jueves, 29 de septiembre de 2016

JEAN BERNARD LEON FOUCAULT Y EL PENDULO

Físico y óptico francés, nacido en París , cuyas contribuciones a la astronomía, en diversos campos de investigación, han sido determinantes para la historia y el avance de esta ciencia.
Debido a su precaria salud cuando era niño, desarrolló una timidez que ya no le abandonaría en su toda su vida. Aunque no fue brillante en sus estudios, destacó siempre por sus habilidades manuales. Una vez conseguido el título de bachiller, hizo estudios de medicina, con especial interés por las técnicas de microscopía; sin embargo, nunca ejerció su profesión, sino que prefirió volcarse en la física y la química, concretamente en las técnicas de preparación de microscopios médicos. Cuando supo del descubrimiento de Daguerre, la fotografía, se mostró muy interesado, especialmente por su aplicación a sus investigaciones. Así, construyó algunos aparatos y también perfeccionó los de Daguerre, lo que le permitió lograr las primeras fotografías de preparaciones a través del microscopio.
Preocupado por la calidad de luz que se empleaba en el microscopio, aprovechó los recientes descubrimientos de Grove y Mutse en la fabricación de pilas eléctricas y construyó un arco eléctrico que producía una luz blanca y brillante, de calidad muy superior a las lámparas de gas de la época. Para esto, desarrolló un mecanismo que ajustaba automáticamente la distante entre los carbones del arco con el fin de obtener una mayor estabilidad de la luz. También se interesó por la cuestión de la velocidad de la luz -afán que compartía con otros grandes cerebros de la época-, así que construyó un aparato que comparaba la velocidad de propagación de la luz con la del agua, mediante el cual pudo demostrar que en este elemento la luz se propagaba más despacio. Colaboró con Fizeau en el experimento de la rueda dentada, lo que le permitió medir la velocidad de la luz desde parámetros terrestres. En 1845 fue editor del Journal de Débats.
Años más tarde, demostró la rotación de la Tierra mediante un péndulo de oscilación (péndulo de Foucault). Basándose en el principio de que una masa oscilante tiende a mantener inmutable su plano de oscilación, Foucault suspendió un alambre de acero de 67 metros de largo en una cúpula en el interior del Pantheón de París. En la extremidad inferior del alambre había colocado una esfera de acero, con una punta que trazaba, en cada oscilación, surcos sobre una capa de arena colocada en el pavimento. Si la Tierra girase alrededor de su propio eje, decía Foucault, la dirección de los surcos trazados cada vez, debería cambiar con el transcurrir de las horas. Su cálculo se mostró exacto y el movimiento rotatorio de nuestro planeta fue, por primera vez, demostrado de manera experimental.

Se dice que el invento del péndulo de Foucault es un producto de la casualidad. Cuando en 1848, León Foucault trabajaba en su taller intentando acoplar una pesada barra metálica a un torno, mientras era sostenida mediante un cable de acero, Foucault reparó en una curiosa propiedad. El conjunto del cable más la barra formaba un péndulo, que oscilaba en un plano vertical el cual permanecía invariable (aparentemente invariable en intervalos de tiempo de unos minutos). Foucault observó que este plano se mantenía incluso rotando el sistema de sustentación del cable, lo que marcaba una diferencia entre el sistema tierra y el sistema que giraba con el sistema de sustentación: para el primero se conservaba el plano de oscilación del péndulo y para el segundo, no.
La experiencia parecía indicar que el plano de oscilación sólo se conservaría para sistemas de referencia inerciales, lo cual predecía que, dado que la tierra también gira (lentamente), podría detectarse el cambio del plano de oscilación de un péndulo respecto a la tierra, si se proveen las condiciones necesarias de observación.
Foucault construyó sucesivamente dos péndulos: uno de dos metros en su taller y posteriormente uno de once metros en el Observatorio de París, observando una rotación en sentido horario del plano de oscilación. Entonces, se le encargó la construcción de algo más espectacular para la Exposición Universal de París. Foucault montó un péndulo de 67 metros en el Panteón de París (también conocido como Iglesia de Santa Genoveva). Usó una bala de cañón de 28 Kg a la que soldó una fina punta metálica. Suspendió el péndulo de la cúpula y esparció una capa de arena en el suelo, para que la punta marcara la posición del péndulo de una manera trazable. Protegió con una barandilla circular una zona de unos cinco metros de diámetro en la que llevar a cabo las oscilaciones, y puso en marcha una serie de demostraciones públicas. En ellas, el péndulo era separado de la posición inferior y retenido mediante una cuerda, que le impedía caer. Al comienzo de la demostración, se prendía la cuerda, que cuando se había quemado lo suficiente se rompía, iniciando la oscilación del péndulo. Al cabo de unos minutos, se podía percibir el progresivo regruesamiento de la traza de la punta del péndulo sobre la arena. Pasadas horas, la anchura del sector circular era de unas decenas de grados.
El éxito de este experimento, llevó a Foucault a idear otros similares, como el del giróscopo, que también originó una demostración pública en 1860 (aunque sin el éxito o la espectacularidad del péndulo).

Foucault puso en movimiento un péndulo que pesaba 28 kilos y medía 67 metros de largo, y registró que el nivel de oscilación del péndulo giraba lenta pero continuamente en dirección de la marcha del reloj. La causa de este giro es, según los físicos, la Fuerza de Coriolis, que lleva el nombre del físico francés G.G. Coriolis, 1792-1843), también llamada aceleración angular. Resulta del movimiento de giro del globo terrestre y provoca una desviación de las masas hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el sur. Además, las corrientes del aire y del mar globales están sometidas a la influencia de esta misma fuerza.
El experimento de Foucault permitió demostrar el movimiento rotatorio de la tierra. Un péndulo cuyo punto de sujeción le permite oscilar libremente en cualquier dirección es usado para repetir el experimento que el físico francés Foucault realizó por primera vez en público en París en 1851.
El péndulo consiste en una masa sostenida por un cable, que se mantiene en movimiento. Al estar bajo estas condiciones (ver gráficos), el plano de oscilación gira lentamente respecto a una línea trazada en la tierra, aun cuando la tensión del alambre que soporta a la masa y fuerza gravitacional sobre ella, se encuentran en un plano vertical.


GRAFICO 1
                                            'Péndulo de Foucault'
1.- Movimiento del plano pendular (en el sentido de las agujas del reloj).
2.- Desplazamiento del plano de oscilación debido a la rotación de la Tierra.
3-. Movimiento de rotación de la Tierra (en el sentido contrario a las agujas del reloj).
GRAFICO 2
                                                 'Péndulo de Foucault'
El periodo de oscilación es menor en los polos, en donde giraría una vuelta completa cada 24 horas, mientras que en el ecuador el plano de oscilación no experimentaría ningún sentido de rotación.


