viernes, 25 de noviembre de 2016

KARL POPPER.....EL FALSACIONISMO




En ciencias naturales pensamos que no inventamos las reglas de la Naturaleza sino que las descubrimos. Para la gente de ciencia el mundo está “allá afuera”, no en nuestra mente, siendo percibido a través de sentidos y analizado usando la razón. ¿Hay dudas respecto a esto? Sí. Al menos tan antigua como Hume  es la objeción de que no podemos tener certeza de que el mundo realmente existe “allá afuera”, pues podría ser una ilusión. Cuando escribo este artículo, ¿cómo descartar que mi cerebro esté conectado a cables alimentándole información equivalente a la que tendría si pudiera percibir el mundo, pero habiendo “allá afuera” algo completamente distinto? ¿Qué tal si mis recuerdos, la gente que conozco, lo que he leído, las noticias de la prensa, en fin, todo no es más que un elaborado espejismo, pero no hay en el mundo nada más que mi mente? Cuando Hume plantea esto, lo hace en términos de su mente. Yo podría decir que mi propia existencia (mi noción de mí mismo) es evidencia contra su planteamiento, pero Hume también puede ser alguien que yo imagino y que no estuvo “allá afuera” hace tres siglos. Ustedes, al leer esto, pueden plantearse lo mismo. Yo podría ser no más que un fantasma dentro de vuestra cabeza, no una entidad intelectual distinta de ustedes reflexionando sobre filosofía y ciencia. O también, como Descartes temía podría ser que yo esté soñando. O ustedes lo estén.
No hay respuesta al dilema, pero es posible complicar aún más las cosas: Con el post-modernismo ha ganado popularidad un análisis filosófico de tipo social. Según éste, habría base para pensar que mucho del mundo (en una variante más radical, todo en el mundo) sólo existe en el contexto de una sociedad determinada, no habiendo una naturaleza común “allá afuera” sino un enorme muestrario de “aquí entre nosotros”.
En este artículo acepto la concepción científica del mundo. ¿Es un acto de fe? Lo veo más como una hipótesis de trabajo. Aún si el mundo es una ilusión, parece que la ciencia ayuda a encontrar un cierto orden en esta ilusión. Quizás si pudiéramos salirnos de la ilusión veríamos que la ciencia sería tan ficticia como los deportes, el esoterismo o la comida, pero estamos admitiendo que no podemos salir de la ilusión. Ante esto sólo queda optar, sin tener certidumbres y sin olvidar la humildad que esta opción implica.
Diremos, entonces, que descubrimos las reglas de la Naturaleza mediante un proceso que combina el uso de la razón con la experimentación. A este proceso lo llamamos ciencia o hacer ciencia. El resultado neto de tal proceso es la producción de teorías científicas, las que resumen afirmaciones científicas acerca del mundo. Decir “si no te vas ahora llegarás tarde a la reunión” es una afirmación; “hoy es seguro que llega mi cheque” es otra; “si aceleramos las partículas lo suficiente, detectaremos nuevas subpartículas” también lo es. En nuestra experiencia cotidiana nos enfrentamos a muchísimas afirmaciones, pero no todas son producidas científicamente ni sirven para hacer ciencia. En los ejemplos de este párrafo las dos primeras afirmaciones son científicas; la tercera no. ¿Cómo reconocerlas? ¿Tiene alguna consecuencia para nosotros no diferenciar claramente las afirmaciones científicas de las no científicas?

Verificacionismo
Hasta el siglo XIX se pensaba que la ciencia debía basarse en afirmaciones verificables. Esto quiere decir que entrarían a formar parte del conocimiento científico aquellas afirmaciones que, por medio de un experimento, pudiéramos probar que eran verdaderas. Por ejemplo se podría formular la teoría “si lanzo esta piedra hacia arriba, tras unos instantes caerá”. Es claramente posible llevar a cabo el experimento y confirmar que la teoría es cierta. En ciencias, sin embargo, importa poco saber qué pasará con una piedra específica en un determinado momento; mucho más importante es tratar de hallar una generalización que nos diga qué pasará con cualquier piedra en cualquier momento. ¿Es posible verificar una afirmación de tal calibre? Hace su entrada el induccionismo. Si lanzo una piedra hacia arriba, después de unos instantes cae; si repito este experimento cien veces, la piedra cae las cien veces. Inducir significa que acepto como cierta, para el futuro, la generalización de una gran cantidad de experiencias pasadas. No me molesto en lanzar la piedra la vez cientouno para decir que en esa ocasión volverá a caer.
Aunque hasta cierto punto funciona, la alianza entre verificacionismo e induccionismo tiene sus límites. Para empezar no hay una buena justificación del induccionismo más que el induccionismo mismo (sabemos que el induccionismo ha funcionado hasta ahora y entonces suponemos, por inducción, que seguirá funcionando), lo cual no es ninguna justificación. Pero además penan otras dudas; por ejemplo, ¿cuánto es una “gran cantidad” de observaciones? ¿10? ¿100? ¿1000? ¿Cómo saber si todas las observaciones juntas de la historia de la ciencia no son representativas más que de una pequeñísima parte de la escala temporal de los problemas en estudio? ¿En qué momento, entonces, podemos trazar la línea y comenzar a usar la ciencia para hacer predicciones pues habremos observado suficiente?
Además subsiste la duda sobre lo que constituye prueba de una afirmación. Para casos triviales, como la piedra que sube y baja, la prueba es obvia, pero ¿qué pasa en el caso de afirmaciones hechas respecto a asuntos como la historia de los seres humanos?,por ejemplo en el Manifiesto Comunista (Karl Marx, 1818-1883)  ¿Se pueden verificar las afirmaciones expuestas en él sobre la lucha de clases? Ciertamente. Basta definir claramente lo que entendemos por lucha de clases, y hacer una investigación histórica de cada una de las sociedades humanas que han poblado el planeta (suponiendo que esto sea posible). No sé si alguien ha intentado esta tarea ni si, de haberlo hecho, ha logrado ponerse de acuerdo con otros historiadores en sus conclusiones. Pero del marxismo surgieron también otras afirmaciones, esta vez no hacia el pasado sino hacia el futuro, que resultaron claramente incorrectas a pocas décadas plazo. Los marxistas de la época, en lugar de reconocer el error de las predicciones, matizaron o interpretaron algunos aspectos de ellas una vez que el evento ya había tenido lugar, en un intento por mostrar que, bajo alguna luz, el pronóstico había sido correcto, y por tanto el marxismo no se había equivocado. ¿Por qué este empeño? Política, claro, pero además por una noción que apela a nuestro sentido común: si la teoría explica más, es más valiosa. Una teoría que explique el 90% de los casos es buena, pero una teoría que explique el 99% de los casos es mejor todavía. ¿Cierto? No tanto. Según Popper, ambas son material para el papelero.


