domingo, 10 de enero de 2016

JOSEFINA DE BEAUHARNAIS Y NAPOLEON BONAPARTE


Después de quedar viuda, Josefina de Beauharnais pareció haber sido compañía íntima e incluso amante de diversas figuras políticas, entre ellas siempre se ha comentado la relación existente con Paul François Jean Nicolas Barras, quien en esos momentos, era la persona más poderosa del Directorio que gobernaba Francia.Sin embargo, Barras era homosexual o por lo menos bisexual, por lo que es probable que la tremenda ayuda económica que recibiera Josefina del general, no haya sido incentivada por una relación sexual, sino económica, en especial considerando la multitud de conexiones sociales de que gozaba Josefina, en parte por su asociación con la francmasonería, de las que se beneficiaría Barras en su camino al Directorio. Barras le llamaba la viciosa criolla («lewd Creole»). Varios historiadores la tachan de lasciva y parrandera, basados en las cartas de sus contemporáneos. Pero no existe sino una sola carta de Josefina durante esa época y que puede considerarse auténtica, de modo que hay pocas palabras escritas por ella en defensa propia
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La leyenda más popular del modo en cómo se conocieron Josefina y Napoleón, relata que Eugène, decepcionado de tener que entregar la espada de su padre durante una redada en la que la Guardia Nacional decomisaba todo armamento en poder de civiles, corrió con su madre a quejarse a la oficina del comandante en jefe de París: Bonaparte. Impresionado, el general aceptó que el joven de 15 años se quedara con la espada, relatando un profundo interés en la madre de un joven tan leal. El relato es ficticio, Josefina conoció al general Napoleón Bonaparte entre agosto y septiembre de 1795, en casa de madame Teresa Tallien (de soltera Teresa Cabarrús), a quien los franceses apodaban la «Madame Libertad» y «Nuestra Dama del Termidor» (Notre-Dame de Thermidor). Madame Tallien y Josefina se hicieron muy amigas desde que se conocieron en la prisión, donde estuvieron juntas y, en el futuro, Josefina sería madrina de uno de los hijos de madame Tallien
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Los rumores de la época aseguran que madame Tallien fue también una de las amantes de Barras, después de la separación de su esposo. Fue el mismo Barras quien presentó a Josefina y Bonaparte. Josefina tenía 32 años cuando conoció a Bonaparte y era seis años mayor que el general de Córcega. Al parecer Bonaparte tenía preferencia por mujeres de mayor edad, pues en una previa oportunidad le había propuesto matrimonio a una viuda del doble de su edad. Juntos, Barras y Bonaparte (en ese entonces aún escribía su nombre Buonaparte) derrotaron una insurrección de la derecha la primera semana de octubre de 1795. Para finales de octubre, Barras y otros cuatro fueron elegidos como Directores de Francia, presidiendo sobre el Consejo de Ancianos y el Consejo de los Quinientos. Mientras tanto, Bonaparte tomó el puesto vacante de Barras como General en Jefe de la Armada del Interior. Josefina continuó utilizando su influencia para ayudar a sus conocidos en el exterior; emigrantes quienes deseaban volver a Francia. Mientras tanto, entre noviembre y diciembre, Bonaparte, quien había pedido matrimonio ya al menos a otras dos mujeres de dinero —y con quienes había roto el compromiso— empezó a cortejar a Josefina


Por ser extranjero, los directores y otros gobernantes y militares de Francia tenían limitada confianza en Napoleón, por lo que Barras, un ávido defensor de Bonaparte, propuso que se buscara una esposa francesa y que, de hacerlo, ganaría más la confianza de los directores a tal grado de asignarle el mando del ejército, algo que Napoleón anhelaba, con el fin de liberar a su país del dominio de Austria. El matrimonio también le daría a Bonaparte una sólida conexión francesa, al punto que después de la boda, quitaría la letra u de su apellido italiano: Buonaparte.
Mucho se ha escrito sobre la improbabilidad de la relación entre Josefina y Napoleón, pero la pareja tenía un pasado muy similar. Ambos eran isleños, habiendo nacido a tan solo meses después que Francia tomara posesión de Córcega y Martinica. Ambos nacieron de dulces y disciplinadas madres y de padres irresponsables

