Durante la primera mitad del siglo XX los trabajos
sobre Tartessos continuaron la tradición anterior, es decir, la búsqueda
de la identificación de Tartessos-ciudad y la identificación geográfica
de los accidentes, topónimos y elementos de carácter monumental
arquitectónica citados esencialmente en la Ora Marítima de
Avieno, elaborándose hipótesis sobre emplazamientos según el mayor o
menor conocimiento de la evolución geográfica del terreno. A finales de
la década de los sesenta, con motivo de las excavaciones en El
Carambolo, junto a Sevilla, Carriazo optó por su ubicación en el
Aljarafe.
La referencia a A. Schulten es obligada por la
influencia que produjo en la investigación española. Adolf Schulten está
considerado como el padre de la investigación moderna sobre Tartessos.
Este catedrático de historia antigua fue un destacado hispanista alemán,
que sin embargo, no se dedicó en exclusiva a estudiar esta civilización
al sur de la península y realizó excavaciones arqueológicas en otros
puntos de España, Italia y el norte de Africa. Sin embargo, su verdadera
obsesión fue encontrar los vestigios de la ciudad de Tartessos, algo
que no logró hacer. Se empeñó en excavaciones en el actual Parque
Nacional de Doñana, cerca de la desembocadura del río Guadalquivir y
halló un poblado romano en el Cerro del Trigo, que creyó era una
población situada sobre los restos de la mítica ciudad.
Buena parte de sus conclusiones sobre esta
civilización se basaron en textos bíblicos y sobre todo en las
referencias halladas en los clásicos griegos, como la "Ora Marítima" de
Avieno, una obra del s. IV d.C., basada a su vez en las descripciones
sacadas del Periplo, obra que si realizó posiblemente un autor
contemporáneo de los últimos años de Tartessos. Su condición de
lingüista determinó en buena parte sus teorías, principalmente, porque
la investigación de Tartessos estaba en pañales y los restos
arqueológicos eran muy escasos. Sin embargo, su obra "Tartessos",
publicada a mediados de siglo, fue la auténtica reactivadora de la
investigación futura sobre la civilización perdida.
En su obra Tartessos Schulten sitúa a dos pueblos
llegados de Africa en el sur de la península, primero los ligures y
posteriormente los íberos, estos conformados por numerosas tribus. Según
sus datos los íberos ya estaban en la península, a la que dieron
nombre, en el 4.000 a.C., pero considera que no eran un pueblo
capacitado culturalmente para dar origen a una civilización avanzada
como la que los griegos llamaron tartésica. El investigador alemán
considera que hacia el 3.000 a.C. llegaron al sur de la península unos
invasores procedentes de Creta, a los que denomina como pretartésicos,
que a su juicio pusieron las bases del desarrollo posterior, y que ya en
el 1.100 a.C. se había conformado como Tartessos.
Sin embargo, Schulten considera que el nacimiento de
Tartessos tiene su origen en la llegada de pueblos procedentes de Asia
Menor, más avanzados culturalmente como la mayoría de los de esta zona, y
que tras arribar a las costas andaluzas se convirtieron en la clase
dominadora, ejerciendo su poder desde el Algarve portugués hasta el
levante español. Este pueblo era originario de Lidia, los Tirsenos, y
empujados por otros pueblos desplazados de Europa, iniciaron un éxodo
hacia occidente, que les llevó a fundar civilizaciones como Tartessos o
Etruria, un pueblo ubicado en la península itálica y que también se
reviste de algunos caracteres casi mágicos. Esta emigración se produjo
en torno al 1.200 a.C.
Casi coincide esta llegada de los tirsenos a
Andalucía con la fundación de Gadir (Cádiz), en el 1.100 a.C.,
aproximadamente. Schulten entiende que los fenicios quisieron comerciar
con Tartessos, un pueblo rico en minerales, y trataron de establecerse
en varios puntos de la costa andaluza, Sexi y la Isla de Saltes (junto a
Huelva), hasta que el reino de Tartessos les otorgó permiso para fundar
una colonia en la actual Cádiz, la ciudad trimilenaria. A los
pobladores ya establecidos les interesaba mantener una relación
comercial con los fenicios, dominadores del Mediterráneo, y así lo
hicieron durante mucho tiempo.
