jueves, 13 de febrero de 2020

LOS LIBROS ANTIGUOS Y SUS ENFERMEDADES



No debemos dejarnos llevar por la histeria al observar un libro con señales de insectos. Lo que debemos constatar es que el origen de tal contaminación ha desaparecido -y si no, actuar rápidamente evitando su propagación-. Es casi imposible acabar con agentes como hongos o esporas, pero sí podemos atacar a las polillas, la carcoma, las cucarachas, el pececillo de plata, el piojo del libro o las termitas. Los plagicidas han demostrado ser un mal remedio contra ellos ya que también atacan a nuestros libros. Hoy en dia, se atacan con modernos medios como ultrasonidos, congelación, calentamiento o microondas.


LEPIDÓPTEROS
Entre los lepidópteros, hay dos familias especialmente nocivas para los libros. Los tinéidos son pequeños, de color gris, que tienen larvas capaces de devorar encuadernaciones completas. La otra, es la Tineola pellionella una polilla muy destructiva.


EL PECECILLO DE PLATA
La lista de insectos perjudiciales es bastante extensa. Debemos mencionar el pececillo de plata, insecto cuyo nombre común proviene del brillo plateado de las escamas que cubren su cuerpo, éste es alargado y no mide más de 1,3 cm de largo. Posee dos largas antenas en la cabeza y tres apéndices parecidos a antenas en la parte posterior. Vive en lugares húmedos o entre libros y papeles en las casas. Se alimenta de sustancias ricas en hidratos de carbono -papeles, pegamentos, fotografías, almidón de la ropa, algodón, lino, harina y cereales- aunque también puede consumir carnes secas, cuero e incluso insectos muertos. Su nombre científico es Lepisma saccharina y pertenece al orden de los Tisanuros. Es de hábito nocturno y raspa las superficies como el cuero o pergamino dejando forma de embudo. Pone aproximadamente 70 huevos que deposita en ranuras y hendiduras. El aspecto exterior de las larvas es similar al de los animales adultos aunque al principio estas no tienen escamas. En los edificios, el pececillo de plata sólo puede sobrevivir en ambientes húmedos y grietas y soportan muy mal la luz y la sequedad. Pueden vivir como máximo hasta cuatro años. . Una forma de eliminarlo es colocar una patata cerca de su escondite, a la que atacará durante la noche permaneciendo en ella hasta el día siguiente.



BLATODEOS
Los blatodeos son tal vez los insectos más conocidos. Son comunes en bibliotecas y archivos las especies Blatta orientalis o cucaracha negra (2Omm), Blatella germaníca o cucaracha rubia (12mm) y Periplaneta americana o cucarachón (48mm). El daño que producen a los libros puede ser muy grave, sobre todo en regiones tropicales, donde algunas cucarachas comen madera húmeda, lo que también las hace devoradoras de papel, porque este alimento, con frecuencia, las atrae por su humedad. Las cucarachas que ingieren otras substancias comen generalmente cartón, raspan etiquetas en los dorsos de los libros o atacan su encuadernación; típico es que destruyan las letras doradas de los cueros. Además, ensucian el papel con sus deposiciones.



TERMITAS
Entre las termitas, conviene distinguir tres grupos: (1) las termitas subterráneas, que nidifican en el suelo y penetran subterráneamente en el edificio, dañan madera y papel, aun cuando el ambiente sea seco; (2) las termitas de madera húmeda, que requieren un medio con alta humedad, pero se adaptan bien a bibliotecas porque el papel ofrece menor resistencia que la madera y, por ello, pueden comerlo aun cuando la humedad sea menor, a condición de que el edificio posea sitios húmedos (incluso pueden vivir dentro de los mismos libros, si están mal guardados), y (3) las termitas de madera seca. Son insectos que viven en vigas, muebles, pisos de madera, etc., y destruyen por completo el interior de la pieza que los aloja, con la excepción de una capa exterior de alrededor de medio milímetro de espesor. Aparte de celulosa, comen cuero, pergamino, etc. Son enemigos contra los que ninguna prevención en la construcción es suficiente. No pueden vivir en ambientes muy secos, pero no es suficiente la climatización para eliminarlos.

