La historia antigua de La Guardia se fragua en torno al Monte Tecla y su Citania. Todo comenzó allá por el año 1.912, cuando al trazar lo que en un principio fue camino forestal y hoy es carretera se tropezó con una especie de casas circulares que parecían indicar la existencia de un pueblo primitivo que lo había poblado.
Con anterioridad se hablaba de tales restos, pero nada se había hecho hasta esa fecha en la que se constituye la sociedad Pro-Monte, con la finalidad de poner al descubierto esta citania u ópida (gran castro), hasta ese momento totalmente oculta bajo terrenos sedimentarios.
A pesar de que los trabajos comenzaron hace casi cien años, puede que todavía queden sorpresas por descubrir, como ocurrió en una de las últimas escavaciones llevadas a cabo en 1980 que culminó con la recuperación de una pieza singular, el plato millefiori, no encontrado hasta la fecha en el territorio peninsular. Tras las obras de restauración llevadas a cabo en los últimos años queda al descubierto un poblado o Citania de origen celta de características parecidas a la de Briteiros en Portugal.
Aquí se han encontrado restos del Paleolítico, del Neolítico, del periodo del Bronce y en mayor cantidad de los tiempos de la ocupación romana. A algunos de los restos se les quiere reconocer una antigüedad de hasta 2.000 años A. C., lo que demostraría la existencia del hombre neolítico en esta comarca.
La restauración de la citania ha puesto al descubierto centenares de casas celtas circulares de unos tres metros de diámetro, a las que se accede a través de un vestíbulo. Además existen otros recintos anexos que probablemente eran utilizados como dormitorios o cierres para los animales.
Las viviendas están formando grupos rodeadas por murallas.
Las paredes de las viviendas están construidas de piedra,tienen unos 40 cm. de ancho y su construcción es muy esmerada. Se supone que el techo estaba cubierto con paja o ramas, tal como puede verse en una de las viviendas reconstruidas.
Las paredes de las viviendas están construidas de piedra,tienen unos 40 cm. de ancho y su construcción es muy esmerada. Se supone que el techo estaba cubierto con paja o ramas, tal como puede verse en una de las viviendas reconstruidas.
Si tenemos en cuenta las muescas existentes en las piedras del umbral, las puertas debían ser de una sola hoja . En el interior de la casa y casi en el centro se hallan unas piedras bien dispuestas donde debía encontrarse el hogar en forma parecida a como se muestra en el gráfico.
En muchas de las viviendas aparece en uno de los lados del vestíbulo un horno pequeño formado por una losa de base y otras tres de canto, talladas interiormente para formar un espacio cerrado.
Se considera que este poblado era muy pobre, pues a pesar del número de viviendas que disponía son escasos los hallazgos encontrados, cosa que sólo se explicaría si en algún momento de la historia se produjo algún expolio o su población fue cambiando de ubicación y llevándose todo lo que tenía.
Los restos encontrados pocas veces estaban dentro de las viviendas, sino que se hallaban alejados de ellas a consecuencia de ser arrastrados por las aguas, lo que parece indicar que pudo tratarse de un poblado que una vez abandonado volvió a reconstruirse.
Los objetos de cerámica encontrados, aunque son muy variados, están muy mal conservados, por lo que su reconstrucción ha sido muy difícil. Existen varios tipo de cerámica. Hay fragmentos muy pequeños de cerámica de barro negro mal cocido que se supone es la más antigua, quizá perteneciente al período del bronce. Existe otra de barro mas rojizo que está decorada con líneas y series de puntos en diagonal formando zig-zag.
Las armas encontradas no permiten fijar su fecha por estar superpuestas con otros restos, lo que indicaría que hubo superposición de culturas.
Entre los objetos de adorno destacan numerosas fíbulas de finales del período de Hallsttat y principio de la Tène. También existen torques, agujas, cuentas de collar, fusaiolas, estatuillas, anzuelos, etc.
Triskel
Entre las piedras labradas se encentran jambas y dinteles que se han utilizado en la reconstrucción, pero además se encontraron piedras redondas con las características swásticas celtas a las que se les suponía sentido sobrenatural.
Las monedas encontradas en general no son muy antiguas, excepto algunas de acuñación ibero-romana. Entre las más importantes destaca un as de Ilerda-Cose y un as que para el padre Flores corresponde a Cartago Nova. Las restantes monedas son de acuñación tipo imperial. Entre las romanas existe un denario republicano correspondiente a Maenius Antiacus; un denario de Domiciano y otras dos monedas correspondientes a Galiano y a Claudio II. Pero el tesoro más importante en cuanto a monedas está formado por 28 denarios de Augusto hallados bajo una losa del piso de una de las viviendas.
Es necesario citar también la inscultura hallada sobre una gran roca, al margen representada, y otros muchos grabados tales como espirales, cazoletas y otras líneas de extraña significación.
Petroglifo
La Sociedad Pro-Monte de Santa Tecla fundó en 1914 el museo de prehistoria y arqueología que existe en la cumbre de dicho monte, y allí se conservan gran parte de los restos encontrados.La Citania fue declarada Monumento Histórico Artístico por el Gobierno de la Segunda República en 1931.
A la vista de los restos hallados en la Citania , quizá se pueda afirmar lo siguiente:
No existe unanimidad en el nombre que pudieron dar los romanos a esta Citania. Para unos fue Abóbriga, para otros el monte Medulio.
Para los historiadores Barros Silvela, Fernández Guerra, Detlefsen, Leite de Vasconcellos y Domínguez Fontela se trata de Abóbriga mientras que para Ignacio Calvo, Francisco Osorio e incluso Schulten se trataría del Monte Medulio.
Pero la historia de este Monte no termina con lo dicho hasta aquí, ya que el actual nombre de Monte de Santa Tecla se debe a un santuario que se eleva en su cumbre en honor de esta Santa que sufrió martirio en Isauria (Oriente) en el año 46 de nuestra era.
Remate de torque
Es creencia general que, al abandonar los romanos el Monte hacia finales del siglo III, fue utilizado por los ermitaños, pues todavía existe un paraje en dicho monte conocido con el nombre de Ermitan. Incluso cuentan que pudo ser visitado por la virgen Etheria a finales del siglo IV, pues había estado visitando el sepulcro de Santa Tecla en Isauria y fue ella quien contribuyó a extender su Culto en Galicia.
Entre los años 1138 y 1140, se constituyó la Hermandad del Clamor en honor de Santa Tecla, cuyas constituciones escritas en gallego son un documento digno de estudio. Esta hermandad cobró nuevo impulso en 1135 al constituirse el Voto de Santa Tecla.
En las estribaciones de Tecla se halla la parroquia de Camposancos y en ella el barrio del Saa, donde se han encontrado restos arqueológicos que algunos han querido ver más antiguos que los de la Citania.
Fueron los jesuitas portugueses, Eugenio Jalhay y Cruz Lousier, quienes hicieron las excavaciones y encontraron dichos restos paleolíticos de Saa y que con la ayuda del también portugués arqueólogo Dr. Joaquin Fontes estudiaron las relaciones con los habitantes de la Citania.
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