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De su relación con Napoleón, Josefina le escribiría a un amigo, que no amaba al emperador y que al respecto ella se encontraba “en un estado de indiferencia”. Josefina —que para entonces era conocida como Rosa— y Napoleón se comprometieron en enero de 1796 y se casaron por lo civil el 9 de marzo de 1796; se cuenta que al momento del acto, el notario ante el que se verificó la ceremonia, le recomendó a Josefina no hacerlo, pues lo hacía con un general pobre, sin futuro, que no tenía para aportar al matrimonio más que su equipo militar. El ministro de Guerra hizo la misma recomendación, así como el contador de Josefina, éste por motivo de que el contrato del matrimonio implicaba que se compartirían equitativamente todos los gastos de vivienda, aún los gastos de la boda.
Dos días después de su matrimonio, Bonaparte partió para liderar el ejército francés en Italia, enviando desde el exterior muchas cartas intensamente románticas a su nueva esposa. Y aunque Madame Beauhernais debe mostrarse como una personalidad destacada, se siente atraída hacia este hombre de espíritu militante que no en pocas veces le demostró el amor que sentía por ella y su locura. Como por ejemplo: acceder a sus caprichos y aceptar sus crueldades, así también como soportar su estado económico y verseles tomados del brazo en las veladas de Barras y en casa de los Tallien.En febrero de 1797, Bonaparte escribió:
«Vd, a quien la naturaleza ha dotado con espíritu, dulzura y belleza, la única que puede mover y gobernar mi corazón, Vd que conoce pero tan bien el imperio absoluto que ejercéis sobre él!»
Muchas de esas cartas siguen preservadas en el presente, mientras que existen pocas cartas de Josefina, y no se sabe si es que ello se deba a que se han perdido o por la escasez inicial de dichas cartas hacia Napoleón. Josefina conservó en su poder la mayoría de las cartas que recibiera de Napoleón aún después de su divorcio del emperador.


Pese a su matrimonio, Josefina —menos enamorada de Napoleón que lo que estaba él de ella— continuó una vida frívola y en las constantes ausencias de Napoleón durante su mando en el Ejército de Italia, aprovechó para mantener amantes, incluyendo a un teniente Húsar de nombre Hippolyte Charles, en 1796. Los rumores de la infidelidad de Josefina llegaron a oídos de Napoleón a través de sus hermanos y amigos. Incluso en una ocasión, al regresar de la expedición a Egipto, ya al tanto de estos amoríos, llegó a expulsar a Josefina de su casa cuando se hartó de soportar dichas infidelidades, sin embargo, más pudo el amor que sentía por ella y la perdonó, continuando su vida en común. Esto o el probable divorcio, influyó decisivamente en Josefina, quien desde ese momento no volvió a ser infiel.
Sin embargo, este comportamiento motivó que Napoleón tuviera otras amantes; algunas de las cuales eran damas de compañía de Josefina cuando Napoleón había escalado a la cumbre del poder político, cuando el Consulado y posteriormente el Imperio. Con al menos una de ellas tuvo un hijo, el llamado Conde León. Una de las amantes de Bonaparte fue Pauline Bellisle Foures, la esposa de un oficial menor y que llegó a ser conocida como la «Cleopatra de Napoleón»
Josefina se arrodilla anteNapoleón durante su coronaciónen Notre Damepintura al óleo porJacques-Louis David1808.