La carcoma deja un rastro de serrín que permite su detección, pero sólo la termita que ataca a la madera seca hace también unos pequeños agujeros por los que expulsa sus excrementos. Esta característica hace que la termita sea más difícil de detectar que la carcoma o, al menos, que su detección sea más tardía. Un truco para averiguar si hay termitas consiste en golpear el mueble, el marco de la ventana, el suelo o cualquier estructura de madera. Si se rompen y se observa un hueco, es muy posible que haya termitas. Los hongos xilófagos también pueden llegar a producir graves daños en las propiedades mecánicas de la madera. Como en el caso de la carcoma, la humedad favorece la presencia y desarrollo de la termita, por lo que si no trata la madera a tiempo y de manera adecuada la plaga perdura durante mucho tiempo. Las termitas son insectos que viven en colonias con una gran capacidad de reproducción y una actuación rápida, por lo que su detección precoz es imprescindible. Por el contrario, si se trata la plaga, las carcomas pueden ser eliminadas en un máximo de 18 días, mientras que las termitas subterráneas precisan entre 6 y 9 meses para su total erradicación.

PIOJOS DE LOS LIBROS
Aunque se asemejan a los piojos en forma y tamaño, los piojos de los libros se alimentan sólo del moho y hongos. Si los encuentra en granos u otros productos alimenticios almacenados, es indicación de que hay mucha humedad la cual estimula el crecimiento del moho. Además de encontrarse en los productos alimenticios, los psócidos se pueden hallar debajo del empapelado, en los muebles, a lo largo del borde de las ventanas o en las repisas de las ventanas alrededor de los tiestos de plantas
Los piojos de los libros que se encuentran dentro de las viviendas no tienen alas y son diminutos: menos de 1/16 de pulgadas de largos. Aunque sus patas traseras son más gruesas que las otras cuatro y se parecen al las patas de insectos saltarines, los piojos de los libros no saltan, pero corren con bastante velocidad. Los piojos de los libros, destruyen superficialmente la hoja de papel y hacen desaparecer el texto: las hojas terminan irregularmente perforadas, pero si la tinta no les resulta comestible, dejan intacta la zona entintada. Su daño no se generaliza rápidamente, pero con frecuencia se descubre muy tarde, por ser al principio poco visible y llamativo.
La mejor manera de controlar el piojo de los libros es eliminando las condiciones húmedas. Reduciendo la humedad en su hogar eliminará el moho del cual se alimenta el piojo. Al reducir la humedad relativa a menos de un 50% puede prevenir su desarrollo. Un espacio de aire debajo de los tiestos en las repisas de las ventanas ayudará a mantener baja la humedad y reducir el crecimiento del moho. Deshágase de cualquier alimento infestado y asegúrese que otros alimentos se mantengan secos.



CARCOMA
Los anóbidos (más conocidos vulgarmente como carcoma) son insectos de hasta 2,5mm, de cuerpo piloso y tosco y coloración apagada. Las larvas forman galerías y necesitan a veces varios años para completar su desarrollo hasta el estado adulto. Es la familia más importante de insectos que atacan bibliotecas y archivos. Pueden digerir parcialmente la celulosa y se sienten atraídos por los hongos que suele haber en el papel. Evitan la luz y viven en maderas de la construcción y en muebles, cuya superficie externa dejan intacta o casi intacta. Su presencia se pone de manifiesto por agujeritos redondos por los que arrojan al exterior una capa de fino polvo
Existen varios tratamientos de mantenimiento para acabar con la carcoma, según el grado de afectación de la madera. Cuando el proceso está en sus inicios, es suficiente con inyectar líquido anticarcoma en cada uno de los agujeros del mueble y luego cerrarlos con una masilla especial. De esta forma, la solución empleada penetrará más profundamente e impregnará las fibras más internas. Un método alternativo es usar un spray anticarcoma. Si por el contrario la carcoma ha invadido prácticamente todo el mueble, será necesario empaparlo por completo con el mismo líquido y envolverlo con un plástico durante varios días hasta que se seque y se pueda volver a pintar o barnizar. Cuando la madera está barnizada resulta más difícil que la carcoma la ataque. Este material suele ser tóxico. Por ello, hay que cuidar los muebles y restaurarlos ante los primeros síntomas de deterioro. Hay barnices especiales que crean una capa alrededor del mueble y le protegen de la acción de la carcoma.

