martes, 9 de febrero de 2016

VIRGINIA WOLF..."UNA HABITACION PROPIA" Y "ORLANDO"


Decía el escritor británico Nigel Nicolson que Virginia Woolf era una «mejoradora de vidas», hasta el punto de que pasar con ella un rato era «como tomar champán». Esa misma sensación la hemos experimentado, alguna vez, todos aquellos que nos hemos acercado a su vida y obra, excepcionales en tiempo y forma. También la argentina Irene Chikiar Bauer, quien, atraída por sus lecturas de juventud, se propuso escribir la biografía definitiva de la autora de «Orlando».
Y lo consiguió: «Virginia Woolf. La vida por escrito»  es una monumental obra que describe, al detalle, el devenir de la que fuera una de las escritoras más importantes del siglo XX. El libro, estructurado en dos partes (la primera abarca su infancia y adolescencia, y la segunda su madurez, año por año, desde 1904 hasta su suicidio, en 1941) incluye, además, un curioso índice onomástico y un enriquecedor álbum de fotografías.
Y todo porque, tras acercarse a la biografía de Quentin Bell , Chikiar Bauer empieza a "sospechar" de esa "versión autorizada". "Me parece valiosa, por ser un testimonio de primera mano, pero es tendenciosa en un punto. Comienzo a leer sus escritos autobiográficos, y después sus cartas y diarios personales. Ahí surge la idea de escribir la biografía que a mí me hubiera gustado leer", explica la autora argentina a su paso por Madrid.
Una obra "polifónica", que tardó siete años en elaborar y donde la voz de la escritora británica se mezcla con las de quienes formaron parte de su vida, para bien y para mal: sus padres, Leslie y Julia; su hermana, Vanessa; su marido, Leonard; su amiga, Violet Dickinson; su amante, Vita Sackville-West; sus colegas del Círculo de Bloomsbury... «Es inacabable, porque Virginia Woolf es de esas personas que hay tan especiales en la literatura que son geniales. La vuelves a leer y te vuelves a maravillar», asegura Chikiar Bauer.
De la relación con su madre, fallecida cuando Virginia cuenta sólo con trece años, la argentina destaca ese "arquetipo de lo materno, que puede ser dador, fecundo y creativo, pero también terrible". De hecho, la autora de "Las olas" habla de cómo tuvo que matar a ese "ángel de la casa" porque "se interponía entre la hoja de papel y yo". De su padre admira lo intelectual, pero se queja del "efecto Cambridge’", de ese escritor que se sube arriba de una torre y va a dar la palabra exacta. De ahí surge, de hecho, "La torre inclinada", uno de los mejores ensayos de Virginia Woolf, en el que habla de cómo la escritura saldrá ganando cuando estemos ante escritores sin torres y sin clases. Un pensamiento que, en parte, compartía con su marido, Leonard Woolf, hasta establecerse entre ambos "una comunidad de intelectos", en palabras de Irene Chikiar Bauer.

"No podemos decir que Leonard era un tirano doméstico, tampoco se puede decir que sin él no hubiera existido Virginia Woolf. Está la complejidad de cada etapa y cada situación que tuvo ese matrimonio". No obstante, sin mencionar la declaración de amor que encierra su nota de suicidio (No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo), Virginia siempre dijo que eran "el matrimonio más feliz de Inglaterra".

La autora de la biografía sostiene que "no tenía una inclinación hacia la sexualidad fuerte, sino otro tipo de vivencias que tenían más que ver con lo sensual". Chikiar Bauer reconoce, eso sí, que "siempre tuvo un gran gusto por estar con mujeres, las veía mucho más interesantes". Con unas y con otros experimentó "la felicidad de estar en la vida", pese a su enfermedad.
El martirio de esos "episodios" no le impide tomar "las experiencias de su enfermedad mental para transmutarla en palabras y convertirla en literatura. No en una cuestión de relato autobiográfico, que no tiene vuelo literario, sino directamente en herramienta creativa. Está todo el tiempo con esta porosidad, esta sensibilidad", matiza la biógrafa.
En este sentido, Irene Chikiar Bauer se atreve a decir que su suicidio se podría haber evitado. "Dependía mucho del cuidado de su sobrino y de la contención de su hermana, que estaba devastada tras la muerte de su hijo en la Guerra Civil. Leonard estaba ya totalmente metido en política, en el Partido Laborista. Si los demás hubieran estado más atentos, tal vez hubieran detectado que estaba entrando en una crisis muy grave", sentencia.