Falsacionismo.
Para el filósofo vienés Karl Popper , la clave no estaba en lo que una teoría es capaz de explicar sino en aquello que no puede explicar. Una teoría diseñada de tal modo que rechace la posibilidad de no explicar es una teoría defectuosa. Antes de seguir adelante, digamos, en favor de Karl Marx, que la posición de Popper no fue que las ideas originales de Marx tenían este defecto, sino que el tipo de defensa usada por los marxistas que heredaron las ideas de Marx introdujo este defecto en la versión más popular del marxismo.
Por ejemplo, en la siguiente afirmación se incluye el tipo de tara señalada por Popper: “Es seguro que hoy llueve o no llueve”. ¿Hay algún evento (relacionado con la lluvia) que esta afirmación no contemple? Si llueve, la afirmación es cierta; si no llueve, también lo es. Para Popper, sin embargo, esta clase de certidumbre vale muy poco pues no enfrenta desafíos. Da igual que afuera caiga o no caiga agua; la afirmación seguirá en pie, pero sólo como un montón de palabras que no afinará mi conocimiento del mundo.
Popper resumió su modo de pensar en el concepto falsacionismo. La idea es así: "Una afirmación es falsable si es que es posible (aunque sea sólo en teoría) diseñar un experimento tal que uno de los potenciales resultados de ese experimento es que la afirmación sea falsa".

Respira hondo y lee la frase anterior de nuevo. ¿Una vez más? O.K., ya está, sigamos. La idea no es compleja, pero se presta a confusión, quizás por el parecido entre las palabras, con la idea de falsedad. ¿Una idea falsable es falsa? No necesariamente. El punto clave es que puede serlo. Una idea no-falsable nunca es falsa, pero tampoco nos dice nada respecto al mundo y entonces es una pobre aseveración decir que es cierta.
De acuerdo a las ideas de Popper ¿qué podemos decir que sabemos sobre el mundo? 
"A diferencia del verificacionismo, que planteaba que la ciencia era una acumulación de verdades, el falsacionismo plantea que la ciencia es una acumulación de afirmaciones falsables que, hasta la fecha, no han sido probadas falsas".
El falsacionismo advierte que una teoría tan buena como la Teoría de la Relatividad, que es falsable, puede ser demolida en cualquier momento si hacemos un experimento que la pruebe falsa. Mientras ello no ocurra ¿decimos que la Teoría de la Relatividad es verdadera? No, sólo podemos decir que hasta hoy no se ha mostrado que sea falsa. Mientras más intentos hacemos por probar que una idea (falsable) es falsa, y no lo logramos, más valiosa es esa idea para la ciencia, pero esto no equivale a saber que esa idea es verdadera. Las mejores teorías científicas son aquellas que han resistido más intentos por probar que son falsas.





Resumiendo...el falsacionismo nos permite separar las ideas que sirven para hacer ciencia de las que no. Cuando digo “hacer ciencia” no pienso sólo en temas donde aparecen palabras como átomos, ondas o radiación, sino en cualquier actividad humana donde nuestras afirmaciones tengan algo que ver con el mundo físico, lo que incluye áreas tan diversas como la economía, la filatelia o el volleyball. Esto no quiere decir que nuestra única aproximación a un problema deba ser científica. La ciencia es un instrumento para conocer la dimensión física del mundo, pero en nuestra sociedad suele ocurrir que lo físico es apenas el marco del drama humano en que actuamos. La ciencia, apoyada en el falsacionismo, nos aporta un caudal de datos sobre cualquier situación, pero no nos dice qué es lo que debemos hacer en un caso dado. Ese rol lo tiene, persona a persona, la filosofía o alguna forma de espiritualidad, de modo que nuestras opciones personales siguen siendo, tanto como siempre, las verdaderas protagonistas de nuestra historia.

http://tauzero.org/2003/12/karl-popper-y-el-falsacionismo/

domingo, 20 de noviembre de 2016

CHARLES SCHULZ...PADRE DE CARLITOS Y SNOOPY

 
Todas las mañanas, al abrir el periódico, solíamos reírnos y emocionarnos con “Peanuts”, la historieta que protagonizaban el perro Snoopy y su amigo Charlie Brown. Pero…. ¿conoce la historia de su creador? 
Ya desde muy chico, Charles Schulz, se perfilaba como un gran dibujante. Según cuenta la historia, un profesor de su escuela, al observar un dibujo que el pequeño Schultz hacía en la nieve, quedó totalmente asombrado, y lo instó a que ponga todo su empeño en desarrollar sus innatas condiciones de artist 
Sin embargo, tal vez, éste profesor tampoco habría llegado al extremo de pensar que ese niño crearía, con el correr del tiempo,una de las historietas  más popular de la historia del mundo entero 
                                


Schultz no concurrió a ninguna sofisticada y costosa escuela de dibujo, sino que tomó sus lecciones con un curso de correspondencia.

 Sus primeros trabajos relacionados con las historietas, fueron como instructor en esa misma escuela, así como para escribir los subtítulos de Tímeles Topics, una sección de los comics Católicos. En esas historietas, ya solía dibujar sus mundos conformados sólo por chicos.

 Otros instructores del curso de correspondencia, vieron esas historietas y lo animaron a que dibujara más tiras con niños como protagonistas. Entre 1948 y 1950, vendió 15 historietas al diario Saturday Evening Post, las cuales fueron sus primeras ventas a un mercado importante. Luego, en 1950, vendió la famosa “Peanuts” al United Feature Syndicate. 

 Casi todos los personajes, llevaban nombres que fueron tomados de sus compañeros de la escuela de dibujo en la que enseñaba Schultz. Charlie Brown, por ejemplo, era un muy buen amigo de ese instituto.
  
Para crear sus inolvidables personajes, Schultz dijo alguna vez que a menudo se había inspirado en las cosas que a él mismo le habían sucedido.