A manera de resumen y como reglas generales, podemos decir que en primer lugar, nuestros libros antiguos deben ser tratados con todo mimo en su manejo, evitando en lo posible su deterioro (delicadeza al abrirlo, no extraerlo por el lomo, tener las manos libres de agentes contaminantes como el sudor, etc.). Además, cuanto más seco sea el ambiente de nuestra biblioteca y menor su temperatura, mejor. El polvo debe ser limpiado con delicadeza y los libros deben ser periódicamente abiertos y aireados.



LA HUMEDAD Y TEMPERATURA
Aunque invisibles, son elementos a tener muy en cuenta. Los materiales de los que están hechos los libros tienen la propiedad de intercambiar agua con el aire dependiendo de la humedad relativa del entorno. Si es alto, aparecen hongos y por otro, debido a este intercambio, el material se dilata o contrae apareciendo grietas y deformaciones en los libros antiguos.
No existe solución perfecta para su control, por varias razones. Una es que los fondos y las colecciones de libros se componen de materiales muy diversos que responden de manera muy distintas a los cambios de ambiente:papel, pergamino, adhesivos, broches metálicos etc. Desde luego, el mejor ambiente es aquel en el que predomine el frio. Una cámara frigorífica sería perfecta pero..¿qué pasaria al sacarlo de la cámara para estudiarlo?. En este caso, un objeto frio -el libro- se introduciría en otro mucho más calido y se produciría un funesto fenómeno llamado condensación.
Particularmente puedo decir, que he visitado bibliotecas de cientos de años de antigüedad que se conservan a una temperatura que supera los 30º todo el año y que se encuentra en un estado impecable. ¿La causa?, su lenta adaptación al medio a pesar de que este entorno no sea el más adecuado según los cánones científicos. La humedad relativa es un dato muy a tener en cuenta. Si es baja, puede provocar la rigidez del pergamino; si es alta, puede devolverse su perdida flexibilidad aunque en este caso, puede favorecer la proliferación de hongos. Es fácil saber cuando el grado de humedad no es el correcto. Si es bajo, al abrir el libro se escucha el chasquido de los lomos debido a su sequedad.
Se cree que la horquilla de humedad relativa deseable se encuentra entre el 30% y 50%. Existe un aparato llamado psicrómetro -no demasiado caro- que nos dirá la humedad de nuestra biblioteca. Para conseguir regularla sin un coste excesivamente alto, se pueden adquirir humidificadores o deshumidificadores y en todo caso, se debe buscar la circulación del aire en la biblioteca para evitar las bolsas de aire estancadas pudiendo crear sus propios microclimas. Para aumentarla podemos recurrir incluso al viejo truco de los cubos llenos de agua.