La relación no fue sin embargo, siempre pacífica, y
se produjeron guerras, e incluso los fenicios dominaron a Tartessos
durante años según el historiador alemán, hasta que comenzó su declive.
También permitieron los tartessos establecer colonias en su territorio a
los focenses, una tribu griega, de forma que tuvieron una segunda
alternativa comercial, que tomó mayor relevancia a partir del declive
fenicio, que se inicia con la caída de Tiro. Hablamos ya del siglo V II
a.C. De esta presencia focense, principalmente en el Levante, quedan
notorias muestra de su influencia en el arte íbero.
La caída de los fenicios, que dejaron de dominar el Mediterráneo, supuso la expansión de los cartagineses, que según la teoría expuesta por Schulten, fueron los destructores de Tartessos entre el 520 y el 509 a. C. Después llegó a la península la dominación romana, que encontró cierta resistencia en los pueblos denominados turdetanos, herederos de los míticos y ya desaparecidos tartessos. Esta resistencia contrasta con la afirmación del historiador alemán que asegura que estos primitivos andaluces no fueron grandes luchadores y tuvieron que recurrir a mercenarios celtas o de pueblos íberos del norte para hacer frente a sus batallas.
La caída de los fenicios, que dejaron de dominar el Mediterráneo, supuso la expansión de los cartagineses, que según la teoría expuesta por Schulten, fueron los destructores de Tartessos entre el 520 y el 509 a. C. Después llegó a la península la dominación romana, que encontró cierta resistencia en los pueblos denominados turdetanos, herederos de los míticos y ya desaparecidos tartessos. Esta resistencia contrasta con la afirmación del historiador alemán que asegura que estos primitivos andaluces no fueron grandes luchadores y tuvieron que recurrir a mercenarios celtas o de pueblos íberos del norte para hacer frente a sus batallas.
La gran obsesión de Schulten fue encontrar vestigios
de la ciudad de Tartessos, la capital del reino. Sus investigaciones
sobre la literatura clásica le llevaron a identificar esta ciudad con la
mítica Atlántida descrita por Platón y en su libro realiza una cuidada
comparación entre las supuestas características de ambas civilizaciones,
basada principalmente en aspectos geográficos. Schulten describe a
Tartessos como una ciudad rica instalada en una especie de isla. Esta
isla sería el terreno ubicado entre los tres brazos que entonces
formaban la desembocadura del río Guadalquivir. Estos tres brazos
procedían del lago Ligur, lo que hoy se podría identificar con la
marisma del Guadalquivir.
En este punto geográfico, unos 10 kilómetros tierra
adentro, debió situarse la que fue primera ciudad-Estado de occidente
según Schulten. El historiador alemán encontró vestigios de un poblado
romano en el Cerro del Trigo, en el interior del Parque Nacional de
Doñana. Allí realizó numerosas excavaciones pero no llegó a encontrar
los restos de Tartessos y en sus últimos años se convenció de que
posiblemente su teoría era errónea.
La civilización tartésica tenía la
peculiaridad de ser una monarquía en la que la clase dominante gobernó a
los pueblos íberos del sur (curetes, massieni, bástulos, etmanei,
cempsi, etc.). Se estableció una clase aristocrática, posiblemente los
sucesores de los Tirsenos llegados del Asia Menor. El único rey
tartésico alejado del mito es Argantonio, que según Herodoto vivió 120
años y reinó durante 80 en Tartessos. Sus antecesores míticos serían
Gerón, Gargoris o Habis.
La civilización tartésica tuvo una economía próspera y
una cultura superior a las que en el primer milenio a.C. se daban en
occidente, más parecida a las del oriente. Fueron un pueblo que basó su
economía en la minería, el comercio marítimo y la agricultura.
Aprovecharon la riqueza minera de la región y gozaron de una avanzada
industria metalúrgica. Además, fueron grandes navegantes. Aunque según
Schulten no existen datos sobre las naves que utilizaron, el hecho de
que trajesen estaño desde el norte, hace suponer que sus naves eran
sólidas y rápidas. Probablemente también disponían de otras naves que
surcaban el Guadalquivir para llevar a la costa la materia prima con la
que después comerciaban. El río fue el centro de esta civilización y en
su entorno crecieron las ciudades más importantes. En el campo agrícola y
ganadero, los toros, la oveja, que producía una lana rojiza, el trigo o
la miel fueron sus principales productos. El olivo lo introdujeron en
la península los fenicios.
