Tántalo era hijo de Zeus y de la titánide Pluto. Procedente de Asia Menor, reinaba en Frigia, o en Lidia, donde tenía su morada en el monte Sípilo. Poseía grandes riquezas y poder. Era conocido por haber disfrutado del favor de los dioses, hasta el punto de haber podido sentarse a su mesa en el Olimpo. Pero la leyenda más célebre de este mito es la referente a su condena en los infiernos. Traicionó la confianza de Zeus y por ello fue terriblemente castigado en el Tártaro. Es el padre de Pélope y de la desgraciada Níobe. Tántalo es también conocido por ser el ancestro de la raza de los Atridas como padre de Pélope.
Se reconoce a Tántalo como hijo de Zeus. Sobre la identidad de su madre existe mayor confusión. Se menciona a la titánide Pluto pero a ésta se la considera en ocasiones hija de Crono y en otras hija de Atlante.
La vida del mito impone ciertas variaciones en cuanto al matrimonio de Tántalo. Se le asignan varias esposas. Generalmente se considera casado con Dione o con Eurianasa. Con Dione Tántalo emparentaría con la primera generación de dioses. Hija de Urano, de Océano o de Atlante, su origen varía según las tradiciones. Con Eurianasa emparentaría con el dios-río Pactolo. Otras esposas de Tántalo mencionadas son Clitia, la hija de Anfidamante o la pléyade Estérope.
Entre la descendencia de Tántalo figuran dos personajes cuyo mito habría de adquirir larga vida: Pélope y Níobe. Níobe encarna un mito en el que se refleja el dolor inconsolable de la maternidad truncada. Pélope es el padre de la raza de los Pelópidas. Entre ellos, Tiestes y Atreo se destacarían por el odio mutuo y la crueldad de las venganzas tramadas entre ambos. La lucha que inauguraron sería heredada por los descendientes de las generaciones futuras, entre los que figuran Agamenón y Menelao. Sus estribaciones llegarían hasta el mismo Orestes de la raza de los Atridas.
Sin embargo, aunque Níobe y Pélope sean los más memorables, otros hijos se atribuyen a Tántalo como Bróteas o Dáscilo.
Varias son las aventuras asignadas a Tántalo por diversos autores. Aunque ninguna de ellas adquiera gran relevancia, todas ellas conservan un rasgo común. El hilo conector que las sustenta se fundamenta en el perfil caracteriológico de Tántalo. En todas sus aventuras Tántalo mantiene una actitud de soberbia que acredita el castigo de Zeus a la condenación eterna. Así el mito sobresale por haber traicionado la confianza de los dioses y haber provocado su cólera.
Según una leyenda recogida en los Escolios a la Odisea, Tántalo estaría implicado en el robo del perro de Zeus llevado a cabo por Pandáreo. Se cuenta que en el tiempo en que Rea, temerosa de Crono, decidió proteger a Zeus, lo escondió en una caverna de Creta. Allí le otorgó una cabra como nodriza y un perro de oro como guardián del niño. Cuando Zeus destronó a su padre, la cabra fue convertida en constelación, mientras el perro fue destinado a ser custodia del templo de Zeus en Creta. Sin embargo, Pandáreo decidió robar el can. Lo trasladó al monte Sípilo y, una vez allí, encargó personalmente a Tántalo de su custodia antes de partir. En este punto existen dos versiones distintas del mito. En una de ellas el mismo Pandáreo regresó para solicitar a Tántalo el perro. En otra fue Hermes quien, a instancias de Zeus, requirió el can a Tántalo. En ambos casos, Tántalo juró falsamente que no conocía el paradero del can. Zeus, enfurecido por el perjurio, castigó a Tántalo sepultándolo bajo el monte Sípilo.
Existe una tradición aislada que relaciona a Tántalo con el secuestro de Ganimedes. Según esta tradición el joven Ganimedes era hijo de Ilo, fundador de la primera Troya. Cuando Zeus, enamorado de la extraordinaria belleza del joven, quiso disfrutar de su compañía, encargó el secuestro de Ganimedes a Tántalo. Ilo, despechado, lucharía contra Tántalo. Como consecuencia de la derrota, Tántalo y su hijo Pélope serían expulsados de Asia Menor por Ilo. Estos acontecimientos tendrían lugar después de la desgracia sufrida por la hija de Tántalo, Níobe, que la llevarían a buscar el asilo de su padre.
Al margen de estos episodios tangenciales, el mito de Tántalo se proyecta fundamentalmente como prototipo de la víctima del castigo divino. Sobre los motivos que originaron la cólera de Zeus existen varias versiones. Por otra parte, sobre la naturaleza del castigo también nos han llegado dos versiones distintas.
