jueves, 6 de febrero de 2020

SAN MARTIÑO DE MONDOÑEDO,UNA DE LAS PRIMERAS CATEDRALES DE HISPANIA

                    
“Nacido en Panonia, atravesando los anchos mares y movido por impulso divino, llegué a esta tierra gallega, que me acogió en su seno...” San Martín Dumiense
En los montes de Foz y Mondoñedo (Lugo) la niebla es la reina y la lluvia su eterna compañía casi durante todo el año. Los días claros y luminosos son más escasos si cabe que en el resto de Galicia, y por la orografía, toda la comarca ha vivido siempre más pendiente de lo que traía el poderoso mar Cantábrico, que de las noticias del interior de la Península. Fue así como un  pequeño grupo de cristianos bretones, presionados por los avances de pictos, anglos y sajones, huyeron de las islas Británicas para asentarse en la Bretaña armoricana (Francia) y en la antigua provincia romana de la Gallaecia. Aquí fundaron en el siglo V una sede episcopal que llamaron Britonia, y que estaba situada cerca de la actual localidad de Mondoñedo. A 5 kilómetros de Foz, había por entonces una aldea llamada Mendunieto donde estos cristianos celtas fundaron el Monasterium Maxime allá por el año 560 d.C. en el mismo lugar donde anteriormente se levantaba un templo romano dedicado a las Lumias o divinidades acuáticas, a propósito de un manantial de propiedades curativas que allí existía.
Con la invasión musulmana la antigua Britonia de los suevos fue arrasada, y no fue hasta el año 867 cuando el rey Alfonso III de Asturias decide que es el momento de restaurar la diócesis, pero esta vez en el enclave donde hoy podemos admirar el templo románico de San Martiño. En el año 925 el obispo San Rosendo consagra la primera catedral de Mendunieto, convirtiéndose así en la más antigua de Hispania.


El edificio que vemos hoy es un magnífico ejemplar de Románico, con muchos añadidos posteriores, que fue levantado por el obispo Gonzalo hacia el año 1100 de la Era Cristiana. Este San Gonzalo debió ser un personaje de gran resolución y determinación en su época, pues se cuenta de él que obró el milagro de destruir la flota normanda que pretendía asolar estas costas. La leyenda cuenta que Gonzalo, de edad avanzada, condujo al pueblo a lo alto de un monte para alejarlo de los saqueadores; sin embargo, vencido por el cansancio, se veía obligado a parar cada poco tiempo,  hincándose de rodillas en el suelo y orando mientras se apoyaba en la Cruz. Encomendándose a Dios, cada vez que repetía este gesto las naves enemigas eran engullidas por la furia del mar una tras otra. Cuando apenas quedaban unos pocos barcos desarmados, los dejó marchar para que diesen noticia de aquel terrible castigo y no volviesen en el futuro. Este Milagro de las Naves se rememora cada año con una romería que se celebra a finales de mayo o principios de junio, donde las gentes de la región recuerdan la figura de Gonzalo, el llamado “Obispo Santo”.


San Martiño dejó de ser catedral en el siglo XII, trasladándose la diócesis a Mondoñedo, pero de forma igualmente milagrosa ha llegado hasta nosotros en bastante buen estado. Al exterior se aprecian claramente las tres naves, la planta basilical, y los tres ábsides con esos curiosos arquillos ciegos en la cornisa que la emparentan con el Románico lombardo catalán. Se conservan algunos restos del templo prerrománico construido por San Rosendo en el siglo X, en los muros laterales, donde aún se aprecia una portada con arco de herradura y algunas columnas. La portada oeste es sin duda la más interesante, cuenta con un agnus dei y un crismón del tipo navarro, que es único en Galicia, junto con el de Compostela.