Con todo, su mayor contribución a la observación astronómica consiste, sin lugar a dudas, en la invención del método para construir espejos parabólicos, con el que abrió así el camino al desarrollo de los modernos telescopios de reflexión. Otro de los trabajos más interesantes de Foucault fue la invención del giroscopio ; también fue el primero en introducir, en el año 1857, una superficie reflectora de vidrio plateado que sustituía a las metálicas que se habían utilizado hasta entonces en la composición de los telescopios y los habían mejorado sensiblemente. En 1864 fue nombrado miembro de la Royal Society, y al año siguiente de la Académie des Sciences
http://www.enciclonet.com/articulo/foucault-jean-bernard-leon/
http://www.taringa.net/post/ciencia-educacion/12167825/El-giroscopio.html
http://html.rincondelvago.com/pendulo-de-foucault.html

domingo, 25 de septiembre de 2016

RECORDANDO LA HISTORIA DE LA FARMACIA

En el dia mundial del farmaceutico y en honor a esta profesión,recorramos someramente su historia... El inicio de la farmacia y la medicina sin duda fue el mismo y de la mano han seguido hasta hoy. No se sabe quién se convirtió en el primer brujo, chamán, hechicero, curandero o similar, ya que las primeras personas dedicadas a tratar los problemas de salud de sus semejantes recibían ese nombre. Sus funciones sanadoras aglutinaban especialidades diversas que iban desde la preparación de curas o la cirugía más salvaje hasta danzas variadas para ahuyentar a los malos espíritus. Con el tiempo, estas “especialidades” se fueron separando, pero en muchos casos, y durante muchos siglos, médico y farmacéutico fueron una misma cosa.
Ya en la Edad Antigua conviene destacar los esfuerzos que nuestros compañeros sanitarios de la época realizaron en el seno de civilizaciones tan importantes como la surgida en India, que desarrolló la medicina Ayurveda nueve siglos antes de nuestra era y que hoy día sigue utilizándose. Utilizaban medicamentos como la coloquíntida o el cannabis, que eran elaborados y guardados exclusivamente por individuos pertenecientes a la casta de los brahmanes.  El libro Susruta samjitá data del  siglo VI a. C. y describe remedios vegetales (¡700 plantas!), animales y minerales  para su uso medicinal, algo impresionante si tenemos en cuenta que la primera farmacopea occidental no aparece hasta el Renacimiento.
En Egipto contaron con su propio dios-farmacéutico: Anubis. Según la mitología egipcia la diosa Isis cultivaba plantas medicinales y transmitió a sus hijos, los dioses Horus y Anubis, sus inquietudes y conocimientos, convirtiéndose ambos en los proveedores de medicamentos del resto. Su trabajo era supervisado por Thot, dios de la sabiduría, escritura, música…y creador de la medicina, también llamado, lo que son las cosas,Pha-ar-maki. La medicina y la farmacia se enseñaban a los sacerdotes en las “casas de vida” de los templos. Allí, en las llamadas Asi-t, los sacerdotes denominados urma preparaban y almacenaban los medicamentos.
En Grecia se tomaron el tema farmacéutico bastante más en serio, al menos en el ámbito de la mitología. La ciencia griega bebía de la egipcia y la babilónica, pero también lo hizo de sus creencias. Idearon un compendio de deidades para casi todo, incluyendo por supuesto la salud. Así, encontramos a Hecate o Pharmakis, diosa de la magia y experta en plantas medicinales, Apolo y Artemis, con poderes curativos, Asclepios/Esculapio, hijo de Apolo y dios médico por excelencia que transmitió sus saberes a sus hijas, destacando Hygea, personificación de la salud y la higiene y Panacea, asociada con los remedios infalibles. Por cierto, la copa y la serpiente que usamos como símbolo de nuestra profesión tiene su origen en Hygea. Para Hipócrates, las enfermedades son causadas por un desequilibrio entre los cuatro humores del cuerpo (bilis, atrabilis o bilis negra, sangre y flema) y los medicamentos debían restablecer dicho equilibrio. Aparece personal especializado en la preparación de medicamentos como los pharmacópolas, que comercializaban plantas medicinales, los rizótomos, que las recolectaban y asclépides, que suministraban remedios en los asclepiones de los templos a los médicos. En los alipterion de los gimnasios los medicamentos eran preparados y dispensados por el gimnasiarca. He aquí la primera farmacia del mundo accidental.
Roma continuó la senda marcada por los griegos y llevó la cultura clásica a su máximo esplendor. Médico y farmacéutico seguía siendo lo mismo. Dioscórides escribe Materia Médica, Andrómaco lleva a la fama su Triaca Magna y Galeno, que creía que los medicamentos debían producir un efecto contrario al síntoma de la enfermedad, los prepara él mismo en su gabinete.
     
En la Edad Media el retroceso en las ciencias y las artes fue brutal. El culto a lo divino como herramienta de curación siguió vigente con el cristianismo, destacando santos como S. Cosme (cirujano) y S. Damián (médico-farmacéutico), habitualmente representados juntos y patronos de la medicina y la farmacia. Sin duda, la máxima expresión de la relación salud-divinidad se dio en esta época. Había casi tantos “santos-medicamento” a los que rezar como enfermedades, y si eras un privilegiado hasta podías hacerte con una reliquia de alguno de ellos, un remedio infalible. Se siguieron utilizando las antiguas teorías médicas de griegos y romanos, ya que eran considerados el summum de la civilización occidental, siendo Bizancio donde más esplendor alcanzaron.
Los reductos culturales por antonomasia fueron los monasterios y conventos. En estas plazas fuertes del saber se mantuvieron vivas las artes heredadas de Grecia y Roma. Muchas órdenes religiosas tenían en sus recintos boticas, las primeras del S. IX, normalmente asociadas a hospitales, en las que los monjes boticarios preparaban medicamentos y cultivaban plantas medicinales en el huerto anexo.
Sin duda, los únicos que se salvaban en Europa de la siega cultural que supuso la caída del Imperio Romano, fueron los musulmanes asentados en el sur del continente desde el año 711. Se mostraron abiertos a las teorías científicas tanto de la antigüedad como del momento sin importar su procedencia. Las desarrollaron y mejoraron alcanzando cotas del saber nunca vistas en Europa hasta el Renacimiento gracias a personajes como Avicena. Se crearon los grabadines, códigos que describían la correcta elaboración de medicinas, las materias primas empleadas y las tarifas para los pacientes. Se escribieron numerosas obras sobre medicamentos, como la “Colección de medicamentos y elementos simples” de Ebn-Beitar, con más de mil referencias. Introdujeron en España, entre otras cosas, la famosa triaca, los albarelos y la destilación. Algunos autores consideran que los árabes fueron los que crearon la farmacia como profesión independiente (abrieron la primera en Bagdad).
Esta separación entre la profesión médica y la farmacéutica se hizo oficial en Europa en 1240 en virtud al documento firmado por Federico II de Alemania. Es la Carta Magna de la profesión e indicaba las normas que los farmacéuticos debían cumplir, regulaba la preparación de medicamentos y sus precios.
En el Renacimiento la cosa empieza a mejorar al evolucionar el pensamiento. Todo, salvo la religión, se empezó a cuestionar en el mundo de la ciencia. Un claro ejemplo lo encontramos en el suizo Paracelso, que ataca las teorías de intocables como Galeno. Implanta el concepto de yatroquimia, que defiende la química como terapia, dando un empujón crucial a la farmacia, hasta entonces basada casi en su totalidad en remedios vegetales.
El farmacéutico renacentista ve reconocida su labor, realiza estudios propios que son examinados por el Tribunal del Protomedicato y profundiza en la farmacia como ciencia, realizando todo tipo de estudios y publicaciones (Dusseau, Lespleigney, Melich, etc). De hecho, aparece la primera farmacopea en 1498, el Recetario Florentino. Las farmacias se enriquecen con las nuevas materias primas surgidas de la química y las traídas de América. Se organizan utilizando elementos propios de la farmacia como el botamen. Surgen eminentes boticarios como los alemanes Besler, y Tabernaemontanus, grandes botánicos, al igual que su colega belga Coudenberg (introductor de la piña en Europa). Ralla, también aleman, destila el éter.