Virginia Woolf en su libro Una habitación propia hace un resumen a lo largo de la historia del papel de la mujer en la literatura, no de las mujeres y lo que parecen, ni de las mujeres y de lo que escriben, ni de lo escrito sobre ellas, sino una combinación sobre las tres cosas a través de sus vivencias personales y estudios.
En el primer capitulo señala las diferencias (en aquella época) sustanciales que existe a la hora de la educación entre los hombres y las mujeres como por ejemplo que ella no puede entrar a la biblioteca de la universidad si no esta acompañada con un profesor del colegio o provistas de una carta de presentación. Otro ejemplo son los comedores universitarios; ellos cenaban con vino, lenguados, perdices con salsas y ensaladas y  patatas, mientras que ellas sopa sencilla y carne de un mercado borroso, bizcochos y queso y para beber agua. Las diferencias en las dietas son causa de conversaciones más o menos animada según la autora, pero el principal problema es la pobreza de las mujeres, ya que todo el dinero era obtenido y dado a los hombres, por lo que los hombres invertían dinero en hombres y no en mujeres.
En el capitulo segundo la conclusión a la que llega es que en todas partes hay hombres opinando sobre mujeres y opinando cosas distintas ya que durante su visita al Museo Británico, se fija en la gran cantidad de libros escritos por hombres sobre las mujeres (piensa que de leerlos todos tardaría 200 años), algunos frívolos y burlones , serios y proféticos o morales y amonestadores.
En el tercer capitulo se basa en las condiciones que vivían las mujeres, no a través de los siglos, sino en Inglaterra en el tiempo de Elizabeth ya que es un problema que ninguna mujer escribiera una palabra de esa extraordinaria literatura. La verdad se debe a que aunque en la literatura es tratada como una diosa la realidad es bien distinta ya que como señalaba el profesor Trevelyan a la mujer la encerraban con llave, la castigaban y la tiraban por el suelo. Si Shakespeare hubiese tenido una hermana tan extraordinaria como fue él opina que jamás hubiese tenido fama, ya que antes de los veinte hubiese sido comprometida, los hombres se reirían de ella y al quedarse embarazada abandonaría. Opina que muchos de los poemas anónimos escritos en la época bien podrían haber sido escritos por una mujer.


En el cuarto capitulo hace un recorrido a lo largo de las mujeres escritoras como Lady Winchelsea, Margaret of Newcastle o Apra Behn. Resalta la gran actividad intelectual que las mujeres revelaron hacia finales del siglo XVIII, ya que podían hacer dinero escribiendo. La mujer de clase media empezó a escribir y la literatura femenina no se concentró en la simple aristocracia encerrada en su casa de campo entre adulterios. Ya en el siglo XIX hay estantes dedicados a obras escritas por mujeres, principalmente novelas porque las mujeres nunca tienen el tiempo necesario para concentrarse sin ser interrumpidas, por lo que componer poesía era mas complejo que escribir novela. Critica la literatura radical femenina ya que considera que no saca lo mejor de la autora, sino que toda su frustración.
En el capitulo quinto  observa que en el estante de autores vivos se encuentra todo tipo de libros escritos por mujeres, ya que aunque predominan las novelas , existen libros sobre arqueología griega , de estética , sobre Persia, poemas, dramas , biografías , libros de viajes, de erudición, de investigación etc..Ya la mujer es mucho más compleja y diversa. Mary Carmichel la considera pieza fundamental en este cambio ya que los hombres ya no eran para ella “el partido contrario”, no necesitaba perder su tiempo injuriándolos, no tenía que subir a su azotea para anhelar viajes, experiencias y un conocimiento del mundo y de los caracteres que le habían sido negados. El temor y el odio habían casi desaparecidos.
En el sexto y ultimo capitulo se llega a las conclusiones de la autora, en ella considera que “el estado normal y placentero es cuando están en armonía los dos (hombres y mujeres), colaborando espiritualmente. Hasta en un hombre, la parte femenina del cerebro debe ejercer influencia; y tampoco la mujer debe rehuir contacto con el hombre que hay en ella. Quizá una mente del todo masculina no puede crear, como tampoco una mente femenina. Quizá la inteligencia andrógena propende menos a esas distinciones que la inteligencia de un solo sexo”. 