Se trata de una de las construcciones altomedievales más interesantes de Galicia tanto por su dilatadísima historia por la que tiende a ser identificada como la catedral más antigua de España, como por la riqueza arquitectónica, escultórica y pictórica que atesora entre sus muros, los cuales, se hicieron acreedores a ser declarados Bien de Interés Cultural en 1931.
Perdida su función episcopal desde fecha muy temprana y exclaustrada en la Edad Moderna la comunidad agustiniana instalada en ella, San Martiño de Mondoñedo, distinguida con el rango de basílica desde 2007, funciona en la actualidad como templo parroquial de la pequeña población surgida en torno al templo.
Los orígenes de la diócesis mindoniense se remontan nada menos que al siglo VI de nuestra era cuando, hacia el año 560, los cristianos bretones, huyendo de su enemigo anglosajón, desembarcan en la Mariña Lucense fundado una primera sede episcopal denominada Bretoña, la cual, tiende a situarse en los cercanos pagos del hoy municipio de A Pastoriza.
Siglos después, hacia el último tercio del siglo IX y debido a la invasión musulmana de buena parte de la Península Ibérica, consta que el obispo de Dumio (la actual ciudad portuguesa de Braga), huye hasta refugiarse en los pagos de "Mendunieto", que muy probablemente se corresponderían con el actual emplazamiento de la basílica.
De esta manera, San Martiño de Mondoñedo, casi accidentalmente y de manera temporal, se convertiría en una sede episcopal doble (Bretoña y Dumio), sin embargo, nuevamente la amenaza sarracena así como diversas incursiones costeras vikingas, obligan a los mitrados a abandonar el lugar.
Poco después y ya bajo el patrocinio del rey asturiano Alfonso III entre finales del siglo IX y principios del X, la sede episcopal queda restaurada bajo el mando del obispo Sabarico de Dumio, quien iniciaría la construcción o quizás reconstrucción de la iglesia.
A Sabarico le sucederían al frente de la mitra mindoniense personajes de la relevancia de San Rosendo (que posteriormente fundaría el histórico monasterio de Celanova), o San Gonzalo, principal impulsor de la iglesia que hoy admiramos y a quien la tradición atribuyó una serie de acciones milagrosas que aún a día de hoy gozan de gran calado popular.

Puerta occidental

Durante la segunda década del siglo XII, concretamente en 1112 y en tiempos de la Reina Urraca, la sede catedralicia de San Martiño de Mondoñedo es trasladada, quizás como medida de prudencia ante el peligro de posibles incursiones marítimas, unos veinte kilómetros al interior del litoral, concretamente a un lugar llamado Valibria que, en recuerdo del primitivo episcopado, adoptaría el nombre de Mondoñedo.
Erigida la nueva catedral en la ya próspera ciudad de Mondoñedo, la basílica de San Martiño fue convertida en canónica agustiniana hasta 1543, fecha en que el papa Clemente VII la cede al obispado hasta su definitiva exclaustración y conversión en parroquia durante el siglo XVII.
El actual aspecto de San Martiño de Mondoñedo es el resultado de varias etapas constructivas realizadas entre los siglos X y XII, aunque el grueso de la edificación viene fechándose por los especialistas en torno a los últimos años del siglo XI, por iniciativa del Obispo Gonzalo y siendo reaprovechadas para ello numerosas piezas de un templo preexistente erigido en tiempos de San Rosendo.
La basílica se estructura en tres naves cubiertas de madera y separadas entre sí por arcos de medio punto doblados sobre pilares cruciformes que, tras un crucero no marcado en planta pero sí en alzado, desembocan en una cabecera triasbidial en la que el hemiciclo central, al igual que su nave correspondiente, es de mayor altura y anchura que los laterales.
Llama poderosamente la atención la manera aparentemente forzada en que la nave-crucero, abovedada mediante soluciones de cañón en sus brazos laterales, queda encastrada en la estructura eclesial, elevándose en el centro de la misma y sobre cuatro trompas un cimborrio cuadrangular de aristas redondeadas.
Ya al exterior, queda de manifiesto de una manera mucho más patente las distintas etapas constructivas del templo, correspondiéndose con una primera intervención (siglo XI) los muros laterales, la cúpula y las absidiolas; y con una segunda correspondiente a la duodécima centuria tanto la fachada occidental como el tambor absidial central.