Llegados al siglo XVII los farmacéuticos tienen un papel indiscutible en el ámbito de la ciencia, y comienzan a dedicarse a la química con  más interés. Abundan las publicaciones científicas escritas por farmacéuticos, comienzan a introducirse en las academias y asociaciones científicas, adquieren nuevos roles como formadores, investigadores o en puestos de reciente creación como Boticario Mayor del Rey o Boticario Mayor del Ejército. La oficina de farmacia se desarrolla separando la zona de atención al público del laboratorio y utilizando materias primas cada vez más fiables. Se introduce la quina, la ipecacuana, el bálsamo del Perú, etc. Los farmacéuticos del Barroco fueron los grandes impulsores del uso de productos químicos como medicamentos, a lo que los médicos de la época se oponían, burlándose de ellos abiertamente. Esto deja claro la mentalidad que los boticarios, como hombres de ciencia que eran, tenían en un periodo de la historia complejo, en el que chocaban las nuevas teorías con la Iglesia y con lo establecido (que se lo digan a Galileo Galilei).
También se mantenían remedios de toda la vida, como la triaca, la carne de momia…no se borran siglos de ignorancia así como así. Como novedad terapéutica aparecen los enemas, que arrasaron sobre todo entre las clases altas. El caso es que su aplicación era responsabilidad del farmacéutico (que manía nos tenían los médicos), pero delegaban en sus ayudantes y se limitaban a supervisar el evento.
Los boticarios franceses destacan en este siglo como los alemanes en el anterior. Beguin descubre la acetona,  Seignette el tartrato sódico potásico, Glaser el nitrato y sulfato potásicos, Le Fevre el acetato mercúrico e inventa el oleómetro. Glaubero (éste es alemán) descubre el acetato potásico y el cloruro de etilo. El español Juan Salvador y Bosca crea el primer herbario de la flora nacional.
Por fin llegó el S.XVIII y La Ilustración, una época dorada. La yatroquímica sigue ganando terreno (ácido bórico, mentol, etc). Se extiende el uso de los albarelos, de uso exclusivo farmacéutico, surgen más academias científicas, como la Nacional de Medicina, fundada en la rebotica del ilustre boticario José Hortega o la de Ciencias de Barcelona, fundada también en una rebotica, la de Francisco Sala. Nace el Colegio de Farmacéuticos de Madrid muy a pesar del colectivo médico, que quería controlar a los farmacéuticos, que publica farmacopeas, imparte formación, crea un laboratorio de química, y curiosamente, prepara en exclusiva la triaca.
Siguieron apareciendo nuevos fármacos, muchos traídos de América, como la causia. Otros se recuperaron de tiempos pasados, como el aceitede ricino y se usaron junto con los más modernos, como el aceite de hígado de bacalao. Sin duda el arsenal terapéutico mejoró, pero se seguían utilizando panaceas, como el elixir de larga vida, patentado en Inglaterra.
                                                Laboratorio S.XVIII
En España, Carlos III divide el Protomedicato en tres Audiencias, correspondientes a la medicina, la cirugía y farmacia, logrando así la profesión una independencia que siempre buscó. Insignes farmacéuticos aportaron sus conocimientos a las ciencias españolas. Jaime Salvador y Pedrol fue el botánico más famoso del país, Gil-Francisco Boulduc descubre el sulfato sódico, Félix Palacios introduce la yatroquímica, Casimiro Gómez Ortega promueve la botánica y descubre diversos géneros y especies.
En el resto de Europa también brillan los farmacéuticos. Proust enuncia su “Ley de las Proporciones Definidas”, Scheele descubre, entre otros, el oxígeno, el nitrógeno y la glicerina, Vauquelin el cromo, Hoeffer el ácido bórico, Böttger el caolín, Newmann aisla el timol, Rouelle (pionero de la bioquímica y maestro de Proust y Lavoisier) definió las sales, los Rose descubren el bicarbonato sódico y el niobio, etc.
Wenzel publica su ley cuantitativa de la acción de las masas y Jeoffroy la ley fundamental sobre la afinidad.  Sloane funda el Museo Británico en Londres (no todo van a ser descubrimientos).
Llegados a este punto espero que a nadie le quepa la menor duda de la influencia que los farmacéuticos han tenido en la ciencia.

Con la llegada del S.XIX, los avances de la profesión farmacéutica son imparables y la historia de la Farmacia se consolida. La tecnología permite la fabricación de nuevos equipos de laboratorio (pipetas automáticas, centrifugadoras, molinos, etc) y la preparación de nuevas formas farmacéuticas, como los comprimidos, cápsulas, inyectables y supositorios. Aparecen los primeros medicamentos industriales. No dejan de publicarse obras sobre temas de farmacia y la enseñanza se imparte en facultades de farmacia independientes.
Las farmacias se modernizan y van perdiendo elementos que hasta entonces formaban parte de su idiosincrasia, como los albarelos, ahora sustituidos por tarros de porcelana. Nuevos y más precisos instrumentos ocupan el laboratorio. Adoptan como símbolo una esfera de cristal  llena de un líquido, normalmente rojo o verde, que colocaban en los escaparates para identificar el local como farmacia.
Siguen apareciendo nuevos fármacos como la morfina, aislada por el farmacéutico Serturner o la cafeína, por los farmacéuticos Pelletir y Caventou, que también aislaron la quinina y la estricnina entre otros. Muchos ilustres compañeros aportaron su granito de arena: Parmentier difunde con éxito la patata en Francia para combatir la hambruna, Buchner descubre la parafina, Courtois el yodo, Soubeiran el cloroformo, Serullas el yodoformo, Balard el bromo, Stromeyer el cadmio, Oersted el aluminio, Döbereiner el acetaldeído, Walker las cerillas de fricción, Guibourt la cumarina, Ambrosioni el azúcar en la sangre de los diabéticos, Bussy el magnesio y el berilio, Klaus el rutenio etc.
En el S.XX queda plenamente definido el papel del farmacéutico como profesional en todos sus ámbitos de actuación, desde el sanitario al investigador, desde el docente al militar. Es el siglo en el que se desarrollan los medicamentos industriales a la par que los farmacéuticos de la industria, y aparecen nuevos conceptos en el ejercicio de la profesión, como la distribución, la sanidad ambiental, etc. Aparecen los sistemas sanitarios como la Seguridad Social, que involucra definitivamente al profesional farmacéutico como agente de salud.