 Por ejemplo, jugar al  béisbol y al hockey, era uno de sus pasatiempos favoritos, aunque Cherlie, cuando jugó en el equipo de béisbol de su secundario, que salió campeón, jamás pudo ni siquiera meter un tanto. No era tampoco muy bueno en el bowling y el bridge, y solía sufrir bastante esas derrotas, aunque mucho más el hecho de no poder calificar para un torneo del golf. 




 Muchas veces, esperó en una cola por largas horas, para conseguir las entradas para ver su película favorita, (cierto día, estuvo parado durante más de un día con la esperanza de ser uno de los primeros 500, que podrían conseguir la entrada a la película y ganar una barra de caramelo.

 Él cree que debe de haber sido la persona número 501…, el ser rechazado cuando propuso matrimonio, o el tener un padre peluquero, eran todas facetas experimentadas durante su vida, que era también la vida de cientos de miles de personas alrededor del mundo.

 En efecto… ¿Cuántos de nosotros nos hemos sentido identificados con las mínimas y sencillas cosas que pasaban en la historieta, como cuando Lucy le hacía una travesura a Charlie Brown, sacándole la pelota de fútbol,justo antes de que éste le pueda pegar con el pie, o con las derrotas que el mismo Charlie sufría en sus partidos de béisbol? 




 ¿Cuántos de nuestros sueños no han sido finalmente alcanzados? Todas estas circunstancias, angustias y alegrías, estaban descriptas en la vida de Charlie Brown, de quien Schultz afirmaba que representaba a todos los hombres, por lo cual muchas de sus historias solían terminar mal…

Schultz también tuvo, de chico, un perro de raza “mezcla”, el cual se llamaba Spike, y se comía todo lo que encontraba a su camino… ¿Le suena familiar? Sí, fue quién inspiró a Snoopy. 




 Pero Snoopy, también soñaba con ser piloto en la Segunda Guerra Mundial, e intentaba siempre escribir la Gran Novela Americana. Por su parte, El piano de juguete que le regalo a su hija en un cumpleaños, inspiró a Schultz a crear el personaje de Schroeder, quien deseaba ser el segundo Beethoven.

 Incluso, Schultz se inspiró en la mismísima Biblia. Cierta vez, Linus le dijo a Lucy que no lo cargará demasiado… ya que la Biblia señalaba que era obligación respetar a los mayores. La vuelta de tuerca era cuando Lucy le recordaba que él era, en realidad, más joven que ella, a lo que Linus le respondió que no se trataba de la edad, sino del alma.




Muchas veces, Lucy, Linus y Charlie Brown miraban las nubes. Cuando Linus presumió de su sabiduría, diciendo que las diversas formaciones le hacían recordar a pasajes bíblicos, ciudades del mundo, y artistas, Charlie Brown le respondió: “yo iba a decir que ví un pato y un pony, pero creo que ya cambie de opinión…”.

 Schulz falleció el 12 de febrero de 2000, a los 77 años, de un ataque del corazón. Además, desde hacía tres meses, también luchaba contra un cáncer de colon, que le impidió (sumado a su visión muy dañada) continuar dibujando la historieta que él tanto amó.

                    

Schultz murió justamente un día antes de que la última tira original de “Peanuts” fuese publicada. Para eso entonces, esta historieta había sido publicada en 21 idiomas, dentro de 2.600 periódicos alrededor del mundo. Según dijo el propio dibujante, había ganado cerca de 55 millones de dólares con esa historieta, y ya tenía su propia estrella en la calle de la fama de Hollywood.

 Si bien Schultz afirmó estar orgulloso de poder trabajar durante cincuenta años de algo por lo que él sentía pasión, también señaló que no había planeado retirarse al momento en que lo hizo, sino cuando atravesara sus 80 años.

 Si pensamos que Schultz había dicho que él se parecía a Charlie Brown, por el hecho de que muchas de sus historias no tenían un final feliz, los últimos días de su vida no fueron más que una confirmación de sus historias.


 

 Sin embargo, seguramente también debió reparar en que muchas personas, alrededor de todo el mundo jamás olvidarán a Charlie Brown, Snoopy, Lucy, Linus, Peppermint Patty, y Schroeder, y sus grandiosos momentos que pasaban cada mañana, cuando leían sus historias en los periódicos, antes que cualquier otra noticia…
 http://confirmado.com.ve/tal-dia-como-hoy-muere-charles-schultz-el-padre-de-snoopy-y-charlie-brown/

