martes, 3 de diciembre de 2019

JOHANN WOLFGANG GOETHE Y FAUSTO


La poesía de Goethe expresa una nueva concepción de las relaciones de la humanidad con la naturaleza, la historia y la sociedad; sus dramas y sus novelas reflejan un profundo conocimiento de la individualidad humana. La importancia de la obra de Goethe puede ser juzgada por la influencia que sus escritos críticos, su amplia correspondencia, su poesía, sus dramas y sus novelas ejercieron sobre los escritores de su época y sobre los movimientos literarios que él inauguró y de los que fue la figura principal. Según el crítico inglés del siglo XIX Matthew Arnold, Goethe debe ser considerado no sólo “el centro indiscutible de la literatura alemana, sino una de las figuras más versátiles de la literatura universal”.
Fausto fue la obra que ocupó la larga vida de Goethe. Es una de las obras maestras de la literatura alemana y universal. No es sólo una reelaboración de la leyenda del erudito mago medieval Johann Faust, sino una alegoría de la vida humana en todas sus ramificaciones.
Esta obra se divide en dos partes, que tienen muy pocas cosas en común, por eso es necesario trabajarlas por aparte, pero sin perder de vista a los dos personajes centrales de la obra: el doctor Fausto y Mefistófeles.


La obra empieza con una escena en el cielo, en la que Dios y Mefistófeles (el Diablo) hacen una apuesta, la cual estipula que Mefistófeles podrá sacar del buen camino al doctor Fausto, cosa que Dios no cree posible.
El doctor Fausto se encuentra pensando en su habitación, y su discípulo Wagner viene a buscarle para recordarle que pronto vendrán los días de fiesta, y le manifiesta sus intenciones de salir a socializar con la demás gente. Fausto y Wagner salen al pueblo, y al rato de caminar, Fausto se sienta en una roca, y vea a un perro negro que aparenta estar perdido, y que se le va acercando poco a poco. Al llegar el perro al lugar donde Fausto y Wagner se encontraban, Fausto se encariña con el perro, y al encontrarlo inofensivo, decide llevarlo a casa.
Al llegar a casa este perro que Fausto recogió resulta ser Mefistófeles, y hablan durante un buen rato sobre los placeres de la vida humana, pero luego Mefistófeles engaña a Fausto y se va, prometiendo volver.
A su vuelta, Fausto y Mefistófeles hablan con mayor confianza, y llegan a un pacto: Fausto acepta dar su alma al diablo, si este es capas de proporcionarle los más intensos placeres de la vida humana, y se estipula que al llegar el placer a la intensidad en la cual Fausto no pueda soportarlo y decida detenerse y vivir ese momento eternamente, podrá morir.
Salen así Fausto y Mefistófeles a su cometido, y acuden a buscar a una vieja bruja servidora de Mefistófeles, y le piden que le de a Fausto una pócima (no se aclara el efecto de la pócima en el libro, pero se deduce que es para conservar la juventud). Durante su estancia en la casa de la bruja, Fausto ve en un espejo la imagen de una mujer de la cual queda bastante impresionado, a causa de su hermosura, y exige a Mefistófeles como parte de su trato que le permita conocerla.
Parten desde la cueva al pueblo donde se desarrolla la mayor parte del primer fragmento de la historia, y es ahí donde Fausto vea a Margarita y le ofrece compañía, pero esta rechaza su oferta y se va profundamente consternada por la aparición de Fausto.
Fausto, profundamente enamorado, pide a Mefistófeles ayuda para conquistar a tan linda señorita, pero este le responde negativamente, y se justifica en el echo de que Margarita es una persona libre de pecado, y el no tiene ningún poder sobre ella; a cambio le ofrece ir a su habitación para poder disfrutar por un instante de su espacio.
Ya en la habitación de Margarita, Fausto envía a Mefistófeles en busca de un cofre lleno de alhajas y espectaculares joyas para regalarle a su amada, y poder así abonar el terreno para un futuro.
Se van de la habitación y llega Margarita, y al encontrar el cofre lleno de joyas queda profundamente extrañada y agradecida, se lo cuenta a su madre; y esta ve algo de impío en este extraño suceso y decide contárselo a su confesor, y este le recomienda ceder estas joyas a la iglesia, ya que de seguro algo de diabólico tenia que haber en ellas.
Este suceso no desanima a Fausto, y decide repetir la misma estrategia, pero esta vez con un cofre mucho más rico en joyas y piedras preciosas que le consiguió Mefistófeles. Margarita, sorprendida, se lo cuenta a su amiga Marta, la cual le recomienda que no se lo diga a su madre, ya que seguramente se repetirá la historia del cofre anterior. En ese momento llega Mefistófeles, el cual base de engaños consigue un encuentro clandestino entre el, Margarita, Fausto y Marta. En este encuentro Fausto declara su amor a Margarita, y esta le corresponde con el mayor sentimiento de culpa, ya que eso estaba mal visto por la sociedad de esa época. Estos encuentros se repitieron unas cuantas veces y en uno de ellos Margarita expresa a Fausto su inconformidad con Mefistófeles, ya que lo encuentra maligno y perjudicial.
Unas noches después, Fausto y Mefistófeles tienen una riña con Valentín, hermano de Margarita, y le dan muerte. Ellos huyen, pero Valentín no esta completamente muerto. Margarita sale a su auxilio, y con sus ultimas fuerzas Valentín maldice a Margarita y le augura un mal futuro.
En una catedral se encontraba Margarita y es profundamente atormentada por un espíritu maligno, que la maldice y le hace ver lo pecadora que fue.
Mientras esto pasaba, Fausto Y Mefistófeles van a la noche de Walpurgis, confusa parte de la obra en la que Fausto y Mefistófeles hablan acerca de Margarita, y luego de terribles acontecimientos Fausto sale con prisa en busca de Margarita, la cual se encuentra en prisión.
Llegan a la prisión, y se encuentran con el triste hecho de que Margarita será ejecutada la mañana siguiente, y deciden partir, pero Margarita no se van con Fausto, debido a que este estaba acompañado por Mefistófeles, y esto le parecía insoportable. Se van así Fausto y Mefistófeles y dejan a Margarita a su suerte; y este es el fin de la primera parte.