sábado, 17 de septiembre de 2016

GUSTAVE FLAUBERT....MADAME BOVARY


Escritor francés. Cronológicamente el tercero de los grandes novelistas del realismo francés (con Stendhal y Balzac), Gustave Flaubert fue el más exigente y perfeccionista de ellos en materia de objetividad y estilo. Hijo de un médico, la precoz pasión de Flaubert por la literatura queda patente en la pequeña revista literaria Colibrí, que redactaba íntegramente, y en la que de una manera un tanto difusa pero sorprendente se reconocen los temas que desarrollaría el escritor adulto.
Estudió derecho en París, donde conoció a Maxime du Camp, cuya amistad conservó toda la vida, y junto al que realizó un viaje a pie por las regiones de Turena, Bretaña y Normandía. A este viaje siguió otro, más importante (1849-1851), a Egipto, Asia Menor, Turquía, Grecia e Italia, cuyos recuerdos le servirían más adelante para su novela Salambó.
Excepto durante sus viajes, Gustave Flaubert pasó toda su vida en su propiedad de Croisset, entregado a su labor de escritor. Entre 1847 y 1856 mantuvo una relación inestable pero apasionada con la poetisa Louise Colet, aunque su gran amor fue sin duda Elisa Schlésinger, quien le inspiró el personaje de Marie Arnoux de La educación sentimental y que nunca llegó a ser su amante.
Los viajes desempeñaron un papel importante en su aprendizaje como novelista, dado el valor que concedía a la observación de la realidad. Flaubert no dejaba nada en sus obras a merced de la pura inspiración, antes bien, trabajaba con empeño y precisión el estilo de su prosa, desterrando cualquier lirismo, y movilizaba una energía extraordinaria en la concepción de sus obras, en las que no deseaba nada que no fuera real; ahora bien, esa realidad debía tener la belleza de la irrealidad, de modo que tampoco le interesaba dejar traslucir en su escritura la experiencia personal que la alimentaba, ni se permitía verter opiniones propias.
Su voluntad púdica y firme de permanecer oculto en el texto, estar («como Dios») en todas partes y en ninguna, explica el esfuerzo enorme de preparación que le supuso cada una de sus obras, en las que nada se enunciaba sin estar previamente controlado.
La abundancia de los trabajos que posteriormente se han dedicado a Gustave Flaubert, y en particular a su estilo, confirma el papel central que desempeñó en la evolución del género novelístico hasta la mitad del siglo XX.
Flaubert comenzó a escribir desde muy joven. Conoció, en 1836, a Elise Foucault, por quien profesó una gran pasión, nunca satisfecha, durante toda su vida. En 1840 se matriculó en la universidad de París para estudiar derecho, estudios que nunca le importaron demasiado, prefiriendo frecuentar ambientes literarios. Cuando falleció su padre, se trasladó a una casa de campo que tenían en Croisset, junto a su madre y una sobrina. En 1846 conoció a la escritora Colet, con quien mantuvo una abundante correspondencia. Fue testigo directo de la revolución de 1848. Viajó de 1849 a 1851 con su amigo Maxime du Camp, por Oriente Medio, Grecia e Italia. En 1857 publicó Madame Bovary, acusada de ofensa a la moral y a la religión. Los sucesos de la Comuna y la guerra franco prusiana, le causaron un grave desequilibrio nervioso. En 1872 falleció su madre. En 1875, el marido de su sobrina pasó una terrible crisis económica y se vio obligado a vender todas sus propiedades para salir adelante. Los últimos años de su vida vivió gracias a una modesta pensión que el gobierno le concedió.
Elise Foucault le inspiró para la creación de la obra La educación sentimental,pero Flaubert se reveló como escritor con Madame Bovary, 1851-56, publicado por entregas en Revue de París y en 1857 como volumen. Con esta obra causó un gran revuelo, la protagonista de la novela es una mujer inquieta, insatisfecha, símbolo de una incurable frustración sentimental y social.


Madame Bobary está dividida en capítulos no titulados, estos capítulos van desde el I hasta el XXV. La obra esta dividida en tres partes:


La primera parte de la obra narra la vida de Carlos Bobary desde que entro en el colegio, con retrospecciones aclarativas para poder entender mejor la personalidad de el protagonista, hasta que su mujer, Emma Bobary, se quedo embarazada. Esta primera parte consta de nueve capítulos.
Charl Bobary entro en el colegio de Rúan a edad destemprana, antes de este echo estuvo recibiendo clases de latín por parte del cura de la parroquia, y fue enseñado por su madre a leer y a escribir. Su padre era un viejo avinagrado que vivió de la dote de su madre gastando el dinero en el juego, en bebidas y en mujeres. Cuando ya no tuvieron de que vivir la madre de Bobary compro una granja y la regento ganando el dinero suficiente como para subsistir.
Cuando Charls terminó el bachillerato ingresó en la facultad de medicina por petición de su madre. Era un alumno aplicado hasta que falto a su primera clase y se dedico a la vida nocturna jugando al domino en bares de mala categoría, fue por aquel entonces cuándo Charls se hizo hombre y esperimento su primer amor. El protagonista tuvo que volver a hacer el mismo curso pues no había aprobado ninguna asignatura y fue así como consiguió el certificado de médico. Una vez terminada la carrera su madre se dedicó a buscarle una mujer y se decidió por una viuda que fingía tener mucho dinero. Charls se casó con ella y vivió durante varios años con la mujer, aunque esta era una vieja celosa que perseguía a los pacientes de su marido para que le pagasen. Fue por esta época cuando Charls conoció a la que iba a ser su segunda mujer, supo que su esposa Eloísa estaba arruinada y tuvo lugar el fallecimiento de ésta. Después de estos hechos, se iniciaron los preparativos de la boda en la que el protagonista se iba a casar con la mujer de la que se había enamorado cuando visitaba la casa Rouault, por visitas médicas. Ésta boda duró tres días, después los novios se mudaron a la casa de Carlos en Tostes. Unos años más tarde cuando el amor de Enma por su marido estaba en sus últimas fases Carlos la llevo a una fiesta en un castillo, fue entonces cuando se enamoro de un duque y de todos los lujos y ventajas que ésta clase social poseía. Emma fue enfermando poco a poco de los nervios y su marido preocupado por ésta situación le pidió consejo a un amigo suyo que era especialista y éste le recomendó que se mudasen a vivir a un pueblo tranquilo, fue entonces cuando se mudaron a Yonville, Emma Bovary estaba encinta.