BARTOLO DE SASSOFERRATO.....EL BARTOLISMO




Bártolo de Sassoferrato fue considerado uno de los jurista más grandes de todos los tiempos, al menos de la Europa medieval. Tal reconocimiento alcanzaron sus métodos y enseñanzas que tras su muerte se divulgó la máxima de que: “nemo bonus iurista nisi bartolista”.
 Bártolo nació en la pequeña vecindad de Ventura, próxima a Sassoferrato, en la región central de Italia, a mitad de camino entre Roma y Florencia, en dirección a la costa adriática. Se discute si su nacimiento tuvo lugar en 1.313 ó 1.314. Sus biógrafos polemizan también sobre su verdadero linaje; algún autor sostiene incluso que se trató de un hijo ilegítimo. En cualquier caso, esa circunstancia  -común a otros genios, como Leonardo da Vinci- no habría tenido influencia en la adopción de su lugar de origen reemplazando a sus apellidos, muy habitual en la época.
La formación de Bártolo fue deudora de los dos maestros que guiaron sus primeros estudios. Su aprendizaje más elemental lo cursó con el Padre Pedro de Asís, del que el propio Bártolo destacaría la simetría entre su bondad y su vasta cultura. Con tan sólo catorce años, el muchacho de Sassoferrato se trasladó a Perugia para comenzar sus estudios de Derecho. Fue entonces cuando coincidió con la otra gran figura que marcaría su incursión en el mundo jurídico, Cino de Pistoya, capaz tanto de dominar ampliamente las doctrinas de las grandes escuelas jurídicas posteriores a la glosa acursiana como de dar rienda suelta a su rica fantasía poética y ser expresamente admirado por Dante y Petrarca.
Con apenas veinte años, tras retirarse de la enseñanza su maestro, Bártolo se desplaza a Bolonia para preparar su doctorado. En un año, de la mano de Jacobo Butrigario y Rainiero de Forli, concluye sus estudios y es proclamado doctor, con la tradicional imposición de la toga y el anillo, el 10 de noviembre de 1.334.
Tras concluir su formación académica, Bártolo inició un período de transición que acabaría desembocando en la práctica docente, donde la Historia le tenía reservado un hueco irremplazable. Entre 1.334 y 1.339 ejerció como asesor en Todi y Cagli. Con veintiséis años, el jurista joven pero ya veterano se asentó en Pisa y, desde ese momento, se centró por completo en su actividad académica. Sin embargo, tampoco en la Toscana italiana encontró Bártolo su asentamiento definitivo y, aunque se inició en sus aulas como profesor universitario, no tardó en volver a Perugia (1.343), desde donde desarrolló su extraordinaria producción jurídica.
La inmortalidad jurídica de Bártolo se encierra principalmente en sus innovaciones metodológicas en el comentario del Corpus Iuris Civilis y en sus no menos brillantes contribuciones al Derecho público y privado. Hasta que surgió la personalidad bartoliana, la Escuela de los Glosadores imponía sus criterios en el acercamiento al Derecho. La gran aportación de Bártolo consistió precisamente en superar el método de la glosa, excesivamente fiel a la letra de la ley, y divulgar un sistema metodológico de examen crítico de los textos legislativos de tal modo que como punto de destino se determinase la ratio legis. La búsqueda de soluciones jurídicas a problemas concretos y el establecimiento de pautas de interpretación y doctrinas jurídicas útiles resultaban sin duda más fecundos partiendo del espíritu del legislador y de la razón última de las normas. Este estudio teórico-práctico de las fuentes, conocido como el mos Italicus durante siglos, se personificó en la figura de Bártolo y, con posterioridad, en sus más sobresalientes discípulos, entre los que destacó Baldo de los Ubaldos.
Su dedicación a la vertiente práctica del Derecho se plasmó también en una numerosa serie de quaestiones y en una prolífica colección de commentaria del Corpus Iuris, en los que se conciliaba la interpretación de los textos clásicos con su aplicación a los casos que se planteaban en cada momento.
La celebridad bartoliana se extendió rápidamente más allá de las fronteras italianas. Estudiantes de diferentes puntos de Europa se daban cita en Perugia para asistir a las hasta entonces insólitas resoluciones que planteaba Bártolo a las más complejas cuestiones jurídicas; cientos de jóvenes se congregaban para hacer suyos los criterios de interpretación del Corpus Iuris que ofrecía Bártolo. Tal fue el entusiasmo con el que esos jóvenes juristas asistían a las clases de Bártolo que en nuestra lengua se mantiene viva una expresión deudora de los estudiantes que en aquella época se pertrechaban con los bártulos (bártolos, esto es, los textos escritos por Bártolo) para seguir sus explicaciones.
La muerte sorprendió a Bártolo el 13 de julio de 1.357 en pleno apogeo de su actividad intelectual cuando contaba poco más de cuarenta años. Los lujosos monumentos funerarios que se levantaron en su honor apenas pudieron aliviar el infortunio que supuso privar al mundo del Derecho del genio creador que, como nadie hasta entonces, había conseguido convertir el Corpus Iuris justinianeo en una fuente de saber práctico.

Si la inmensa personalidad de Bártolo se truncó en su pleno apogeo vital, su fama no corrió la misma suerte. El prestigio y la autoridad de sus enseñanzas dieron vida a un movimiento que encumbró a Bártolo hasta prácticamente la categoría de mito. En las Universidades de Bolonia, Nápoles, Turín, Módena, Macerata y Padua se crearon cátedras dedicadas en exclusiva a estudiar y comentar la obra de Bártolo, llegando a comparársele con figuras de la talla de Homero y Virgilio. Su obra se convirtió en un instrumento tan respetado en universidades y tribunales que incluso se le acabaron atribuyendo a él opiniones ajenas con la pretensión de dotarlas de su incontestable aceptación.
Tal fue la auctoritas que alcanzaron los razonamientos de Bártolo que numerosos Reinos los revistieron incluso de potestas elevándolos a la categoría de fuente del Derecho. Desde que los emperadores Teodosio II y Valentiniano III promulgaran la Ley de Citas (año 426) considerando como vinculantes las opiniones de Gayo, Paulo, Ulpiano, Modestino y el dirimente Papiniano, no se recordaba ningún reconocimiento similar hacia la obra de ningún jurista. Juan II  y los Reyes Católicos  en Castilla, y Alfonso V en Portugal (Ordenaçoes alfonsinas, 1.446) promulgaron pragmáticas en las que se establecía que debía prevalecer la opinión de Bártolo en caso de discrepancias entre la doctrina. Más elocuente si cabe fue el caso de la transposición de estas disposiciones a Brasil dos siglos y medio después de la muerte de Bártolo (Ordenaçoes filipinas, 1.603).
Llegada la Modernidad y, con ella, los aires del humanismo y la vuelta a lo clásico, la confrontación de los nuevos métodos de estudio del Corpus Iuris (mos Gallicus) con el bartolismo resultó inevitable. Sin embargo, esas nuevas corrientes no consiguieron eclipsar el gran salto que sólo un talento natural como Bártolo de Sassoferrato pudo dar entre la erudición que recogió de Justiniano y el saber práctico que de forma admirable supo extraer del espíritu de los textos.



Lo que, en principio, distingue la jurisprudencia de Bartulo da Sassoferrato de la de sus predecesores medievales, como Cino da Pistoia, es el hecho de que, para estos últimos, las leyes humanas carecieran de autosuficiencia, por lo que la tarea del jurista consistía en ajustarlas a un sistema preconcebido construido sobre un ideal abstracto de justicia. El jurista debía dilucidar la ratio, es decir, la calidad de justicia de cada ley particular, calibrando la conformidad de dicha ley con el principio de la razón natural cristiana, un postulado de carácter netamente metalegal. El universo de los juristas medievales como da Pistoia era abstracto e inmóvil, lo que impedía la total coincidencia entre el derecho romano antiguo, que se concebía como un sistema inmutable y acabado, y las prácticas jurídicas contemporáneas. En cambio, la concepción jurídica de Bartulo partía de una relación dialéctica, abierta y dúctil, con la realidad de su tiempo, una relación en la que tenían cabida los problemas coyunturales generados por las convulsiones políticas, económicas y sociales de su entorno. Así pues, la principal aportación de Bartulo da Sassoferrato a la historia del derecho fue, sin duda, la acomodación del derecho romano antiguo a la sociedad de la Europa de fines de la Edad Media, mediante la puesta al día del Corpus justinianeo a la luz de la práctica jurídica bajomedieval. En sentido inverso, Bartulo utilizó el derecho romano para esclarecer, justificar, autorizar o desechar multitud de prácticas contemporáneas que no tenían correspondencia en la jurisprudencia latina. Este proceso de doble dirección es, quizás, la principal característica de la obra de Sassoferrato.