La segunda parte se desarrolla en un ambiente medieval, lleno de elementos fantásticos y mitológicos.
Empiezan Fausto y Mefistófeles engañando a un torpe y joven emperador haciéndose pasar por brujo y bufón respectivamente.
El imperio se encuentra en crisis económica, y Fausto junto a Mefistófeles le proponen una eficaz solución al emperador, y al ponerla en practica esto resulto bastante productivo. Es así como el emperador acoge a Fausto y a Mefistófeles en el seno del imperio.
El emperador, a manera de exigencia, pide a Fausto que le traiga a Elena, belleza entre bellezas, y a Paris, mitológico héroe. Esto supuso muchos esfuerzos por parte de Fausto, pero con la ayuda de Mefistófeles lo logro.
En el siguiente acto de la obra, aparece Elena en frente del palacio de Menelao, su padre. Pero es recibida por Forkyas, y esta le comunica que de entrar a palacio será ejecutada por su padre, y que su única salvación es huir. Se va entonces Elena, y llega al palacio de Fausto en donde es recibida con lujos por Fausto.
Se cambia la escena a profundos bosques llega Forkyas al palacio de Fausto y le comunica que Menelao esta próximo a su palacio, y que viene en pie de guerra. Luego tras confusas escenas, desaparece Elena, y Fausto es elevado a la región etérea por el vestido de Elena.
Cae fausto de la nube, y se encuentra con Mefistófeles en lo alto de una montaña. Al escuchar los tambores y la música de guerra buscan a 3 feroces guerreros que les ayuden en su campaña contra el enemigo, y bajan a ponerse a ordenes del emperador. Se desata feroz batalla, y Mefistófeles usa toda su magia para derrotar al enemigo, y con esto se ganan el favor del emperador.
El emperador cede a Fausto un extenso feudo en las costas del imperio, pero el arzobispo le advierte que se esta metiendo con el mismísimo Diablo, y le pide que le otorgue todos los impuestos y las regalías de dicho feudo a la iglesia.
Fausto lleva a cabo su sueño (ganarle terreno al mar) en su feudo, y es así como completa su felicidad plena, y al decirle esto a Mefistófeles, Fausto muere, pero en su muerte se arrepiente, y Mefistófeles es engañado por niños y Ángeles, y se le escapa el alma de Fausto, quedando así inconcluso el pacto. Este es el fin de la obra.



