La relación del juego con la Corte
francesa se remonta varios siglos atrás. Diversos tipos de juegos y
pasatiempos, especialmente los de naipes, han tenido una influencia
relativamente destacada en la política y la cultura francesas.
Aunque
a día de hoy es imposible determinar cuál es el origen de los naipes,
los investigadores apuestan por su procedencia de Oriente. No cabe duda
que esta afirmación no es muy exacta por la amplitud de dicha
localización aunque los más audaces sitúan sus principios en China. De
cualquier modo esto solo pretende reforzar la realidad de que las cartas
no son originales de Europa como en una época se pretendió demostrar.
Su llegada Occidente tampoco está clara aunque la mayoría de teorías
apuntan a que pudieron llegar a través de las Cruzadas. Una vez en
Europa las cartas se extendieron a todos los rincones del mundo.
os naipes fueron evolucionando en
diferentes juegos y el protagonismo que tuvieron en lugares como Francia
en algunas épocas fue más que curioso, llegando a convertirse con
premura en el pasatiempo principal entre la nobleza e incluso en las
estancias más exclusivas de la Corte.
Un ejemplo de ello fue el piquet, conocido anteriormente como el cent,
un juego que se originó en Francia en el siglo XV y que fue considerado
como el mejor juego de cartas para dos personas. Se trata de una
modalidad compleja para la que se utiliza la baraja francesa reducida de
32 naipes y según se dice era una de las pasiones del rey Carlos VII.
Pero
si Hubo un momento de la historia francesa donde el juego cobró un
papel protagonista en Versalles fue durante el reinado de Luis XIV. Si
bien el monarca conocido como Le Roi Soleil (El Rey Sol) que
había heredado el trono con tan solo 5 años a la muerte de Luis XIII
nunca fue un gran aficionado a este tipo de ocio, el cardenal Mazarino
que gobernó Francia bajo la regencia de Ana de Austria debido a la corta
edad del rey, siempre había sido un amante del juego y transmitió su
pasión a la madre del joven soberano.
Posteriormente
Luis XIV se desposaría con la infanta española María Teresa de Austria
que nunca se integró plenamente a las obligaciones de la Corte, en parte
propiciado por su poco dominio del idioma francés, pero que sí se
convirtió en la anfitriona del juego en palacio, dejando a su muerte una
deuda de 100.000 coronas que el monarca tuvo que pagar, situación que a
la postre se repetiría también con su hijo y su nieto.
Poco
después y tras varios escarceos amorosos, Luis XIV vivió un idilio de
10 años con la marquesa de Montespan con la que tuvo 4 hijos bastardos y
por la que también tendría que realizar pagos de grandes fortunas, ya
que era otra mala jugadora que habitualmente se veía envuelta en deudas
de diferentes enfrentamientos.
Fue
durante esa época que el juego se fue imponiendo en todas las embajadas y
locales de París. Tal fue la popularidad que tuvo esta actividad en la
Corte durante el reinado de Luis XIV que incluso en la actualidad existe
un juego de cartas llamado Versailles con todos los personajes de estas tramas.
a Francia más poderosa nunca se desligó
de su pasión por el juego y años más tarde otra figura histórica como
Napoleón se mostraba como un enamorado del ajedrez, algo que en cierto
modo era lógico tratándose de uno de los más grandes estrategas en las
contiendas, sin embargo parece ser que su habilidad en el tablero no era
tanta como en el campo de batalla.
Era
tal la pasión del militar francés por este juego que en una ocasión
incluso viajó a Viena a enfrentarse con un famoso autómata de la época
conocido como “El Turco”
que había sido creado por un científico eslovaco llamado Wolfwang Von
Kempelen. La fama que precedía a esta máquina (incluso Edgar Allan Poe
escribió sobre el automata en “El jugador de ajedrez de Maelzel”) había
llegado a oídos de Napoleón que no pudo resistirse a la tentación de
medirse con ella perdiendo en sus tres enfrentamientos, algo que también
les ocurrió a otras figuras como Federico II de Prusia, Catalina II y
el duque ruso Pavel. Aunque su inventor afirmaba que funcionaba con
campos magnéticos, la mayoría de conocedores dicen que se trataba de un
buen jugador de la época de nombre Johann Allgaier, que se mantenía
escondido dentro de la máquina mientras iba realizando los movimientos
de la partida. Sea como fuere aquello estuvo a punto de costarle muy
caro al emperador francés, ya que sus enemigos le habían preparado una
trampa para su captura que finalmente no tuvo éxito.
Como
no, tiempo después Napoleón se convertiría en un jugador habitual del
21 (blackjack) durante sus meses de encierro en la Isla de Elba que
precedieron al final definitivo de su imperio en la batalla de Waterloo. Otro juego que gozaba de gran popularidad en la Francia de la época y que hoy sigue siendo una de las estrellas de los modernos casinos.
http://eldiario.deljuego.com.ar/submenuanalisisdelsector/3147-en-la-corte-del-rey-sol-tambien-habia-aficionados-al-juego.html
https://revistadehistoria.es/los-juegos-en-la-corte-de-francia/
https://arsmagazine.com/fiesta-y-entretenimiento-en-la-corte-del-rey-sol/
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