domingo, 12 de enero de 2020

LA CRUZ DE LA VICTORIA



La Cruz de la Victoria es una reliquia donada por Alfonso III en el año 908 a la Iglesia de San Salvador de Oviedo, aunque previamente permaneció en la Iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onís, edificada bajo su advocación. Fue forjada en el Castillo de Gozón poco antes de que Oviedo dejase de ser la capital del reino para ceder su lugar a León. Sus dimensiones son de 92 centímetros de alto y 72 de ancho. El alma de la cruz está formada por dos maderos de roble que se unen en el centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias. La Cruz está recubierta con láminas de oro y guarnecida por piedras preciosas. El medallón central lo ocupaba un cristal de roca transparente que facilitaba la admiración de una reliquia de la Vera Cruz.





Según cuentan las leyendas, cuando Pelayo acaudilló a los refugiados en Cangas de Onís, se echó en falta una bandera, ya que el pendón rojo de los godos había sido preso en Jerez. En ese momento San Antonio Anacoreta se acercó a Pelayo ofreciéndole una tosca cruz de roble y diciéndole: «He aquí esforzado campeón, la señal de la victoria». Pelayo besó la cruz y la enarboló con la diestra diciendo «Esta será desde hoy mi divisa y mi bandera»
Se considera la Cruz de la Victoria a la insignia de madera que Pelayo utilizó como estandarte en la Batalla de Covadonga. Posteriormente sería guardada por su hijo Favila en una iglesia de Cangas de Onís, primera capital del reino, dedicada a la Vera Cruz. La Cruz de la Victoria constituiría, por lo tanto, el primer vestigio del culto a la vera cruz en el Reino de Oviedo, fechado por la inscripción levantada por Favila y su mujer Froiluba en el año 737. En la Crónica de Alfonso III, versión Rotense, se dice de Favila que «construyó la Basílica en honor de la Santa Cruz». Posteriormente, ya en tiempos de Alfonso III, sería engalanada con oro y piedras preciosas, para presentar la forma conservada desde el siglo X. Sin embargo, la leyenda que atribuye el alma de madera de la Cruz a la usada por Pelayo es muy posterior, recogida por los historiadores Ambrosio de Morales (que califica la Cruz como «la más rica joya que debe haber en España»)y Enrique Flórez. Sí puede sostenerse, ya que el centro de la Cruz es un relicario, que en este hueco se encuentren restos de la cruz de roble que utilizó el primero de los reyes de Oviedo.


Si ya el Libro Becerro de la Catedral de Oviedo de 1385 señalaba que en la Cruz de la Victoria había tantas piedras preciosas como las que había perdido, durante los sucesos bélicos de 1934 y 1936 la reliquia, al igual que el resto de la Cámara Santa, sufrió graves desperfectos que hicieron necesaria su restauración. Si bien la Caja de las Ágatas estaba intacta y la Cámara Santa quedó totalmente destruida, la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria no sufrieron graves daños, siendo restauradas por el prestigioso arqueólogo Manuel Gómez Moreno, quien dirige los trabajos de recuperación del conjunto con la ayuda de Víctor Hevia Granda a partir de 1938. La Cruz de la Victoria recuperaría su pedrería a partir de 1942, gracias a las donaciones populares que permitieron la adquisición y restauración. No obstante, los trabajos de los orfebres Horacio Rivero Álvarez y Luis Aguilar, no tuvo en cuenta el diseño original y supuso una radical modificación, alterando la postura del medallón en ambos frentes, lo que denunció el cronista de Oviedo Joaquín Manzanares. En 1971 se colocan esmaltes nuevos por obra del orfebre alemán Werner Henneberger, aunque tampoco se tuvo demasiado en cuenta el diseño original. Debido al inadecuado tratamiento de la Cruz en su uso cotidiano se han visto alterados.
Según afirma el periodista Javier Neira en La Nueva España el 7 de septiembre de 2008, la cruz de roble sin revestir fue arrojada al fuego por el restaurador Manuel Gómez Moreno, hecho conocido por algunos miembros de la comisión nombrada al efecto, pero hasta ahora desconocido para el gran público.
Al entregar la Cruz de la Victoria, el restaurador les dijo que había tirado al fuego y sustituido por una pieza nueva el alma de madera de roble.

El 9 de agosto de 1977 la Cruz, junto a la Caja de las Ágatas y la Cruz de los Ángeles, fueron robadas y sufrieron graves desperfectos al ser arrancadas sus piedras preciosas y revestimientos de oro. Su lamentable estado obligó a realizar una nueva restauración que fue realizada según el dictamen de una comisión constituida al efecto el 30 de noviembre de ese mismo año. En la citada comisión participaron personas tan eminentes como el arqueólogo Helmut Schlunk, Magín Berenguer Alonso, José Menéndez Pidal o Manuel Fernández-Avello. Finalmente, el 8 de junio de 1978, tras numerosos estudios y consultas, se decidió devolver a las piedras su forma y posición original en la reliquia, y el 13 de junio la comisión dictaminó que la Cruz de los Ángeles fuera restaurada siguiendo las indicaciones de expertos de la ciudad alemana de Maguncia. Pedro Álvarez Miranda fue uno de los orfebres que restauraron por segunda vez la reliquia.


No se conoce su autor, estilisticamente pertenece al ámbito carolingio, tiene parecidos con la Cruz de las Ardenas. Un detalle importante es que al parecer Alfonso III estableció un taller de orfebrería en el castillo que construyó en Gozón, cerca del mar, donde es posible que trabajaran orfebres asturianos juntos con otros del imperio carolingio.
Sus dimensiones son de 92 centímetros de alto y 72 de ancho. El alma de la cruz está formada por dos maderos de roble que se unen en el centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias. La Cruz está recubierta con láminas de oro y guarnecida por piedras preciosas. El medallón central lo ocupaba un cristal de roca transparente que facilitaba la admiración de una reliquia de la Vera Cruz.
En el reverso de la Cruz aparecen inscripciones dedicatorias en la línea de la Cruz de los Ángeles, incluyendo el lema Hoc signo tuetur pius /Hoc signo vincitur inimicus. Este signo protege al piadoso/ este signo vence al enemigo.
Estas palabras se repiten en la Cruz de Santiago y en muchas inscripciones posteriores, en el palacio real, en los muros de la ciudad de Oviedo, en la Foncalada, en San Martín de Salas, en las Torres del Oeste, en Galicia y en varios manuscritos, como el Antifonario de la catedral de León del año 917, en una copia del mismo de 1067, en el Beato de Valcavado del año 970 en Valladolid y en el de San Millán de finales del siglo X.
La suerte de la cruz con el tiempo ha sido que solamenete sufrió algunos daños con la voladura de la cámara santa en la revolución de 1934. Fue en 1977 cuando recibió su golpe más duro ya que fue robada junto con otras joyas como la cruz de los ángeles y la caja de las ágatas creando una situación de luto en Asturias, posteriormente fue recuperada aunque expoliada de sus joyas y ornamentos los cuales fueron repuestos recuperándose mas tarde y otros donados por familias ovetenses.

Actualmente descansa ya completamente segura tras un enrejado en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador en Oviedo capital de Asturias.

                                                       Vista de la Bóveda, interior Cámara Santa

https://www.asturnatura.com/turismo/cruz-de-la-victoria/1444.html
https://www.ecured.cu/Cruz_de_la_Victoria
https://mundocruces.com/cruz-de-la-victoria/
https://misteriosleyendasdegaliciayasturias.wordpress.com/2018/07/15/origen-y-leyenda-de-la-cruz-de-la-victoria-asturiana/


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