domingo, 28 de febrero de 2016

EL EMPERADOR DIOCLECIANO ORDENA POR EDICTO LA PERSECUCION DE LOS CRISTIANOS


Diocleciano nació en Dalmacia de muy baja cuna. Se enroló en el ejército y pasó los primeros años de su vida en incesantes campañas a lo largo de la frontera del Danubio, en la Galia y luchando contra los persas. Desarrolló una extraordinaria carrera con los emperadores Aureliano y Probo, y llegó a ser jefe de la guardia personal de Numeriano durante su campaña pártica.
A la muerte de Numeriano por orden de Arrio Aper, Diocleciano desenmascaró al usurpador y le mato. Las tropas le aclamarían como emperador en el año 284 en la ciudad asiática de Nicomedia. El primer objetivo de Diocleciano sería luchar contra Carino, proclamado emperador de occidente. La batalla tuvo lugar en Moesia, donde Diocleciano ganó a pesar de que su ejército era más débil. De esta manera se convirtió en el único dueño del Imperio.




Luego hizo a un camarada de armas, Maxiamino, césar y lo envió a someter la rebelión de los bagaudas en la Galia. A su regreso victorioso, Diocleciano lo hizo corregente.
Desde ese momento pondría en marcha uno de los programas reformadores más importante de la historia romana, consiguiendo la restauración del Imperio. Transformó el Estado en una monarquía absolutista . Consiguió la recuperación de la agricultura, el comercio y la artesanía; puso en marcha una necesaria reforma administrativa, dividiendo el Imperio en 96 provincias que se reunían en 12 diócesis; realizó la reforma militar e importantes cambios fiscales y monetarios; revitalizó la antigua religión romana y llevó a cabo la más dura persecución de los cristianos realizada hasta el momento.
Pero la gran aportación de Diocleciano será la instauración de la tetrarquía al dividir el Imperio en cuatro partes dirigidas por dos augustos y dos césares. Diocleciano, como augusto de Oriente quedó con el gobierno de Tracia, Asia y Egipto; el cesar Galerio de la península balcánica, excepto Tracia; el augusto de occidente, Maximiano, de Italia, Hispania y África, y el césar Constancio Cloro de la Galia y Britania. Cada augusto debía renunciar al poder a los 20 años para cederlo al césar quien ocuparía el cargo de augusto y nombraría un nuevo césar. De esta manera se garantizaba el orden de sucesión y se eliminaban las usurpaciones


Por lo tanto, el 1 de mayo del año 305 los augustos Diocleciano y Maximiano dimitían y se dedicaban a la vida privada. Diocleciano se estableció en el palacio que se había construido en Spalatum (actual Split)en la Dalmacia, rechazando las invitaciones de Maximiano para intervenir en la grave crisis manifestada tras su retirada, que conducía a la guerra entre sus sucesores.
Murió, retirado en su villa en el año 313.



 Diocleciano llegó al poder en 284, y durante los dieciocho primeros años de gobierno, el emperador dejó vivir en paz a la Iglesia.
¿Cómo explicar el brusco paso de una larga tolerancia a la más resuelta y sistemática persecución? Parece ser que a ese cambio de actitud contribuyeron una serie de factores, que hicieron cada vez más mella en el ánimo de Diocleciano. Los consejeros paganos le llegaron a persuadir de que su gran empresa regeneradora del Imperio sólo podría considerarse definitivamente coronada con la restauración de la religión oficial romana y para ello era necesario la eliminación radical del Cristianismo. También influyó la idea de que los cristianos, muy numerosos ya hasta en el propio ejército, podían constituir un peligro interno por lo que había que depurar las legiones. Parece muy probable que la influencia de Galerío, enemigo acérrimo del Cristianismo y asociado por Díocleciano al poder como su César, fuese una razón primordial de la reanudación de la política de violencia contra la Iglesia.
La persecución de Diocleciano fue planeada por la suprema autoridad imperial, que en poco más de un año promulgó cuatro edictos sucesivos, en los cuales se marca el ritmo creciente de la acción emprendida contra la Iglesia. Un primer edicto de 23 de febrero del año 303 ordenaba la destrucción de los lugares de culto y de los libros de las Sagradas Escrituras, y la privación de derechos civiles a los cristianos. Dos meses más tarde, en abril, unos disturbios producidos en Siria y Mitilene, que se atribuyeron a los cristianos, sirvieron de pretexto para un segundo edicto que dispuso el internamiento en prisión de todo el clero, con el fin de privar a los fieles de sus pastores. Un tercer edicto exigía a los clérigos encarcelados que sacrificasen a los dioses: los que accedieran serían libertados y se daría muerte a los que rehusasen. Finalmente, un cuarto edicto publicado en marzo del 304 extendió la obligación de sacrificar a todos los cristianos.



El rigor con que fueron aplicadas estas medidas varió de una a otra región, como reflejo de la división del Imperio. En toda la parte oriental la persecución fue muy dura, y también en las provincias occidentales gobernadas por Maximiano. En cambio, la persecución apenas se sintió en las Galias y en Britanía sujetas al César Constancio Cloro, que veía con buenos ojos el Cristianismo y se limitó a derruir algunos pequeños templos. En su balance final, la persecución constituyó un rotundo fracaso. Hubo un cierto número de lapsi -se llamó ahora traditores a los que entregaron, para su destrucción, los libros sagrados-, pera en mucho menor proporción que en la persecución de Decio.
 Fueron, en cambio, muy numerosos los mártires y confesores. Entre aquéllos se cuentan nombres famosos como los de Santa Inés, los santos médicos Cosme y Damián, San Sebastián, etc. España fue quizá la región del Occidente donde hubo mayor número de mártires, que fueron cantados por el poeta Aurelio Prudencio. Destacaron entre ellos el diácono Vicente y las dieciocho Mártires de Zaragoza y Santa Eulalia de Mérida. La Iglesia salió fortalecida de la persecución, aunque ésta se prolongase en la parte oriental del Imperio durante varios años más, después de la abdicación de Diocleciano y Maximian. Era la última prueba de la Iglesia, en su lucha heroica sostenida durante siglos con la Roma pagana, y a las puertas estaba ya la definitiva libertad del Cristianismo.

http://www.gecoas.com/religion/historia/antigua/sigloI-P.htm



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