La finalidad de la Orden Dominica es y ha sido anunciar el Evangelio mediante el testimonio de vida y predicación.El lema de la Orden Dominica fue Contemplata Aliis Tradere, esto es comunicar la experiencia contemplativa a los otros. Por eso los frailes se vieron llamados a una vida de contemplación que incluye la oración y el estudio para llevar a la práctica la evangelización.
Los frailes dominicos estuvieron presentes en los principales centros de enseñanza de Chile, fundando centros de estudios primarios, secundarios y universitarios, participando en la vida intelectual en la sociedad de cada época, motivados por la predicación del Evangelio unido a la promoción de la vida humana.
En este contexto las bibliotecas se multiplicaron junto con las comunidades dominicas: éstas fueron lugares donde crecía la vida intelectual y se transformaron en la manifestación material de la identidad social y religiosa de la Orden de los Predicadores.
Al respecto, el fraile dominico argentino Francisco Álvarez (1790-1854), Prior del Convento de la Recoleta Dominica desde 1837 hasta su muerte, señala en sus escritos:
"Uno de los oficios más delicados que hay que desempeñar en una comunidad bien arreglada, es el de Bibliotecario. En cuanto sea posible, debe buscarse para este oficio un sujeto, que a los conocimientos científicos, reúna el interés, aseo, prolijidad y buen gusto de los libros que componen la Biblioteca para saber conservarlos o buscar los que faltan".
La vida al interior del Convento de la Recoleta Dominica estuvo marcada por la importancia asignada al estudio y al perfeccionamiento intelectual de sus miembros. Estos debían seguir en estricto rigor los cursos y actividades indicados para su promoción, lo cual queda estipulado en los Estatutos y Reglamento de Estudio del claustro.
En los tres primeros años se estudiaba filosofía, geometría, trigonometría física, elementos de química, historia natural, geografía, cosmografía e historia universal.
En cuarto año se estudian lugares teológicos, propedéutica o De Vera Religione y hermenéutica sagrada.
En los cuatro años restantes se estudiaba Sagrada Teología, Sagrada Escritura o Exégesis, Derecho Canónico, disciplinas e historia eclesiástica.
Muchas de estas obras, usadas por los frailes para el estudio del evangelio o su perfeccionamiento intelectual, son las que componen actualmente las colecciones de la actual Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica.
La Biblioteca de la Recoleta Dominica es considerada una de las colecciones de libros científico-religiosos más grande, importante y antigua de Chile y quizas de América Latina.
Su origen se remonta a 1753, junto con el Convento de la Recoleta Dominica en Santiago de Chile, por el maestro y fundador de esta casa de observancia, el fraile chileno Manuel de Acuña.
Al regresar de Roma con las licencias del Padre Maestro General de la Orden para dicha fundación, trajo consigo una cantidad significativa de obras escogidas que serían la base de la futura gran biblioteca.
Su deseo era que la ciencia permaneciese incólume, intacta, considerando a los frailes como los encargados de transmitir esa verdad. Para esto era necesario que éstos se formasen, y "tuviesen abundantísimas fuentes donde instruirse y fueran la vanguardia en el dilatado horizonte del humano saber".
Desde sus comienzos estuvo apoyada por Fray Sebastián Díaz, quien fue uno de los primeros en traer la imprenta a Chile y por Fray Antonio de Molina, que fue el fundador del noviciado y el primero que implantó los estudios formales en este convento.
Al principio fue bastante difícil y costosa la traída de libros para esta lejana región del mundo. Sin embargo, las crónicas del convento señalan que desde el año 1753 a 1823, la Biblioteca conventual se había acrecentado en 2.385 volúmenes.
La Biblioteca de la Recoleta Dominica pretendía abarcar todas las ramas de la ciencia, objetivo que fue posible debido a que muchos frailes viajaban a Europa y traían consigo volúmenes que ayudaban a acrecentar las colecciones.
Los sucesivos prelados de la Recoleta dispusieron sus mejores esfuerzos en incrementar la colección, con libros religiosos y con obras pertenecientes a diversas disciplinas científicas y humanistas.
Un ejemplo es el fraile argentino Justo de Santa María de Oro que según las crónicas conventuales trajo de Europa en 1809 más de 300 volúmenes.
Fray Ramón Arce a su vez, al regresar de Roma en compañía del Delegado Apostólico Monseñor Muzzi en 1824, trajo consigo 1.241 volúmenes de los mejores autores latinos e italianos gastándose la suma de 1.277 pesos y seis reales, segun la crónica del Padre Francisco Álvarez
Con todo, es en 1836 cuando la colección recibe uno de los mayores impulsos al hacerse cargo de ésta Fray Domingo Aracena, considerado como uno de los espíritus más cultivados de la época.
Durante la dirección de Aracena, la biblioteca aumentó significativamente el número de obras,alcanzando hacia 1866 más de 15.000 volúmenes. Por su parte, pasaron a formar parte de ésta verdaderas joyas bibliográficas, entre las que se cuentan la Biblia Políglota de Arias Montano, la Patrología de Migne, el Acta Sanctorum de los Bolandistas, la Biblia Poliglota de Walton, etc.