Entre sus doctrinas más influyentes se encuentra la que versa sobre la naturaleza del poder en la civitas, esto es, el Estado, concebido según el modelo de las ciudades del norte de Italia en el siglo XIV. En este aspecto, la obra de Bartulo se inserta en el marco del debate generado en torno a las distintas procedencias del poder legítimo, que se desató en dicha centuria a raíz del enfrentamiento entre los poderes universales (Papado / Imperio). La obra de Bartulo constituye la más importante exposición jurídica de la concepción "ascendente" o proto-democrática del poder, de la que Marsilio de Padua fue el principal representante desde un punto de vista filosófico. Bartulo se sirvió de la tradición jurídica romana, ya bien conocida, para construir, a partir de elementos aislados de dicha tradición, una tesis ascendente del gobierno y de la ley. Estos elementos fueron, esencialmente, los conceptos de ciudadano, ley consuetudinaria y lex regia. La originalidad de Bartulo radica en haber combinado estos tres conceptos para presentar una teoría de la soberanía del pueblo sobre la base exclusiva del derecho romano, lo que hasta entonces no se había hecho ni siquiera en la Antigüedad romana.
Bartulo demostró cómo podían interrelacionarse estos conceptos para levantar una práctica jurídica de la soberanía popular, tomando como ejemplo las instituciones de las ciudades-estado lombardas. El ciudadano romano, tal y como lo presentaba el Digesto, era en todos los aspectos sujeto pleno de derechos y deberes; la ley consuetudinaria se generaba a partir de la continua práctica y uso del pueblo; por último, la lex regia constituía una explicación jurídica, concebida en el siglo II, de los poderes del emperador. Según el derecho romano, el poder imperial procedía de un primitivo traspaso del poder del pueblo al emperador, quien ejercía su autoridad de forma delegada, si bien, durante toda la Edad Media, se dio por sentado que esta delegación era irrevocable e irreversible. Sin embargo, la observación de la práctica política de las ciudades-estado italianas llevó a Bartulo a afirmar que el pueblo continuaba en posesión del poder delegado en la lex regia. Su argumento central era que, si el pueblo podía crear la ley consuetudinaria -cosa que nadie ponía en duda-, no había razón alguna para privarlo del derecho a crear también leyes estatutarias, es decir, escritas y promulgadas. El elemento que daba validez legal a las prácticas y usos jurídicos era el consentimiento del pueblo, consentimiento que era tácito en el caso de la ley consuetudinaria. Según Bartulo, el pueblo tenía el mismo derecho a dar su consentimiento explícito a la ley mediante la creación de estatutos, esto es, de ley escrita. Así pues, la única diferencia entre ley consuetudinaria y ley estatutaria radicaría en la forma de consentimiento otorgada por el pueblo, en el que residiría la autoridad.
El pueblo -o conjunto de ciudadanos- que crea sus propias leyes, es un "pueblo libre" comparable al pueblo romano, que, según la lex regia, poseía originariamente el poder. Un pueblo libre sería, según Bartulo, aquel que no reconoce ningún superior, puesto que él es su propio superior o, según su célebre sentencia, es "príncipe de sí mismo" ('civitas sibi princeps'). Frente a la soberanía del rey entendida como poder absoluto y arbitrario, estaba la soberanía del pueblo, que poseía su propio gobierno. Bartulo denominaba a este sistema de gobierno regimine ad populum. En él, los principios tradicionalmente aplicados al monarca podían aplicarse al pueblo: el Estado, la civitas, podía legislar "como le pluguiese".
Pero lo que confería a la teoría de Bartulo su originalidad era el principio de representatividad que se deriva de lo anterior. Según él, la asamblea de todos los ciudadanos tenía capacidad para elegir a un Consejo, que ejercería el gobierno en representación del pueblo. El Consejo encarnaba, por lo tanto, el Estado, y era la "mente del pueblo": concilium representat mentem populi .Su poder se hallaba determinado por la duración y el ámbito acordados por el pueblo soberano. Su misión consistía en dictar las leyes que condujesen al bien común y redundasen en la utilitas publica, el interés público, el cual no venía ya determinado por la opinión de un gobernante superior, sino que respondía al pronunciamiento del pueblo acerca de las inquietudes que le eran propias. El Consejo -sobre el que el pueblo conservaba en todo momento el control- funcionaba mediante el principio de mayoría numérica simple y elegía a los funcionarios del Estado, que Bartulo clasificaba en judiciales, administrativos y financieros. Éstos eran responsables ante el Consejo, y éste, a su vez, ante el conjunto de los ciudadanos. Los cargos del gobierno eran definidos igualmente por los ciudadanos y, por lo tanto, no procedían ya de la autoridad divina -como en la concepción teocrática del poder-, sino de la autoridad soberana del pueblo.
Esta concepción de la soberanía popular tenía la virtud de vaciar de sentido el concepto de súbdito: en un "pueblo libre" no había súbditos, únicamente ciudadanos. La teoría de Bartulo da Sassoferrato sería fundamental en la elaboración del concepto de ciudadanía durante el siglo XV. Sus comentaristas posteriores distinguieron entre ciudadanía natural, es decir, la del ciudadano nacido en territorio de un Estado concreto, y ciudadanía adquirida, esto es, la del ciudadano que adquiría tal condición por decisión del Estado. Su idea de que el matrimonio convertía a la esposa extranjera en ciudadana de la civitas del esposo, sin por ello perder los derechos y privilegios que la acogían en su civitas de origen, fue una de sus doctrinas más aplicadas a la práctica jurídica durante la Edad Moderna.