La relación entre ambos esposos estaba seriamente comprometida, pese el amor que se tuvieran ambos. Un incidente en el Palacio de Saint-Cloud casi pone a fin el matrimonio cuando Josefina descubre a Napoleón en el cuarto de una de sus criadas, Elisabeth de Vaudey, causando una escena violenta entre el emperador y su esposa. Napoleón mismo estuvo a punto de poner fin a su matrimonio por razón de que Josefina no podía tener hijos, probablemente debido al estrés que sufriera en prisión, acelerando prematuramente su menopausia o bien por razón de lesiones que sufriera durante una caída de un balcón que colapsó con Josefina sobre él en 1798. Finalmente, y por los esfuerzos de Hortensia, hija de Josefina, los esposos se reconciliaron y comenzaron la solicitud de coronación.
Cuando la coronación del Emperador, Josefina aprovechó la oportunidad para por medio del Papa, quien se negó a consagrar al Emperador y a la Emperatriz si no se realizaba la ceremonia religiosa de matrimonio. Debido a esto, en ceremonia privada realizada en la Capilla Real de las Tullerías el día anterior a la coronación, es decir el 1 de diciembre de 1804. De esta manera también, Napoleón mantenía un as bajo la manga, podía anular el matrimonio posteriormente si le convenía bajo el argumento que no fue realizado con todas las solemnidades del caso.
En la ceremonia de la coronación, el trono de Napoleón estaba a la derecha del altar, mientras que Josefina estaba en un trono menor situado cinco escalones más abajo que el de Napoleón. Josefina fue coronada emperatriz por su esposo Napoleón en la catedral de Notre Dame el 2 de diciembre de 1804. La coronación no fue del agrado de la familia de Napoleón, al punto que su madre Letizia ni siquiera acudió al acto de coronación y las hermanas de Napoleón que no soportaban a su cuñada, tuvieron que cargar con la cola del vestido de coronación de Josefina muy a su pesar y de mala gana. (En el cuadro de la coronación de Napoleón, se observa la presencia de Letizia en el fondo de la imagen, pero esta es irreal, puesto que Napoleón ordenó al pintor David que la incluya en el cuadro). Para marcar su matrimonio con Josefina, Napoleón mandó a fabricar una tiara entregada al Papa Pío VII. En la pintura de Jacques-Louis David de la coronación, aparece Josefina de rodillas a punto de recibir la corona restaurada de Carlomagno, mientras que su esposo portaba la corona de laureles de oro al estilo de los emperadores romanos. La ceremonia de la coronación duró más de tres horas.


Fachada oeste del Palacio de las Tullerías durante elSegundo Imperio francés, lugar donde vivieron Napoleón y Josefina Bonaparte.

Napoleón, el día de la coronación, llamó al notario que celebró el enlace civil para decirle "Todavía cree que no tengo nada".
La indolencia intelectual de Josefina le mantuvo alejada de los asuntos de Bonaparte, aunque asistía continuamente a funciones teatrales y otras reuniones públicas, donde ocasionalmente daba cortos discursos. También era dada a leer novelas sentimentales, aunque era mejor conocida por su afición a las compras. Sus gastos se estiman en cerca de un millón de francos, equivalente a unos US$200.000 anuales.Sus mayores extravagancias eran las ropas y su propiedad, el Castillo de Malmaison, donde coleccionaba flores exóticas, pinturas románticas, momias y otros objetos de los viajes de Napoleón.
En su rol de emperatriz, Josefina tuvo que sujetarse a una vida de rituales, guiada por elaboradas etiquetas dignas de las reinas de Francia del pasado. La mayoría de sus apariciones públicas ocurrieron en los Palacios de las Tullerías, Saint-Cloud y Fontainebleau, así como en el Malmaison y, con menos frecuencia en Élysée y Rambouillet. Josefina también viajó al exterior: Estrasburgo, Maguncia, Baden, Wurtemberg y el reino italiano. Sus gastos eran pagados por la tesorería pública y cubrían los costos de sus caros vestidos, chales, sombreros y zapatos, adicional a las sedas, plumas, joyas, perfumes y variadas curiosidades que acostumbraba usar en eventos públicos


Divorcio de Napoleón Bonaparte y Josefina por los artistas Bosselman - Chasselat.