Con Aracena también se consolidó otro de los rasgos que singulariza a esta Biblioteca: acoger importantes obras de la producción intelectual chilena del siglo XIX. Buena parte de ello es la completa y muy bien conservada colección de Anales de la Universidad de Chile y otras obras de singular importancia en la evolución cultural del país.
La Biblioteca además estaba suscrita a publicaciones de actualidad nacional tales como: El Araucano, El Mercurio, La Revista Católica, El Siglo, El Despertador Eucarístico, El Progreso, El Diario, La Gaceta del Comercio, entre otras.
Dos hechos merecen destacarse en relación a la historia de la Biblioteca. Según algunos estudiosos, en 1783 se instaló aquí la tercera imprenta que conoció Chile, de cuyas prensas salió el segundo impreso más antiguo que conserva el país (El reglamento de la Recoleta Dominica, conservado en la Sala Medina de la Biblioteca Nacional).
Por otra parte, cabe consignar que hacia 1877 la Biblioteca instaló un completísimo taller de encuadernación que tuvo equipos provenientes de Europa. Bajo la hábil dirección de los religiosos este Taller tuvo una producción de mucha calidad, cuyo resultado se puede apreciar en el cuidadoso y bello aspecto que ofrecen los libros de la colección.
Este taller de encuadernación surgió por la necesidad que existía de arreglar un gran número de volúmenes que estaban desencuadernados. El problema era que la Biblioteca contaba con solo una tosca prensa de madera a mano para esos fines, por lo que se encargó a Europa una máquina recortadora de papel, una satinadora, una cartonera, gran variedad de caracteres y todos los útiles necesarios para empastar y dorar.
Con este Taller instalado la Biblioteca presentó un aspecto elegante y los trabajos, antes burdos, eran ahora lujosos y a la altura del arte europeo.
En 1876 comenzó la construcción de un nuevo edificio para el convento y Biblioteca. Las salas anteriores no daban abasto, además de estar viejas, ser poco higiénicas y ruinosas. Debido a esto se aprobó la demolición de algunas áreas para dar comienzo a una nueva obra con todas las comodidades que los actuales tiempos exigían. El edificio de la Biblioteca debía ocupar un lugar de distinción, por lo que se le destinó un amplio y extenso salón donde pudieran tener cabida todos los libros.
En 1887, al culminar la construcción del convento, la Biblioteca se trasladó a sus actuales dependencias, donde ha permanecido hasta la fecha.
Desde los inicios de la República hasta principios del siglo XX, la Biblioteca de la Recoleta Dominica tuvo su mayor esplendor, obedeciendo al auge económico, social y cultural del período.
En 1910, se publicó un catálogo cuidadosamente impreso que consigna más de 33.000 volúmenes, el que refleja por qué era consultada por grandes pensadores y sabios insignes.
Entregada actualmente en comodato por la Orden Dominica a la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos (Dibam), la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica cumple también una función museal, apreciándose así en toda su magnitud la originalidad de la antigua Biblioteca Conventual.
Desde 2005 ofrece a toda la comunidad de investigadores, estudiantes, profesionales y público general su fondo bibliográfico patrimonial, que reúne las colecciones de la Biblioteca del Convento de Santo Domingo, la Biblioteca de la Recoleta Dominica y las colecciones de las Bibliotecas de las Casas de Provincia (La Serena, Chillán, Concepción, Valparaíso y Quillota).
Estas colecciones son eminentemente religiosas, presentando una gran variedad de presentaciones "objeto-libro" (diferentes datas, tamaños o folios, facturas, tipografías, encuadernaciones, tipos de papel, etc).
Un ejemplo son los Cantorales o libros de coro de grandes dimensiones 50 cm. x 70 cm., elaborados en pergamino donde se escribían los salmos que se cantaban durante la liturgia.
Otras disciplinas del saber que abarca la Biblioteca de la Recoleta Dominica son historia, literatura, arte, ciencias, medicina, filosofía, matemáticas, vitivinicultura, historia de Chile y Sudamérica, destacándose la importante colección de libros e impresos chilenos del siglo XIX, muchos de ellos encuadernados en el taller que operó en el Convento.
El conjunto de esta colección patrimonial data de los siglos XVI al XX, sumando actualmente alrededor de 115.000 volúmenes, incluidas las colecciones de mapas, revistas, diarios, folletos, láminas y fotografías. Éstas últimas son aproximadamente 2.000, y en su mayoría corresponden a retratos de los religiosos dominicos en Chile.
Sus bibliotecarios cumplieron un rol fundamental en la creación y mantención de sus colecciones, que en 1910 ya incluían 33.000 ejemplares.
R. P. Fr. Domingo Fariña, quien fue el primer bibliotecario oficial de la Recoleta Dominica (1824). Fariña nació en Rancagua siendo dominico desde 1788.
Era un brillante predicador, un entusiasta por el estudio y las misiones, fue un patriota muy respetado. Gran conocedor de las ciencias eclesiásticas y políglota, se presentaba como un verdadero profesor.