La teoría jurídica del poder de Bartulo de Sassoferrato estaba concebida para su aplicación en pequeños Estados, esto es, en pequeñas comunidades en las que podía funcionar una democracia "real", directa, y contribuyó a reforzar el principio de legitimidad del poder en las ciudades-estado italianas frente a los poderes territoriales que pretendieron someterlas a su autoridad. Según esta teoría, las ciudades-estado no debían reconocer a ningún poder por encima de su voluntad soberana, y tenían legítimo derecho a darse sus propias leyes, siempre y cuando éstas se ajustaran al canon universal del derecho romano, interpretado bona fide por juristas competentes.
Sin embargo, como buen romanista, Bartulo intentó preservar parte del señorío de jure del emperador, lo cual era inevitable al tomar como base jurídica el código justinianeo. Basándose en las premisas aristotélicas y en ciertos argumentos legalistas de cuño clásico, estableció una definición de ciudadanía sumamente restringida. De ella quedaban excluidos los esclavos, los extranjeros, las mujeres, los niños y, lo que es más significativo, los clérigos. Esto último pone de manifiesto el conservadurismo de Bartulo, su apego a la tradición medieval que separa netamente las esferas jurisdiccionales de clérigos y laicos, lo que, de hecho, le impidió desterrar el concepto teocrático del poder representado por la jurisdicción eclesiástica.
Las doctrinas jurídicas de Bartulo de Sassoferrato, junto a las filosóficas de Marsilio de Padua, constituyeron la base sobre la que se desarrolló el conciliarismo bajomedieval, como una forma de oposición a la concepción teocrática del poder o cesaropapismo. Pero, en un ámbito más amplio, sus doctrinas, continuadas y modificadas por sus seguidores (el más brillante de los cuales fue Baldo de Ubaldi), dieron lugar a la corriente jurídica denominada Bartolismo. Sus obras conocieron una amplísima difusión por toda Europa, como atestiguan las miles de copias manuscritas e impresas que se conservan en la actualidad, y sentaron jurisprudencia en la práctica jurídica de países como España, Alemania e Italia a partir del siglo XV. Aunque denostado por los humanistas, que le consideraron un "bárbaro" del derecho romano antiguo, Bartulo da Sassoferrato se convirtió en la principal autoridad del derecho civil en los albores de la Edad Moderna, como prueba la máxima nemo jurista nisi sit bartolista: "nadie es jurista si no es bartolista".

http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=sassoferrato-bartulo-da
http://www.uria.com/es/seleccion/estudiantes/seccion-del-estudiante/grandes-juristas/bartolo

jueves, 10 de noviembre de 2016

CASTELAO...DE LA GALICIA EMIGRADA A LA GALICIA EXILIADA

 En la vida de Castelao, tan polifacética, no podía faltar a emigración y el exilio. De hecho, su infancia se vio marcada por la emigración y los últimos años transcurrieron en el exilio bonaerense, esa suerte de Galicia ideal.
Alfonso Daniel Rodríguez Castelao nació en Rianxo el 30 de enero de 1886. Hijo de Mariano Rodríguez Dios y de Joaquina Castro Genme. En el mismo año de su nacimiento el padre emigró a la Argentina, quedando el niño al cuidado de la madre y de los abuelos maternos. En 1895, en la compañía de su madre, Castelao emigró a la Argentina para reunirse con su padre, instalado con un almacén de comercio (pulpería) en la Pampa. Esta primera estadía argentina duraría de 1895 a 1900. La presencia de la emigración en la infancia de Castelao se reflejó en su obra, un ejemplo son los relatos "O segredo" y "O inglés" incluido en su libro "Retrincos" (1934).




Tras regresar a Galicia, entre 1900 y 1903 cursó el Bachillerato y el preparatorio de Medicina en Santiago de Compostela. Entre 1903 y 1909 estudió la carrera de Medicina. Por esta época comenzó su actividad artística, vinculada sobre todo a la caricatura. En 1908 y 1909 participó en el II y III Salón de Humoristas en Madrid. Castelao diseñó las cubiertas de los primeros números de Vida Gallega, publicación que comenzó a editarse en 1909. También diseñó algunas capas de libros, caso de "Princesa del amor hermoso" de Sofía Casanova. En 1909 presentó un óleo en la "Exposición Regional Gallega" que fue premiado con una medalla de oro


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En 1910 se instaló en Madrid con el objetivo de realizar el doctorado, cometido que no realizaría. En la capital del Estado continuó ilustrando libros y colaborando en varias publicaciones. En 1911, de vuelta en Rianxo, comenzó a editar el periódico El Barbero Municipal, órgano del bando conservador-maurista que en Rianxo encabezaba su padre. Otros inspiradores de esta periódico fueron Eduardo Dieste y Ramón Rey Baltar. En 1912 casó con Virginia Pereira, natural de A Estrada. También en 1912 se vincula al movimiento agrarista Acción Gallega liderado por Basilio Álvarez. De la misma manera, en este mismo año realizó su primera exposición individual en Ourense, a la que seguiría otra muestra en el Salón Iturrioz de Madrid. En 1913 dictó su primera conferencia sobre la caricatura en el balneario de Mondariz.
                                                                   

El vínculo de Castelao con el mundo de la emigración se mantendría a través de su colaboración con la prensa de Buenos Aires, colaboró con La Semana Universal (1912) y con Suevia (1916). En 1917, ya instalado en Pontevedra, se adhiere a las "Irmandades da Fala" y comienza a colaborar con A Nosa Terra.
 Castelao participó en las sucesivas asambleas nacionalistas. En 1918 aprobó en Madrid unas oposiciones al cuerpo técnico del Instituto Geográfico y Estadístico. En ese mismo año comenzó a colaborar con El Sol de Madrid. En 1920 inauguró en A Coruña la primera exposición del Album Nós. En 1921, pensionao por la Junta de Ampliación de Estudios, realizó un viaje por Francia, Bélgica y Alemania.

En 1922 publicó en la colección Céltiga su novela corta "Un ollo de vidrio. Memorias dun esquelete". En 1926 publicó primer libro de "Cousas". En 1929, nuevamente pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios, viajó la Bretaña. Con la proclamación de la II República en 1931, Castelao fue elegido diputado en las candidaturas de la Federación Republicana Gallega. En 1934 publicó su novela Os dous de sempre. En este año ingresó en la Real Academia Galega. El gobierno de derechas lo destierra a Badajoz. En 1936 fue nuevamente elegido diputado dentro de las candidaturas de la Frente Popular. La sublevación militar lo sorprende en Madrid, a donde había acudido para hacer entrega del Estatuto gallego a las Cortes. En 1937 publicó en Valencia los álbumes de guerra Galicia Mártir y Atila en Galicia. En 1938 realizó un viaje de propaganda a la URSS, viajando más tarde a Estados Unidos y Cuba. Durante su presencia en la isla caribeña, Castelao participó activamente en las elecciones del Centro Gallego da Habana. Así, su participación fue decisiva para que la candidatura republicana de Hermandad Gallega se impusiera sobre la candidatra valedora de los sublevados franquistas. En Nueva York publicó su álbum Milicianos.