La segunda parte consta de quince capítulos y comienza cuando se mudan, Emma Bovary ya se siente frustrada en su matrimonio, casándose no ha conseguido lo que quería puesto que se ha casado con un simple médico vulgar y sus aspiraciones son mayores. Decide, que va a conseguir lo que se propuso y va a ser como las mujeres de las novelas románticas que leía, y conoce a un hombre, Rodolphe el cual llega a ser su amante pero este la abandona. En esta segunda parte Emma ya tiene a su hija Berthe, la cual es puesta en manos a una nodriza que se encarga de su cuidado, y Emma no tiene relación con ella excepto en contadas ocasiones.
Los Bovary viajan a Yonville en tren, el boticario les está esperando para recibirlos, junto con el está un estudiante de derecho llamado León que vive en la planta superior al piso del boticario, enseguida este estudiante conecto con los gustos de Emma y se hicieron grandes amigos. Pocos días después de su llegada a Yonville Emma dio a luz a una niña a la que llamaría Berthe y la puso al cuidado de una nodriza a la que visitaba de vez en cuando. Los primeos dias de los esposos Bobary en el pueblo pasaron conociendo a los vecinos, entre tanto la señora Bobary y Leon se fueron haciendo cada vez más amigos y junto con la rutina pasaron las semanas. Un día León se tuvo que ir a Paris para proseguir con los trabajos de su bufete y Emma se quedo angustiada y melancólica por la marcha de su amigo pues empezaba a crecer en ella un ámbito lujurioso hacía el.
Una tarde aparecio en casa de los Bobary un paciente llamado Rodolphe Boulanger de la Hurchette, este quería hacerse una sangría y fue entonces cuando el mancebo conoció a Emma y se propuso conquistarla en las fiestas del pueblo. La protagonista no cedió al ofrecimiento del adulterio en un primer momento pero la insistencia de Rodolphe, junto con sus palabras de amor terminaron convenciéndola y se entrego a él en medio del bosque. Desde ese día Emma no vivía más que para su amor, se veían a escondidas, se entregaban cartas de amor regalos y cabellos y así los amantes fueron cayendo en una pasión monótona con el paso del tiempo, este hecho a Emma le disgustaba, pues ella veía en Rodolphe la clave de su libertad y el amor ardiente que buscaba en su vida, aunque este se canso de sus halagos sus palabras y sus gestos, pero aún así no podía dejarla a causa de la singular belleza de Emma, sin embargo se fueron alejando y Rodolphe no acudió a la cita de su amada en un par de días, fue entonces cuando Emma intento amar a su marido y lo animo para operar a Hipólito, un ayudante del hospedaje del pueblo, para operarlo y así arreglar su pie deforme,pero la operación no tuvo éxito y Emma volvió con su amante.
Una vez, cuando la suegra de la Bobary estaba de visita, las dos mujeres mantuvieron una fuerte discusión y Carlos le rogó a su esposa que le pidiera perdón a su madre, esta al final acepto, pero le pidió llorado a Rodolphe que la sacara de allí y así comenzaron los planes de fuga de los amantes. Justo el día de la huida, Rodolphe, le escribió una carta a Emma donde se excusaba por no poder complacerla en este último capricho por propio bien de ella, al recibir la carta Emma, en medio de un cesto de melocotones y leerla, entró en una crisis nerviosa que la tuvo en cama durante todo el invierno hasta bien entrada la primavera, por aquel entonces el señor Lheureux, el mercader, presionaba a Charls para que le pagase las deudas de su esposa y el aludido acabo por firmar un pagaré de mil doscientos francos para el año siguiente. Emma se recuperó refugiando sus penas en la religiosidad, cosa que el señor boticario, el señor Homais amigo íntimo de la familia desaprobaba en gran medida, pero poco a poco la fiebre religiosa de Emma fue desapareciendo por su antiguo orgullo y vanidad. Un día el señor Homais le dijo a Charls que sería buena idea que fuese a ver con su esposa una obra de teatro y Bobary acepto, en medio de la obra se encontraron con León que invito a los casados a quedarse a oír la obra de Lagardy, pero el médico no podía aunque animó a su esposa a quedarse si eso la agradaba.


La tercera parte, se divide en once capítulos y corresponde a la relación de Emma con su segundo amante León, el cual termina abandonándola, Emma frustrada y perseguida por sus acreedores por gastar mas allá de sus posibilidades, decide quitarse la vida con arsénico.
León siguió a los esposos Bobary hasta su hospedaje y al día siguiente entró en la habitación de ellos, allí se encontraba solo Emma, pues su esposo ya se había ido a Yonville. Emma y León establecieron una conversación que duró varias horas y terminó cuando León le confesó su amor a Emma. Esta en un primer momento le rechazo pero quedaron al día siguiente en la iglesia, fue entonces cuando León metió a la señora Bobary en un coche y no la dejo bajar hasta las seis, perdiendo Emma el carruaje que la llevaría a Yonville, sin embargo logró llegar a tiempo a casa. Pasaron unas semanas sin verse y al fin Emma encontró la manera de volver a ver a su amante con la excusa de pedirle consejo para poder conseguir un poder que quería adquirir, y así los amantes pasaron tres días muy lujuriosos. Emma con la excusa de volver a tocar el piano consiguió poder ir una vez a la semana a Ruán y verse con su amante pero con el tiempo, Emma fue dominando a León y volviéndose mas arrogante vanidosa y lujuriosa, hasta llegar al punto en el que la querida parecía él y no ella. Mientras tanto Emma con sus caprichos iba desprendiéndose de toda su fortuna, con pagarés vencidos y renovados al mercader, y así fue como le llegó a casa una notificación de embargo de ocho mil libras. Emma buscó el dinero por todas partes y llegó a ordenarle a León que se lo consiguiera y éste la citó para el día siguiente a las tres, cita a la que León no iba a aparecer, y así se rompió su relación. Emma desesperada y ya en Yonville intentó pedirle el dinero al notario, quien le dijo que se lo daría a cambio de ciertos favores que ella no aceptó en un principio y que él rechazó después. Se dispuso entonces a pedirle el dinero a su antiguo amante pero éste le dijo que no lo tenía, entonces Emma desesperada cogió arsénico de la botica del farmacéutico, se fue para su casa, escribió una carta y se tumbo en el lecho esperando la muerte. Su marido preocupado pidió auxilio al señor Homais, el boticario, y éste llamó a uno de los médicos más importantes de Ruán, que acudió enseguida y le recetó un vomitivo, aún así Emma se murió.
Su marido la enterró con todo lujo de detalles, como ella querría, pero dada la angustia que tenía se murió poco tiempo después, su hija Berta, pasó al cuidado de la abuela paterna y cuando ésta murió fue recogida por una tía que como era pobre la envió a ganarse la vida a una fábrica de hilados.