R. P. Fr. Domingo Aracena,nació en Santiago en 1810, catequista, filólogo, historiador, teólogo y políglota, consagró su vida a la enseñanza de sus discípulos, conocedor eximio de las ciencias jurídicas fue consultado por hombres de gran preparación y sabios de la época.
Religioso que al comenzar sus estudios, comprendió que el sacerdote en la sociedad debe ser útil a las instituciones, a la educación y a la libertad.
Fue especial conocedor de la literatura y la teología, considerado uno de los religiosos más ilustres de este convento, miembro de la Universidad de Chile por sus meritos intelectuales y socio de la Academia de la Inmaculada Concepciónen Roma y del Instituto Episcopal de Brasil.
Elegido tres veces Prior, fue un convencido de que el signo más característico de la cultura intelectual de un convento es su biblioteca.
Antes de morir había comenzado a trabajar en un catálogo general e ilustrativo de la biblioteca. A su muerte asumió como bibliotecario R. P. y maestro fr. José Manuel Arellano, el cual se encargó de terminar el catálogo que el padre Aracena había comenzado.
R. P. Fr. Vicente González,antes de ser nombrado oficialmente como bibliotecario, Fr. Vicente González se desempeñó como ayudante de biblioteca de Fr. Raimundo (Crescente Errázuriz), con quien emprendió la gran tarea de catalogar los libros, trabajo finalizado luego de doce años de constante labor.
Su designación oficial se produjo el día 30 de noviembre de 1900, destacándose en su obra la confección e impresióntotal de un nuevo catálogo y la preocupación constante por el incremento significativo de libros adquiridos para la biblioteca.
El Fr. Vicente González continuó durante muchos años como bibliotecario, hasta que en 1913 fue elegido Prior del Convento. En esta época le correspondió realizar la construcción del nuevo Colegio del Convento llamado "Academia de Humanidades", inaugurado en 1915. Posteriormente le correspondió la reparación del templo, debido a un terremoto acaecido en 1928.
Entre los 115 mil volúmenes que hoy reúnen las colecciones patrimoniales de la Biblioteca Recoleta Dominica, hay algunos de especial valor. Entre ellos destacan:
La Catena Aurea (o cadena dorada) es un tipo de escrito, fundamentalmente de origen medieval, en el que el autor utilizaba glosas o explicaciones sobre los distintos textos de los Evangelios o de todo el Nuevo Testamento para ilustrar los pasajes evangélicos de manera que fuera más comprensible el mensaje que contienen.
La Catena Aurea más conocida es la que compuso Santo Tomás de Aquino. En ella, sobre la base de los textos de los Evangelios, compiló citas de los Padres de la Iglesia relativos a cada pasaje evangélico, de manera que consultando un determinado pasaje, por libro, capítulo y versículo, puede accederse a lo que diversos Padres de la Iglesia escribieron sobre él, constituyendo finalmente una serie de pasajes seleccionados ordenados de tal manera que los textos encadenados forman un comentario coherente al Evangelio.
"Historia de la composicion del cuerpo humano" es un tratado de anatomía moderna que está dividido en siete libros, en los que se complementa y confronta lo escrito por destacados anatomistas como Galeno y Andrés Vesalio. Destaca por tener grabados de muy buena factura, en los que se muestran con detalles todo lo que el autor explica sobre anatomía.
Juan Valverde de Hamusco, médico español nacido en Hamusco (Palencia), estudió humanidades y filosofía en España y posteriormente medicina en Padua. Trasladado a Roma, fue allí médico del Cardenal Juan de Toledo, nombrado más tarde Arzobispo de Santiago de Compostela.
Se ignoran que otros cargos desempeñó este médico que alcanzó gran fama como anatomista y dejó escritas importantes obras por las cuales su nombre figura en el "Catálogo de Autoridades de la Lengua", de la Academia. Las principales son: "De animi et corporis sanitate tuenda" (Paris, 1552) e "Historia de la composicion del cuerpo humano" (Roma, 1556). De las dos se hicieron varias ediciones en español e italiano.
"La Ulyxea de Homero, traducida del griego en lengua castellana por el secretario Gonçalo Pérez", impresa en Venecia en 1562, fue la primera traducción al español que se hizo de la Odisea de Homero, traducida del griego por Gonzalo Pérez, quien fuera secretario del rey de España Felipe II.
Fue originalmente publicada en 1550 pero esta es una de las primeras ediciones en tener la traducción completa que se realizó de los 24 libros que componen esta obra, en una edición revisada por el traductor, que debe ser considerada la versión definitiva, y de la que sólo hubo una reimpresión en 1767.
"L'Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers": enciclopedia francesa editada entre los años 1751 y 1772 en París bajo la dirección de Denis Diderot y Jean d'Alembert.
Es considerada una de las más grandes obras del siglo XVIII, no sólo por ser la primera enciclopedia francesa, sino que también por contener la síntesis de los principales conocimientos de la época, en un esfuerzo editorial considerable para su tiempo.
Por el saber que contiene, el esfuerzo que representa, y por las intenciones que sus autores le asignaron, se convirtió en un símbolo del proyecto de la Ilustración, un arma política y en un objeto de numero.
Libro de partituras
Libro de coros
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