La derrota republicana lo condenó al exilio, asentándose en Nueva York. En 1950 consiguió viajar a Buenos Aires. En 1941 estrenó en la capital argentina su pieza teatral "Os vellos no deben de namorarse". En noviembre de 1944 se constituye en Montevideo el Consello da Galiza, que tuvo a Castelao como primer presidente. En 1945 participó en la reunión de las Cortes de la República en México. En 1946 Castelao fue nombrado ministro del Gobierno encabezado por José Giral, del cual saldría al año siguiente a causa de los enfrentamientos entre las facciones republicanas.
Algunas de las obras publicadas por Castelao en Buenos Aires fueron: Cincuenta hombres por dos pesos (Buenos Aires: Emecé, 1940); Sempre en Galiza (Buenos Aires: Ediciones As Burgas, 1944) o As cruces de pedra na Galiza (Buenos Aires, Nudos, 1949). Por otra parte, Castelao continuó en Buenos Aires con su cometido de ilustrador de libros. Falleció en Buenos Aires el 7 de enero de 1950.
LELA...ALFONSO DANIEL RODRIGUEZ CASTELAO
Están as nubes chorando
Por un amor que morréu
Están as rúas molladas
De tanto como chovéu

Lela, Lela
Leliña por quem eu morro
Quero mirarme
Nas meniñas dos teus ollos

Nom me deixes
E ten compasión de mim
Sen tí non podo
Sen tí non podo vivir

TRADUCCION

Estan las nubes llorando
Por un amor que murió
Estan las calles mojadas
De tanto como llovio

Lela, lela
Lelina por quien yo muero
quiero mirarte
En las pupilas de tus ojos

No me dejes
Y ten compasion de mi
sin ti no puedo
sin ti no puedo vivir





http://emigracion.xunta.es/es/conociendo-galicia/aprende/biografia/alfonso-daniel-rodriguez-castelao
http://galicia.swred.com/canciones_populares_lela.htm













domingo, 6 de noviembre de 2016

TAPICES DE LOS HONORES...SAN MIGUEL VENCE AL DEMONIO -WILLEN DERMOYEN




Este paño de la Historia del Apocalipsis escenifica el relato apocalíptico contenido desde el versículo séptimo del capítulo 12 al versículo quinto del capítulo 14 del libro de San Juan Evangelista. En alto, el trono de Dios, rodeado por el Tetramorfos y los veinticuatro ancianos, bajo los que aparece la bestia, identificada con la inscripción BLASPHEMIA, y el dragón, rodeados por sus adoradores, sobre los que campea la inscripción QVIS SIMILIS BESTIE ET QVIS POTERIT PVGNARE CVM EA. A la derecha, en primer plano, la bestia surgida del mar, de siete cabezas, diez cuernos y coronada con diez diademas, se abalanza sobre un ejército. En segundo plano, otra bestia surgida de la tierra, hace descender el fuego y fuerza a los hombres a adorar a la bestia del mar, cuya imagen, sobre una columna, es venerada por una multitud entre la que destacan un rey y un obispo arrodillados. En alto, erguido sobre la montaña de SION, el Cordero es adorado por los fieles que entonan cánticos. En el centro del paño y en primer plano, un ángel coloca a la mujer apocalíptica, perseguida por el dragón, unas alas para que alzando el vuelo huya del río que vomita el dragón intentando, en vano, arrastrarla. San Miguel, a la izquierda, con su nombre MICHAEL tejido con hilos de oro sobre su cabeza, combate y derriba, escoltado por sus ángeles, al dragón SATANAS. “Hubo una batalla en el cielo, Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón, y peleó el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente llamada Diablo y Satanás, que extravía a toda la redondez de la tierra, y fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados” (Apocalipsis 12: 7-9). La cenefa de ramos de flores en torno a un vástago central, en forma de tronco de palmera, intercala aves, animales y una cartela en la cenefa superior, con la inscripción latina, CERTA QVIES NVMQ[VAM] VIRTVTI EST INVIDIOS(A)E/ AD FINEM S(A)EC(V)LI ILLAM PREMET VSQ(VE) LABOR/ NV(M)Q(VAM) SVCCVMBET SPE FORTI TVTAFIDEQV(E)/ QVAMVIS IVSSA DEI RISERIT IMPIETAS. No hay descanso para la deseada virtud. La lucha es su carga hasta el fin de los tiempos. Si es fuerte la esperanza y la fe segura, no importa la impiedad que se burla de los mandamientos de Dios”.
El primer documento referente a la compra de esta serie es la Relación de los ocho paños de la Historia de San Juan Apocalipsis, que su Majestad mandó tomarlos de Diric de Madenar y Gaspar van Utreque. Los tapices a que se refiere este documento, tejidos en la manufactura de Willem Dermoyen, perecieron por causa de una tormenta, con otros objetos que venían en la recámara del rey Felipe II, al desembarcar en Laredo el 8 de septiembre de 1559. Por ello, el monarca ordenó a su tapicero Willem de Pannemaker rehacer la serie y al cardenal Granvela supervisar el trabajo. Bernard van Orley, considerado el autor de los cartones, se inspiró en las estampas del Apocalipsis de Alberto Durero, publicadas en 1498.
La composición de los tapices, como el diseño de las estampas aparece dominada por una fuerte divisoria horizontal y un marcado un eje vertical, que gradúan las diferentes escenas en planos espaciales yuxtapuestos. A lo largo de los ocho paños se pueden contemplar las siete grandes visiones del relato apocalíptico, narradas a lo largo de sus veintidós capítulos, así como, la versión tejida de las catorce estampas de Durero. Cumplida la misión, Pannemaker se encargó personalmente de transportar a Madrid los seis tapices por él tejidos, más los dos de Dermoyen salvados del desastre de 1559, que le habían sido remitidos para servirle de modelos. El viaje, según se desprende de la Cuentade Pannemaker por conducir la tapicería del Apocalipsis de Flandes a España en 1561, conservada en el Archivo General de Simancas, comenzó en Bruselas en el verano de 1561 y finalizó en Madrid el 22 de octubre de 1562. Desde esa fecha la serie quedó vinculada a la colección real española y fue empleada en sucesivas ceremonias para decorar el monasterio de los Jerónimos, el de El Escorial y la Capilla del Real Alcázar de Madrid. Una copia tejida en 1975 decora la Basílica del Valle de los Caídos.
Palacio Real de La Granja de San IldefonsoWillem Dermoyen (act. 1530-1550), según cartón atribuido a Bernard van Orley (1487/91-1541), inspirado en las estampas de Alberto Durero (1471-1528)Oro, plata, seda y lana

