jueves, 12 de marzo de 2020

RAIMUNDO LULIO Y LA ALEGORIA DEL MUNDO

Ramón Lull nació, que no Raimundo Lulio, según es más comúnmente conocido, al ser latinizado con mucha posterioridad el monosílabo Lull. Pero es aquel "caballero andante del pensamiento", en feliz expresión de Menéndez y Pelayo, que no se daba punto de reposo ni daba paz a sus pies, "y cuyo inmenso corazón era alado, con las alas acérrimas e incansables de un serafín", según cantó Lorenzo Riber.
Lulio nació en Palma de Mallorca en 1232. Hijo de familia influyente, creció en la corte de Barcelona rodeado de privilegios,fue amigo del futuro rey Jaime II, llevando una vida disoluta hasta cerca de los 30 años, cuando se convirtió. Según su propio relato, estando a solas en su cuarto mientras se hallaba componiendo versos juglarescos para una cortesana a quien buscaba conquistar.
Originada en los sermones que Lulio escuchaba los domingos en misa, una visión le hizo recapacitar drásticamente sobre su vida y tomar la decisión de renunciar totalmente al mundo. Disponiendo para el sustento adecuado de su familia, y a falta de guía idónea para el discipulado (escasa en su época) canalizó las energías de su nueva vida según la usanza de la época, emprendiendo una peregrinación a los santuarios de Rocamador en  la actual Francia y el de Santiago de Compostela en España
Disgustado por la superstición que encontró, Lulio se propuso abocarse al estudio de la teología.
Asomarse a la portentosa mentalidad de Ramón Lulio es sentir la sensación del vértigo. Una sensación subyugante y misteriosa, de noche profunda y de clara luz sideral.


El "Doctor Iluminado", que en el siglo XIII abre una serie de grandes místicos es, (dentro de la órbita viva y gigantesca de Santo Tomás de Aquino), con San Alberto el Magno, Escoto y Bacon, uno de esos focos que en plena turbulencia medieval hacen florecer el primer Renacimiento.
No es del caso entrar ahora en la discusión de si la Edad Media debe o no ser considerada como una etapa intermedia y sombría entre las dos grandes culturas: la grecorromana y la moderna, ya que en ese intermedio (noche de mil años) aparecieron y culminaron los colosos del pensamiento cristiano. Digamos que surge el mundano senescal de la corte de Jaime II de Mallorca en esa edad de los caballeros errantes y de los trovadores, de los navegantes y de los predicadores, y llevado de aquel gran aliento suyo (después de la conversión), su inquietud de ave migratoria le hará emprender altos vuelos para llevar al ánimo de reyes y pontífices, doctos y herejes, la inspirada concepción de su Ars Magna, compendio del florecer de la doctrina luliana.
Hay algo en él que recuerda al Cantar de los cantares, que apunta a san Juan de la Cruz. Así, visionario y poeta (insiste Brenan), cortesano en el principio de su vida y anacoreta en sus últimos días, precursor de la actual ecología en su amor a la naturaleza, es difícil retratarlo de un solo trazo sin conocer la época en que le tocó vivir. Fue europeo en un tiempo en el que en nuestro país todos miraban hacia el interior de la Península, y rebelde cuando la mayoría de las letras no lo era, apuntando a un triunfo de la razón que sólo algún privilegiado podía concebir en su siglo.

Esta miniatura representa al mundo de su época como lo veía Lulio.
A la izquierda se yergue la Torre de FALSEDAD, coronada por demonios llamados DISTORSIONAMIENTO, CONFUSIÓN, MALENTENDIDO, DESIDIA, ERROR, MALICIA, etc.
En sus calabozos languidece prisionera la VERDAD. Se lamenta: “Compadeceos de mi,compadeceos de mi, mis amigos. La mano de la IGNORANCIA me ha sepultado y la OPINIÓN es coronada en mi lugar. No estoy habituada a yacer en lugares oscuros, y me hallo afligidísima pues nadie quiere defenderme, cada uno defiende su OPINIÓN …. En vosotros Filósofos coloco mi confianza luego de Dios, pues vosotros sois auténticos amantes de la Sabiduría*. Y vosotros, Príncipes cristianos, ¿hasta cuándo toleraréis verme tan oprimida de JUDÍOS y SARRACENOS, que en vez de coronarme en lo alto, me han arrojado a las profundidades de esta TORRE DE LA FALSEDAD…?”
A la derecha, varios paladines acuden para rescatar a la VERDAD.
En primer lugar marcha ARISTOTELES montado sobre su caballo RAZÓN, desplegando SILOGISMOS o razonamientos lógicos sobre su lanza (arrastra un carro con los cinco predicables y los diez predicados de su MÉTODO ANALÍTICO)
Detrás de ARISTÓTELES marcha el carro de la IGLESIA CRISTIANA, con el Papa alzando un crucifijo.
Delante va el filósofo árabe AVERROES, con cuyas ideas Lulio polemizaba. Pero puesto que la iglesia de su época aceptaba a este filósofo de moda, Lulio también lo enlista en su cruzada (aunque coloca las riendas de su caballo en manos de la Iglesia).
El caballo de Averroes se llama IMAGINACIONES y su lanza despliega ESPECULACIONES
Lulio veía a la sociedad medieval sumida en la ignorancia, esclava de apasionamientos ideológicos subjetivos (llamados ‘opinión’ por los filósofos griegos) que impedían discernir con objetividad la verdad. En su campaña educativa Lulio ansiaba aunar tanto los resultados del pensamiento griego – e incluso árabe – a las enseñanzas de la Palabra de Dios, complementando revelación con investigación racional.


En la segunda miniatura otro paladín acude con refuerzos para rescatar la Verdad.
Se trata de Maese Ramón en su caballo RECTA INTENCIÓN enarbolando el pendón de AMAR A DIOS y OBRAR BIEN (arrastra un carro con los dieciocho principios del ARTE MAYOR)
Lo preceden tres Heraldos llamados INTELECTO, MEMORIA y VOLUNTAD (según Lulio las herramientas para “conocer, recordar y amar a Dios”).
Colocándo su MÉTODO detrás del carro de la iglesia (precedido a su vez del carro del razonamiento griego e incluso árabe) Lulio no solo demuestra una gran amplitud mental, sino su sumisión al principio de autoridad espiritual. Sólo un Cuerpo sujeto a la cabeza puede tener victoria sobre el Error. 
Texto al pie:
“Maese Raimundo cabalga sobre Recta Intención alineado detrás del Crucifijo y la Iglesia, y envía delante suyo a tres Heraldos, a saber las tres potencias del alma racional [intelecto, memoria y voluntad] que anuncian al Dios Único y su Santa y Excelsa Trinidad, Creador de todas las cosas con excepcion de Si Mismo, Jesucristo Hijo de Dios crucificado, a quien ellas mucho ansían conocer, amar, recordar, honrar y agradecer porque Él es digno de ser grandemente comprendido, amado, recordado, honrado y agradecido..”

http://www.filosofia.org/mon/tem/es0090.htm
file:///F:/Dialnet-UnaIntroduccionALaVidaObraYPensamientoDeRaimundoLu-3208284%20(1).pdf
http://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=10130557

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