viernes, 6 de enero de 2017

MARLENE DIETRICH.....EL MITO DE LOS OJOS LÁNGUIDOS

             

Actriz cinematográfica alemana. Hija de un policía y de una dama de buena cuna, desde muy pequeña recibió una formación muy severa que cuidaba tanto sus modales y educación como su manera de vestir. Esta formación y sus aptitudes musicales la introdujeron en el mundo del cine como miembro de orquestas que acompañaban a las proyecciones de cine mudo.


Marlene Dietrich
Con apenas 19 años (en este momento ya se presentaba como Marlene, apelativo que surgió de la fusión de su verdadero nombre, Marie Magdalene) fue rechazada por el director teatral Max Reinhard cuando intentó entrar en la Deutsche Theaterschule, aunque dos años más tarde lo conseguiría, y durante un tiempo alternó sus clases con breves apariciones en otros espectáculos y algunas películas dirigidas por Georg Jacoby (Los hombres son como esto, ) o William Dieterle (Un hombre al borde del camino), entre otros.
Se casó con Rudolf Sieber en 1924, tras conocerse en el rodaje de Tragedia de amor, de Joe May, y comenzó a ser reclamada para diversos papeles por directores como George W. Pabst (Bajo la máscara del placer), Alexander Korda (La moderna Du Barry) y Gustav Ucicky (Cuando la mujer pierde su camino).
Sin duda, el momento más importante de su carrera tuvo lugar cuando Joseph von Sternberg la llamó para interpretar el papel de Lola-Lola en El ángel azul (, una de las películas más importantes de ambos y de la historia del cine; una historia sobre la decadencia humana en la que Marlene/Lola demuestra una pasión encendida para todos los que se mueven a su alrededor.
El éxito y la popularidad que alcanzó tras el estreno de la película la llevó a Hollywood, en donde la Paramount la contrató para intervenir en Marruecos  al lado de Gary Cooper, el galán del estudio. Fueron dirigidos por Sternberg, quien la tuvo a sus órdenes en otras cinco películas más, cubriendo una de las etapas más interesantes de sus respectivas carreras y convirtiéndola, asimismo, en una de las actrices más taquilleras de la década de los treinta.
Si en cada uno de sus nuevos trabajos Sternberg supo descubrir en su actriz algún detalle diferente, el público la buscó siempre encantado por su deslumbrante presencia y su mágica expresión, sorprendiéndose con personajes como el de Shanghai Lily en El expreso de Shanghai . Fueron unos años de creciente popularidad que finalizaron con la separación artística del director y la actriz.


Marlene Dietrich en El ángel azul (1930)
y en El expreso de Shanghai (1932)

Tras este idilio creativo, Marlene inició una nueva etapa en la que trabajó con directores como Frank Borzage (Deseo), Richard Boleslawski (El jardín de Alá); por este trabajo cobró uno de los salarios más altos del momento) y Ernst Lubitsch (Angel). A lo largo de los años cuarenta trabajó en todo tipo de producciones, especialmente en westerns como Arizona , de George Marshall, o Los usurpadores de Ray Enright, junto a James Stewart y John Wayne.
Antes de la Segunda Guerra Mundial obtuvo la nacionalidad estadounidense, gesto que le hizo participar activamente en la venta de bonos y formar parte de las comitivas de artistas que se desplazaron al frente durante la contienda. A lo largo de los años cincuenta sus apariciones en cine fueron más esporádicas; apenas destacan sus trabajos en Pánico en la escena , de Alfred Hitchcock, y Encubridora , de Fritz Lang, uno de su western más especiales.
Sus apariciones posteriores dejaron la impresión agridulce de quien supo dar todo lo mejor de sí en papeles en donde la belleza, marchita ya por el paso del tiempo, transmite una cierta añoranza de tiempos mejores. Es así como se recuerda su trabajo, siempre efectivo, en Testigo de cargo , de Billy Wilder; Sed de mal , de Orson Welles; y ¿Vencedores o vencidos? , de Stanley Kramer. En los primeros años sesenta decidió abandonar prácticamente el mundo del cine, dedicándose con intensidad a la música, actuando en directo y grabando numerosos discos tanto en Europa como en Estados Unidos.


Marlene Dietrich se convirtió en uno de los mitos del cine, y como tal fue reverenciada por muchos espectadores que acudieron en masa a ver todas sus películas; fue una actriz con gran variedad de registros expresivos que engrandeció con sus canciones y actuaciones de baile. Por su fascinante personalidad (arrolladora en muchos instantes de su vida), se convirtió en la mujer fatal arrebatadora y enigmática que, más allá de representar en sus papeles, interpretaba durante su propia vida. Sus hermosas piernas y la voz ronca han quedado como iconos (visuales y sonoros) representativos de una trayectoria que se movió en los márgenes de un romanticismo abocado, irremediablemente, a la fatalidad. 