El fin del matrimonio de Napoleón y Josefina fue el tardío descubrimiento de que Napoleón no podría tener heredero con Josefina. Por varios años se supuso que Josefina podía tener hijos con Napoleón, evidenciado en el hecho de que Josefina ya tenía dos hijos, de modo que Napoleón asumió que era él el responsable de que su matrimonio se veía sin hijos. Sin embargo, en 1806 Napoleón llegó a ser el padre de un hijo ilegítimo. Luego en 1809 su amante para la época, una condesa polaca, Maria Walewska, le reveló que estaba embarazada de su hijo. Al verse claramente que Josefina era incapaz de darle un hijo a su esposo, aceptó divorciarse para que Napoleón pudiera volver a casarse y tener el heredero que tanto ansiaba. El divorcio (10 de enero de 1810) fue el primero bajo el Código de Napoleón. En 1811, Napoleón contrajo matrimonio con la Archiduquesa María Luisa de Austria, con la que tuvo un hijo ese mismo año: Napoleón II de Francia.


                                                 Carta de divorcio a Napoleón.

Después de su divorcio, Josefina se trasladó a vivir al Castillo de Malmaison, cerca de París. Después de completar la renovación de Malmaison, Josefina se dedicó casi por completo a sus jardines, en especial los rosales. Bajo la tutela de Josefina, la carrera del pintor Pierre-Joseph Redouté floreció, dedicándose éste a pintar todo tipo de flores. Una rosa fue nombrada en honor al castillo de Malmaison y sus 650 rosales, la especie Souvenir de la Malmaison.
El divorcio le asignó a Josefina rentas para vivir con holgura y varias propiedades a nivel de compensación, sin embargo, la ex Emperatriz siempre fue una mujer derrochadora, amante del buen gusto, con lo cual sus ingresos, durante toda su vida, nunca alcanzaban a cubrir sus egresos y excesos en compras y gastos. Pese al divorcio, se mantuvo en permanente relación con Napoleón mediante cartas y siguió amándolo hasta su muerte. Napoleón, por su parte, afirmó que lo único que los separaba eran las deudas de ella. Después de la abdicación de Napoleón, Josefina ganó la protección del emperador Alejandro I de Rusia.



Tumba de Josefina y Hortensia de Beauharnais, obra de Pierre Cartellier, en la Iglesia de San Pedro y San Pablo de Rueil-Malmaison.
   
Josefina falleció el 29 de mayo de 1814, por complicaciones de un resfriado y fue enterrada en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Rueil. Cerca de 20.000 personas pasaron a ver el féretro de la emperatriz e inundaron París con folletos elogiando su nombre. Su hija Hortensia está enterrada junto a ella. La tumba está hecha de mármol proveniente de Carrara, Italia, y tiene a la emperatriz arrodillada en la misma postura que aparece en la pintura La coronación de Napoleón, por Jacques-Louis David.
Napoleón supo de la muerte de Josefina mientras estaba desterrado en la isla de Elba; es por ello que su hijastra Hortensia fue una de las primeras en recibirlo en el Palacio de las Tullerías cuando regresó de la Isla de Elba. En el exilio, Napoleón le dijo a un amigo: «verdaderamente amé a mi Josefina, pero no la respeté». Luego, tras el desastre de Waterloo, Napoleón se mantuvo en Malmaison hasta decidir qué haría tras la derrota final, una muestra del amor que lo unió a su Emperatriz. A pesar de sus numerosos amoríos, eventual divorcio y que se volvería a casar, las últimas palabras del Emperador en la isla de Santa Helena fueron: «Francia, el ejército, Josefina.»
http://es.wikipedia.org/wiki/Josefina_de_Beauharnais

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