechace la posibilidad de
no explicar es una teoría defectuosa. Antes de seguir adelante, digamos,
en favor de Karl Marx, que la posición de Popper no fue que las ideas
originales de Marx tenían este defecto, sino que el tipo de defensa
usada por los marxistas que heredaron las ideas de Marx introdujo este
defecto en la versión más popular del marxismo.
Por ejemplo, en la siguiente afirmación se incluye el tipo de tara señalada por Popper: “Es seguro que hoy llueve o no llueve”.
¿Hay algún evento (relacionado con la lluvia) que esta afirmación no
contemple? Si llueve, la afirmación es cierta; si no llueve, también lo
es. Para Popper, sin embargo, esta clase de certidumbre vale muy poco
pues no enfrenta desafíos. Da igual que afuera caiga o no caiga agua; la
afirmación seguirá en pie, pero sólo como un montón de palabras que no
afinará mi conocimiento del mundo.
Popper resumió su modo de pensar en el concepto falsacionismo. La idea es así: "Una afirmación es falsable si es que es posible (aunque sea sólo en teoría) diseñar un experimento tal que uno de los potenciales resultados de ese experimento es que la afirmación sea falsa".
Respira hondo y lee la frase anterior de nuevo. ¿Una vez más? O.K., ya está, sigamos. La idea no es compleja, pero se presta a confusión, quizás por el parecido entre las palabras, con la idea de falsedad. ¿Una idea falsable es falsa? No necesariamente. El punto clave es que puede serlo. Una idea no-falsable nunca es falsa, pero tampoco nos dice nada respecto al mundo y entonces es una pobre aseveración decir que es cierta.
Popper resumió su modo de pensar en el concepto falsacionismo. La idea es así: "Una afirmación es falsable si es que es posible (aunque sea sólo en teoría) diseñar un experimento tal que uno de los potenciales resultados de ese experimento es que la afirmación sea falsa".
Respira hondo y lee la frase anterior de nuevo. ¿Una vez más? O.K., ya está, sigamos. La idea no es compleja, pero se presta a confusión, quizás por el parecido entre las palabras, con la idea de falsedad. ¿Una idea falsable es falsa? No necesariamente. El punto clave es que puede serlo. Una idea no-falsable nunca es falsa, pero tampoco nos dice nada respecto al mundo y entonces es una pobre aseveración decir que es cierta.
De acuerdo a las ideas de Popper ¿qué podemos decir que sabemos sobre el mundo?
"A diferencia del verificacionismo, que planteaba que la ciencia era una acumulación de verdades, el falsacionismo plantea que la ciencia es una acumulación de afirmaciones falsables que, hasta la fecha, no han sido probadas falsas".
El falsacionismo advierte que una teoría tan buena como la Teoría de la Relatividad, que es falsable, puede ser demolida en cualquier momento si hacemos un experimento que la pruebe falsa. Mientras ello no ocurra ¿decimos que la Teoría de la Relatividad es verdadera? No, sólo podemos decir que hasta hoy no se ha mostrado que sea falsa. Mientras más intentos hacemos por probar que una idea (falsable) es falsa, y no lo logramos, más valiosa es esa idea para la ciencia, pero esto no equivale a saber que esa idea es verdadera. Las mejores teorías científicas son aquellas que han resistido más intentos por probar que son falsas.
"A diferencia del verificacionismo, que planteaba que la ciencia era una acumulación de verdades, el falsacionismo plantea que la ciencia es una acumulación de afirmaciones falsables que, hasta la fecha, no han sido probadas falsas".
El falsacionismo advierte que una teoría tan buena como la Teoría de la Relatividad, que es falsable, puede ser demolida en cualquier momento si hacemos un experimento que la pruebe falsa. Mientras ello no ocurra ¿decimos que la Teoría de la Relatividad es verdadera? No, sólo podemos decir que hasta hoy no se ha mostrado que sea falsa. Mientras más intentos hacemos por probar que una idea (falsable) es falsa, y no lo logramos, más valiosa es esa idea para la ciencia, pero esto no equivale a saber que esa idea es verdadera. Las mejores teorías científicas son aquellas que han resistido más intentos por probar que son falsas.
Resumiendo...el falsacionismo nos permite separar las ideas que sirven para hacer
ciencia de las que no. Cuando digo “hacer ciencia” no pienso sólo en
temas donde aparecen palabras como átomos, ondas o radiación, sino en
cualquier actividad humana donde nuestras afirmaciones tengan algo que
ver con el mundo físico, lo que incluye áreas tan diversas como la
economía, la filatelia o el volleyball. Esto no quiere decir que nuestra
única aproximación a un problema deba ser científica. La ciencia es un
instrumento para conocer la dimensión física del mundo, pero en nuestra
sociedad suele ocurrir que lo físico es apenas el marco del drama humano
en que actuamos. La ciencia, apoyada en el falsacionismo, nos aporta un
caudal de datos sobre cualquier situación, pero no nos dice qué es lo
que debemos hacer en un caso dado. Ese rol lo tiene, persona a persona,
la filosofía o alguna forma de espiritualidad, de modo que nuestras
opciones personales siguen siendo, tanto como siempre, las verdaderas
protagonistas de nuestra historia.
http://tauzero.org/2003/12/karl-popper-y-el-falsacionismo/
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