 Marlene, que había nacido casi con el siglo, en diciembre de 1901, solía irrumpir en clase con una boa de plumón o un sombrero llamativo. A veces pedía un perro prestado y hacía una espectacular aparición arrastrando lánguidamente un pastor escocés. El Berlín de los años veinte era como lo describió Bertolt Brecht "una maravillosa aventura, desbordante de cosas con el gusto más espantoso...¡Pero cuánto fasto!". En ese Berlín de los nuevos teatros, los cabarets, los cafés de artistas, las fiestas salvajes y la prostitución callejera, en esa "Babel del mundo" como dijera Stefan Zweig, inició su carrera teatral Marlene Dietrich, con más obstinación que facultades. Se estrenó en el cine alemán en una breve intervención en Tragedias del amor que dirigió Joe May, un prolífico director de los primeros tiempos del cine. Su aparición en dicha película, en el papel de la descarada amante de un juez, no hubiera pasado de mera anécdota de no haber conocido en el rodaje a Rudolf Sieber, un atractivo eslovaco-alemán, ayudante de dirección de May, con quien Marlene se casaría en mayo de 1923 . Fue el padre de su única hija, María, y a pesar del batallón de amantes de uno y otro sexo que coleccionó Marlene a lo largo de su vida, nunca llegaron a separarse oficialmente.
A más de un crítico de la época le llamó la atención la caída de ojos y lánguida indiferencia de aquella meritoria que aparecía siempre en segundo plano en papelitos de coqueta o de mujer de vida alegre. Tampoco pasaba desapercibida en las noches berlinesas. En una fotografía de aquellos años se la puede ver en un conocido club de mujeres con un esmoquin de caballero, y fue sonado el sensual tango que bailó con Carola Noher, la actriz de la producción original de La ópera de tres centavos, en el baile de gala de Eugen Robert, que era entonces director del teatro Tribune. La transformación de Marlene Dietrich se acentúa con su traslado a Estados Unidos. Allí el director Joseph von Sternberg la convenció para que se sacara las muelas del juicio, que se depilara las cejas al estilo de Greta Garbo y que se maquillara para disminuir la anchura de su nariz y su rostro eslavos. Hubo muchos más trabajos insignificantes y un tórrido romance con el popular actor vienés Willi Forst mientras representaban la versión europea de Broadway, donde Marlene hacía un pequeño papel de corista en un ambiente de jazz, gángsteres y locales clandestinos. Cuando Sieber, el marido ofendido, contraatacó amenazando con tener él también sus propios asuntos extramatrimoniales, Marlene se lo recomendó vivamente. No hace falta decir que Rudi Sieber aceptó las reglas del juego y, aunque casi siempre vivieron separados, acabaron siendo buenos amigos, viajaban juntos con sus amantes y Marlene pasaba con él algunos días en navidad.


Años de cine. En esos años berlineses intervino en 16 películas mudas y en otras tantas obras de teatro, pero hasta entonces se había contentado con la mención de algún crítico que veía en ella "una doble de Greta Garbo con su actitud sonámbula y sus miradas con los ojos entrecerrados."




Anti nazi. Fue una activa militante antinazi y rechazó la invitación de Goebbels para regresar a Alemania donde Hitler quería convertirla en la estrella del cine del Reich. "Cuando abandoné Alemania oí por la radio un discurso de Hitler y fui presa de un gran malestar. No, jamás podría volver a mi país mientras semejante hombre fanatice a las masas", declaró, y poco tiempo después pidió la nacionalidad norteamericana. En 1943 decide abandonar su carrera, vestirse de soldado e irse a arengar a las tropas norteamericanas a la primera línea de fuego. Curiosamente, su canción Lilí Marlen, se convirtió en un símbolo para los soldados de ambos bandos. Convivió con los combatientes, alentó íntimamente a los generales Patton y Gavin, sufrió bombardeos, cogió una pulmonía y casi se le congelan las manos en las Ardenas. En 1947 recibió la Medalla de la Libertad, la más alta condecoración civil que se concedía en EEUU.
Parece que Marlene Dietrich se tomó muy en serio su nuevo papel de heroína de guerra. Según Billy Wilder, en esa época, ella era una "extraña combinación de femme fatale, de Hausfrau alemana y de Florence Nightingale".

Desde finales de los años cincuenta instaló su cuartel general en París e inició una serie de recitales como cantante por toda Europa. Dirigida por el músico Burt Bacharach, uno de sus últimos amantes, su voz , que siempre había fascinado a sus admiradores, cobró una carnalidad que conquistó a quienes escucharon sus versiones de Lili Marlen, Lola o Ich bin die fesche.



Cuando los espejos de su casa de la Avenue Montaigne empezaron a reflejar su verdadera edad, bajó las persianas y nunca más volvió a salir. "Nunca estoy sola", dijo al recluirse entre los recuerdos de los seres que había amado. Murió nonagenaria en 1992. La enterraron en su ciudad natal, porque volvió a sentirse berlinesa cuando contempló la reunificación de Alemania, después de la caída del muro. "La muerte es algo que a ti no te concierne, Marlene. Tú eres inmortal", le había escrito en una ocasión Ernest Hemingway. 

http://www.elmundo.es/larevista/num106/textos/madie1.html

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/dietrich.htm

                                                        LILI MARLEN


                               LIVE IN STOCKHOLM

No hay comentarios:

Publicar un comentario