 PASANDO A UN PLANO MENOS ESCENOGRAFICO
El anciano Fausto es un hombre sabio que "todo lo sabía, menos el misterio de la vida", y al fracasar en su intento decide suicidarse. Un coro de ángeles que canta la resurrección, renace en él las ansias de vivir.
Al proseguir con sus deseos de conocer el misterio del mundo, Fausto hace un pacto con el maléfico Metistófeles, quien utiliza este anhelo insatisfecho para comprar su alma, y ganar la apuesta diabólica que se plantea en el prólogo de la obra dramática.
El pacto con el demonio Metistófeles se materializa en un “viaje cósmico” en el que Metistófeles le presenta todos los espacios, las edades y los ámbitos de lo humano. El demonio saca al héroe de su aislamiento, para en contacto con el mundo desposeerlo de esas ansias de infinito.
Las primeras etapas de dicho viaje son los niveles de lo infrahumano y lo instintivo. Fausto sale asqueado de este diabólico encuentro con brujas y delincuentes.
Un segundo estadío lo conduce al mundo burgués. Aquí se encuentra con su opuesto espiritual, Margarita, delicada y virtuosa muchacha que simboliza una existencia de paz.
Con la ayuda diabólica de Metistófeles, Fausto logra cautivar a la joven Margarita, cuya inocencia se contamina con la maldad que rodea a Fausto, Esta relación tiene consecuencias negativas: La muchacha Margarita mata al hijo de su pecado: sin pretenderlo también asesina a su querida madre.
Finalmente, su hermano muere en la lucha con Fausto — Metistófeles, al intentar lavar el honor de su familia. A partir de este instante principia otra temática en la obra dramática. Muere la muchacha Margarita, acusada de sus diabólicos delitos criminales, aunque redimida por el arrepentimiento. Fausto, fracasado. Emprende otra vez su “viaje cósmico”.
En esta etapa del recorrido, el demonio lleva a Fausto a las altas esferas del espíritu La muerte de la joven Margarita, ha pesado demasiado sobre el alma de Fausto purificando sus deseos: Se transforma positivamente.
Fausto aparece de inmediato en la corte del emperador alemán rodeada de fatalidad y escasez, y su astucia y sabiduría y artes mágicas lo salvan. Fausto descubre nuevas fuentes de riqueza y resuelve las dificultades financieras con el papel moneda.
Cortesanos y funcionarios piden una prueba de los poderes del sabio. Fausto conjura a Elena, símbolo de la belleza clásica, tras una serie de actuaciones rituales. Queriendo conservarla para así, la sustrae a la vista de la concurrencia, mas él también la pierde y cae fulminado.
La acción ahora regresa a la situación inicial de la primera parte del “Fausto”: su cuarto de estudio gótico. Símbolo del aislamiento y la aspiración infructuosa hacia arriba.
El estudio es ahora propiedad del antiguo criado de Fausto, Wagner, que ha creado un homúnculo, quien traslada a Fausto, en un túnel del tiempo y del espacio mágico, a la llanura farsálica, donde las figuras de la antigüedad celebran un aquelarre.
Así se repite la noche de Walpurgis de la primera parte. En este inundo fantasioso donde se presentan gran cantidad de seres mitológicos, filósofos griegos, alucinaciones, deseos y ritos. Fausto lleva a cabo sus esponsales con Elena.
Ambos, ella símbolo de la antigüedad clásica y Fausto del mundo nórdico alemán, engendran a Euphonón. La poesía. Este vástago, arrogante y altivo, anhela las alturas de la lucha y de la Luz, e intenta volar hacia ellas, lo que provoca su muerte.
Elena sigue a su hijo, y así queda desvanecido el sueño mediterráneo de Fausto. La muerte de Elena cierra la trayectoria trágica del poema dramático. A partir de aquí empieza el ascenso de Fausto a la transfiguración. de nuevo aparecen en él los impulsos de la acción y de la filantropía.
Vuelto al presente y a la corte, el sabio es un factor fundamental en la victoria del emperador sobre sus enemigos, por lo que recibe en feudo una franja litoral que se ve amenazada por el mar. Toda la actividad del protagonista Fausto, aliado a la magia.
Fluye a través de un sentimiento de amor. Con un afán gigantesco de bien y beneficencia. El sabio consigue dominar al mar, y mientras contempla extasiado su obra, fallece.
Cuando Metistófeles cree que puede apoderarse de nuevo del alma de Fausto, un coro angelical reivindica su posesión. El amor hacia los demás y la intercesión de Margarita, lo salvan definitivamente.