El concepto de androginia de Virginia Wolf provocó un fuerte rechazo en feministas tan destacadas como Elaine Showalter quien en A Literature of Their Own en 1977 afirma que la androginia era en realidad un mito que le ayudaba a Woolf  a evitar un enfrentamiento con su propia feminidad desgraciada y que le impelía a aparcar su ira o ambición.
Kristeva llega a recuperar el concepto de androginia, rechazando tanto el feminismo de la igualdad como el de la diferencia y propugnando una superación de la dicotomía masculino/ femenino, sin embargo sus teorías tuvieron en seguida un eco negativo en el ámbito feminista. Carolyn Heilburn se niega admitir que las mujeres deseen la androginia mientras que Michéle Barret, desde una perspectiva marxista, separa lo estético (la androginia) de lo político.



Orlando es una biografía ficticia (¡y tan ficticia!) de un caballero, el que da el título a la obra, que nace en el siglo XVI, durante el reinado de Isabel I de Inglaterra, y vive al menos hasta el primer tercio del siglo XX (la acción de la novela termina en el momento presente, en 1928, su fecha de redacción). 
El estilo con el que está escrita esta novela es bastante distinto al lirismo intrincado y sinuoso de sus otras obras, lo que no quiere decir que sea descuidado ni mucho menos: es mucho más directo, y está lleno de pequeñas ironías e ingeniosidades sutiles. Es indudable que Virginia Woolf se lo tuvo que pasar muy bien escribiendo esta novela. Por otra parte, son relativamente abundantes las menciones al propio proceso de escritura y redacción de la novela, lo que aumenta la sensación de distancia estética e irónica con respecto a la historia





