lunes, 19 de enero de 2015

VLADIMIR LENIN,DISUELVE LA ASAMBLA CONSTITUYENTE




Una de las consignas más repetidas por Lenin desde Abril hasta Noviembre de 1917 había sido la de convocar sin más dilación la Asamblea Constituyente, y una de las acusaciones más graves e insistentes de las hechas por él, Trotski, y toda la prensa bolchevique contra el gobierno provisional había sido la de eludir las elecciones para aquel cuerpo legislativo. Una y otra vez prometió Lenin, que cuando los bolcheviques tomasen el poder; se convocaría la asamblea sin pérdida de tiempo. Y sólo 2 días antes del golpe bolchevique, el 5 de Noviembre escribía Stalin en Pravda:
-Derrocado el zar, el pueblo pensaba que en uno o tres meses se reuniría la Asamblea Constituyente, pero se ha pospuesto su convocatoria y sus enemigos se disponen a ahogarla sin más. ¿Por qué? Porque quienes detentan el poder son enemigos del pueblo, a los que no conviene la pronta convocatoria de la Asamblea Constituyente.
Pero los bolcheviques empezaron a hacer campaña para disolver la Asamblea Constituyente. 
Numéricamente los bolcheviques sólo constituían una minoría pero su partido era tan compacto y contaba con una organización tan eficaz que podían enfrentarse ventajosamente con los socialistas-revolucionarios y los mencheviques, cuyas fuerzas carecían de la concentración y la coordinación que hubieses sido necesarias.



Y llegó el día 18 de Enero, fecha fijada para la apertura del nuevo cuerpo legislativo. Anticipándose a tan esperado acontecimiento, Lenin había hecho trasladar a Petrogrado al destacamento de fusileros letones. “No podemos estar a merced de los campesinos rusos (es decir, de los soldados rusos). Es posible que se unan al bando contrario. Lenin sabía que las tropas letonas no sentían ningún afecto especial por el pueblo ruso y cumplirían sus órdenes con la lealtad de una guardia pretoriana. Además de los letones, acudieron a respaldar a los bolcheviques los marinos de Kronstad, y fondearon a lo largo del Neva algunos cruceros, a poyados por varios submarinos el Aurora y el acorazado de combate Republik. Los marinos y Guardias Rojos apostados a la entrada del palacio Tauride recibieron instrucciones de emplear la fuerza para impedir cualquier intento de penetrar en el edificio por parte de quienes no estuviesen autorizado para hacerlo. Todos los pases de acceso a las galerías públicas del palacio habían sido expedidos por Uritski. 
A media mañana se había convocado una manifestación para marchar hacia el palacio Tauride y cuando los letones los vieron aparecer dispararon sin previo aviso. 
Se creó una junta militar para entendérselas con la población de Petrogrado. Bonch-Bruyevich se dirigió al palacio Tauride a ver a Uritski y le encargó que aprovisionase a un destacamento de 200 marines leales y los condujese al lugar de reunión de la Asamblea Constituyente en orden de batalla. 
El palacio Tauride ofrecía un singular espectáculo. El vestíbulo y la gran sala de sesiones estaban atestados de soldados y marinos armados hasta los dientes. Marineros y Guaridas Rojos con fusil y granadas en mano pedían ásperamente los pases en todas las puertas. La galería pública estaba ocupada principalmente por la claque bolchevique de Uritski.
Lenin se sentó nervioso. Los marineros habían clavado sus ojos en él, como tratando de encontrarse con los suyos a la espera de sus órdenes. A cada lado de la tribuna en naves laterales y pasillos montaban guardia armada marinos y soldados. Las galería altas estaban colmadas de las huestes de Uritski y periodistas y los fusiles cargados esperaban su turno para hacerse oír. 
De acuerdo con la costumbre, el diputado de mayor edad abrió el Parlamento. En el sector ocupado por los socialistas-revolucionarios, el viejo Shvetzov antiguo luchador se levantó de su asiento para tomar la palabra. Cuando subió a la tribuna, los diputados bolcheviques se pusieron a dar golpes en sus pupitres mientras los soldados y marinos martilleaban el suelo con las culatas de sus fusiles. Algunos socialistas-revolucionarios de izquierdas se unieron a la ruidosa protesta. Uno de los soldados de la galería apuntó con el fusil al Shvetzov. El veterano revolucionario permaneció tranquilo sacudiendo inútilmente la campanilla para acallar el estrépito. Volvió a depositarla sobre la mesa, un hombre se apoderó de ella y se la llevó a Sverdlov como trofeo. 
Shvetzov acabó por encontrar un momento de relativo silencio para poder declarar:
Se abre la sesión de la Asamblea Constituyente”: una explosión de aullidos fue el eco de sus palabras.