Cabecera, transepto y cimborrio

Muy llamativa también resulta la decoración exterior de las cornisas en las absidiolas laterales, apareciendo una solución a base de arquillos ciegos sobre ménsulas que, sin ser en absoluto un recurso ajeno a tierras gallegas, en el caso de San Martiño es inevitable evocar a modelos lombardos mucho más típicos de tierras catalanas y aragonesas. Los potentes contrafuertes adosados a la cabecera y al crucero son obra ya del siglo XVIII.
Digna es también de reseñar la completísima colección de canecillos que adornan las cornisas de la basílica, identificándose un amplísimo repertorio figurado en el que se distinguen perfectamente varios mascarones humanos y animales, así como personajes en distintas actitudes, muchas de ellas visible y explícitamente impúdicas.
Dos son las portadas románicas con las que cuenta San Martiño de Mondoñedo: una habilitada en el muro norte -hoy cegada- y que por su arcaico aspecto tiende a ser cronológicamente encuadrada en el siglo XI; y una segunda abierta en el muro de los pies y cuya concepción correspondería ya con la ampliación del siglo XII.



La portada de los pies, presentada en un brevísimo cuerpo en resalte, cuenta en total con cinco arquivoltas de medio punto trasdosadas por una chambrana externa decorada a base de palmetas. 

Columnas y arquivoltas

Descansan las roscas sobre columnas cilíndricas en alternancia con pilares rectos, siendo palpable tanto en los dos fustes marmóreos más internos como en sus correspondientes capiteles que se trataría de elementos anteriores reaprovechados. Los otros dos capiteles presentan una cesta vegetal el del lado sur de la portada, y monos con leones su equivalente al costado opuesto del vano.

Capiteles de la puerta

Especialmente interesante resulta también el tímpano, compuesto por un dintel monolítico pentagonal en el que aparece labrado un crismón trinitario (uno de los poquísimos existentes en Galicia); y sobre él, varios sillares en aparente desorden y en cuyo espacio central aparece labrado un Agnus Dei o Cordero Místico probablemente reaprovechado y, por lo tanto, descontextualizado
Además de por su dilatada historia y por sus peculiaridades arquitectónicas, la basílica de San Martiño destaca por los interesantísimos capiteles que un escultor anónimo, conocido tradicionalmente como Maestro de Mondoñedo, labró tanto en la zona interior del crucero como en un singular antipendio de altar figurado.


En total, son once los capiteles conservados en el templo, nueve de los cuales son atribuidos al Maestro de Mondoñedo. Los otros dos, situados en las caras anteriores de los soportes que anteceden al crucero, manifiestan claramente una autoría diferente, presentando decoración vegetal el del lado norte, y dos felinos sobresaliendo del follaje el del pilar meridional
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Capitel interior con cuadrúpedos

Este Maestro de Mondoñedo, pese a no gozar de unas habilidades estilísticas y técnicas fuera de lo normal, sí destaca, además de por su primitivismo, por una marcadísima personalidad a la hora de representar figuras y escenografías, un estilo propio que varios especialistas han coincidido en definir como muy próximo a lo naif.
En el pilar oriental del crucero, además de la reseñada cesta interna y de otras dos decoradas a base de motivos vegetales como roleos en espiral y esquemáticos acantos, destaca la escena plasmada en el capitel orientado a la nave central, en el que un personaje parece acarrear una fiera domesticada con una cuerda acompañada de otro hombre que levanta su mano derecha. Esta representación, que algunos han interpretado como una escena de caza, bien podría ocultar un simbolismo alegórico más complejo.
Más interesantes aún son los capiteles del pilar meridional del crucero, apareciendo en su cara norte una cesta animada con un cuadrúpedo rampante, un águila en posición frontal y sus alas desplegadas, una sirena y una mujer de cuyos pechos parecen alimentarse dos sapos en posible alusión al pecado de la lujuria.