Se puede decir en términos generales que, aunque varíen las circunstancias, la tradición considera a Tántalo culpable de un acto de soberbia contra los dioses. Existen dos versiones en las que el rey frigio traicionaría la confianza depositada por los dioses. Se cuenta que el favor de los dioses hacia él era tanto que incluso se le permitía compartir su mesa en los banquetes del Olimpo. Según una de estas versiones, Tántalo cometería la osadía de revelar a los hombres secretos divinos que los dioses habrían comentado despreocupadamente durante el banquete. Otra versión, considera que cometió el delito de robar néctar y ambrosía para compartirlo con sus amigos mortales.
Una tercera versión supone que el acto de soberbia es agravado con el crimen. La intención de Tántalo era poner a prueba la clarividencia divina. Para ello, inmoló a su propio hijo, Pélope, y, una vez cocinado y condimentado, se lo ofreció a los dioses como banquete. Tántalo estaba convencido de que los dioses no serían capaces de reconocer el terrible alimento. Sin embargo, ninguno consintió en probar la comida pues conocían el origen de las viandas. Únicamente Deméter, apremiada por un apetito voraz, o quizá aturdida por la suerte de Perséfone, devoró un hombro antes de percibir la naturaleza de la carne que se le ofrecía. Los dioses, comparecidos, reconstruyeron el cuerpo de Pélope y le devolvieron la vida. El hombro que Deméter había comido fue sustituido por uno de marfil.
En cualquiera de estas tres versiones Tántalo demuestra un desprecio por la autoridad divina que Zeus castigaría violentamente. Tántalo sería desterrado a los infiernos donde habría de sufrir una tortura singularmente cruel. Y este es el episodio por el que Tántalo es con mayor frecuencia evocado por los poetas.
Platón en su Diálogo de Crátilo evoca el mito de la condena de Tántalo apodándole como "el mayor sufridor". Según su testimonio, el destino de Tántalo en el Hades es sufrir la eterna amenaza de una enorme piedra que gravita sobre su cabeza, siempre a punto de desprenderse sobre él.
Otra variante del castigo impuesto por Zeus a Tántalo es recogido en la Odisea. Homero en el canto undécimo incluye en su "descenso a los infiernos", quizá una de las composiciones más tardías de la obra, la descripción del martirio sufrido por Tántalo. Allí soporta los terribles dolores provocados por una sed y un hambre eternos. Condenado a permanecer de pie sobre un lago cuyas aguas retroceden hasta convertirse en cieno, toda vez que él pretende saciar su sed. Sobre él penden las ramas de altos árboles, cargados de codiciados frutos: perales, manzanos, higueras, olivos. Pero siempre que el anciano Tántalo pretende alcanzarlos, el viento alza las ramas hacia las oscuras nubes e impide que el condenado pueda saciar su apetito.
Existe otro Tántalo de la saga de los pelópidas que sería bisnieto del hijo de Zeus. Este Tántalo es el hijo de Tiestes, es decir, nieto de Pélope. Algunas versiones lo consideran hijo de Bróteas, el hermano de Pélope y Níobe. Su tumba permanecía en Argos. Hay dos leyendas que se atribuyen a este personaje. La primera le considera la víctima de la cruel venganza de Atreo contra Tiestes. La segunda le señala como el primer esposo de Clitemestra.
Según esta versión Tántalo sería el hijo de Tiestes. La leyenda cuenta que Tiestes había traicionado a su hermano para conseguir el trono de Micenas. Con la complicidad de su cuñada Aérope, con la que mantenía una relación ilícita, le había robado el vellón de oro y así había conseguido ascender al trono. Su hermano Atreo, furioso por la traición, se vengó de él. Le invitó a un banquete simulando una reconciliación. Tántalo fue asesinado por su tío, descuartizado y cocinado. En el banquete fue servido a su propio padre como alimento. Esta leyenda es una de las que configuran las tormentosas relaciones entre los dos hijos de Pélope, caracterizadas por la venganza y el odio mutuos.
Ciertos mitógrafos atribuyen a este Tántalo, hijo de Tiestes, el primer matrimonio con Clitemestra. Tántalo había casado con Clitemestra, hija de Leda y de Tindáreo. De su matrimonio había nacido un hijo. Al poco tiempo de nacer, Agamenón dio muerte a Tántalo y a su hijo. Clitemestra se vio obligada a casarse con Agamenón. Los hermanos divinos de Clitemestra, los Dioscuros, acabaron perdonando al rey y consintiendo el matrimonio. La unión entre Agamenón y Clitemestra aparece de esta forma, desde el primer momento, como un matrimonio maldito. El desarrollo de los acontecimientos así lo corroboraría.
La tradición menciona a un Tántalo como hijo de Níobe. Este Tántalo sería por tanto, nieto del hijo de Zeus. Los hijos de Níobe fueron exterminados por Apolo y Ártemis. Su madre, Leto, conseguía con el crimen apaciguar su ira contra Níobe que había insultado a la diosa.
Según describe la Metamorfosis de Ovidio, Tántalo fue asesinado mientras se debatía en la palestra con su hermano Fédimo. Una flecha de Apolo atravesó los dos cuerpos que cayeron, unidos, al suelo antes de morir.
https://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A1ntalo_(padre_de_P%C3%A9lope)
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