BIBLIOGRAFIA...
Patrimonio Nacional,colecciones reales. 

sábado, 5 de noviembre de 2016

WILLIAM PERKIN Y LA ANILINA....LOS MATICES EN LA VESTIMENTA DEL SIGLO XIX

Nunca he dedicado apuntes sobre ese aspecto de gran incidencia en la moda como es su materia prima más utilizada, el textil, y una de sus técnicas más antiguas: el proceso de tintado o tintura.
Por el impacto que tuvo en la moda de la segunda mitad del siglo XIX,dedico esta publicación  a uno de los descubrimientos en este campo que influyó de manera notable en el colorido del traje femenino: la aplicación de los primeros tintes sintéticos en los tejidos, los cuales, hasta entonces eran teñidos con productos naturales.
Un nombre estaría relacionado con este momento de la historia de la moda: William Henry Perkin,químico británico, conocido por el desarrollo de los primeros tintes sintéticos y pionero de la industria química. Nació en Londres y era el séptimo hijo de un carpintero. Con 15 años entró en el Real Colegio de Química (hoy en día parte del Imperial College de Londres). Con 17, era alumno del ilustre August Wilhelm von Hofmann. Hofman, quien se encontraba experimentando para sintetizar quinina, un componente de la medicina contra la malaria, muy demandado en las colonias del imperio británico. En 1856, mientras Holfman estaba de viaje visitando a su familia, Perkin probó una idea suya y al ensayar la oxidación de la anilina, obtuvo un precipitado negruzco que se disolvió parcialmente en alcohol, dando un color púrpura que resultó ser un tinte estable y resistente a la luz. Se dio cuenta de que había obtenido el primer tinte sintético (la anilina morada, malveína, o en su honor, malva de Perkin). Con solo 18 años patentó la idea.
Junto con su padre y hermano, Perkin fundó una fábrica para producir estos tintes. El color obtenido, el violeta, había sido el más difícil de obtener de forma natural, siendo desde tiempos fenicios un gran negocio, por su coste de producción y, por tanto, indicación de realeza. Perkin no solo realizó el descubrimiento que lo hizo posible, sino que también organizó la fábrica, obtuvo el capital necesario, realizó labores comerciales y de venta, así como diversas mejoras técnicas en el proceso industrial. Para ello Perkin tuvo que desarrollar métodos de producción a gran escala y se construyó una fábrica en Greenford Green en Middlesex. Al principio se llamó laanilina tinte púrpura, pero, después de su éxito en Francia, fue rebautizado malva (omauveine), después de la palabra francesa para la flor de malva púrpura.
silk dress from the 1860s
Vestido original de 1860’s. Victoria & Albert Museum
El nuevo invento se hizo muy popular. No solamente resultaba mucho más barato la tintura de los tejidos, sino que la principal novedad radicaba en el resultado: los tonos brillantes que adquirían los textiles, nunca visto anteriormente. A ello se añadía la perdurabilidad del tono, la capacidad de lavado y resistencia a la luz.
Así se entiende cómo de manera casi inmediata, los colores malvas, azules y otros derivados de la anilina inundaron la industrial textil. Es por ello, que a los años que van de 1850’ a 1860’s se le ha denominado la «década malva», debido a la gran popularidad y demanda que experimentaron en ese tiempo los textiles de colores purpúreos y la cantidad de vestidos, accesorios, abrigos y otros complementos que se fabricaron en textiles de dichos tonos.
Vestido de día del siglo XIX (1874). El vestido muestra el color malva del periodo marcado por el primer tinte sintético de anilina, creado por William
Vestido original de 1874
The Godey's Lady's Book (1869),
“The Godey’s Lady’s Book”, 1869
1887. lamodaele
El brillo y la intensidad proporcionados por estos nuevos productos químicos encandilaron a las consumidoras de moda y aparecieron denominaciones nuevas para identificar los colores de los tejidos: además de las variantes de púrpuras y malvas, aparecieron: el magenta ácido, el violeta monseñor, el azul luminoso, lapislázuli, el verde algarrobo, verde rana, verde pavo real… sobre sedas, tartanes, algodones, terciopelos…
   Vestido original de 1874
A partir de entonces comenzó también el declive de los tintes naturales. Incluso cuando la moda de los colores más brillantes desapareció, los “viejos” colores obtenidos por tintes naturales fueron sustituidos por variantes sintéticas. Los tintes de anilina llegaron para quedarse.
1873- Victoria & Albert
Vestido original 1873.
 Vicotira & Albert Museum
1873. L'Elegance Parisienne
L’Elegance Parisienne, 1873
Pero pronto comenzaron a aparecer competidores a la empresa de Perkins. Entre ellos, los suizos Johann Rudolf Geigy-Merian y Alexander Clavel. En los diez siguientes años de patentar el nuevo producto, la actividad frenética de investigación de nuevos colorantes no cesó. Desde Francia, hasta Alemania y Suiza, los expertos no cesaron la búsqueda de nuevos colorantes, ampliando la gama de matices a los rojos, negro y, pronto a toda la gama del colorido.
En 1874, Perkin vendió su negocio y se retiró a disfrutar de la investigación privada y la vida familiar. Cincuenta años después de su descubrimiento, fue nombrado “caballero del Imperio Británico” por su contribución a la industria química nacional. Su logro no fue sólo el descubrimiento del colorante pero su desarrollo y explotación….Y, en especial, su aplicación en el mundo de la moda supuso un antes y un después…
Sin duda, Perkins podría considerarse una “personalidad de la moda”.
https://vestuarioescenico.wordpress.com/2016/01/25/william-perkin-y-la-anilina-intensidad-de-matices-en-la-vestimenta-femenina/
https://i.ytimg.com/vi/Was6ZXijC1M/maxresdefault.jpg