Bajo
control de Francia desde el siglo XVII, Luisiana pasó a manos españolas
en 1762 al finalizar la Guerra de los Siete Años que enfrentó a España y
Francia con Inglaterra. La administración española termina en 1801,
cuando el gobierno de la provincia del Mississippi vuelve en secreto a
Francia. Entre 1801 y 1803, el presidente Jefferson dirigió las
negociaciones para la compra de Luisiana con el gobierno de París,
dirigido por Napoleón Bonaparte, entonces Primer Cónsul francés. La
Compra de Luisiana constituye el comienzo de la expansión de Estados
Unidos hacia el oeste, un movimiento que se desplegó durante todo el
siglo XIX hasta llegar al Pacífico; pero también fue fuente de conflicto
con España, ya que no se habían definido los límites del territorio
adquirido. Solo con el tratado de Adams-Onís, en 1819, se establecieron
las fronteras definitivas entre el Virreinato de Nueva España y Estados
Unidos.
La
Guerra de los Siete Años supuso la desaparición de Francia en
Norteamérica, que quedaba así dividida en dos esferas de influencia:
inglesa y española. España, aliada de Francia, perdería la Florida en
esta guerra pero obtendría, como compensación, la Luisiana francesa, un
inmenso territorio apenas explorado al oeste del Mississippi.
Con
la independencia de los Estados Unidos, la Luisiana pasó a ser el
territorio de frontera entre este país y las posesiones españolas.
En
este momento, España, recuperando la Florida y expandiendo sus
asentamientos hacia el norte del Pacífico, alcanza el punto máximo de su
presencia en Norteamérica.
La
Luisiana era fundamental para la economía estadounidense: el interior
de este país necesitaba el río Mississippi, bajo control español, para
comunicarse con el resto del mundo. En 1795, los españoles abrieron el
Mississippi al comercio estadounidense.
En
1801, España devuelve en secreto el territorio de Luisiana a sus
aliados franceses. Dos años más tarde, Napoleón venderá la Luisiana a
los Estados Unidos, presididos por Jefferson, con lo que este país
duplicará su extensión a cambio de una cantidad irrisoria de dinero.
La
venta de la Luisiana no definía realmente el territorio que se vendía y
las controversias entre España y los EE.UU. fueron inmediatas: éstos
defendían una adquisición que llegaba hasta el Pacífico, mientras que
los españoles la limitaban a las riberas del Mississippi. Expediciones
como las de Lewis y Clark (1804-1806) y Zebulon Pike (1806-1807) eran
consideradas por los americanos un reconocimiento de su territorio y por
los españoles, incursiones oportunistas más allá de sus fronteras, que
eran bloqueadas siempre que era posible.
Las
controversias se resolvieron en 1819 mediante el Tratado Adams-Onís,
que definió finalmente una frontera entre Estados Unidos y España. Este
tratado supuso un cambio en los equilibrios territoriales en el
continente norteamericano. España obtuvo el reconocimiento de su
soberanía sobre Texas a cambio de ceder Florida (cuyo gobierno de facto
no controlaba ya) y se permitió a Estados Unidos expandir su frontera
hasta el Pacífico por encima del paralelo 42.
Las
fronteras definidas en el Tratado Adams-Onís no correspondían
exactamente con la ocupación real hasta el momento: el tratado quitaba a
España ciertas regiones, pero a cambio expandía su dominio nominal en
zonas, como el norte de California, que ni siquiera estaban en el mapa.
Tras la independencia de México en 1821, fue este país el que hizo
efectivo el dominio hispano sobre las zonas recogidas en el tratado.
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