Sverdlov subió entonces a la tribuna, empujó al lado al viejo luchador y, con su voz potente y sonora, declaró que el Comité Ejecutivo Central del Soviet de Diputados y Obreros, Soldados y Campesinos, le había comisionado para abrir la sesión de la Asamblea Constituyente y, a continuación, leyó en su nombre la “Declaración de Derechos de las masas trabajadoras y explotadas”, redactada por Lenin, Stalin y Bujarin, en la que se declaraba los soviets todo el poder del Estado, con el que se desvirtuaba el auténtico significado de la Asamblea Constituyente. 


Sverdlov instó a la Asamblea a que decidiese inmediatamente si aprobaba o no el programa político del Sovnarkom. En vez de ello, y a pesar del incesante tumulto, la mayoría acabó por imponer su criterio de proceder, antes que nada, a elegir un presidente para la Asamblea. A los bolcheviques en un vano intento de captar votos de otros partidos no presentaron candidato para la presidencia, sino que acordaron apoyar al de los socialistas-revolucionarios de izquierda, María Spiridonova. Pero el vencedor fue Víktor Chernov, líder del partido socialista-revolucionario por 244 votos contra 151. 
Chernov habló, aunque hostigado por constantes interrupciones consiguió terminar su discurso. Dos portavoces bolcheviques –Bujarin y Skortsov- le siguieron en el uso de la palabra; el primero propuso que pasara a primer término en el orden del día el debate sobre la Declaración de Derechos, con el fin de averiguar si la Asamblea Constituyente se ponía de parte de “los propietarios industriales, los traficantes y los directores de banco, o bien de los obreros vestidos de drill, los obreros, los soldados y los marineros”
La alusión a los industriales, traficantes y directores de banco provocó risas irónicas en el sector ocupado por la mayoría socialista. 
Skortsov, volviéndose hacia los socialistas-revolucionarios, declaró:
-Todo ha terminado entre nosotros. Estamos llevando adelante, hasta el fin, la revolución de Octubre contra la burguesía. Nos hallamos a distintos lados de las barricadas. Los diputados socialistas escucharon en silencio a los oradores bolcheviques. Pero cuando Tsereteli se levantó para replicar, los cañones de los fusiles apuntaron amenazadoramente a su cabeza, y un grupo de marinos blandió sus pistolas desenfundadas ante el rostro del diputado socialista. Las llamadas al orden del presidente sólo sirvieron para incrementar los gritos, aullidos, palabrotas y rugidos feroces. Pese a todo, Tsereteli logró finalmente captar la atención general con su elocuente canto a la libertad cívica y su anatema contra la guerra civil. 

Lenin no intervino. Permaneció sentado en uno de los escalones que conducían a la tribuna, sonriendo burlonamente, bromeando o escribiendo notas en un trozo de papel, hasta que se dirigió a un banco vacío, se tendió en él y simuló echarse a dormir. En el banquillo ministerial, Lunacharski se entretenía hurgando en la canosa cabellera de un veterano socialista-revolucionario sentado delante de él. Los marineros seguían encañonando con sus fusiles a los correligionarios: En las galerías reinaba una infernal algarabía de gritos, silbidos y pateos.


Empezaba a amanecer cuando los diputados que quedaban, componentes de la mayoría elegida iniciaron la lectura de sus proyectos de ley. Las galerías habían ido vaciándose hasta quedar sólo en ellas los marinos y soldados leninistas. Los socialistas-revolucionarios y los mencheviques sabían que contaban con poco tiempo. Chernov esta dando lectura al proyecto de ley agraria cuando un marinero le sujetó por el brazo y le dijo:
-Ya es hora de terminar. Tenemos orden del Comisario del Pueblo.
-¿De qué Comisario del Pueblo?- preguntó Chernov.
-La orden dice que no podéis seguir más tiempo aquí; los guardias están muy cansados y tenemos que apagar las luces.-fue la respuesta del marinero.
-Los diputados de la Asamblea Constituyente también están cansados-replicó Chernov-, pero no pueden entregarse al reposo hasta haber cumplido el mandato que les dio el pueblo de resolver las cuestiones de paz, la tierra y el gobierno de la nación.
Y, sin dar al marinero la menor oportunidad de insistir, Chernov continuó leyendo decretos, Rusia se constituía en república federal con autonomía nacional para todos los pueblos que la integraban. Los guardias gritaban a coro: “Vámonos; es la hora. Vamos a apagar las luces” Los diputados prosiguieron hasta que Chernov terminó, ya era de día......
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