Nacido en la Inglaterra del siglo XVI, Orlando pertenece a una familia noble, cuya posición privilegiada le permite codearse con la realeza. Su juventud consigue ganarse los afectos de la anciana reina Isabel, quien lo cubre de honores y privilegios. Tras el fallecimiento de la reina, Orlando conoce a la princesa Sasha en la coronación del nuevo monarca. Emparentada con el embajador ruso, su breve estancia en el país es suficiente para marcar la primera experiencia amorosa en la vida de Orlando. También se convierte en su primera decepción, cuando cree vislumbrar a su princesa en manos de otro hombre. Sasha consigue convencerlo de lo contrario y acuerdan huir juntos dándose cita en cierta taberna a la medianoche, pero Sasha no acude a la cita. 
Orlando se retira a su casa de campo, donde duerme siete días de corrido. Encuentra refugio en la soledad, en los libros y en la escritura de poemas y romances. Admirador de la obra de Nick Greene, un famoso poeta de la época, decide invitarlo a pasar unos días en su residencia. Orlando disfruta la compañía de su invitado, aún cuando éste se queja amargamente de su pobre estado de salud y de asegurar que la poesía ha muerto en Inglaterra. Greene acorta súbitamente su estancia, asegurando que no ha podido dormir a causa del silencio que reina en la casa. Orlando accede otorgarle una pensión -tema que el mismo Greene ha insinuado en sus conversaciones previas- a cambio de su opinión sobre “la muerte de Hércules”, una de sus obras. Greene aprovecha la experiencia para escribir un nuevo poema, satirizando a su anfitrión con pormenores que lo identifican fácilmente, incluyendo algunos pasajes de “la muerte de Hércules”, que encuentra extremadamente mundano y rimbombante. 
Tras leer el poema de Green, Orlando decide quemar su producción poética de 57 obras, conservando sólo “El Roble”. Harriet, una joven archiduquesa, muestra un sofocante interés por el joven mediante frecuentes visitas a su mansión. Orlando no encuentra otra vía de escape que solicitar al rey una comisión como embajador a Constantinopla. Allí, cae nuevamente en un profundo sueño que dura siete días. Los turcos se han levantado en contra del sultán, masacrando y torturando a los extranjeros que encuentran a su paso, pero Orlando escapa a tal suerte, gracias al profundo sopor que lo hace pasar por muerto. Al despertar, descubre que se ha transformado en mujer. Con la ayuda de una gitana, escapa de Constantinopla y empleando una perla de su collar, consigue embarcarse con rumbo a Inglaterra. 
Al llegar, se encuentra inmerso en disputas legales derivadas de la presunción de su muerte y el cambio de sexo, ambas contrarias a la posibilidad de retener sus propiedades. Al encontrarse nuevamente con la archiduquesa Harriet, descubre que en realidad es un hombre quien, enamorado de Orlando, se disfrazó de mujer, procurando así su cercanía. Harriet reinicia sus propuestas amorosas con renovado fervor. Excepto por la inversión de los roles sexuales, el cortejo resulta igualmente fastidioso. Orlando consigue despertar su indignación al hacer trampa en un juego que consiste en apostar sobre cuál terrón de azúcar se posará una mosca y de inmediato parte hacia Londres, donde frecuentará a los poetas y pensadores de la época. Su aspecto se ha estancado alrededor de los 30 años de edad, aunque han transcurrido más de 300 desde su nacimiento. Así, Orlando atestigua la niebla que se posa sobre la isla al inicio del siglo XIX, coronándola permanentemente en un clima de lluvia y humedad. 
Durante una caminata por el campo, tropieza accidentalmente y es asistida por Marmaduke Shelmerdine, un marino que sólo aguarda la llegada del viento sureste para levar anclas. Ambos entablan una relación amorosa y contraen matrimonio abruptamente cuando el viento comienza a soplar. Shelmerdine parte hacia el cabo de hornos y Orlando regresa a casa para finalizar el manuscrito de “El Roble”. Emprendiendo su primer viaje en tren, parte hacia Londres para que sea publicado y en la calle encuentra casualmente a Nick Greene, quien la invita a comer. Greene promete ayudarla y conserva el documento para encargarse de su publicación. Eventualmente, su obra le otorga cierta fama y reconocimiento a principios del siglo XX. Orlando visita el roble que solía frecuentar en sus días de juventud. Ubicado en lo alto de una colina, la vista domina varios condados, el palacio familiar y en días despejados, el estrecho de Gibraltar. Desde allí, percibe el retorno del navío en el que ha partido Shelmerdine. Es el 11 de octubre de 1928.


 Aunque no haga falta saberlo para disfrutarla, Orlando es en realidad una "novela en clave" o roman à clef: Orlando es en realidad un trasunto de Vita Sackville-West (escritora y amante durante unos años de la propia Virginia Woolf); la hermosa Sasha es Violet Trefusis, amante a su vez de Vita Sackville; Marmaduke Bonthorp Shelmerdine es Harold Nicholson, el marido de Vita, quien conocía sus affairs con mujeres, los aceptaba y a su vez tenía sus propios amantes masculinos (a pesar de lo cual eran un matrimonio de lo más unido y feliz), etc. Seguro que los conocidos de Woolf disfrutaron muchísimo intentando poner nombre a todos los personajes de la novela; el lector actual, que no tiene por qué conocerlos, la disfrutará igualmente, como una obra maestra de imaginación y libertad creativa.

http://www.abc.es/cultura/libros/20150224/abci-virginia-woolf-biografia-201502241041.html
http://www.vavel.com/es/libros/272623-una-habitacion-propia-de-virginia-woolf.html
http://unlibroaldia.blogspot.com/2010/08/virginia-woolf-orlando.html
http://litteratum.com/orlando-virginia-woolf.php

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