A la luna

 ¡Oh tú, la hermana de la luz primera,
símbolo del amor en la tristeza!
Ciñe tu rostro encantador la bruma,
orlada de argentados resplandores;
Tu sigiloso paso de los antros
durante el día cerrados cual sepulcros,
a los tristes fantasmas despabila,
y a mí también y a las nocturnas aves.
Tu mirada domina escrutadora
y señorea el dilatado espacio.
¡Oh, elévame hasta ti, ponme a tu vera!
No niegues a mi ensueño esta ventura;
y en plácido reposo el caballero
pueda ver a hurtadillas de su amada,
las noches tras los vidrios enrejados.
Del contemplar la dicha incomparable,
de la distancia los tormentos calma,
yo tus rayos de luz concentro, ¡oh luna!,
y mi mirada aguzo, escrutadora;
poco a poco voy viendo los contornos
del bello cuerpo libre de tapujos,
y hacia él me inclino, tierno y anhelante,
cual tú hacia el de Endimión en otro tiempo.


La despedida

 ¡Deja que adiós te diga con los ojos,
ya que a decirlo niéganse mis labios!
¡La despedida es una cosa seria
aun para un hombre, como yo, templado!
Triste en el trance se nos hace, incluso
del amor la más dulce y tierna prueba;
frío se me antoja el beso de tu boca
floja tu mano, que la mía estrecha.
¡La caricia más leve, en otro tiempo
furtiva y volandera, me encantaba!
Era algo así cual la precoz violeta,
que en marzo en los jardines arrancaba.
Ya no más cortaré fragantes rosas
para con ellas coronar tu frente.
Frances, es primavera, pero otoño
para mí, por desgracia, será siempre.


 Meditación ante el cráneo de Schiller


 Era el lúgubre osario... en orden, mudos...
quédome absorto al remirar la fila
de cráneos polvorosos y desnudos;

y atónito, nublada la pupila
en la visión, soñé los tiempos idos...
y fue el pasado en su mudez tranquila.

Los que tanto se odiaron, ora unidos,
rozándose, mezclaban los despojos
de duros huesos en la lid partidos,

y acostados en cruz ante mis ojos,
en posición de beatitud serena
dormían dulcemente sus enojos:

vi en sueltos eslabones la cadena
de omóplatos en tanto el mundo ignora
¡qué fardo les impuso la condena!

Y aquellos miembros ágiles de otrora,
manos y pies de gracia floreciente,
muestran su lasitud separadora...

Fatigados mortales, vanamente
a lo largo tendidos en la fosa,
ni allí gozáis de la quietud clemente

¿Quién ama la ruina pavorosa
ya así desnuda en la inquietud del día
y urna otro tiempo de beldad dichosa?

Esa yerta escritura me decía
a mí el devoto, lo que extraña gente
signos sagrados no leía.

Súbito en medio del montón yacente,
descubro al fin la fúlgida cabeza
sin par, helada, enmohecida, ausente,

y siento reanimarse mi tristeza
con secreto calor, y dese abismo
un raudal con vívida presteza,

Lléname de hondo encanto el cataclismo
al ver en esa huella soberana
divina concepción de hondo mutismo...

Y va mi mente hacia la mar lejana,
que hace y destruye formas en su seno
aún más perfectas que la forma humana.

Vaso de enigmas, otro tiempo lleno
de oráculos, mi mano desfallece:
no puedo alzarte en ademán sereno.

¡La podre lavaré que te ensombrece,
tesoro sin igual, y en aire puro
ya libre sol donde el pensar florece!

No logra el hombre en su sondar oscuro
captar el todo que la vida escancia
si Dios-natura cede a su conjuro

y le dice por qué de la sustancia
deja exhalar su espíritu que crea,
y cómo permanece en la sustancia
su dinamismo genitor: ¡la idea!

http://ong-solican.es/letras/goethe.htm
https://www.libreriasinopsis.com/libro/fausto_240789
http://www.enciclonet.com/articulo/goethe-johann-wolfgang/
http://enciclopedia.us.es/index.php/Johann_Wolfgang_von_Goethe

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