Resumiendo,el tema principal de la obra de Gustave Flaubert es la libertad de la mujer. Flaubert con esta obra intenta reivindicar en la conciencia de la sociedad la importancia de la mujer y la necesidad de su libertad y de el libre albedrío para poder ser feliz, de este modo tambien hace una crítica a la sociedad desde el punto de vista moral, económico y político. En Madame Bobary, el autor hace esta crítica social culpando a los hombre y la misma sociedad de las desgracias de la Bobary, pues dado al aspecto más retrogrado de esta la protagonista nunca encuentra la felicidad en su vida y por ello se siente turbada y muy poco realizada lo que hace que se vuelva vulnerable, apática e incomprendida incluso para el propio lector hasta que Flauvert empieza a actuar sutilmente en la conciencia de las personas que están leyendo la vida de esta pobre mujer creando un emoción compasiva en los lectores que terminan compadeciendo a Emma por sus desdichas. Por otro lado, el autor, también crítica más abiertamente la corriente ideológica anterior, el romanticismo, pues parte de las desgracias de Emma son a causa de los sueños idealistas e irracional que autores como Sir Walter Scot, mecieron en ella un carácter emotivo y cambiante que sólo buscaba las felicidades sentimentales en la pasión de sus amantes, sin embargo al final de la novela Flaubert utiliza recursos literarios de este movimiento al interceder por Emma ante el lector.
Emma para Flaubert, era la heroína femenina de la sociedad, una mujer ilustrada y bonita que comete adulterio para poder encontrar la felicidad en la vida siendo presionada por la sociedad y el carácter mancebo de sus amantes que nunca supieron tratarla como persona y siempre se aprovecharon de los favores que esta les hacía hasta que ser hartaban. El hecho de que Flaubert defendiera este comportamiento adultero en Emma puede ser a causa que el tuvo en su vida una amante y a las corrientes filosóficas que tienen lugar en la vida del autor y que refleja claramente en su obra por parte del boticario, que estaba a favor del avance de la ciencia.
http://www.enciclonet.com/articulo/flaubert-gustave/#
http://html.rincondelvago.com/madame-bovary_gustave-flaubert_10.html
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/flaubert.htm

martes, 13 de septiembre de 2016

FRANZ KAFKA....ANÁLISIS Y VALORACIÓN

c


Gregorio Samsa, un corredor de comercio que desea abandonar su profesión por no encontrar en ella posibilidad alguna de vida creativa, se ve convertido una mañana al despertarse en un insecto. No puede en adelante hacer su vida normal, e intenta adaptarse en alguna medida a las condiciones de su nueva situación, de la que es plenamente consciente. En principio, sus familiares toleran su presencia e incluso lo tratan con cierta afabilidad porque tras su figura monstruosa siguen viendo la realidad personal de Gregorio. En el momento en que se deciden todos, incluso la hermana, a tratarlo como un "bicho", pierde la escasa movilidad que poseía, y fallece. La familia vuelve entonces a mirar al futuro, y sale a dar un breve paseo en tranvía un día de sol.




Esta obra nos pone ante los ojos de forma sobrecogedora la necesidad de fundar con quienes nos rodean, sobre todo en la familia, relaciones personales que nos permitan desarrollarnos normalmente y ganar autoestima. Así se evita que alguien, por no poder crear un tejido de relaciones auténticas, bloquee su desarrollo personal y se vea envilecido hasta considerarse como un vil insecto.
Una persona es, como subrayó el filósofo Manuel Kant en su día, un fin en sí misma, no un medio para el logro de ciertos fines. Gregorio Samsa no fue nunca maltratado, vejado, humillado, pero él se vio reducido a mero medio para el sostenimiento económico de la familia, y necesitó para cumplir esa función someterse a un modo de vida mecánico, poco creativo. Su vida le parecía una rueda dentada que gira sin sentido. Esa falta de sentido auténticamente personal queda expresada literariamente en la falta de posibilidades que implica la reducción a insecto. El protagonista desaparece de la escena cuando se rompe el débil hilo que lo unía al mundo de la creatividad (el afecto hacia su hermana y la voluntad de ayudarla)



La obra comienza con el fenómeno de la "metamorfosis", la transformación del protagonista Gregorio Samsa en insecto. Kafka, hábilmente, nos ofrece datos suficientes para que descubramos la causa que provocó tal fenómeno, mejor dicho: la serie de acontecimientos que adquieren cuerpo expresivo en tal fenómeno.
Sabemos, por la biografía de Kafka, que éste vivió el período de la infancia en una gran soledad, experimentó el distanciamiento espiritual de sus tres hermanas, excepto (durante su enfermedad) la hermana menor, y consideró su empleo en una casa de seguros como una rémora constante e insufrible para su actividad creativa de hombre de letras. Este desajuste entre la sordidez de la vida cotidiana y su vocación profunda despertó en su interior un sentimiento de desesperación, alumbró en su mente la idea del suicidio y lo llevó paulatinamente a la enfermedad y la muerte prematura . Estos datos nos permiten rehacer con fidelidad y hondura las experiencias básicas de la vida de Gregorio Samsa en el período anterior a su «animalización».


La característica básica del ser humano, la que lo distingue del animal es su capacidad de ver los seres del entorno como realidades, no como meros estímulos, y captar las posibilidades que nos ofrecen en orden a realizar un juego creador, tomar iniciativas, asumir responsabilidades, sentirse en cierta medida dueño del propio destino, en cuanto uno va optando por unas posibilidades y desechando otras, a fin de dar una configuración determinada a la figura de la propia personalidad. Esta capacidad de ver y tratar un ser como fuente de posibilidades es la libertad.
De esta libertad, así entendida, carece Gregorio Samsa, un corredor de comercio que no ama su oficio, lo considera como mero medio para ganar dinero y sostener la familia, y lo ejerce casi de modo mecánico obedeciendo rígidamente órdenes, consignas y horarios de forma medrosa. El trabajo, que ocupa la mayor parte de su vida, no significa para Gregorio un auténtico campo de juego. Toda su ilusión es poder llegar a abandonarlo.


«Si no me retuviera a causa de mis padres, hace tiempo que hubiera comunicado mi cese» 

Es un tipo de trabajo cansado, monótono, incómodo, sórdido, y no ofrece siquiera la compensación de un trato humano de cierta calidad:


«... Relaciones humanas siempre cambiantes, nunca duraderas, incapaces de llegar a ser verdaderamente cordiales. ¡Al diablo con todo esto!» 

En el mundo del comercio en el que se movía Gregorio no se daban las condiciones que exige el encuentro interhumano: confianza mutua , flexibilidad en el trato, respeto a la persona... Todo valor era pospuesto al interés económico.

«... Nosotros, los comerciantes, por suerte o por desgracia, como se quiera, debemos a menudo hacer caso omiso de ligeras indisposiciones en atención a los negocios» 

Esta manifestación fue hecha ante los padres de Gregorio por el Principal de éste, un personaje que representa en la obra el espíritu de la profesión. Por moverse en nivel objetivista, infralúdico, no creador, el Principal -que aparece sintomáticamente despojado de nombre propio, que responde a la condición personal, y es designado enfáticamente con un término relativo a la función que ejerce- podría muy bien, a juicio de Gregorio, padecer una metamorfosis semejante a la suya . Este pormenor, aparentemente anodino e incluso arbitrario o fantástico, arroja luz sobre el sentido más hondo de toda la obra.