Eran un pueblo culto, que poseía el don de la
escritura y amaban artes como la danza o la música, lo que cuadra
completamente con ese escaso gusto por las armas y su tendencia a
recurrir a mercenarios del norte. Adoraron al Sol y a la Luna. Según
supone Schulten, sería lógico pensar que gozaron de obras históricas en
prosa y verso, de hecho en la literatura griega existen referencias a
los anales tartessos y a la existencia de unas milenarias leyes escritas
en forma métrica. Todas estas características y algunas más, hicieron
ver al alemán que el carácter de los Tartessos era un claro precedente
de los actuales andaluces.
Este es el resumen de la visión de Schulten
sobre Tarsis-Tartessos, fenicios, griegos y cartagineses, y el punto de
partida para la investigación durante decenas de años, desde
aproximadamente 1920 hasta finales de la década de los años sesenta.
M.Almagro-Gorbea sugiera la existencia de un período
proto-orientalizante, anterior a la llegada de los fenicios, datado
entre los siglos XI y VIII a.C., caracterizándose por contactos
esporádicos, según se advierte en un conjunto de objetos de importación
de Oriente.
El descubrimiento más significativo respecto a las
excavaciones arqueológicas se produjo el 30 de septiembre de 1958, en el
curso de unas obras de ampliación en los terrenos de la Real Sociedad
de Tiro de Pichón de Sevilla, asentada en la colina de El Carambolo en
al Aljarafe sevillano. Se halló un conjunto de piezas áureas, dentro de
una vaso a mano, compuesto de veintiuna piezas de oro de 24 quilates y
un peso aproximado de 2950 gramos, consistente en un collar, dos
brazaletes, dos pectorales y dieciséis placas. ¿Qué significaban estos
hallazgos? El descubrimiento de la realidad material de la cultura
material del Bronce final. Pero lo más importante es la atribución del
El Carambolo como yacimiento tartésico - y no la ciudad de Tartessos-
sugiriendo un concepto más amplio espacial, según Carriazo (descubridor
del Tesoro), quien desmitificó la idea de Schulten. Admite que los
orígenes se hallan en el II milenio A.C., previa a la fundación de
Gadir, y que floreció entre los siglos IX y V, teniendo su apogeo en el
siglo VII a. C. En cuanto a su decadencia, no fueron los cartagineses
sus causantes, sino sencillamente por la imposición del hierro en
detrimento del monopolio tartésico del estaño. Carriazo defendió el
origen autóctono de esta cultura, como evidente, su descubrimiento por
motivos comerciales por parte de fenicios y griegos y su carácter
regional en el ámbito geográfico del bajo Guadalquivir. Los fenicios son
meros accidentes y visitantes circunstanciales, pero no el elemento
efectivo en la conformación de esta etapa histórica, pues Tartessos era
ya preexistente.
Pectoral de oro
Tesoro de Carambolo
Las décadas de los años setenta y ochenta han sido de
gran actividad arqueológica, que han influido lógicamente en los puntos
de vista sobre Tartessos. Los estudios de territorio en las provincias
de Huelva, Sevilla, Cádiz y Córdoba, en la arqueología Espacial, han
constituido uno de los aspectos importantes para conocer la distribución
de los asentamientos protohistóricos, su relación con los medios de
producción y vías de comunicación, delimitación político-administrativa y
étnica del territorio, modelos y características de los asentamientos y
la posibilidad de los centros y su periferia productiva.
En suma, se posee un número suficiente de datos que
permiten contrastas textos y arqueología, y centrar el problema de
Tartessos más correctamente desde posiciones teóricas e históricas,
contemplándose un mayor número de variables, que habían pasado
inadvertidas, por esbozar un panorama más matizado y diferente, no sólo
como proceso interno, sino por su proyección hacia el interior
peninsular, el Mediterráneo y Atlántico.
https://www.ecured.cu/Tribus_tartessos
https://www.editorialrenacimiento.com/biblioteca-historica/1302-tartessos.html
http://www.enciclonet.com/articulo/tartesos/
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