LA LUZ
La radiación que procede del sol o de una fuente artificial de luz, se compone de luz visible y de radiaciones invisibles. Por un lado, tenemos la radiación ultravioleta (UV) que produce cambios químicos en nuestros libros y la infrarroja por otro (IR), que produce el calentamiento de las superficies.
La luz es el fenómeno más pernicioso. El daño es fácilmente apreciable. El cambio de color es fácilmente apreciable (ya sea por su tonalidad amarillenta u oscura). Basta ver el escaparate de cualquier tienda a la que llega la luz solar, para comprobar el efecto sobre las cajas o papeles expuestos. En el caso del libro, desaparece el brillo origina, los colores e incluso la tinta llegando a ser ilegible el documento. Además – y no menos importante-, se produce un envejecimiento prematuro del papel volviendose quebradizo. El mismo efecto se produce en el pergamino -que no es otra cosa que piel animal-.
Estamos cansados de oir el efecto del sol en nuestra piel. Cuando vamos a la playa y nos tostamos al sol, pasados unos meses volvemos a estar tan blancos que el verano parece un lejano recuerdo. Nada ha pasado …¿ o sí?. Nuestra piel tiene un efecto memoria; la exposición a la luz solar produce un efecto llamado “memoria” acumulativo e irreversible que puede dar la cara en cualquier momento. Algo similar le pasa a nuestros libros; es lo que se conoce como “degradación fotoquímica”.
Los científicos han medido el grado de radiación que un libro debe recibir se sitúa en 50 lux. Medir la que recibe nuestra biblioteca es difícil si no tenemos un “luxómetro”. Pero baste decir, que de todas las radiaciones la peor es la luz directa (independientemente incluso de que esté siempre nublado). La artificial no es tan nociva pero tampoco es inocua.
Como no podemos prescindir de la luz, las bibliotecas optan por conservar los documentos sensibles en cajas. Las ventanas podemos usar visillos o cortinas opacas e incluso hay pinturas especiales que absorven los rayos ultravioletas que al reflejarse la luz en sus paredes apenas emiten radiación UV.
Las lámparas fluorescentes son fuentes importantes de radiación; han de recubrirse con filtros UV que se pueden adquirir en forma de láminas adherentes.
Caso distinto son las velas que por suerte, casi han desaparecido de nuestras casas. Pensamos que es normal ver nuestros queridos libros antiguos que están encuadernados sobre todo en pergamino, con ese tono "amarillento-sucio" tan característico y no somos conscientes que una vez, fueron blancos. El cambio ha sido lento, casi imperceptible pero es la acumulación de muchos años y de muchas velas con las que se iluminaban hace siglos, las casas y bibliotecas. Las velas, despiden todo tipo de sustancias y todas nocivas para los libros porque une la combinación de luz y calor a corta distancia de la obra (a veces incluso la vela se colocaba encima para facilitar la lectura).




POLVO Y GASES
El dióxido de azufre, el ácido sulfhídrico o el dióxido de nitrógeno son gases que se generan en las grandes ciudades de manera masiva. Su combinación genera dos temibles ácidos degradantes: el sulfúrico y el nítrico.

El polvo es un elemento temible ya que absorben estos ácidos que al depositarse en nuestros libros los abrasan; por no hablar de que sirven como vehículo de propagación de ciertas esporas.
Para evitar todo esto, existen unos sistemas carisimos capaces de eliminar cualquier gas nocivo de nuestra atmósfera (quien sabe, al ritmo que degradamos el planeta quizás necesitemos instalar alguno en alguna “islita” como Australia) pero son sistemas que nuestro bolsillo rara vez se puede permitir. En ese caso o tenemos nuestra biblioteca dentro de un parque o la guerra está perdida de antemano. Trasladar la calle que pasa por debajo de nuestra ventana y reconvertirla en zona peatonal es algo imposible salvo que demos con un político lo suficientemente corrupto. Lo mejor será pues, alejar los libros de las ventanas, intentar sellarlas lo mejor posible y si es posible, instalar ventiladores de ventanas provistos de filtros. Pero sin duda, la mejor forma de cuidar nuestros libros es limpiarles continuamente el polvo.

https://www.elpais.com.uy/informacion/enfermedades-esconden-bibliotecas.html
http://www.todolibroantiguo.es/
https://lapiedradesisifo.com/2016/03/28/como-proteger-tu-biblioteca-contra-hongos-e-insectos/


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