Para Gregorio, la actividad laboral era solamente un medio para un fin: sostener la familia y redimirla de la desesperación provocada por un desastre económico. Si en el trabajo no podía realizarse como persona, por faltar las posibilidades creadoras de auténticas formas de encuentro, el sentirse útil a la familia y provocar la alegría de todos en el momento de entregar su aportación económica significaba para él una fuente de gratificación personal, algo hermoso y festivo, porque venía a ser un esbozo, siquiera fugaz, de encuentro personal (51-52, 75). La costumbre, sin embargo, fue enfriando poco a poco este entusiasmo primero, excepto en la hermana .
A pesar de esta inicial relación de encuentro con sus familiares, Gregorio no se entrega nunca a una actividad verdaderamente creadora. Alimenta secretamente el "lindo sueño" de enviar algún día a su hermana a estudiar en el conservatorio de música de Praga, la capital, , pero, cuando está en casa, apenas sale, se sienta a la mesa y no entra en juego; se limita a leer el periódico en silencio o a estudiar itinerarios



La metamorfosis afecta al cuerpo de Gregorio, no a su espíritu. El cuerpo simboliza aquí el elenco de posibilidades elementales que uno necesita para vivir una vida creadora. Gregorio puede pensar, sentir, desear, hacer proyectos, acomodarse a una situación, oír y ver, pero presenta un aspecto repugnante y carece de facilidad de movimientos para llevar una vida normal. De suyo, el cuerpo es el lugar viviente de presencialización de la persona, de su instalación receptivo-activa en el mundo, de su encuentro con las realidades capaces de entreverarse. Después de la transformación, el cuerpo de Gregorio es algo extraño para él mismo y para los demás y constituye un elemento opaco que lo escinde del mundo exterior y lo condena a una asfixia lúdica. El sentido de su vida anterior había radicado en sostener a la familia económicamente. A partir de ahora no sólo no podrá resolver el problema familiar, sino que será un obstáculo decisivo para buscar una salida, aunque sea tan precaria como alquilar las mejores habitaciones del hogar a unos huéspedes exigentes.
Ello explica la evolución sufrida por los familiares en su modo de reaccionar ante la situación creada por la metamorfosis. Al principio, los familiares, acuciados por el Principal, se sienten hondamente preocupados por Gregorio; más tarde, lo tratan con cierto cuidado, sobre todo la hermana, que se brinda a facilitarle comida y a disponer la habitación de modo que pueda desarrollar en alguna medida las actividades propias de un insecto, como es trepar por las paredes. Sólo una asistenta se atreve a aplicarle el nombre de «bicho», que los familiares evitan porque el lenguaje da cuerpo a las realidades que expresa y las hace aparecer ante los ojos con toda su fuerza. El padre, fuera de sí debido al horror que le produce la figura de Gregorio, lo agrede y lo deja malherido, privado incluso de la escasa movilidad que poseía. Su madre intercede por él y se esfuerza, lo mismo que su hermana, Grete, por conseguir sobrellevar la situación


Poco después, sin embargo, cuando observan que la presencia de Gregorio les impide tener huéspedes e incluso criadas, ambos familiares empiezan a tratarlo sin cariño alguno  y convierten su habitación en una trastera . En un momento de irritación, Grete, la hermana, le había llamado por su nombre de pila: «¡Ojo, Gregorio!» . Esto implicaba un contraste desgarrador, porque un nombre propio sólo se aplica en rigor a las personas, pero aquí significaba una firme voluntad por parte de la joven de no hacerse a la nueva situación ni seguir esperando una salida airosa. Ahora se niega a seguir teniendo en su casa a un hombre-insecto, pues tal mezcla absurda es insostenible. Hay que decidirse a aceptar el nuevo orden de cosas y tomar las medidas pertinentes para abrir algún horizonte hacia el futuro.

«Queridos padres , esto no puede seguir así. Si vosotros no lo comprendéis, yo lo comprendo. Ante este monstruo, no quiero ni siquiera pronunciar el nombre de mi hermano; y, por tanto, sólo digo esto: debemos deshacernos de él. Hemos hecho lo humanamente posible para cuidarlo y tolerarlo; yo creo que nadie puede hacernos el menor reproche»

Los esfuerzos de los familiares por no considerar a Gregorio como a un «enemigo» acaban debilitándose hasta la extinción. Grete, la que más interés parecía poner en cuidar a Gregorio, es la que toma la iniciativa en orden a deshacerse de él, por miedo a que su presencia cause un daño irreparable a la salud de sus padres ).

«Debe irse, gritó la hermana . Es la única salida, padre. No tienes más que desechar la idea de que es Gregorio. El haberlo creído tanto tiempo, eso es propiamente nuestra desgracia. Pero ¿cómo puede ser esto Gregorio? Si fuera Gregorio, ya hace tiempo que hubiese comprendido que no es posible que unos seres humanos convivan con semejante animal y se hubiera ido voluntariamente. No tendríamos al hermano, pero podríamos seguir viviendo, y honraríamos su recuerdo. Mientras que, así, este animal nos persigue, echa a los huéspedes, quiere abiertamente apoderarse de toda la casa y dejarnos a dormir en la calle»

En virtud de esta decisión de la hermana respecto a Gregorio, éste queda fuera de juego en la familia. Los tres familiares se reducen a mirarlo «tristes y pensativos» . Ni siquiera lo azuzan con palabras o gritos para que vuelva a la habitación. Kafka anota con impresionante laconismo irónico: «...Nadie le apresuraba; se le dejaba en entera libertad» . Este género de «libertad» y autonomía que se le concedía iba unido con la carencia casi absoluta de todo movimiento. Recogiendo sus últimas fuerzas, Gregorio se arrastró hacia su habitación y dirigió una última mirada rápida a su madre, «que, por fin, se había quedado dormida», es decir, entregada a una falta total de iniciativa y creatividad respecto al hijo menesteroso. Grete se apresuró a cerrar la puerta con llave, suspirando de alivio. Gregorio «muy pronto hubo de convencerse de que le era en absoluto imposible moverse»). Se hallaba en el grado cero de creatividad. Por eso, aun pensando «con emoción y cariño en los suyos», «hallábase, a ser posible, aún más firmemente convencido que su hermana de que tenía que desaparecer».

«Y en tal estado de apacible meditación e insensibilidad permaneció hasta que el reloj de la iglesia dio las tres de la madrugada. Todavía pudo vivir aquel comienzo del alba que despuntaba detrás de los cristales. Luego, a pesar suyo, su cabeza hundióse por completo y su hocico despidió débilmente su postrer aliento».