Capitel del pobre Lázaro y el rico Epulón

En su cesta opuesta aparece representada a lo largo de todo su espacio hábil el pasaje del banquete del rico Epulón y el pobre Lázaro; una composición que se asemeja bastante a la de su capitel contiguo orientado a la cabecera, en el que identificamos el banquete de Herodes con la danzarina Salomé en uno de los lados cortos y la ejecución de San Juan Bautista en el otro.

Capitel con leones andrófagos

Adosado al muro sur de la iglesia y justo enfrente del capitel de Lázaro se sitúa otro capitel aislado en el que unas bestias parecen devorar la cabeza de un hombre y una mujer, una escena que diversos estudiosos han identificado como el pecado de Adán y Eva, pero otros tienden a relacionarlo más con una alegoría del pecado de pensamiento
Por último, flanqueando el arco de ingreso al presbiterio a cada uno de sus lados, encontramos otros dos capiteles figurados que representan un grifo y un ser monstruoso el de la izquierda, y unas figuras unicéfalas portando espadas el de la dercha.
Al mismo Maestro que labró el grueso de los capiteles de la iglesia se atribuye la autoría del magnífico antipendio de San Martiño de Mondoñedo, una pieza casi única en el románico español y que vendría a ser el antecedente medieval en material pétreo de los retablos figurados popularizados en siglos posteriores.
Se trata de una gran pieza rectangular de aproximadamente 1,60 x 1,10 metros en el que aparece presidiendo la escena y dentro de un clípeo sostenido por ángeles la efigie de Cristo entronizado. A su lado y también inscrito en un disco, el Agnus Dei o Cordero místico con la cruz de la Resurrección.

Antipendio

En la parte inferior son identificables otros dos ángeles, dos figuras que parecen vestir capas pluviales y que agachan su cabeza en ademán de reverencia o sumisión, un águila de características muy similares al de uno de los capiteles del crucero, y una última figura que también parece portar vestimenta eclesiástica.
La interpretación iconográfica de tan singular pieza ha dado para multitud de interpretaciones y lecturas, como la de una posible ceremonia de ordenación sacerdotal o consagración episcopal, una composición alegórica de tipo apocalíptico, un sacrificio, un mensaje salvífico, etcétera.
Pinturas murales
Como digno colofón a una de las construcciones más completas e interesantes del altomedievo gallego, conserva también San Martiño de Mondoñedo una notable colección de pinturas murales originales, parte de las cuales, fueron descubiertas y puestas en valor durante la restauración ejecutada entre 2007 y 2008.
Concretamente se encuentran en el costado sur del transepto, desplegándose a lo largo de la bóveda y en sucesivos registros las escenas del Árbol de Jesé, la Asunción de María, y la Salvación de los justos. Mucho más desdibujados, en el lado sur de la bóveda se identifican además de filigranas vegetales y motivos epigráficos, un orante prácticamente desaparecido así como grupo de personajes agrupados de tres en tres.

Pinturas murales

En cuanto al muro propiamente dicho se refiere y semiocultas por pinturas más modernas, se aprecian los temas de los Magos a caballo y de nuevo, como en uno de los capiteles reseñados, el banquete de Epulón y la Resurrección de Lázaro.
Mientras que las pinturas de las bóvedas tienen a fecharse de manera unánime en el siglo XII, las del muro han suscitado algo más de controversia, siendo datadas por parte de algunos estudiosos como contemporáneas a las anteriores, y como obra ya del primer gótico lineal por parte de otros.




Para finalizar, conviene hacer mención a varias piezas de gran antigüedad y valor histórico depositadas en un modesto museo allí habilitado. En él, además de varios fragmentos textiles, destacan por encima del resto un anillo y un báculo atribuidos al Obispo Gonzalo.



http://www.rutasyleyendas.com/enclavesleyenda/enclave21-mondonedo/sanmartinodemondonedo.html
https://emigracion.xunta.gal/es/conociendo-galicia/galicia-multmedia/galicia-50-prodigios/la-catedral-mas-antigua-espana
http://baulitoadelrte.blogspot.com/2017/06/san-martin-de-mondonedo-lugo.html




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