El cerco a que se vio sometido en el aspecto lúdico-creador acaba de provocarle la asfixia espiritual, y lógicamente tenía que perecer. Desear que una persona deje de existir es el polo opuesto al amor y destruye, por consiguiente, toda posibilidad de encuentro personal; produce una «desambitalización» absoluta. Gregorio había confiado siempre en su hermana. Al romperse del todo su ámbito de convivencia con ella, su grado de desvalimiento se hizo total y su vida lúdica quedó achicada hasta la anulación. Lo que perece al morir el Gregorio-insecto es el último resto de posibilidad creadora que le quedaba al Gregorio-persona.
Desaparecido Gregorio, el hogar vuelve a ser un lugar de encuentro para los familiares. Se prescinde de los huéspedes, a fin de tener un ambiente de intimidad, y se hacen planes para el futuro. Esta apertura de un nuevo horizonte prometedor queda expresada en el viaje en tranvía que hacen los padres y la hermana un día de sol, a cuya luz resplandecen las nuevas formas de «muchacha bella y lozana» que ha adquirido últimamente la pequeña 


 
La transformación de Gregorio en insecto no es realista sino simbólica, pero no por ello es menos real en el plano del juego y de los ámbitos. Kafka quiere poner ante los ojos del lector de modo plástico, impresionantemente visible, una situación que a muchas personas pasa inadvertida: la reducción de un ser humano a medio para un fin, mera máquina de ganar el dinero necesario para salvar una situación apurada. El relato nos transmite vivamente en todo su horror, a través de su encarnación en una imagen, una situación humana que se da realmente con frecuencia, pero apenas se advierte cuando se vive de modo objetivista, atenido más bien a las apariencias externas.
Al leer la obra, aparece con toda su crudeza lo que sucede veladamente en la vida humana. Ésta es la espléndida posibilidad de las imágenes: hacer entrar por los ojos los acontecimientos "inobjetivos" que se evaden a la mirada de las gentes poco avezadas a la contemplación de los sucesos creadores. Gregorio Samsa, el sumiso y pasivo corredor de comercio, se veía ya a sí mismo como un infrahombre, un ser poco cualificado, un vil insecto. Esta autodescalificación era un suceso real, real en cuanto al juego que quería haber hecho en su vida cotidiana. Por eso necesita ser expresado a través de una imagen, que -a diferencia de la mera figura- presenta dos vertientes: la sensible y la suprasensible, la objetivista y la lúdica.
En las décadas posteriores a la primera guerra mundial muchos europeos sintieron una difusa añoranza por el mundo infracreador, que era visto a menudo como una tierra de promisión. En La metamorfosis, tal descenso significa más bien la destrucción total de las posibilidades de realización humana.
Todos los pormenores que destaca la obra son de carácter lúdico-ambital. Gregorio fue siempre un hombre encerrado: encerrado en la tupida red de un puesto de trabajo sórdido y atenazante; recluido voluntariamente en un hogar constituido por personas mayores, fracasadas y enfermas y una niña un tanto comodona cuya actividad creativa se polarizaba exclusivamente en torno a la música. Precisamente, en esta dirección se orienta la única iniciativa que tuvo Gregorio respecto al futuro: pagarle a su hermana los estudios del Conservatorio. Es sintomático que Gregorio, en su extrema postración, sólo parece elevar un tanto su ánimo al oír a su hermana tocar el violín, y ello no tanto por lo que tal actividad pudiera implicar de creatividad musical -para la que Gregorio carecía de sensibilidad-, cuanto por la posibilidad de ayuda que la condición artística de su hermana le abría a él en el futuro. De ahí su deseo de llevarla a su habitación y establecer con ella una relación estable de encuentro.

«Le parecía como si se abriese ante él el camino que había de conducirle hasta un alimento desconocido y ardientemente añorado. Estaba decidido a llegar hasta la hermana, tirarle de la falda y sugerirle así que viniese a su cuarto con el violín, porque nadie premiaba aquí su interpretación cual él quería hacerlo. No la dejaría salir de su cuarto, al menos en cuanto él viviese»

Al verse reducido a insecto es decir, al sentirse falto de posibilidades creadoras, Gregorio confía en que, uniendo su fuerza de voluntad a los ánimos que le infundan sus familiares, podrá salir adelante.

«... Todos, incluso el padre y la madre, debían haberle gritado: ¡Ánimo, Gregorio!. Siempre adelante. ¡Duro con la cerradura!»

Pero sus familiares, tras el primer momento de desconcierto, optan por esconderlo, resignados a su suerte adversa; dan la situación por irreversible y retiran de la habitación los muebles para que Gregorio pueda moverse con más facilidad dentro de las posibilidades que le abre su condición actual; es decir, lo «desambitalizan» como hombre, a pesar de que su madre intuye con finura que, al dejar la habitación convertida en un desierto, vienen a indicar que renuncian a toda esperanza de mejoría por parte de Gregorio y lo abandonan a su suerte 



De aquí arranca el tragicismo de toda la obra. Gregorio Samsa sigue pensando y sintiendo como hombre, capta con lucidez cuanto dicen y hacen los demás, pero no logra darse a entender , posee una interioridad de ser humano y una apariencia de insecto, no de animal temible -poderoso león, taimada serpiente...-, sino de bicho repugnante e indefenso. Al quedar privado de su entorno confiado de hombre, Gregorio se siente incomunicado, extraño en el mundo, y olvida paulatinamente su pasada condición humana). Debido a algo que se halla fuera de su control -la figura que ofrece a los demás-, Gregorio se ve forzado a alterar radicalmente su sistema de juego, de relación activa con el entorno, y hace con ello del todo imposible una relación de encuentro con sus familiares. Se convierte en objeto, objeto de preocupación o de simple curiosidad , tema de conversación , motivo de diversión, insecto repulsivo e inquietante , trasto inútil , estorbo para la existencia ). Sólo le queda la esperanza de su hermana, la única persona con futuro que hay en la casa
El padre, tras el fracaso económico, había echado el peso del sostenimiento de la casa sobre los hombros de Gregorio, y éste, después de su metamorfosis, pudo enterarse de que le había ocultado que la situación económica de la familia no era tan mala como se decía y las deudas pudieran haberse saldado antes. Por otra parte, ni el padre ni la madre veían con buenos ojos el único proyecto de carácter creativo que había osado abrigar Gregorio: sufragar a su hermana los gastos del Conservatorio. De sus padres, viejos, fatigados y nada emprendedores, no podía esperar Gregorio posibilidad alguna de vida creativa. Al comprobar que también la hermana ha roto definitivamente su ámbito de fraternidad con él, entra en un estado de asfixia lúdica y pierde del todo su condición humana, desapareciendo con ello de la obra.
Esta segunda parte de la metamorfosis, la espiritual, la que afecta a la condición personal de Gregorio, es la más dolorosa, la definitiva, la estación término de una vida envilecida progresivamente por la sordidez de las circunstancias.





El carácter abrumadoramente trágico de este relato radica en la vinculación en una misma persona de una extrema degradación y de la lucidez suficiente para hacerse cargo de la misma. Si sólo existe una gran desgracia, no hay tragicismo. Este surge cuando alguien muy afectado por ella se hace cargo de la situación. Situaciones trágicas provocadas por una falta absoluta de posibilidades de libre juego creador se dan realmente en numerosas ocasiones. Pese a su apariencia fantástica, La metamorfosis no es un mero relato de ficción, sino la plasmación literaria de una red de ámbitos que el hombre necesita para desarrollarse como tal y que un destino adverso va anulando paulatinamente. Esta anulación implica el derrumbamiento de la personalidad humana. Derrumbamiento se dice en griego «katastrophé», y ésta, la catástrofe, marca la culminación de la tragedia.
http://barcelona.lecool.com/files/2014/04/metamorfosis-kafka-e1397039829258.jpg
http://www.ciudadseva.com/textos/estudios/kafka/kafka01c.htm#Valoraci%C3%B3
http://www.unav.es/noticias/opinion/op081201.html
http://www.biblioteca.org.ar/libros/1587.pdf